domingo, 2 de enero de 2011

Pétalos de rosa, semillas de papaya


2 de Enero de 2011 - 11:30:38 - Luis del Pino / Libertad Digital

Editorial del programa Sin Complejos del domingo 2/1/2011

¿Han visto ustedes la película "Alguien voló sobre el nido del cuco"? Seguro que sí. Lo que quizá no sepan es que esa película está basada en una novela de un escritor americano llamado Ken Kesey, novela que tiene una cierta componente autobiográfica.

Kesey participó como voluntario, durante la década de 1950, en los experimentos que la CIA realizó para comprobar el efecto que sobre el ser humano tenían determinadas drogas psicotrópicas, como la cocaína o el LSD. Aquellos experimentos dejaron a Kesey bastante tocado y le permitieron vivir en primera persona las experiencias en una institución mental de Oregón, experiencias que luego terminaría plasmando en su novela, publicada en 1962.

La frase que da título a la novela y a la película, "Alguien voló sobre el nido del cuco", está extraída de una canción infantil americana y el autor recurre a ella porque, en inglés, "estar como un cuco" significa "estar loco", "estar como un cencerro" o "estar como una regadera".

Pero la frase tiene más miga, porque es un contrasentido en sí misma: nadie puede volar sobre el nido del cuco, por la sencilla razón de que el cuco no tiene nido. El cuco, o cuclillo, es conocido por depositar sus huevos en los nidos de pájaros de otras especies, para que sean otros padres los que carguen con la pesada tarea de alimentar a las crías. Con este fin, el cuco pone huevos que se parecen extraordinariamente a los de la especie de pájaro a la que pretende engañar.

En algunas especies de cucos, esta técnica parasitaria va todavía más lejos. No sólo es que la hembra del cuco ponga sus huevos en los nidos de otros pájaros, sino que las crías del cuco, que tienen un tiempo de incubación excepcionalmente corto, se dedican, al nacer, a matar a las crías verdaderas de sus padres adoptivos, por el procedimiento de arrojar todos los restantes huevos fuera del nido.

Para los pájaros que sufren este comportamiento de los cucos, se trata de un verdadero desastre: no sólo se dedican a alimentar a una cría que no es suya, sino que pierden a todos sus verdaderos retoños, dada la crueldad de su parásito hijo, que no admite competencia.

Pero lo del parasitismo de los nidos ajenos no es algo exclusivo del reino animal. Vean, si no, la noticia con la que cerrábamos el año: la patada que Mariano Rajoy le acaba de dar a Francisco Alvarez Cascos, imponiendo a una candidata desconocida para las elecciones autonómicas en Asturias. Ante semejante desplante - no por previsible, menos doloroso -, Cascos ha optado por abandonar el Partido Popular.

Viendo el comportamiento de Rajoy a lo largo de estos años pasados, no puedo evitar la sensación de que alguien nos ha colado un gol a todos. Cuando Aznar creyó poner el huevo de su sucesión, alguien le colocó un intruso de otra especie; o a lo mejor cuando dieron el cambiazo es en aquel misterioso viaje a México en el que no sabemos qué fue lo que estuvo haciendo Rajoy, pero del cual volvió convertido en un auténtico depredador para con los supuestamente suyos.

Desde las elecciones de 2008, Rajoy se ha dedicado a la lenta pero sistemática destrucción de todos los que representaban al PP tradicional, arrojándolos uno tras otro del nido popular.

La lista de bajas es impresionante: en la estructura central del partido, Acebes, Rato, Zaplana y Astarloa han pasado a mejor vida política, anulados y ninguneados por Mariano Rajoy. Eso por no hablar de aquel Manuel Pizarro a quien el propio Rajoy ofreció ir de número 2 por Madrid, para luego deshacerse de él como quien tira un pañuelo de papel usado.

En el País Vasco, María San Gil, Santiago Abascal y todo aquel que pudiera oponerse a la estrategia de mimetización con el nacionalismo fueron cuidadosamente depurados. No importa que en el camino se perdieran uno de cada tres votos de los cosechados por María San Gil: había que acabar con el españolismo del PP vasco y a ello se ha aplicado Rajoy con auténtico entusiasmo.

Como también había que acabar con el españolismo en el PP catalán y ya se ha encargado Alicia Sánchez Camacho de cumplir las órdenes de ejecución firmadas por Rajoy, deshaciéndose de personas como Daniel Sirera o Carina Mejías. La cosa ha llegado al punto de haber presentado en las últimas elecciones autonómicas, como número 2 por Gerona, a una ex-militante de CIU que en su día votó a favor de que en su ayuntamiento ondeara sólo la bandera independentista.

Toda esa contundencia que Rajoy rechaza aplicar en su tarea de oposición al PSOE, no tiene reparos en usarla contra los suyos. Uno tras otro, Rajoy va arrojando del nido a todo aquel que represente las esencias originales del PP, de manera que las bases del partido - inconscientes de la estafa, o resignadas ante la misma - se ven obligadas a alimentar con su voto a los impostores que se han hecho dueños de la marca popular.

Lo dicho: que alguien interesado en beneficiar al Partido Socialista no se comportaría de forma distinta a como Rajoy lo hace. Así que una de dos: o alguien nos ha dado el cambiazo y nos ha colocado a un submarino al frente del PP, o es que Rajoy está como un auténtico cencerro.

En cualquiera de los dos casos, el asunto es para echarse a temblar. Porque si Rajoy se comporta con los suyos de esta forma cuando aún no tiene poder ninguno, que Dios nos coja confesados cuando llegue a tener en su mano el Boletín Oficial del Estado. Éste es capaz de ingresar a los votantes del PP en campos de reeducación, para que no le exijan que anule las reformas sociales y territoriales impuestas por Zapatero.

O a lo mejor los que estamos como un cencerro somos todos los demás, no lo sé.

Yo, personalmente, creo que no estoy loco. Pero también pienso que hasta mi estabilidad mental tiene un límite. Si Rajoy sigue haciendo de las suyas, el que va a acabar como los personajes de "Alguien voló sobre el nido del cuco" soy yo.

Si un día abro el programa repitiendo aquella famosa frase de "Pétalos de rosa, semillas de papaya", no se sorprendan. Querrá decir que se me ha terminado de fundir la neurona, con tantas y tan sorprendentes emociones.

1 comentario:

  1. Pues nada, ya vemos que está hilbanando el gallego, haber si le sale bien la jugada, porque si no, pues eso, ajo y agua.

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