DEJAN SU ESCAÑO EN EL CONGRESO
Libertad digital
Volverán a sus actividades profesionales anteriores a la política. Rubalcaba a la universidad, Camacho a su carrera como fiscal.
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2014-08-11
Fueron los hombres fuertes del Ministerio del Interior. Durante el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, en plena convulsión nacional por la negociación política con los terroristas de ETA y por el chivatazo a la banda en el bar Faisán, eran los encargados de dirigir uno de los ministerios más importantes con auténtica mano de hierro. Los dos abandonarán la política en activo en el mes de septiembre, cuando está previsto que dejen el escaño que ocupan en el Congreso de los Diputados.
Fueron los hombres fuertes del Ministerio del Interior. Durante el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, en plena convulsión nacional por la negociación política con los terroristas de ETA y por el chivatazo a la banda en el bar Faisán, eran los encargados de dirigir uno de los ministerios más importantes con auténtica mano de hierro. Los dos abandonarán la política en activo en el mes de septiembre, cuando está previsto que dejen el escaño que ocupan en el Congreso de los Diputados.
Tras las elecciones generales de 2004, Alfredo Pérez Rubalcaba fue designado portavoz del PSOE en la Cámara Baja mientras que Antonio Camacho entró desde el principio en el Gobierno, tomando posesión como secretario de Estado de Seguridad, el segundo cargo en importancia dentro del departamento. El destino les unió en abril de 2006, cuando Zapatero puso al frente de Interior al primero de ellos para que controlase la negociación con los terroristas.
Sólo un mes después de que el dúo comenzase a trabajar mano a mano en la sede del Paseo de la Castellana, dos agentes de la Policía Nacional advertían a dueño del bar Faisán de Irún (Guipúzcoa), lugar de referencia para el aparato de extorsión de ETA, de una operación antiterrorista que estaba preparada ese mismo día y que podía acabar con varios terroristas de ETA, el dueño del negocio y el veterano dirigente del PNV Gorka Aguirre con los huesos en la cárcel.
El propio Camacho, por indicación de Rubalcaba, fue el encargado de desplazarse hasta París, donde intentó apaciguar los ánimos de la juez antiterrorista francesa Laurent Le Vert, que clamaba contra el Gobierno español por haber filtrado una operación contra una de las estructuras más importantes de la banda terrorista, y que llevaba siendo preparada desde hacía meses.
Ya con la maquinaria engrasada, el Gobierno empezó a hacer públicos los supuestos informes de verificación de la ausencia de actividad criminal por parte de ETA, unos informes elaborados desde el Ministerio del Interior en los que se ponía de manifiesto que la banda ya no tenía ningún tipo de actividad y en los que se ocultaban que las cartas de extorsión seguían llegando a los empresarios y se omitía los robos que ETA perpetraba en Francia para rearmarse.
Pérez Rubalcaba y Camacho relajaron a las Fuerzas de Seguridad, que pese a las instrucciones políticas que recibían continuaron desarrollando operaciones contra ETA, aunque eso sí, en número mucho menor a las que se desarrollaban de manera habitual antes del proceso de negociación. El objetivo era que Policía y Guardia Civil no entorpecieran la apuesta personal del presidente del Gobierno: un final negociado del terrorismo.
Público ya en los medios de comunicación el chivatazo a ETA, los dos hombres fuertes del Ministerio del Interior negaron una y otra vez la evidencia, aprovechándose de que la investigación judicial estaba prácticamente paralizada debido a que saltaba de juez en juez en laAudiencia Nacional. Cuando la oposición o los medios les preguntaban por el caso utilizaban a las Fuerzas de Seguridad y a sus asesinados por ETA como parapeto.
La investigación judicial terminó sacudiendo al Ministerio del Interiorcuando el juez imputó a dos policías y al entonces director general de la Policía por la delación, y el teléfono móvil profesional de Antonio Camacho se entremezcló en el juego de llamadas clave del caso. Su68674XXXX aparecía dentro del tráfico de llamadas registrado por los investigadores policiales antes, durante y después del soplo a los etarras.
Por si fuera poco, el teléfono móvil que había utilizado el entonces máximo responsable de la Policía, Víctor García Hidalgo, para comunicarse con Camacho y al que éste había respondido no era ninguno de sus teléfonos móviles habituales, sino una línea prepago, con número 648XXX190, que para colmo había sido facilitada como salvoconducto a Jon Iurrebaso, uno de los etarras encargados de negociar con el Gobierno, y que este había intentado utilizar en Francia para evitar su detención en marzo de 2007, pero que no le sirvió de nada.
En julio de 2011, Rubalcaba abandonó el Ministerio del Interior para convertirse en candidato del PSOE a la presidencia del Gobierno en unas elecciones que los socialistas terminarían perdiendo el 20 de noviembre de ese año. Camacho, tras siete años como número dos del Ministerio del Interior, fue premiado con una cartera de ministro que apenas le duró cinco meses.
Una inexplicable decisión judicial desimputó al exdirector de la Policía en la causa del chivatazo a ETA y dejó sólo en el banquillo de los acusados a los dos policías nacionales acusados con él inicialmente. Ambos mandos del Cuero Nacional de Policía negaron el soplo a ETA durante el juicio en la Audiencia Nacional, y lo reconocieron, aunque dijeron que fue una orden política, durante su defensa en el Tribunal Supremo.
Los dos policías han sido condenados a penas de prisión, aunque no ingresarán, y serán expulsados del cuerpo salgo indulto del Gobierno. Los dos máximos responsables del Ministerio del Interior se retiran de la vida política este mes de septiembre y podrán volver a sus trabajos anteriores a su entrada en política: Rubalcaba volverá a dar clases en la universidad, Camacho continuará su carrera profesional como fiscal.