lunes, 11 de marzo de 2019

La Policía de Rubalcaba asumía que Marruecos y Francia "estaban detrás" del 11-M. Escuche el audio





11 de marzo 2019

Una grabación de Villarejo de 2009 revela cómo la cúpula policial admite que los servicios secretos de ambos países propiciaron el atentado.

La cúpula policial que investigó los ataques del 11-M tenía la sospecha, nunca investigada, de que los servicios secretos de Francia y Marruecos participaron en los atentados terroristas que segaron la vida de 191 personas en Madrid hace ahora 15 años.

Según desvela hoy Moncloa.com, esta tesis fue sustentada por varios de los responsables policiales con más peso en el Ministerio del Interior deAlfredo Pérez Rubalcaba, protagonistas de una grabación obtenida por el diario. "Mi criterio es que fueron los marroquíes con apoyo de los franceses, sin lugar a dudas", explica el excomisario José Villarejo, según acredita la cinta, grabada en diciembre de 2009. "Estaban detrás", afirma a renglón seguido Juan Antonio González, entonces máximo responsable de todos los operativos de Policía judicial en España.  

La grabación se realizó en una comida a la que asistían cuatro altos jefes policiales: el comisario Villarejo -en prisión preventiva desde hace más de un año por orden de la Audiencia Nacional-, el mencionado Juan Antonio González, el comisario José Luis Olivera -que entonces dirigía la Unidad de Delincuencia Económica (UDEF) y llegó a ser director del Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO)- y Eloy Quirós -responsable de la UDYCO y actual comisario general de la Policía Judicial-.
En un monto de la conversación, el comisario Villarejo se dirige directamente a Juan Antonio González, entonces número dos de la Policía.
-"Yo he estado en Siria, en Líbano, recogiendo de una cabina de teléfonos llamadas que se hicieron durante el 11-M, que luego después las han tenido aquí y que antes, precisamente antes, fueron los servicios secretos franceses a cortar parte de esas llamadas. Entonces, yo, mi criterio, después de todo eso, es que fueron los marroquíes con el apoyo de los franceses, sin lugar a dudas".
"Vamos", refuerza el comisario Olivera. A lo que González responde: "Estaban detrás". 
"Yo no tengo ninguna puta duda de que los servicios secretos marroquíes estuvieron hasta el culo y que los franceses les dieron apoyo logístico", continúa Villarejo.

La intervención de los servicios franceses

La versión aportada en esta grabación coincide con la declaración que el comisario Villarejo ha realizado en la Audiencia Nacional quince años después. Ante el juez Manuel García Castellón, Villarejo mantuvo que organizó un viaje a Líbano para captar información sobre las llamadas recibidas desde allí por los terroristas del 11-M.
Sin embargo y según la versión del ex comisario, esos datos fueron cercenados por miembros del servicio secreto francés. Esa misma versión fue aportada en 2011 por el traficante de armas Monzer Al Kassar
En el seno de la operación Tándem, Villarejo utilizó estos viajes para explicar su participación en el pago de cinco millones de euros por parte del BBVA para frenar la compra de acciones del banco por parte de Sacyr. Pagos que sirvieron presuntamente para intervenir de forma ilegal los teléfonos de miembros del Gobierno de Zapatero.
La pasada semana, la defensa del excomisario presentó un escrito solicitando a la Audiencia Nacional que pida al Consejo de Ministros la desclasificación de documentos secretos que, a su juicio, "señalan la autoría real del 11-M". 


Víctimas del 11-M: "Por pedir explicaciones nos han visto con desprecio y como conspiranoicos"





El español.com

Reprochan al excomisario Villarejo su silencio durante 15 años y le piden que si tiene pruebas "las presente al juez".

9 de marzo 2019

Carmen Lucas-Torres
En las vísperas del 15º aniversario del atentado más cruento de la historia de España, que dejó 191 muertos y casi 2.000 heridos, las manifestaciones realizadas por el excomisario José Manuel Villarejo a la Audiencia Nacional sobre este caso no han dejado indiferentes a las víctimas.
El ex policía, ahora acusado y encarcelado preventivamente por corrupción, presentó la pasada semana un documento ante el Juzgado Central de Instrucción número 6 con datos desconocidos de la investigación policial del 11-M, tal y como ha avanzado EL ESPAÑOL en exclusiva.
Villarejo afirmaba en ese documento que los servicios de Inteligencia españoles tuvieron conocimiento de que "sujetos vinculados a la embajada marroquí" instruyeron en el montaje de los explosivos a los terroristas y "no se siguió ninguna acción para su identificación". También que los servicios secretos franceses estuvieron al tanto de una "entrega controlada de explosivos" que la Guardia Civil española habría organizado para atrapar a los terroristas. Sin embargo, no aportó ninguna prueba para acompañar sus afirmaciones.

"Que aporte las pruebas"

Ahora las asociaciones de víctimas piden al excomisario que aporte pruebas: "Si de verdad tiene información, si tiene pruebas y va a sacarlas ahora, qué pena que no lo haya hecho antes. ¿Por qué no lo dijo hace 15 años? En todo este tiempo nos hemos desgastado física y psicológicamente para saber la verdad", lamenta Ángeles Domínguez, presidenta de la Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11-M.
Tanto Domínguez como su marido, Eduardo León, secretario de la misma asociación, reclaman que el Ministerio de Interior, como solicita Villarejo, desclasifique toda la información de la investigación relativa al atentado. "Llevamos pidiéndolo con todos los gobiernos del PP y del PSOE y nunca nos han hecho caso. Hemos desistido de pedirlo porque nos han mirado con desprecio y tratado de conspiranoicos", afirma León.
Desde la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) también consideran que tanto en la sentencia de la Audiencia Nacional como en la posterior del Tribunal Supremo sobre los atentados, con 18 condenados, quedaron incógnitas sin resolver, como la autoría intelectual o el tipo de explosivos utilizados. Sin embargo, se muestran reticentes ante las manifestaciones de Villarejo. 
También le piden que si tiene pruebas, "las presente al juez" y le recuerdan que lo que ocurrió en Madrid hace 15 años fue "muy grave para frivolizar y mercadear con ello". "Es doloroso que saque esta información en vísperas del aniversario para obtener algún rédito personal. Para las víctimas, cualquier información sobre los atentados, que siempre son casos abiertos, supone un nuevo sobresalto", explica la abogada de AVT, Carmen Ladrón de Guevara
Desde la Asociación 11-M Afectados del Terrorismo directamente no dan ninguna credibilidad a las manifestaciones expresadas por Villarejo ante el juez Manuel García-Castellón. Su presidente, Eulogio Paz, lo considera "una teoría más de la conspiración". "Estamos hartos de las teorías conspiranoicas. Este año le toca a Villarejo, esta es la moda, ¿quién será el próximo?", se queja. "Estamos encantados de que la gente presente pruebas, pero no cuentos chinos para ocultar que la Guerra de Irak estuvo detrás", añade Paz, quien sí se muestra conforme con "los hechos probados de dos sentencias". 
Monumento en homenaje a las víctimas del 11-M.

La "revisión policial" del 11-M oculta los principales misterios de la mochila de Vallecas





El español.com

EL ESPAÑOL revela por primera vez el contenido íntegro del documento, que reconoce que la bolsa estuvo fuera de "control" al menos en tres puntos.

9 de marzo 2019
Daniel Montero
En 2014, diez años después de los peores atentados en la historia de España y con la causa cerrada por el Supremo, la Policía Nacional elaboró un informe en el que intentó zanjar las incógnitas sobre el 11-M. El documento, reservado y para uso "exclusivamente policial", fue elaborado por la Brigada de Resolución de Casos (BARC) y trataba de atar los cabos sueltos que abrían la puerta a que un tercero sin identificar -un servicio secreto extranjero, por ejemplo- fuera el instigador en la sombra de los atentados.
 
Para ello, los agentes analizaron de nuevo y en secreto miles de horas de grabaciones, declaraciones de testigos y agentes, informes periciales y todo lo relativo al hallazgo de la prueba más polémica: la mochila encontrada en la comisaría de Puente de Vallecas un día después de los atentados. Una bolsa con explosivos que no figuraba en documento policial alguno hasta 24 horas después de los ataques y que se convirtió en la principal prueba del caso. El hilo del que tirar hasta dar con los autores del atentado.
"En su momento y durante años, la actuación policial relacionada con el hallazgo de dicho objeto provocó, además de la preocupación por cómo pudo un artefacto explosivo aparecer en una comisaría, abundantes teorías al respecto. Por ello, la superioridad ordena revisar dicha actuación policial", recoge el informe, cuyo contenido íntegro desvela ahora por primera vez EL ESPAÑOL. 
Uno de los extractos del informe.

La prueba clave que lo desencadena todo

El informe, analiza a lo largo de 103 páginas la aparición de la mochila, el hecho de que ninguno de los 77 agentes que trabajaron en la estación de El Pozo reparara en ella, que fuera trasladada a Ifema y a dos comisarías sin ser detectada, y que finalmente fuera encontrada en una gran bolsa de basura por policías de Puente de Vallecas a las 2:05 del 12 de marzo, va a hacer ahora 15 años. 
Tras ser localizada, la mochila fue la clave que aceleró las detenciones: el tipo de bolsa se vinculó con la explosión controlada en la Estación de Atocha, los detonadores eran similares a los encontrados en una Renault Kangoo abandonada en Alcalá de Henares, la tarjeta SIM y el teléfono móvil sirvieron para dar con los primeros terroristas, para ubicar la casa de Morata de Tajuña y la carga explosiva fue similar a la utilizada por los suicidas de Leganés.
Sin embargo, la mochila de Vallecas alberga todavía muchas preguntas sin respuesta. Algunas, tan importantes como la posibilidad de que alguien colocara la mochila entre las pruebas policiales sin que en realidad estuviera en los trenes. Algo que ni siquiera plantea el informe. 

Una bolsa de 30 kilos

Fue a las 2:05 cuando, según la versión oficial, los agentes se dieron cuenta de que una bolsa de basura, guardada en una de las salas de la comisaría contenía una bolsa azul marino que pesaba más de lo normal. Junto a ella, otras bolsas contenían 30 bolsos, 21 mochilas, cinco carteras, cuatro bolsas de mano, un maletín y una bolsa de deportes. Eran objetos que portaban los viajeros del tren que estalló en la estación de El Pozo, pero que los agentes sobre el terreno no lograron identificar con ningún herido o víctima en concreto.  
En su declaración, uno de los dos agentes presentes explicó que "al llegar a la bolsa de deportes, lo que hizo fue abrir la cremallera de la misma, sacó el móvil que allí se encontraba y al tenerlo en la mano observó que iba unido a unos cables, con lo que procedió a volver a meterlo en la bolsa".
Varias imágenes y radiografías de la mochila, con los cables en su interior.
Llega aquí el primer error de bulto. La primera incógnita sin resolver que ni siquiera se nombra en el informe. Pese a que el agente explica que el teléfono dentro de la bolsa está unido con cables, hay dos pruebas contundentes de lo desmienten. La primera es la declaración de uno de los Tedax que desactivaron la bomba, un artificiero que en su declaración durante el juicio el 23 de marzo de 2007 explicó que los cables del teléfono estaban empalmados pero sin protección, que ambos se juntaron haciendo cortocircuito y que por eso, la bomba nunca explotó.
El 27 de julio de 2004 y tras analizar los Tedax la bomba por medio de una radiografía, el comisario Sánchez Manzano remitió un informe al juzgado en el que explicaba textualmente que "a la vista de la nueva documentación remitida por el juez, se ve con claridad desde la parte superior del artefacto cómo uno de los cables que salen del teléfono se encuentra sin conexión alguna. Es decir: que la bomba no pudo explotar en ningún momento. Lejos de aclarar este punto, el informe elaborado diez años después por la BARC dice todo lo contrario. 

Una selección de informes

"Los estudios realizados por la Unidad Central de Desactivación de Explosivos (UCDE-NBQ) de la Comisaría General de Seguridad concluyen que se trata de un "artefacto real, de iniciación eléctrica y activación temporizada, proporcionadas amblas por un teléfono marca Trium." Según el informe secreto del 11-M "de las siete pruebas que realizó UCDE-NBQ para comprobar el dispositivo, todas fueron positivas, es decir, el mecanismo se activó con la consiguiente explosión. En resumen: que la mochila nunca pudo funcionar porque tenía un cable suelto, pero diez años después,los informes policiales siguen manteniendo que sí.
"En definitiva, el artefacto contaba con todos y cada uno de los elementos necesarios para el correcto funcionamiento y todas las pruebas realizadas al efecto fueron satisfactorias, así que respecto a la cuestión de por qué no funcionó el artefacto, en su momento, no es posible establecer unas circunstancias determinadas, suficientemente concluyentes. La propia confección artesanal del artefacto, con la siguiente ausencia de rigor industrial en su fabricación, conlleva que existan tanto posibilidades de que funcione como de que no lo haga", refleja el informe.  
El documento de la Brigada de Resolución de Casos se hace eco además de otro informe de los Tedax. Un estudio en el que los artificieros reflejan que el teléfono que se usó para la supuesta bomba, "se recepcionó apagado y tras su estudio se pudo comprobar que tenía activadas las funciones de despertador, concretamente a las 7:40 horas, y de vibración como señal de salida".
Uno de los cuatro vagones de Cercanías donde explotaron las bombas de los yihadistas.
Sobre el papel, los terroristas activaron la tarjeta de Amena que había dentro del teléfono en las inmediaciones de la casa de Morata de Tajuña, la finca donde se prepararon los explosivos. Sin embargo, esa tarjeta telefónica -el elemento que sirvió para localizar a todos y que marcó el rumbo de la investigación- era innecesaria. Tanto que el teléfono móvil estaba apagado cuando fue encontrado, ya que la detonación de los explosivos no se haría por una llamada telefónica, si no por medio de la activación de la alarma. Y para eso, no hace falta que el terminal tenga una SIM. 
Según el plan, el detonador del explosivo estaba unido al teléfono por la placa electrónica que activa el sistema de vibración del terminal. En teoría, al llegar a las 7:40, saltaría la alarma y el teléfono empezaría a vibrar, transimitiendo un pulso eléctrico por el cable que unía el teléfono al detonador. Eso haría explotar la carga sin necesidad de llamada alguna, siempre que los cables estuvieran conectados. Algo que no sucedió. 

Una batería que deja el teléfono sin memoria

Aparece así otro de los grandes enigmas en torno a la mochila que nunca explotó. Algo que tampoco refleja el informe elaborado diez años después. ¿Cómo pudo saber la Policía la hora exacta a la que debía explotar la bomba? La pregunta parece obvia (encendiendo el teléfono y mirando la hora), pero tiene que ver con las características propias del terminal utilizado. 
Para montar la bomba, los yihadistas emplearon diez terminales Trium T-110 de Motorola que tienen una particularidad: si les quitas la batería, pierden necesariamente la información sobre la hora. La prueba quedó patente en un peritaje elaborado por el diario El Mundo para defender sus informaciones frente a una querella presentada por el entonces comisario jefe de los Tedax, Sánchez Manzano, que fue archivada por la Justicia al considerarlas veraces. 
En las investigaciones sobre el 11-M, el jefe de los Tedax remitió un informe al juez Del Olmo en el que explicaba, según las crónicas periodísticas, que después de sacar la tarjeta SIM para que fuera analizada, su equipo comprobó que la hora fijada para la alarma eran las 7:40, y que el teléfono estaba perfectamente configurado a la hora actual. Algo que según el peritaje posterior encargado por el periódico es técnicamente imposible por las características del teléfono. Según la misma fuente, el hecho de que si se quitaba la batería el teléfono perdía la configuración horaria, se incluía en las propias instrucciones del terminal

La existencia de metralla

La existencia de metralla en la mochila de Vallecas es otra de las incógnitas donde no se detiene la BARC. Sin embargo, tal y como declaró en 2011 la forense Carmen Baladía, que dirigió las autopsias tras los atentados, en ninguno de los cuerpos se encontraron restos de metralla. 
Lo que sí hicieron en 2014 los agentes de la Brigada de Resolución de Casos es elaborar unas conclusiones en las que queda de manifiesto tanto la descordinación policial como la falta de pesquisas concretas sobre la mochila: "No ha quedado registrada en ningún archivo policial la identidad de todas las personas que intervinieron en la estación de El Pozo. Ni siquiera la de los miembros del Cuerpo Nacional de Policía", explica el documento. 
"Hubo tres momentos en los que se pasó por alto la existencia, supervisión y control de la bolsa de deportes que albergaba el artefacto: en la extracción de los efectos de los vagones, en la colocación de la bolsa en un montón de objetos sin que su contenido hubiera sido revisado por el EDEX y en el instante en el que se introduce en un bolsón de basura sin comprobar su interior, a pesar de su peso excesivo". 
"Se ha documentado la actuación de setenta miembros del CNP en los diversos escenarios en los que estuvo el artefacto. En la Comisaría General de Policía Judicial únicamente ha quedado registrada la entrega voluntaria de ADN para cotejo por parte de cinco de ellos".
Con estos datos, o pese a ellos, el informe concluye finalmente que "entre el artefacto hallado en la Comisaría de Puente de Vallecas y otros escenarios relacionados con los hechos existen elementos comunes que indican que fue depositado en el tren por los terroristas". 


viernes, 8 de marzo de 2019

El misterio Kalaji, el policía que estuvo en todos los momentos del 11-M




Moncloa.com
Joaquín Vidal  8 de marzo de 2019


Del mismo modo que se podía ver indistintamente a Ayman Maussili Kalaji con uniforme de Policía en la puerta de una comisaría del centro de Madrid, estaba en la escolta del juez Garzón o inmerso en una operación de la Brigada de Información, la inteligencia de la Policía, este español nacido en Siria estaba en tan diferentes lugares del 11M, que su figura es aún un misterio.
Maussili Kalaji (que son sus apellidos españolizados), hoy 60 años, vive con una pensión de retiro de la Policía en un pueblo de la provincia de Toledo pegado a la carretera A-5, a menos de 80 kilómetros de Madrid. Kalaji –que es como se le conoce– estuvo directa o indirectamente implicado en casi todos los momentos del 11M. Desde la liberación de las tarjetas con que se activaron los explosivos, como incluso en el hallazgo de la furgoneta Kangoo en Alcalá de Henares, clave para encontrar la autoría de los atentados,o las escuchas a “El Tunecino”.
Su aparición directa en el sumario del 11M tiene que ver con el rastro de los teléfonos móviles que se siguió a través de la mochila hallada intacta, con explosivos, en Vallecas, tras la terrible matanza. Bazar Top, la tienda de los hindúes, donde el comando compró los teléfonos móviles con que activaron las bombas, encargó la liberación de los móviles a la tienda de Kalaji, llamada Test Ayman. Un comercio que compatibilizaba con su trabajo de agente de Policía. De allí salieron los teléfonos móviles que se prepararían para meter en las mochilas y activar las bombas que mataron a 191 personas el 11M.
Fuentes de la investigación encuentran aquí un hilo que nunca se aclaró convincentemente.Las personas que encargaron el trabajo, según los testimonios de los empleados de la tienda, hablaban un idioma extraño, no árabe. Era búlgaro.
Maussili Kalaji fue identificado por los agentes que investigaban el atentado días después, parece que en torno al 17 de marzo, porque sobre esto también hay controversia, que no se aclaró en su declaración como testigo en el juicio del 11MLa versión extraoficial asegura que los conocimientos de Kalaji fueron claves para seguir la pista hasta el comando que estaba escondido en Leganés. Pero esto parece más propaganda extendida por los amigos de Kalaji, que los hay, en la Policía y en otros ámbitos.
Ayman Kalaji no es un policía con una carrera convencional. Nacido en Siria, llegó a España con 22 años, en 1981. En 1984 consiguió la nacionalidad española, al parecer como premio por servicios prestados al Estado. Después, entró en la Policía, algo también atípico. Según ha reconocido el propio Kalaji, formó parte del ejército sirio, donde, según él mismo ha declarado, “aprendí lo necesario para ser soldado… y alguna cosa más”. Algo más que motivó que la seguridad nacional siria lo enviara a un curso de especialización en la Unión Soviética. Un curso que Kalaji no ha detallado en sede judicial.
Diversas fuentes lo sitúan posteriormente en un campamento de Hezbollah, la milicia armada libanesa apoyada por Siria, impartiendo cursos de explosivos, pero esto no ha sido confirmado. Él solo ha negado “que mandara un campamento de entrenamiento”, no que fuera parte de él. Un informe del Telesforo Rubio, comisario General de Información, dice que los explosivos y los teléfonos se soldaron con gran celeridad, entre el 3 y el 8 de marzo, cuando éstos quedaron liberados.

LA DECLARACIÓN DE GARZÓN EN EL CONGRESO

Lo que sí está confirmado es que Kalaji trabajó en la Unidad Central de Información Exterior (UCIE). Unidad volcada en el terrorismo islamista. Y que formó parte de la escolta del juez Baltasar Garzón, entre otros destinos en la Policía. Sus conocimientos de árabe y sus contactos en el mundo islamista lo hacían un agente de enorme valor. Entonces, ¿qué hacía vigilando, uniformado, con un fusil franchi, la entrada de una comisaría, un trabajo muy poco valorado en la Policía?
Según relató el propio Garzón en la comisión de Investigación del Parlamento sobre los atentados, hubo una operación clave contra el terrorismo islamista en 1989, con la incautación de un cargamento de armas en el puerto de Valencia. Y allí estaba Kalaji, como parte del operativo de inteligencia de la UCIE.
A Kalaji se le atribuye el control de diferentes confidentes encaramados en las estructuras terroristas yihadistas. Eso ocurrió en sus tiempos de la UCIE, de la que se fue, según su testimonio ante el juez “porque no estaba conforme” con algunas cosas en la forma de trabajar. Dejara o no la Unidad de Inteligencia de la Policía volcada en el yihadismo, lo que sí está claro es que Kalaji es una pieza más en el complicado entramado entre el juez Baltasar Garzón y el traficante de armas sirio Monzer Al-Kassar, condenado por el propio Garzón. Al-Kassar se pudre a día de hoy en una remota prisión de Estados Unidos, alejado de cualquier acceso a periodistas. Su papel parece entre oscuro y aprovechado en todo el movimiento de inteligencia que hubo en torno a la segunda guerra de Iraq y hasta el 11M.

LAS ESCUCHAS A ‘EL TUNECINO’

Lo que sí está comprobado es que Kalaji, además de conocer a Al-Kassar, sabía quién era el ideólogo del comando que perpetró el 11M, Sherhane Ben Fakhet, ‘El Tunecino’. Este terrorista de corte intelectual había sido controlado por los servicios de inteligencia de la Policía. Incluso por la propia hermana de Kalaji, Lina. Lina Massouli era traductora de la Policía y había tratado las intercepciones telefónicas con las que se controlaba a ‘El Tunecino’. Según la versión que en su momento trasladaron los amigos de Kalaji, se atribuye un aviso de Lina a sus superiores respecto a la peligrosidad de ‘El Tunecino’.
Las coincidencias de la vida de Ayman Masouli Kalaji con el 11M adquieren nuevos tintes cuando aparece en escena, en Alcalá de Henares, una furgoneta Renault Kangoo cargada de evidencias. Entre los agentes que acudieron a controlar esta furgoneta estaba una policía local llamada Marisol. Fuentes de la inteligencia llegan a atribuir a esta Marisol incluso el hallazgo de la furgoneta. Marisol sería una agente más, si no fuera porque se trataba de la exmujer de Ayman Masouli Kalaji. La Policía consideró que fue la furgoneta Kangoo la pieza clave de la investigación que conectó todos los escenarios y dio la pista clave. También fue la que permitió abandonar la primigenia tesis de que ETA era la autora de la matanza, y orientar la investigación hacia los grupos yihadistas, como así era en realidad.
Si a este puzzle se le añade la relación Kalaji-Garzón y se une la relación entre Garzón y el comisario Enrique García Castaño, ‘El Gordo’, clave también en la investigación del 11M, es inevitable un cierto escalofrío.
Kalaji fue despachado en el juicio por el 11M con apenas quince minutos de interrogatorio. La Fiscalía pasó de puntillas por su testimonio y las defensas lanzaron algunas preguntas graneadas pero poco orientadas. Kalaji solo se incomodó cuando le preguntaron por su pasado militar en el Ejército sirio: “No sé qué tiene que ver esto”, dijo. El juez Bermúdez le cortó diciendo que era él quien decidía qué tiene que ver y conminándole a responder a la pregunta. Kalaji se fue con una respuesta genérica y no aclaró qué aprendió en la Unión Soviética durante esos seis meses de entrenamiento especializado.

“Espías franceses” destruyeron pruebas en Siria que revelaban quién ordenó el 11-M, según Villarejo






El español.com

EL 11-M, 15 AÑOS DESPUÉS

Una filtración desde España y el veto del comisario Telesforo Rubio a un viaje de Villarejo a Damasco permitieron la intervención francesa


8 marzo, 2019
CL
La Guardia Civil hizo una entrega controlada de explosivos días antes del atentado del 11 de marzo de 2004 en Madrid y su objetivo, el terrorista Jamal Ahmidan, a quien querían acorralar con dicha estrategia, se escapó con 200 kilos de dinamita. Para burlarles, el yihadista contó con la ayuda del servicio secreto francés y de personal cercano a la embajada de Marruecos, que instruyó luego a la célula de Morata de Tajuña en el montaje de bombas. Parte de esas instrucciones llegaron desde una cabina en el Líbano, pero cuando los espías franceses y marroquíes supieron que España investigaba esa pista por una "fuga de información", hicieron desaparecer las pruebas y colocaron otras manipuladas como la mochila de Vallecas para orientar las pesquisas. 
Esa es, a grandes rasgos, la versión que el comisario José Manuel Villarejo aportó la semana pasada en un escrito remitido a la Audiencia Nacionalsobre lo que supuestamente, y siempre según su versión, sucedió en el atentado del 11-M que acabó con 191 víctimas mortales. 

En el documento remitido al juez Manuel García-Castellón, encargado de la investigación del caso Tándem que tiene como principal investigado a Villarejo por los presuntos delitos de organización criminal y blanqueo, entre otros, el excomisario mantiene que toda esta conspiración para atentar en España habría quedado soterrada "de no haberse conocido la labor de dirección que los terroristas recibieron desde fuera, a través de la cabina de teléfono" ubicada en Beirut (Líbano) pero controlada por la inteligencia siria.
"Tuve conocimiento de la existencia de tal cabina gracias a las excelentes relaciones que mantenía por medio del comerciante de armas [Monzer Al Kassar] con los jefes del servicio de espionaje sirio, el general Alí Duba y más tarde su sucesor Abderraman Hunney [conocido como El Viejo]", mantiene el exmando policial en la información remitida a la Audiencia Nacional supuestamente para "defenderse". Intenta argumentar que el trabajo de espionaje que realizó a petición del BBVA contra miembros de Sacyr, por el que está imputado, tenía también sentido como agente encubierto del Estado y le habría permitido conseguir información relacionada con el 11-M.
"En numerosas ocasiones estos responsables me mostraron su confianza, como cuando aceptaron el retorno de los agentes del CNI expulsados de Siria o los datos esenciales sobre el arsenal de armas del que disponía Irak antes de la guerra, información que fue transferida en su totalidad a la CIA, a través de los responsables de esta agencia en Madrid", se puede leer en el mencionado documento. 

Un chivatazo

En su escrito desde la cárcel de Estremera, donde se encuentra en prisión preventiva desde hace más de un año acusado de liderar presuntamente una organización "parapolicial", el exagente ahonda en su declaración del pasado mes de enero, donde, tal y como adelantó EL ESPAÑOL, ya reveló ante la Justicia la organización de un viaje a Siria para investigar las comunicaciones realizadas desde esa cabina. Unos datos que, según él, fueron entregados cercenados por los responsables del servicio secreto sirio, dejando la investigación en una vía muerta. 
"Una vez conocido este dato crucial de la cabina, ante mi insistencia, [los servicios secretos sirios] optaron por facilitar el listado de llamadas, de manera extraoficial, entregándome una copia en mano para lo cual me pidieron un encuentro personal en Damasco, como medida de confidencialidad", asegura Villarejo. 
"Así que lo comuniqué  a los máximos responsables que ya había nombrado en el Ministerio del Interior Zapatero, y tanto el DAO Miguel Fernández-Chico como el resto de la cúpula, en principio estuvieron de acuerdo con dicho viaje [...] En el último momento, cuando ya disponía incluso de visado, se me comunica que yo no viajaría, sin alegar ninguna justificación para tal decisión, que suponía que se despreciaba tan importante información, al no cumplir la condición de mi presencia, ya pactada", prosigue el alegato del exagente investigado por la Justicia.
Hace ocho años el diario El Mundo publicó una entrevista con el traficante de armas Monzer Al Kassar desde una cárcel en EEUU en la que relataba una versión muy similar sobre la organización y la existencia de ese viaje, al que acudió finalmente el entonces comisario de Información, Telesforo Rubio.
"Por parte del servicio secreto sirio se me comunica que una fuga de información procedente de España había alertado de esta entrega, por lo que miembros del espionaje francés habían viajado con anterioridad, llevándose este listado y facilitando a la delegación española una copia cercenada, donde ua no constaban determinados números. Por más que insistí en recuperar estos números, que tal vez podrían habernos conducido a conocer los autores intelectuales que dinero las instrucciones a los terroristas, mis gestiones fueron inútiles. Ni los sirios tenía interés en contrariar a Francia ni el Gobierno español a través del Ministerio de Interior mostró interés alguno en conocer estos datos", concluye.


Parte de los explosivos del 11-M salió de “depósitos de la Guardia Civil”, denuncia Villarejo al juez





El español.com


La dinamita se entregó “con el fin de colocar un dispositivo de seguimiento” y luego se alteró el libro de registro.

Bomberos trabajan en uno de los vagones del atentado.
Bomberos trabajan en uno de los vagones del atentado.

ESPAÑA EL 11-M, 15 AÑOS DESPUÉS

Las revelaciones del excomisario José Manuel Villarejo sobre el 11-M no terminan en la presunta implicación de espías marroquíes y franceses en el atentado, según ha sostenido en un escrito remitido a la Audiencia Nacional. Además, el exmando policial investigado en el caso Tándem y en prisión desde noviembre de 2017 asegura en el documento remitido al juezManuel García-Castellón que parte del explosivo utilizado en los trenes salió en realidad de "los depósitos de armas de la Guardia Civil". Eso explica, según el exagente, la existencia de distintos tipos de explosivo (Titadine o Goma 2 ECO) en los atentados.
Según la versión aportada por Villarejo, que ha pedido que el Gobierno desclasifique los documentos oficiales que le vinculen con el 11-M para poder "defenderse",  la operación de compra de 200 kilos de explosivos por parte de Jamal Ahmidan, alias El Chino, el 29 de febrero de 2004, era en realidad una "entrega controlada" por la Guardia Civil, que "con el fin de colocar un dispositivo de seguimiento" integró entre la dinamita "algún material explosivo existente en los depósitos de armas" del instituto armado, según la versión del excomisario. 
El objetivo que había detrás, según Villarejo, era crear un intento de atentado ficticio, una compra controlada de dinamita que serviría para detener a los presuntos terroristas en posesión de la munición y acreditar así su intención de atentar en suelo español de forma inminente. Pero, según él, algo salió mal.
El comisario jubilado sostiene que los yihadistas contaron con "ayuda externa" para burlar la vigilancia y terminar perpetrando el atentado y apunta directamente a encubiertos de la inteligencia francesa. "De no haber contado con ayuda muy profesional, esos delincuentes comunes de tan escasa preparación jamás habrían burlado a un experimentado y muy fogueado equipo de seguimiento de la Guardia Civil", sostiene en el escrito remitido al Juzgado Central de Instrucción número 6.
"Inexplicablemente la vigilancia y el dispositivo fallaron y El Chino se perdió al entrar en Madrid, a pesar de que el control fue tan riguroso que se le llevó a parar en varias ocasiones para verificar que por el peso detectado en la amortiguación no había transferido su letal carga a ningún otro vehículo", sostiene el exagente encubierto. 


El excomisario José Villarejo.
El excomisario José Villarejo.

Mentiras en el juicio

El uso de distintos explosivos en los diez artefactos que estallaron en los trenes de Madrid dejando 191 muertos es uno de los principales puntos de discordia en la investigación judicial del 11-M. Sobre el papel, los terroristas tuvieron acceso únicamente a la Goma 2 ECO que el minero y confidente de la Guardia Civil, José Emilio Suárez Trashorras, obtuvo de forma ilegal de la explotación minera donde trabajó, Mina Conchita. 
Sin embargo, tanto los análisis oficiales como los realizados por los distintos peritos de las acusaciones determinaron que en al menos en una de las explosiones el reactivo tenía componentes que no se encontraban en laGoma 2 ECO utilizada para uso minero. Por los componentes, allí se utilizó un tipo distinto de dinamita, llamada Titadine. 
Ahora, el excomisario Villarejo mantiene ante la Audiencia Nacional que ese explosivo dispar salió de un polvorín de la Guardia Civil y que se camufló entre los 200 kilos de dinamita adquiridos por El Chino, propiciando así "la confusión de Titadine o Goma 2 ECO con cordón detonante".
El excomisario, acusado de encabezar una presunta organización criminal para enriquecerse por medio de investigaciones ilegales, señala además a dos mandos de la Guardia Civil, a los que acusa de mentir en el juicio para ocultar que la compra de los explosivos fue una operación concertada por la Guardia Civil con Trashorras, que era su confidente. 
"Cuando se produjo el atentado, el coronel jefe que era el responsable de la operación [Félix Hernando, entonces responsable de la Unidad Central Operativa] negó la existencia de la misma durante el juicio y después, antes de su pase a la reserva, fue ascendido a general ante su amenaza de hablar", explica el policía en el documento remitido la pasada semana al juez que le investiga.
"Respecto al cabo responsable del control de armas y explosivos de la Guardia Civil, de nombre L.A [Villarejo revela al juez el nombre completo],pasó de inmediato al CNI y el libro de registro se perdió y fue sustituido por uno nuevo, adecuadamente maquillado", concluye el excomisario en su alegato.