(En especial a mis compañeros que han dejado este año este mundo, que están velando por nosotros en lo más alto.)
A quienes cumplieron el sueño de toda una vida.
A quienes recorrieron la ciudad a una velocidad frenética bajo las
luces azules.
A quienes se les heló la sangre y sintieron al diablo atravesarles
el cuerpo, cuando escucharon por la emisora "compañero herido".
A quienes no resulta raro el visitar en el hospital a sus
compañeros.
A quienes se jugaron la vida miles de veces por desconocidos,
siendo el deber cumplido la única recompensa.
A quienes pesó en el hombro el ataúd de otro compañero, pero más
pesó en el corazón no poder evitar lo que le metió allí.
A quienes pasan lejos de sus familias los días más señalados, para
que los demás los puedan vivirlos en paz.
A quienes que les insultaron y golpearon, pero también con los que
lloraron y a los que abrazaron.
A quienes sintieron el verdadero orgullo de recibir y bautizar el
uniforme azul o verde frente a sus familias.
A quienes se les puso la piel de gallina cuando gritaron con
orgullo “SI JURO”.
A quienes al mirarse al espejo disfrutaron ese momento donde
podían observar que su uniforme de trabajo no era de “Trabajo” sino de un estilo
de vida.
A quienes temieron morir en aquel frio arcen, aquel oscuro
callejón o aquella vieja casa, pero que continuaron adelante con lo que tenían
que hacer.
A quienes todos los días al iniciar su servicio y abrir su
taquilla para ponerse el uniforme, se acuerdan de sus familias y sólo desean
volver a verlas.
A quienes corren al lugar del que todo el mundo huye.
A quienes saludan todos los niños, porque de mayores desean ser
como ellos.
A quienes siendo el perro pastor se enfrentan a diario al lobo,
para proteger a un rebaño que los menosprecia.
A quienes se les hincha el pecho escuchando el Himno Nacional y
viendo nuestro pabellón subir a lo alto de un mástil.
A quienes el frio, el calor, el hambre, el sueño y el cansancio,
les enseño a valorar y disfrutar las cosas simples de la vida.
A quienes de todo esto aprendieron y reforzaron conceptos como el
respeto, integridad, sacrificio, valor, disciplina, honor y tantas virtudes más
para poder considerarse hombre de bien y un digno policía.
A quienes sintieron como un “hermano” al compañero que paso por
lo mismo estando a su lado.
A quienes se fueron, pero estuvieron ahí con nosotros en los
mejores y peores momentos haciendo guardia.
A quienes llevan en el pecho el escudo de un municipio, una
autonomía o el estado.
A todos mis compañeros... A todos mis hermanos…
¡¡VIVA ESPAÑA y VIVA LA POLICÍA!!
FELIZ AÑO 2018