miércoles, 11 de septiembre de 2024

 

 

 


 

 El Correo de Pozuelo

Hace 20 años, el 11 de septiembre de 2004, cambió el rumbo de la investigación de los atentados del 11 de marzo en Madrid: El tren de la Estación de San Eugenia no fue desguazado

 10/09/2024

 

Tal día como hoy, hace 20 años, alguien tomó una decisión que cambió definitivamente el rumbo de la investigación del 11-M. El 11 de septiembre de 2004, uno de los cuatro trenes que seis meses antes la barbarie terrorista había atacado con saña[1] y que la instrucción, el juicio y la sentencia darían siempre por desguazados, el de Santa Eugenia, fue discretamente trasladado a un taller para repararlo, concretamente al taller que la empresa Tafesa tenía en Villaverde Bajo.

Ese fue el final de un misterioso periodo de seis meses en el que ese tren gozó de un extraño y nunca explicado privilegio: mientras los otros tres eran, en primer lugar, despojados del material más importante para la investigación[2], y luego desguazados y vendidos como chatarra, el tren de Santa Eugenia era retirado a un discreto lugar en el que permaneció apartado mientras se decidía su futuro. Y todo ello tuvo una extraña coincidencia temporal con los siguientes hechos:

El 23 de noviembre de 2011, el inspector jefe de la brigada Tedax[3] de Madrid, Cáceres Vadillo, declaró lo siguiente[4] ante la juez Coro Cillán[5]:

Los Tedax de Madrid propusieron trasladar los trenes del 11-M a un apeadero del distrito de Vicálvaro donde tenían previsto buscar durante semanas pruebas y muestras de explosivo a través de una inspección exhaustiva de los convoyes explosionados. De hecho, dejaron parte de su trabajo sin realizar porque contaban con que se haría así. Para su sorpresa -que, años después, compartió el Tribunal Supremo-, empezaron a ser retirados para su desguace esa misma noche.

Así, explicó cómo los artificieros bajo su mando abandonaron las tareas más dificultosas de búsqueda de prueba -por ejemplo, la extracción de piezas metálicas o la inspección ocular de zonas de difícil acceso- porque daban por hecho que podrían llevarlas a cabo con tranquilidad y discreción durante las semanas siguientes, sin el apremio que se les exigía en las horas posteriores al 11-M y sin interferirse con los servicios de emergencia o con otros cuerpos policiales.

Es decir, tras el atentado, los Tedax de Madrid pidieron que los trenes atacados fueran trasladados a Vicálvaro para examinarlos allí durante semanas, y fue precisamente a Vicálvaro a donde se llevó únicamente el tren de Santa Eugenia y allí lo dejaron durante muchas semanas, como solicitaron los Tedax. Allí lo tuvieron éstos a su disposición nada menos que durante seis meses, tiempo más que sobrado para hacer esa inspección exhaustiva que querían hacer ¿La realizaron realmente? No hay noticias de ello, nada al respecto consta en el sumario y nada se dijo en el juicio. En todo caso, no se conoce informe pericial alguno realizado a través de esa hipotética inspección exhaustiva.

Y así se llegó al 11 de septiembre. Sin que las partes en la causa, que lamentaban la rápida destrucción de los trenes, tuviesen noticias de la excepción realizada con ese tren, sin que fueran informadas de ello, sin que conste que tal decisión fuese oficialmente comunicada a un juez instructor[6] del que no se conoce que tomase decisión alguna sobre el devenir de los trenes, Renfe Cercanías, que había solicitado verbalmente a Remimfer[7] el presupuesto de reparación, lo recibió y lo aprobó, y el 11 de septiembre de 2004 el tren  terminó su larga y misteriosa estancia en Vicálvaro para ser trasladado al taller de Tafesa para su reparación.

Así que esa fecha marcó un antes y un después en lo ocurrido con los trenes del 11-M. Ya no había vuelta atrás. El tren de Santa Eugenia no se desguazaba, como sí se había hecho seis meses antes con los otros tres. Y en esa misma fecha se iniciaba un asombroso y nunca explicado episodio que, a pesar de su enorme importancia, se ha mantenido siempre oculto a todas las partes en la causa.

Pero no todo el mundo sufrió esa ocultación. Determinadas instancias policiales sí estuvieron al tanto de lo que ocurría, pero no lo comunicaron a quienes debían hacerlo. En efecto, el 20 de enero de 2012, el Director General de Remimfer declaró ante la juez Coro Cillán lo siguiente[8]:

Que ese vagón se apartó en Vicálvaro. Se quedó allí hasta que hubo peticiones de Dirección de Trenes para ver si se podía arreglar o no. Querían que se presupuestara para su reparación, y se hicieron fotos. Que el encargo del trabajo fue verbal…… Que en Vicálvaro sólo existía esa unidad. Que se llevó un 11 de septiembre a Villaverde Bajo para repararlo. Que pasó dos veces la Policía y la Guardia Civil mientras hacía la reparación de la unidad. Que pasaron Policía y Guardia Civil y Vigilancia de Renfe, para ver los materiales…. Que las piezas que se substituían iban a un depósito.

Es decir, mientras se hacía la reparación del tren, agentes de Policía Nacional y Guardia Civil pasaron dos veces por el taller para ver los materiales. Nada de eso consta en el Sumario, nadie dio cuenta de ello al juez ni a las partes cuando todos ellos daban el tren por desguazado y lamentaban la carencia de muestras para analizar. Nadie dio cuenta de que policías y guardias civiles eran conocedores de la existencia de ese tren salvado del desguace y puesto en reparación, y que incluso lo visitaban discretamente en el taller.

Pero aún hay más. Recordemos ante todo la frase final que acabamos de ver de la declaración judicial del Director General de Remimfer: “las piezas que se substituían iban a un depósito”. Y es que, cuando en ese 11 de septiembre de hace 20 años se llevaba el tren de Santa Eugenia al taller, ya alguien con poder para ello había decidido algo tan importante como era el conservar en secreto el material de su único foco de explosión, pues en el presupuesto presentado por Remimfer para la reparación de ese tren se incluyó la siguiente coletilla: incluso recuperación de la zona afectada por atentado en su estado actual[9]. Y efectivamente, el material de la zona afectada por la explosión fue recuperado y guardado en secreto en un escondido almacén improvisado en lo más recóndito del taller. Y digo en secreto porque, aunque lo conocieran esos policías y guardias civiles que lo visitaron dos veces mientras se efectuaba la reparación, ese hecho también se ocultó a todas las partes que, personadas en la causa, lamentaban profundamente la desaparición de los trenes con sus focos llenos de pruebas.


Y para colmo de despropósitos, de hechos disparatados nunca investigados judicialmente, salvo por la juez Coro Cillán que pagó muy cara su valentía, cuando ocho años después, el 29 de febrero de 2012, se descubrió y publicó[10] la existencia de esos restos y su asombrosa e increíble historia, la fiscalía de Madrid cuyo jefe era el fiscal Eduardo Esteban, y siendo Fiscal General del Estado Eduardo Torres Dulce, emitió el 6 de junio de 2012 una nota de prensa en la que, sin sonrojarse lo más mínimo, manifestaba que esa ocultación de pruebas se llevó a cabo con pleno conocimiento de los órganos judiciales de la instrucción de la causa y del enjuiciamiento, que fueron informados en su momento, y que se había constatado la adopción de medidas para la conservación de dichos restos, ante la eventualidad de posibles análisis posteriores.




Es decir, los órganos judiciales de la instrucción “tuvieron pleno conocimiento” y “fueron informados en su momento”, pero sería con la condición de que guardaran el secreto, pues nada de eso se comunicó a las partes ni consta en el sumario. Y si todo ello se llevó a cabo con pleno conocimiento de los órganos judiciales, sería por algo, algún valor probatorio tendrían esos restos, y si se habían conservado ante la eventualidad de posibles análisis posteriores ¿cómo es posible que su existencia se ignorara en importantísimos análisis posteriores, como ocurrió nada menos que con la pericial de explosivos de 2007, en la que los peritos se lamentaron reiteradamente y por escrito de la escasez de muestras, y pidieron con insistencia que se aportaran más sin que se les atendiera? La lamentable realidad es que no consta en todo el sumario ni una sola investigación realizada con esos restos que, según se atrevió a afirmar la fiscalía, se guardaron precisamente para eso.

¿Y qué decir del rocambolesco e insólito final de ese material tan cuidadosamente guardado? ¿Cómo es posible que no se haya abierto ninguna investigación policial ni judicial sobre el asunto? Y es que lo que ocurrió fue nada menos que esto:

Una vez precintados esos restos por la Guardia Civil y puestos así a disposición del juzgado 6 de la Audiencia Nacional[11], quedaron en el olvido durante más de un año. Tafesa, que había caído en concurso de acreedores, abandonó unas instalaciones que poco a poco se fueron degradando. Finalmente, ya en octubre de 2013, unos supuestos ladrones realizaron el asalto final en unos días en los que se pudo ver a agentes policiales ante la puerta de las instalaciones. Esos individuos cargaron en camiones los últimos restos de un tren del 11-M, el propio almacén desmontado y otras vigas y materiales que encontraron por allí, camiones cuya circulación era regulada por agentes de la Policía Municipal de Madrid que, aparte de asegurar el tráfico en la salida del taller, se limitaban a identificar a las personas que iban en esos camiones y a dejarlas marchar con el producto de su pillaje, como se diría más tarde en sesión plenaria del Ayuntamiento de Madrid y quedó recogido en el diario de sesiones. 

Por supuesto, nunca se ha sabido nada en relación con posibles medidas tomadas contra los identificados autores de ese expolio, ni mucho menos en relación con la recuperación de lo “robado”.

Pues bien, todo ese cúmulo de actuaciones policiales y judiciales totalmente insólitas e incomprensibles, totalmente incompatibles, e incluso contrarias, con una correcta investigación del 11-M, se iniciaron hace ahora 20 años, el 11 de septiembre de 2004; es decir, en el caso de que en esos hechos se hubiera cometido algún delito, hoy se cumple su plazo de prescripción, lo cual no tiene ninguna importancia, pues nunca hasta hoy ha habido intención judicial o policial alguna de investigarlos, salvo, hay que volver a recordarlo, la instrucción que inició la valiente juez Coro Cillán, con las terribles consecuencias que tuvo para ella.

Carlos Sánchez de Roda, Ingeniero de caminos, canales y puertos y Autor de “Los misterios del 11-M”

[1] En Atocha y Téllez, sendos trenes sufrieron 4 explosiones cada uno; en El Pozo, otro tren sufrió dos explosiones, y en Santa Eugenia, un cuarto tren sufrió una única explosión

[2] Desaparecieron 90 toneladas del material más importante para la investigación, se ignora cuál fue su destino y los resultados de la posible investigación a la que, en su caso, se les hubiera sometido

[3] Tedax: Unidad de la Policía Nacional que interviene ante la presencia de supuestos artefactos explosivos. Al frente de ella estaba el comisario Sánchez Manzano. Al frente de la brigada provincial de Madrid estaba el inspector jefe Cáceres Vadillo

[4] Información de El Mundo del 24 de noviembre de 2011, páginas 17 y 35

[5] Dentro de la instrucción de la querella presentada por la Asociación de Víctimas del 11-M contra el Jefe de los Tedax del 11-M, Sánchez Manzano, y su perito químico

[6] El Juez Juan del Olmo

[7] Remimfer era la filial de Tafesa que se encargó de realizar la reparación del tren

[8] Declaración prestada el 20 de enero de 2012, dentro de la instrucción de la querella presentada por la Asociación de Víctimas del 11-M contra el ex responsable de los Tedax, Sánchez Manzano y su perito químico

[9] Presupuesto reproducido en los folios 24.607 a 24615 del sumario. Con descripción de los trabajos presupuestados

[1o] En Libertad Digital

[11] Así lo afirmó Torres Dulce el 7 de junio de 2012, día siguiente al de la nota de prensa, en la inauguración del XIII Congreso Nacional de Procuradores, según información de la agencia EFE recogida por varios medios de comunicación

 


 


 


 



 



 

 











domingo, 24 de marzo de 2024

 


 

"La bolsa de Vallecas" en los atentados terroristas del 11M 

 

Han pasado 20 años desde los atentados del 11 de marzo en Madrid, y parte de la ignorancia sigue arraigada en la sociedad de este hermoso país llamado España

Alonso Holguín           EDATV        23 de Marzo 2024




 Han pasado 20 años desde los atentados del 11 de marzo en Madrid, y parte de la ignorancia sigue arraigada en la sociedad de este hermoso país llamado España. Una de las funciones esenciales es la educación, la formación intelectual para asegurar un futuro mejor. Enviamos a nuestros hijos a las escuelas con la sana intención de mejorar lo que recibimos de nuestros padres: un estado democrático y de derecho. Un derecho que proporciona seguridad jurídica a los ciudadanos; un derecho necesario para cumplir y hacer cumplir la ley con el fin de alcanzar una convivencia en paz y libertad. Un derecho con mayúsculas.
 
 Sin embargo, después de estos 20 años, debemos considerar que nuestro esfuerzo ha sido en vano. Observa, todo el esfuerzo, no solo una parte. Ahora bien, querido lector, los malos, bribones, oportunistas, personas con complejos de inferioridad, aquellos temerosos de todo el orbe ibérico, deben saber que no lograron su objetivo con algunos de nosotros. Y, como tal, debemos dedicarnos a educar a las nuevas generaciones. No inventaremos teorías, no buscaremos argumentos sofisticados ni de inteligencia artificial; no crearemos nada nuevo ni innovador. Será un trabajo de búsqueda, confrontación, y recopilación de cuestiones enterradas en cientos de miles de documentos. Porque ocultaron la verdad y promovieron la mentira para engañar a la sociedad, a la nación, a un estado cuya clase política cedió ante los terroristas. ¿Listos? ¡A por ellos!
 

Mi hijo estudia Formación Profesional –Informática y Comunicaciones– en una escuela de una orden religiosa, concertada por el Ministerio de Educación y Ciencia en la Comunidad de Madrid. Recientemente, llegó a casa y dijo:

—Papá, hoy nos explicaron algo sobre el 11M: utilizaron teléfonos móviles para activar las bombas.

—Hijo, déjame contarte un par de cosas…

Este es el propósito de esta serie: descubrir la mentira que cambió el curso de España. Enfatizaré algunos aspectos según avance el artículo. No, no serán repeticiones ni errores en la confección.

La mañana del 11 de marzo de 2004, España sintió su núcleo herido por unas acciones terroristas en los trenes de Cercanías de Madrid. El juez Del Olmo, a cargo de las diligencias, ordenó el traslado de los fallecidos y sus pertenencias a la Institución Ferial de Madrid –IFEMA– para centralizar las investigaciones tendentes a averiguar la autoría de ese atentado terrorista. Las pertenencias consistían en ropa, bolsas y mochilas de diversos tamaños. Uno de los aspectos más confusos fue la llamada "mochila de Vallecas". En teoría, los objetos recolectados en el tren de la estación "El Pozo" se reunieron en bolsones de basura. El inspector jefe Cáceres Vadillo, jefe de la brigada TEDAX –Técnicos en Desactivación de Artefactos Explosivos– de Madrid, ordenó revisar dos veces, sí, dos, todos los coches del tren en esa estación. Los agentes desobedecieron las órdenes. Realizaron esa revisión cuatro veces, sí, cuatro. Es decir, una revisión más que exhaustiva.

 Esos bolsones conteniendo los objetos fueron llevadas en dos furgonetas tipo "Combi" de la Policía Nacional a la comisaría de Villa de Vallecas. De esa dependencia, trasladaron a la comisaría de Puente de Vallecas –Vallecas cuenta con dos comisarías de la Policía Nacional–. Por la tarde se ordenó su remisión al IFEMA hacia las 16:30 h. Allí fueron depositadas, se acordonó el área con una cinta en uno de los pabellones. La jueza a cargo del IFEMA ordenó la devolución de los objetos a la comisaría vallecana porque no estaban inventariados. ¿Por qué no se realizó el inventario allí mismo? Volvieron a cargar los objetos en dos furgonetas y los depositaron en la comisaría.

Mientras realizaban ese inventario, una agente encontró una bolsa con un peso "superior" a lo habitual en los objetos hacia la 01:30/01:45 h –en un futuro próximo veremos la importancia de las horas y minutos–. Al abrir la bolsa, observó un teléfono móvil conectado a un par de cables de manera muy extraña. No, no es normal un teléfono móvil con dos cables saliendo del mismo. Estos objetos se encontraban dentro de una bolsa de basura azul y esta dentro de la bolsa de deporte; bolsa de deporte, que no mochila. Un agente que transportó los bolsones, afirmó después que esa bolsa de deportes nunca estuvo en IFEMA.

La agente del inventario transmitió la novedad de inmediato al inspector, quien ordenó desalojar la comisaría y avisar al equipo TEDAX. Estos agentes se personaron hacia las 02:20 / 02:30 h, desplazados desde su sede en el complejo de Latacona, distrito de Moratalaz.

Siguiendo órdenes del comisario Juan Jesús Sánchez Manzano, jefe da la unidad central de TEDAX –diplomado en Derecho, pero NO contaba con el curso de técncio especialista en desactivación de artefactos explosivos (TEDAX)–, trasladaron el artefacto en un vehículo escoltado por otros dos al parque Azorín; dicho parque se encuentra a 700 m de distancia del edificio oficial. El traslado contradice la doctrina europea para la desactivación de artefactos explosivos. Esta doctrina aconseja evacuar a todas las personas –excepto a los agentes TEDAX– y operar in situ sobre el artefacto. Conviene recordar, esa misma mañana se intentaron desactivar dos artefactos en las estaciones de "Atocha" y "El Pozo"; ambos explosionaron en sendos intentos. Por ello, los TEDAX determinaron que eran "artefactos inestables". ¿Qué llevó al comisario Juan Jesús Sánchez Manzano a ordenar el traslado de un artefacto que podría ser "inestable", como los activados esa misma mañana? Sigamos.

En dicho parque, el agente "Pedro" TEDAX fue el encargado de intentar la desactivación. Según dicta la doctrina, realizaron una serie de radiografías. Dada la escasez de luz en la zona, no pudieron apreciar el interior de la bolsa. Las radiografías se visionaron posteriormente en la sede de la unidad central de TEDAX en el complejo policial de Canillas. Además de las radiografías, se encargó al inspector "José Luis" de la brigada de Madrid un reportaje fotográfico de la bolsa. Fueron los TEDAX quienes realizaron el reportaje con una cámara de fotos analógica, el tradicional carrete. Él se quedó viendo a distancia los diferentes destellos del flash sobre la bolsa de deportes. ¿Seguro? Continuemos.

 

El agente "Pedro" optó por la opción de "poteras" para intentar desactivar el artefacto. Las "poteras" son una serie de cables que intentan retirar el cableado del detonador y del explosivo. No tuvo éxito. Tras conversar con los compañeros TEDAX en el lugar de los hechos, y ante las presiones de los comisarios por recuperar la mayor parte de los efectos del artefacto para encontrar a los autores de la masacre, el agente "Pedro" decidió proceder con sus propias manos en la bolsa. Lo primero fue buscar el cableado y la conexión al material explosivo. Dio por desactivado el artefacto explosivo. Al mismo tiempo, recogieron el material de la bolsa y confiscaron el carrete de fotografías del inspector "José Luis" al devolverle la cámara fotográfica.

Este agente "José Luis" declaró en el juicio oral: "No vemos ningún tipo de bolsa de deportes, en ningún momento hay bolsa de deportes" (Juicio Oral 03–05–07). ¿Raro no? Todo quedó a disposición de la unidad TEDAX central, bajo el mando del comisario Juan Jesús Sánchez Manzano. Eran las 5:15 a.m. del 12 de marzo.

Explosivos. Posteriormente se determinó la composición del explosivo: Goma 2 ECO. Esta es una de las formas de la dinamita con componentes claramente diferenciados de otras dinamitas.

Los componentes son fundamentales. En la investigación de un delito, una de las partes principales es el hallazgo del arma del crimen. En este caso, los explosivos. ¿Saben por qué se denominó Titadyn "50" a esa dinamita? Porque "50" es el porcentaje de nitroglicerina en su composición. ¿Qué es la nitroglicerina? Una sustancia explosiva muy "inestable" cuando se activa. Sigamos con la bolsa de Vallecas y su contenido.

El teléfono móvil era de la marca Motorola, modelo Triumph T–110. Quien confeccionó la bolsa dejó también un cargador dentro. Según nos informaron durante la investigación y los procedimientos judiciales, su posición en la bolsa de Vallecas era servir de iniciador del detonador eléctrico. Los cables estaban soldados en el interior y enviarían la electricidad necesaria al sonar la alarma del móvil. Es decir, con los cables soldados y la alarma programada, al activarse se iniciaría el detonador para comenzar la explosión.

El dispositivo telefónico tiene un número de serie único que la compañía puede utilizar para identificar dónde se vendió el dispositivo. En aquellos días, los teléfonos se configuraban en origen para cada compañía de telefonía móvil. Este aparato se vendió en la tienda "Bazar top", propiedad de los hermanos Suresh y Rakesh Kumar, ciudadanos de origen hindú y dependientes de la tienda también. Ese teléfono fue parte de un lote de 10 dispositivos vendidos en su tienda en tres días diferentes a dos personas. Dichos teléfonos móviles fueron liberados –presuntamente– en la tienda "Test Ayman", propiedad de Maussili Kalaji, ciudadano de origen sirio. Kalaji, tras su paso por el ejército sirio y su formación en Rusia, llegó a España. Al parecer, colaboró en varios servicios con la Policía Nacional, lo que le sirvió para acceder a la nacionalidad española e ingresar en dicho cuerpo policial. Dentro del cuerpo, ha prestado servicios en la UCIE (Unidad Central de Información Exterior) y como escolta–conductor del entonces juez Baltasar Garzón en la Audiencia Nacional. Es importante destacar sus conocimientos avanzados en telecomunicaciones. Recuerden este nombre, Kalaji, para un futuro no muy lejano.

 Una vez liberados –presuntamente– los teléfonos móviles, fueron vendidos a dos individuos que hablaban en un idioma diferente al español o al árabe. Los hindúes no distinguen entre el búlgaro (según apuntaron los compradores) ni el euskera o vascuence. Los compradores anotaron los diferentes números de serie en su libro de ventas. Resulta paradójica esta anotación, ya que son los ÚNICOS números de dispositivos que registraron en su libro de ventas, y en la última página del mismo. Además, en una de las compras, los mismos compradores adquirieron un reloj marca Casio y una cinta de video. Originalmente, los móviles estaban asociados a la empresa Movistar. Volvamos al parque Azorín.

 

El agente "Pedro" TEDAX fue introduciendo cada elemento del artefacto en bolsas separadas. Enviaron esas bolsas a la sede de la unidad central de TEDAX en el complejo policial de Canillas. Primero, enviaron el dispositivo y el cargador –ambos encontrados en la bolsa de Vallecas– a Policía Científica para el análisis lofoscópico –la búsqueda de huellas dactilares o perfiles genéticos depositados–. De ese informe, no se tiene ninguna noticia posterior en el sumario. ¿Por qué? No hay datos.

Los agentes de Policía Científica observaron la presencia de una tarjeta SIM de la compañía Amena. La tarjeta SIM es el número de teléfono asignado a un dispositivo y la identificación de una persona como su legítimo propietario; me refiero al número. Esa tarjeta, como es comúnmente conocido, se utilizaba para realizar llamadas telefónicas –en aquellos tiempos no era posible navegar por Internet desde los móviles, ¡qué tiempos!–. Dicha tarjeta fue enviada a la brigada de Información. Se entiende que esa "brigada" era la comisaría general de Información, dentro del mismo complejo policial de Canillas. Tras ese análisis lofoscópico, el aparato fue devuelto a la unidad central TEDAX.

 El comisario Juan Jesús Sánchez Manzano emitió un informe temprano en la mañana del día 12 sobre el teléfono móvil: "En el teléfono móvil se han observado modificaciones que permiten utilizarlo como sistema de temporización y activación. Se desconocen las causas por las que no ha funcionado". Recordemos aquí que dicho comisario jefe de la unidad central de TEDAX es licenciado en Derecho, pero no está diplomado en el curso de TEDAX: NO ERA UN TEDAX. Pues bien, días más tarde, el día 15, emitió un segundo informe. En el punto 4 de este último, decía: "Si bien el teléfono en cuestión se recepcionó apagado en la Unidad Central de Desactivación de Explosivos y NBQ, tras su estudio se pudo comprobar que tenía activadas las funciones de despertador, concretamente a las 07:40 h, y de vibración como señal de salida". Es importante recalcar que el teléfono se recibió apagado. Luego, comprobaron la activación de las funciones de despertador a las 07:40 h y la señal de vibración como señal de salida. Si eso era así, ¿por qué no se activó la mañana o la tarde del día 11 de marzo a las 07:40 h? ¿Recuerdan que los artefactos explosionaron a las 07:38 h? ¿Ven la importancia de las horas exactas?

Personas ajenas a la investigación oficial se lanzaron inmediatamente a realizar comprobaciones con dicho dispositivo de la marca Motorola, modelo Triumph T-110. Primero comprobaron que, para acceder al lugar de colocación de la tarjeta SIM, se debe retirar la batería del teléfono móvil. Si se retira la batería y no se coloca inmediatamente, el teléfono móvil pierde la programación de la hora, la alarma programada… ¡Y las afirmaciones del comisario Juan Jesús Sánchez Manzano se vuelven irrelevantes!.

Avanzada esa tarde, en un fax enviado a las 19.35 h por el comisario jefe de la brigada provincial de Información de Madrid, se decía: "Este teléfono actuaba como sistema detonante a través de su alarma o emitiendo una llamada a dicho terminal". ¿Hagamos memoria? ¡Vamos! ¿Recuerdan que el dispositivo se recibió "apagado"? Si estaba apagado en el momento de la desactivación en el parque Azorín, ¿cómo iba a funcionar el dispositivo con una llamada si estaba APAGADO? Profundicemos un poco.

El teléfono móvil se encontraba "liberado", en teoría. En origen, asociado a la empresa Movistar, pero se liberó –presuntamente– en la tienda "Test Ayman" del agente Kalaji de la Policía Nacional. Por lo tanto, podría funcionar con cualquier tarjeta. La tarjeta encontrada en su interior –tras la desactivación– correspondía con la empresa Amena. Sin embargo, uno de los agentes TEDAX introdujo su tarjeta de la compañía Vodafone en el laboratorio cuando analizaron el teléfono. No funcionó. Procedieron a instalar otra de Movistar. En ese preciso instante el número del agente recibió una llamada en dicho dispositivo. ¡Hay que joderse con la oportunidad!

Pero, ¿qué necesidad hubo de introducir una tarjeta de telefonía? El dispositivo, una vez encendido, con la batería puesta y sin haber "perdido" la programación de fecha, hora y alarma de los presuntos terroristas que confeccionaron el artefacto, podría revelar dichos datos. Es más, ¿qué necesidad hay de una tarjeta si el teléfono se introduce apagado y la activación ha de ser por alarma, ya que la llamada queda invalidada al no estar encendido?

 La SIM identifica al "propietario" de la tarjeta, quizás del teléfono; la SIM aporta un acusado de perpetrar el atentado. En este caso, Jamal Zougam, ciudadano marroquí trabajador de un locutorio. En dicho locutorio vendía tarjetas de telefonía, daba de alta a usuarios de tarjetas. Por lo tanto,  acceso a nombres, apellidos y DNI –NIE– de otras personas para identificar tarjetas SIM. ¿Quién se cree que fuera tan calamidad de insertar o ceder una de esas tarjetas con sus datos personales para ser colocada en un teléfono y activar un artefacto explosivo? En serio, ¿se puede ser tan idiota? ¡Vamos, no me jodas! Perdón. Volvamos al artefacto.

 Los cables salientes del teléfono no estaban conectados al explosivo ni protegidos con cinta aislante, como es frecuente y necesario en la confección de artefactos. Una vez se abrió el teléfono móvil en la unidad central de TEDAX en Canillas, comprobaron que se habían soldado los cables al sistema de vibración del teléfono móvil. ¿Recuerdan que dicho teléfono estaba apagado? Bien. ¿Recuerdan que un teléfono móvil apagado no funciona si recibe una llamada? Bien. ¿Recuerdan que un teléfono móvil activa su vibrador al encenderse, sea para iniciar el dispositivo, sea para iniciar su alarma? Bien. ¿Por qué el dispositivo no se activó a las 7:40 h de la mañana o de la tarde, hora programada para la alarma, según afirma en informe el comisario Juan Jesús Sánchez Manzano? Ese modelo permite programar la hora, bien por la mañana o tarde, pero no el día concreto de la alarma. ¿Por qué no se activó por la mañana o tarde del día 11 o 12 de marzo? No se tiene constancia de ello. ¿Conservó el teléfono móvil la configuración de fecha, hora y alarma, tras retirar la tarjeta Amena, colocar la batería de nuevo, retirar la batería, insertar la tarjeta Vodafone y luego Movistar –propiedad del TEDAX que analizaba el teléfono–? ¿Sí? ¡Qué suerte!

 Vamos a fiarnos del comisario Juan Jesús Sánchez Manzano –por unos momentos–, no se alarmen. Una vez el dispositivo en poder de los TEDAX, comprueban la fecha, hora y alarma; observan la presencia de una tarjeta de telefonía; comprueban que el vibrador del aparato está conectado a un detonador eléctrico: "El detonador eléctrico con cápsula de cobre de 64 cm de longitud, dos mordazas que terminan con la cápsula, tapón de estancamiento de color azul turquesa, cableado unifilar de cobre y recubrimiento de plástico de color rojo y azul, de 205 cm de longitud el cable azul y 198 cm el cable rojo. En el culote del detonador figura inscrito el número 5, y en el cableado se encuentran adheridas dos etiquetas, una con las inscripciones 5 2.5, y la otra con el logotipo UEB DETONADOR ELÉCTRICO –BLASTING CAP– DETONATEUR ELECTRIQUE –Made in Spain, por una cara, y CE 0163 –PELIGRO EXPLOSIVO – DANGER EXPLOSIVE – DANGER EXPLOSIF por la otra". Recordemos, de ese detonador eléctrico salen dos cables sin conectar ni encintar ni insertar en la sustancia explosiva. Por lo tanto, el impulso eléctrico necesario para detonar la dinamita tipo Goma 2 ECO… ¡No podía explosionar con ese método! ¿Cómo? Exacto. Si la alarma hubiera funcionado –quedó claro que el teléfono no se activaría con una llamada porque estaba apagado– habría transmitido la energía al detonador, que se habría activado e iniciado el impulso eléctrico… ¡A ninguna parte porque los cables no estaban conectados! ¿Es tan complicado? ¿Creen ahí acaban los aspectos oscuros de este sistema? ¿Qué elemento falta en un artefacto explosivo confeccionado por los terroristas de forma habitual? Una pila de petaca, habitualmente de 9v, para garantizar el impulso eléctrico necesario. Sigamos

Metralla. Concretamente una serie de clavos con un peso de 600 gramos. Según mencionó el TEDAX "Pedro", estos clavos estaban adheridos al explosivo Goma 2 ECO. Sin embargo, esta bolsa no explotó. Especialistas consultados tienen serias dudas sobre la eficacia de estos clavos como metralla debido a su fragilidad a la temperatura de detonación de explosivos. De hecho, recuerdan a los terroristas más "profesionales", quienes utilizan rodamientos de acero, tornillos y tuercas de mayor entidad, volumen y peso para causar mayores daños a las víctimas del atentado terrorista.

Un último detalle. Tras analizar la bolsa de Vallecas, los agentes de Policía Nacional pudieron comprobar la existencia de una anotación en el asa de la misma. Una serie de letras que sin determinar significado ni autoría. Las letras parecen adivinarse: E Fs Mq –siendo la última letra posiblemente una "g"–. Observarán que estos caracteres son de alfabetos occidentales, distintos a signos de lenguas árabes. Quizás pasen detalles frente a nosotros que no vemos; no vemos porque tapan el sol con un dedo y dicen "es de noche". Y nosotros, de buena fe, confiamos y tragamos.

 En fin, espero haber ayudado a aclarar uno de los puntos clave de los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid: "La bolsa de Vallecas: el inicio de la mentira". En un futuro cercano, analizaremos con detalle otro punto. Hay varios más. ¿Creen posible generar más dudas en base a los elementos de la investigación, sumario, comisión de investigación, juicio oral y sentencia?

 

 

 

 

 

 

 

sábado, 23 de septiembre de 2023

 


 

 COPE Logroño

Alberto Nieto (TEDAX): "Ojalá fuera tan sencillo como cortar un cable rojo o uno azul"

 

Alberto Nieto (TEDAX): Ojalá fuera tan sencillo como cortar un cable rojo o uno azul 

21 jun 2023  Carlos Cuartero/COPE Rioja

El Ayuntamiento de Logroño albergó este martes, 20 de junio, una interesante exposición para conmemorar el 40 aniversario del grupo TEDAX de la Jefatura Superior de Policía de La Rioja.

Son los técnicos especialistas en desactivación de artefactos explosivos. Un grupo que aquí, en La Rioja, está formado por cinco técnicos, al frente de los cuales está el inspector Nieto, con quien hemos tenido ocasión, en COPE Rioja, de repasar su trayectoria de estos últimos 40 años en nuestra región.

 

 El lema de su grupo es 'El primer error es el último'. Lo que quiere decir que los agentes ponen en riesgo su vida para salvar la de los demás. En este sentido, y ante la cinematográfica imagen de un desactivador exponiendo su vida ante la tesitura de cortar el cable adecuado, el inspector ha dicho que "ojalá fuera siempre tan sencillo para desactivar un explosivo tener que cortar un cable rojo o uno azul. Siempre es mucho más complicado que todo eso".

Su trabajo era más arriesgado antes (cuando existía la banda terrorista ETA), que ahora, cuando su labor es mucho más específica. "Ahora mismo, en España, no tenemos ningún grupo terrorista autóctono, por lo que los incidentes con explosivos que tenemos están relacionados con la delincuencia común, sobre todo en zonas del Levante y la Costa del Sol, donde grupos criminales organizados utilizan artefactos explosivo

Los agentes que forman parte de los diferentes grupos TEDAX-NRBQ están desplegados estratégicamente en grandes urbes por todo el territorio nacional, lo que permite ofrecer una respuesta a los riesgos de artefactos explosivos y agentes NRBQ de forma rápida y eficaz desde alguno de los 28 grupos existentes, junto a la unidad central. La cualificada formación de esta especialidad de la Policía Nacional hace que sus agentes sean requeridos por las autoridades de otros países para colaborar en las investigaciones de atentados o explosiones.

Para ser especialista en TEDAX-NRBQ los agentes deben superar unos duros exámenes sobre física, química, electricidad y biología, además de tests psicotécnicos y una entrevista personal. Tras estas pruebas acceden al curso de especialización, de carácter también selectivo, y en el que durante 15 meses se instruyen en materias propias de la especialidad, con un 50% de prácticas reales, ya que sólo con la experiencia y la formación continua se consigue un profesional en esta área policial.

Las cualidades de un agente TEDAX-NRBQ son la estabilidad y control emocional, el afán de formación y perfeccionamiento constante, la capacidad de concentración, observación, análisis y toma de decisiones, disciplina y plena disposición hacia el servicio, y aptitudes para el trabajo en equipo.

Los agentes que forman parte de los diferentes grupos TEDAX-NRBQ están desplegados estratégicamente en grandes urbes por todo el territorio nacional, lo que permite ofrecer una respuesta a los riesgos de artefactos explosivos y agentes NRBQ de forma rápida y eficaz desde alguno de los 28 grupos existentes, junto a la unidad central. La cualificada formación de esta especialidad de la Policía Nacional hace que sus agentes sean requeridos por las autoridades de otros países para colaborar en las investigaciones de atentados o explosiones.

Para ser especialista en TEDAX-NRBQ los agentes deben superar unos duros exámenes sobre física, química, electricidad y biología, además de tests psicotécnicos y una entrevista personal. Tras estas pruebas acceden al curso de especialización, de carácter también selectivo, y en el que durante 15 meses se instruyen en materias propias de la especialidad, con un 50% de prácticas reales, ya que sólo con la experiencia y la formación continua se consigue un profesional en esta área policial.

Las cualidades de un agente TEDAX-NRBQ son la estabilidad y control emocional, el afán de formación y perfeccionamiento constante, la capacidad de concentración, observación, análisis y toma de decisiones, disciplina y plena disposición hacia el servicio, y aptitudes para el trabajo en equipo.

 

s para atacarse entre ellos y reventar cajeros automáticos", ha explicado Nieto.

Desde su creación en 1983, los TEDAX han realizado una media de 500 incidencias anuales, estando la mayoría de ellas relacionadas con la protección de autoridades, protección de edificios, inspecciones de cartas y paquetes, participación en dispositivos de seguridad, elaboración de informes de seguridad de infraestructuras, informes periciales, actos públicos con grandes aglomeraciones de personas, etc...

Actualmente, esta Unidad en La Rioja está compuesta por 05 técnicos (01 inspector, 02 oficiales y 02 policías), formados en las dos especialidades: TEDAX y NRBQ. 

 

 

 

jueves, 25 de mayo de 2023

 

 

 

 NIUS

 

La Ertzaintza homenajea a Luis Hortelano, agente asesinado por ETA junto a dos Tedax con un bomba en Bilbao en 1989

Homenaje de la Ertzaintza al agente Luis Hotelano asesinado por ETA



 

 

 Madridiario

El herido era trasladado al hospital en helicóptero.
El herido era trasladado al hospital en helicóptero. (Foto: 112 Comunidad de Madrid)

Halladas 12 granadas y un mortero en el chalé donde resultó herido un hombre tras una explosión

Por MDO/E.P.
domingo 21 de mayo de 2023, 19:00h
 

La Guardia Civil ha encontrado 12 granadas y un mortero en el chalé donde el sábado resultó herido un joven de 31 años tras explotarle uno de estos artefactos explosivos, han informado a Europa Press fuentes de la Comandancia de Madrid.

La deflagración, cuyas causas ahora se están investigando, ocurrió sobre las 13.35 horas, en una urbanización situada en la Travesía de Pelayos. Terminó con una persona que estaba manipulando la granada herido grave con quemaduras de segundo y tercer grado en el 40 por ciento de su cuerpo. Al llegar los sanitarios del Summa-112, presentaba la pierna derecha en estado catastrófico.

Los facultativos lo estabilizaron y lo trasladaron en estado grave en helicóptero al Hospital de La Paz de Madrid, donde se recupera de las heridas. Se encuentra detenido por tenencia de explosivos. Bomberos de la Comunidad de Madrid acudieron al lugar de modo preventivo.

La Guardia Civil detuvo a una segunda persona, de 26 años, con el que se encontraba el herido en el momento de la explosión, pero que no resultó herido. Está acusado también de tenencia ilícita de arma y pasará a disposición judicial.

Este domingo, el detenido acompañó a los agentes en el registro de la casa y ha señalado que eran coleccionistas de artefactos antiguos. Sin embargo, el Instituto Armado no tienen constancia de que fuera así, ya que de la mayoría no han aportado ninguna documentación al respecto ni han sido declaradas como corresponde a las autoridades. Por ello, investigan su procedencia y quién es su propietario.

Los artificieros de los Tedax de la Guardia Civil han incautado 12 artefactos explosivos muy antiguos en el interior de la casa, entre ellos un mortero de la Guerra Civil almacenado en la caseta exterior de la casa. Tras retirarlas, las han deflagrado de manera controlada porque aún contienen carga explosiva.

La explosión se pudo escuchar en la plaza del pueblo, de unos 3.000 habitantes, situada a varios kilómetros de la urbanización. Los vecinos se han mostrado sorprendido por la cantidad de granadas encontradas y por el peligro que eso supone para los residentes en la zona.

 

jueves, 11 de mayo de 2023

 


 

 

 


 
 
Aquí tenéis lo más vomitivo de esta sociedad corrupta por todas partes, asesinos en listas electorales incluso alguno está en su mismo pueblo. que pensarán las víctimas de estos malnacidos, y que sociedad tan podrida permite esto??. No obstante llevamos casi 40 años con un bipartidismo que se a encargado de que así sea, ya que ellos son los más corruptos. El ppsoe no tiene vergüenza ni decencia democrática, poco nos separa de la dictadura de Venezuela. Tantos años luchando y sufriendo para llegar a esto.
Sois unos malnacidos vosotros y los que os apoyan, solo pido justicia divina, ya que la terrenal ni está ni se le espera, bueno si, estarán llevando dinero a bancos offshore para enriquecerse con el dinero de todos.

sábado, 11 de marzo de 2023



 

 

Las 12 incógnitas del 11-M en el último aniversario antes de que prescriba el mayor atentado terrorista

Dentro de un año, el 11 de marzo de 2024, 20 años después del terrible atentado del 11-M, prescribirán los delitos de sus autores intelectuales y ejecutores, así como los de sus colaboradores y encubridores. Si nada lo remedia, la Justicia ya no podrá perseguir a nadie por esos hechos a pesar de que pudieran aparecer nuevas pruebas, nuevos hechos y nuevas declaraciones reveladoras.

Sin embargo, esa misma Justicia ha venido conociendo, desde el mismo 11 de marzo de 2004, una serie de hechos difícilmente explicables que ponen en tela de juicio toda la investigación, el sumario y la propia sentencia del 11-M.

No se trata de teorías, elucubraciones o hipótesis. Son hechos evidentes, irregulares, inexplicables, presuntamente delictivos, puestos de manifiesto por documentos obrantes en el sumario y por testimonios claros, rotundos, muchos bajo juramento.

Los testimonios prestados ante la juez Coro Cillán, más de cinco años después del atentado, también han sido sistemáticamente ignorados.

A lo largo de nueve años, y publicadas en diversos medios, estas inconsistencias de la versión oficial no provocaron reacción alguna en quienes tenían que haber reaccionado. Éstas son las 12 incógnitas del 11-M:

1- Caótica recogida de muestras

La mejor información de cómo se realizó esa recogida la tenemos gracias a los testimonios prestados en junio de 2011 ante la juez Cillán por los agentes tedax intervinientes. Tras enfrentarse a la negativa de Alfredo Pérez Rubalcaba, entonces ministro del Interior, a facilitar la relación de los agentes intervinientes, la juez consiguió finalmente hacerlos pasar por su despacho.

Varios medios reprodujeron el relato de un abogado presente en la toma de declaraciones: la mañana de los hechos, el inspector jefe del grupo Tedax de la Brigada Provincial de Madrid, Cáceres Vadillo, se puso al mando de la recogida de muestras de la forma habitual en estos casos, y repartió a sus agentes entre los cuatro escenarios del atentado.

Pero antes del mediodía, el comisario Juan Jesús Sánchez Manzano, jefe de la Unidad Central Tedax, llegó a Atocha gritando "¡aquí mando yo!". Siempre según este relato, Sánchez Manzano anuló las órdenes dadas por Cáceres Vadillo y, saltándose el normal modo de proceder, puso a sus propios agentes al mando de cada escenario.

En este proceso, ordenó a los tedax de Madrid que entregasen a los de la Unidad Central las muestras recogidas hasta entonces, impidiéndoles incluso que terminasen de etiquetarlas y clasificarlas.

Se mezclaron las pruebas, de forma que luego no se podría saber a qué foco pertenecía cada una de ellas. Desaparecieron numerosas muestras de algodón impregnado, tierras de cráteres bajo los trenes, cables y componentes metálicos. De hecho, no existe la correspondiente acta con la relación, inventario y clasificación de los restos recogidos en cada foco.

Algo parecido pasó con las muestras de explosivos que los Tedax de Sánchez Manzano enviaron a la Policía Científica. Así lo testimonió en el juicio, el 23 de abril de 2007, Carlos Corrales, jefe de la Comisaría General de la Policía Científica.

"Se nos envían muestras de explosivo sin especificar de dónde son recogidas, ni en qué consisten... hasta que, en algún momento, digo que no estoy dispuesto a seguir recibiendo muestras donde no se me especifique dónde han sido recogidas, ni cómo han sido recogidas, ni qué tipo de muestra es... me preguntan que por qué, que de dónde eran esas muestras, les digo que lo ignoro, porque se les ha pedido reiteradamente al Tedax que nos las indicaran [...] En Policía Científica siempre hacemos constar dónde, cómo, el porqué y quién lo ha recogido y en qué circunstancias", dijo en su declaración.

2- Masiva retirada de material

Más de un año después del atentado, en junio de 2005, peritos de la Policía Nacional y de la Guardia Civil, siguiendo órdenes del juez instructor, realizaron un informe pericial sobre las explosiones en unos trenes que habían desaparecido más de un año antes.

¿Cómo es posible? En el folio 7 del acta de la pericial escribieron: "Todas las explosiones produjeron, en torno al punto donde estaba colocado cada artefacto, una zona en la que los efectos fueron devastadores, tanto en las personas que allí se encontraban, como en el mobiliario de los vagones (asientos, revestimientos interiores, ventanas, puertas...). El estudio de estos efectos, junto con los resultados de los análisis químicos realizados, es determinante para establecer la cantidad y tipo de explosivo utilizado en cada artefacto".

Pues bien, ese "mobiliario" cuyo estudio era tan determinante había desaparecido desde la misma mañana del día 12 de marzo. Aquel amanecer, muchos pudieron ver cómo del tren de Atocha había desaparecido buena parte de ese material, y existen fotos, algunas de ellas proyectadas en el juicio a petición de la Fiscalía -en la prueba documental del 4 de junio de 2007-, en las que se aprecia esa ausencia.

Mañana del 12 de marzo. El tren de Atocha (2do. plano) ya sin el “mobiliario”, determinante para establecer el tipo de explosivo, según los peritos. El tren de Téllez (1er plano) está sufriendo la misma limpieza de material. Reuters

También hay abundante documentación gráfica de cómo se actuaba en el tren de la calle Téllez durante los días 12 y 13 de marzo. Y un testimonio sonoro emitido por la cadena SER en la mañana del día 12 desde la calle Téllez, dice: "Un camión volquete completo con restos de ese vagón ha sido ya enviado a la comisaría, a las instalaciones centrales de la Policía Científica en el barrio de Canillas para un posterior examen". Es decir, el mobiliario que un año después sería mencionado por los peritos.

3- Quién dio la orden

Tras esa limpieza inicial de los focos de las explosiones, lo que quedó de los coches explotados fue destruido y desapareció. No hace falta documentarlo, pues es de sobra conocido. Pero lo que no conoce nadie es al "autor intelectual". No se sabe siquiera si el juez instructor la autorizó, pues hasta la juez Coro Cillán lo preguntó más de una vez a la Audiencia Nacional, sin que al parecer hubiera respuesta.

Pedro Díaz Pintado, número dos de la Policía el 11-M, declaró ante Cillán, en septiembre de 2009, que Renfe preguntó si podía desguazar los trenes. Él respondió que no se podían destruir por decisión unilateral de la Policía, porque eso era una prueba, que preguntasen al juez para que él lo decidiera. No es necesario detallar la importancia de esa destrucción del escenario del crimen, pero en el sumario no consta la existencia de ninguna pericial realizada en los trenes.

A lo largo de la instrucción y del juicio fueron numerosos los lamentos por la carencia de muestras. El propio Tribunal Supremo afirmó, al resolver sobre un recurso de casación en julio de 2008, que puede resultar sorprendente una tan apresurada destrucción, que impidió un estudio posterior más reposado y en profundidad. Pero ahí se quedó: nadie pidió explicaciones al responsable.

4- Los trenes en Vicálvaro

El ya citado jefe de los Tedax de Madrid, Cáceres Vadillo, declaró el 23 de noviembre de 2011 ante la juez Coro Cillán, que sus agentes propusieron trasladar los trenes a Vicálvaro para, una vez allí, buscar pruebas y muestras de explosivo a través de una inspección exhaustiva.

El día del ataque, habían dejado parte de su trabajo sin realizar. Abandonaron las tareas más dificultosas de búsqueda de pruebas porque daban por hecho que podrían llevarlas a cabo, con tranquilidad y discreción, durante las semanas siguientes. Pero, para su sorpresa, los trenes empezaron a ser retirados para su desguace la misma noche del día 11.

Nadie ha investigado quién y por qué decidió no atender la petición de los Tedax de Madrid.

5- El tren de Santa Eugenia

Sin embargo, la decisión de destruir los trenes había tenido una excepción: el tren atacado en Santa Eugenia sí fue trasladado discretamente a la estación de clasificación de Vicálvaro. Y allí permaneció seis meses, hasta el 11 de septiembre, cuando fue llevado a un taller para su reparación. Este asunto quedó oculto en el sumario y en el juicio.

No sabemos si esa circunstancia también se les ocultó a los Tedax de Madrid, que habían pedido investigar los trenes en Vicálvaro, y que tenían en ese tren de Santa Eugenia la única oportunidad de hacerlo. En todo caso, no consta en el sumario ninguna pericial o investigación realizada en ese tren y en ese lugar.

6- El foco de explosión

Como se ha dicho, el tren de Santa Eugenia fue el único salvado del desguace. Fue reparado, pero todo el material próximo al foco de explosión fue guardado, discretamente, en un almacén del taller de la empresa Tafesa.

Precinto del local en el que se guardaban los restos del tren de Santa Eugenia, últimos restos de un tren del 11-M. Carlos Sánchez de Roda

Cuando ocho años después, en 2012, fue descubierta y hecha pública la existencia de esta prueba, el local fue precintado por orden de la Fiscalía General del Estado, mientras la Fiscalía de Madrid afirmaba en una nota de prensa: "Se ha constatado la adopción de medidas para la conservación de dichos restos, ante la eventualidad de posibles análisis posteriores. Todo ello se llevó a cabo con pleno conocimiento de los órganos judiciales de la instrucción de la causa y del enjuiciamiento, que fueron informados en su momento".

Es decir, se informó a los órganos judiciales, pero éstos guardaron silencio, pues nada de eso trascendió durante los ocho años que transcurrieron hasta un "descubrimiento" que causó la sorpresa hasta del propio fiscal general, Eduardo Torres-Dulce.

Por otra parte, el director general de la empresa que llevó a cabo la reparación del tren, declaró ante la juez Cillán, el 20 de enero de 2012, que la Policía y la Guardia Civil pasaron dos veces, mientras hacía la reparación de la unidad, para ver los materiales. Pero no hay constancia oficial de esas visitas de policías y guardias civiles.

Últimos restos del tren de Santa Eugenia, 16 de septiembre de 2013. Carlos Sánchez de Roda

Por si fuera poco, a la vez se estaba realizando -también por agentes de los mismos cuerpos- la pericial conjunta referida en el punto 2 de este artículo. Pericial que, ante la desaparición de los trenes, hubo de basarse en fotos tomadas, entre otros, por policías municipales, ferroviarios y bomberos.

Así que policías y guardias civiles no tenían a su disposición más restos que los de Santa Eugenia, y los examinaron, pero en el informe pericial ni siquiera mencionaron su existencia, a pesar de que habían sido guardados precisamente "ante la eventualidad de posibles análisis posteriores".

7- Robo del material

La Fiscalía dio gran importancia a los restos descubiertos del tren de Santa Eugenia y ordenó su precintado y puesta a disposición del Juzgado 6 de la Audiencia Nacional.

23 de octubre de 2013. Arriba a la izquierda, último resto del tren mientras la Policía estaba en la puerta. A la derecha, lo que quedaba del cobertizo que guardó los últimos restos de un tren del 11-M. Carlos Sánchez de Roda

Pero nada más se supo sobre actuaciones en esos restos custodiados y precintados hasta que fueron finalmente robados por supuestos ladrones cuyo tráfico de camiones era regulado por policías municipales que "filiaban" a los conductores de los camiones. Así se recoge en las actas de sendas sesiones de las comisiones de Urbanismo y Vivienda y de Seguridad y Emergencias del Ayuntamiento de Madrid, de fecha 20 de noviembre de 2013.

Y todo ello ocurría en unos días en los que policías nacionales vigilaban personalmente la puerta del taller. Al menos, esto último ocurría el 23 de octubre de 2013, con el robo a punto de consumarse.

El 23 de octubre de 2013 la policía en la puerta de acceso al taller en el que robaban los últimos restos de un tren del 11-M. Carlos Sánchez de Roda

8- La mochila de Vallecas

En la tarde noche del mismo día 11, apareció en la comisaría de Vallecas, dentro de un bolsón procedente de la estación de El Pozo, una mochila bomba de unos 12 kilos de peso, tras un misterioso periplo de idas y vueltas por Madrid, con larga estancia en Ifema y con momentos de ausencia de custodia policial-, una mochila bomba de unos 12 kg de peso.

La versión judicial asumió que esa mochila procedía del tren atacado en la estación de El Pozo. Sin embargo, según declaró en el juicio, el 19 de marzo de 2007, uno de los cinco peritos que intervinieron en la recogida de enseres en El Pozo, habían abierto una a una y revisaron por dos veces todas las bolsas abandonadas y no encontraron nada anormal.

Es decir, con el ambiente de alerta imperante, los especialistas Tedax hacen una doble revisión de cada una de las bolsas pero, según la versión judicial, aun así, recogen una bolsa con nada menos que 10 kg de explosivos y no los ven. ¿Es esto creíble? No lo parece en absoluto.

Pero la cosa no acabó ahí. El 3 de mayo de 2007, declaró en el juicio el agente de la Policía Científica que había acudido al lugar de la desactivación para realizar un reportaje fotográfico del artefacto. Según su declaración, entregó su cámara a un agente Tedax que realizó unas fotografías de la mochila, antes de la desactivación, y luego le devolvió la cámara.

Tras la desactivación, él se sorprendió al ver una bolsa de basura, y no una mochila, y se dispuso a completar el reportaje fotográfico. Pero al ir a hacerlo, se lo impidieron bruscamente y le echaron del lugar: "No hacen falta más fotos, que se retire de la zona". Y no quedó constancia fotográfica del artefacto desactivado.

A continuación, el entonces comisario general de Seguridad Ciudadana, Santiago Cuadro Jaén, que estaba al mando de la operación, le ordenó entregar a los Tedax el carrete con las fotos iniciales. Cuando más tarde se interesó por las fotos realizadas, le contestaron que "nunca se han hecho esas fotos, el carrete no existe". La tierra se tragó las fotos de la prueba que sostiene todo el tinglado de la sentencia.

Anteriormente, cuando los Tedax que iban a realizar la desactivación aconsejaron al comisario desalojar las viviendas colindantes, éste descartó ese desalojo; después se comprobó que el artefacto no habría podido estallar al no estar hechas todas sus conexiones eléctricas.

9- Las muestras de metralla

La metralla jugó un papel fundamental en la investigación del 11-M. La mochila de Vallecas contenía 640 gramos de clavos y tornillos. Pero la doctora Carmen Baladía, que el 11-M, como directora del Instituto Anatómico Forense, coordinó y supervisó las labores de identificación y las autopsias de las víctimas, declaró ante la juez Coro Cillán, el 28 de octubre de 2011, que "no había metralla entre nuestros 191 muertos. En los informes en los que se hicieron radiografías, no se aprecia eso que se ha venido a llamar la tornillería. Ni tuercas, ni clavos, ni tornillos. En ninguno de los cuerpos se encontraron restos de metralla".

Es decir, que la mochila de Vallecas contenía una metralla que no estaba en los cuerpos de las víctimas de los trenes, según la directora de las autopsias.

Muestra M-6-9. Izquierda, en 2005; derecha, en 2007.

No sorprenden por ello los malabarismos que hubo que hacer para tratar de salvar esa discrepancia. La supuesta metralla aparecía, desaparecía y se transformaba en los informes en función de cada circunstancia.

El asunto dio un vuelco cuando una de las partes le dijo al juez que debía precisarse "en qué focos de explosión se encontró metralla", y el juez ordenó a la unidad Tedax que informase al respecto. Y se produce el milagro.

Casi dos años después del atentado, el 9 de diciembre de 2005, Sánchez Manzano remite al juzgado un informe en el que da cuenta de la súbita aparición de nada menos que de 21 tornillos y 33 clavos procedentes de casi todos los focos existentes, tornillos y clavos que presentaban coincidencias con los de la mochila de Vallecas.

Transformación de la metralla del tren de Santa Eugenia entre los años 2005 y 2007.

Pero la cosa no terminó ahí. Todas las muestras de metralla aparecidas y fotografiadas en la pericial de diciembre de 2005 se enviaron al juzgado, y de ahí al laboratorio de la Policía Científica, lugar en el que volvieron a ser fotografiadas para el informe de la pericial de explosivos realizada durante el juicio en 2007.

Pues bien, si se comparan ambas series de fotos se obtienen unos resultados sorprendentes, y es que las mismas muestras varían de una pericial a otra. Hay nuevas muestras que aparecen en 2007, otras desaparecen entre 2005 y 2007, y otras se transforman.

El asunto se hizo aún más inquietante tras la declaración de uno de los peritos de la primera pericial específica de metralla, la de las minas asturianas, prestada el 8 de julio de 2011 ante la juez Coro Cillán. Esa pericial determinó que no había coincidencias entre los clavos de las minas y los de la mochila de Vallecas.

Según la información publicada en esa fecha, ese agente declaró que Sánchez Manzano le ordenó modificar su veredicto. Al negarse a ello, Manzano le dijo que los informes periciales los haría a partir de entonces otro tedax. Y así fue, ya no intervino en ninguna de las periciales posteriores sobre metralla.

10- No hay cadena de custodia

Ya hemos visto en el punto 1 lo caótico que fue el primer eslabón de la cadena de custodia -la recogida de las muestras en los trenes-, sin que se conozca la existencia de actas de recogida, inventarios de muestras y fotografías.

Hemos visto también que no hay inventario realizado después en el laboratorio químico Tedax, con descripción y fotografías de las muestras.

Y también hemos visto cómo se produjo una súbita aparición, casi dos años después del 11-M, de muestras de metralla hasta entonces desconocidas, así como la misteriosa transformación de esa metralla entre la última pericial Tedax y la de explosivos realizada durante el juicio oral en el laboratorio de la Policía Científica.

En ese sentido, procede recordar que en el documento final de esa pericial no está el acta de entrega en el laboratorio de las muestras de los trenes, que está sustituida por el acta de la anterior entrega de esas muestras en el juzgado. Así pues, no hay dato alguno de la entrega de esas muestras desde el Juzgado al laboratorio de la Policía Científica, no consta quién efectuó esa entrega, ni cuándo, ni cómo se hizo.

En tales circunstancias, no es extraño que en el informe de la pericial de explosivos realizada en el laboratorio de la Policía Científica se pueda leer: "La cadena de custodia de las evidencias es desconocida para los peritos actuantes salvo para una de ellas".

11- Evidentes e impunes perjurios

Durante las sesiones de la vista oral y ante un grupo de víctimas, el magistrado Javier Gómez Bermúdez se comprometió a "enviar caminito de Jerez" a quienes hubiesen prestado falso testimonio. Ni que decir tiene que nadie emprendió ese "caminito". Todo quedó olvidado. Sin embargo, son varios los evidentes perjurios pronunciados ante el Tribunal. Veamos uno de ellos como ejemplo.

En el análisis químico de las muestras recogidas en un atentado con explosivos es práctica normal, tras un primer análisis de urgencia en el laboratorio Tedax, enviarlas al laboratorio altamente cualificado de la Policía Científica. Sin embargo, en el 11-M, no se hizo así. Las muestras, tras su caótica recogida en los trenes y su no menos caótico análisis en el laboratorio se quedaron en el almacén de los Tedax.

En la vista oral, el 14 de marzo de 2007, el comisario Sánchez Manzano, jefe de los Tedax, dio esta explicación: "Cuando eran restos de explosión no pesables, impregnaciones, por decirlo de alguna manera, siempre se han quedado en la Unidad Central de Desactivación de Explosivos. Cuando había sustancias pesables, un resto de... de explosivo, no un resto de explosión, sino un resto de explosivo, eso se mandaba a Policía Científica".

Y Carlos Corrales, que el 11-M era el jefe de la Comisaría General de la Policía Científica, mantuvo este diálogo con el abogado de la Asociación de Víctimas del 11-M en la sesión del 23 de abril:

AAV11M: ¿Hay algún caso en el que por ser sustancias no pesables, esté previsto que no deban ser remitidas al laboratorio de la Policía Científica?

T: No hay ninguna norma en el manual.

AAV11M: Es más, podríamos decir, que cuando, precisamente, por ser no pesables, es decir, más difíciles de analizar, es más normal que se envíe a la Policía Científica, que tiene mejores medios para analizarlo.

T: Sí señor.

Y en la sesión del 28 de mayo de 2007, el perito P12, de la Policía Científica, respondió así al abogado de Jamal Zougam:

D ZOUGAM: ¿Sabe usted por qué razón, parece ser que desde la Unidad Central Tedax sólo envían a la Policía Científica elementos pesables de explosivos y no los que puedan estar adheridos a ciertas superficies?

P12: Eso es incierto totalmente. Del total de los informes periciales que he hecho en los casi 20 años que llevo en el laboratorio químico toxicológico, de los 519 informes periciales hechos hasta el día de hoy, el 85,93% son sobre restos de explosivos y, por consiguiente, el resto sería de explosivos pesables tal como usted lo dice.

Son declaraciones incompatibles sobre asuntos que los tres testigos conocían perfectamente y que eran muy importantes en la investigación del 11-M. Alguien mintió clamorosamente bajo juramento, pero ese perjurio no tuvo consecuencia alguna.

12- Testimonios olvidados

A lo largo de este artículo se han utilizado como argumento diversos testimonios prestados ante la juez Coro Cillán. La razón de ello está en lo ocurrido en la trascendental instrucción de la querella presentada el 8 de julio de 2009 por la Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11-M (actualmente Asociación de Víctimas del 11-M) contra el comisario jefe de los Tedax Sánchez Manzano y su perito químico.

Se formulaba querella criminal contra ellos y contra el resto de personas que la instrucción determinase como "presuntos autores de los delitos de omisión del deber de perseguir delitos, encubrimiento por ocultación de pruebas y falso testimonio".

El Juzgado de Instrucción número 43 de Madrid, dirigido por Coro Cillán, admitió la querella a trámite, imputó a los dos querellados y desarrolló, durante dos años y medio, la investigación, con el apoyo del fiscal, salvando los múltiples obstáculos de todo tipo que se le presentaban.

A pesar de la firme oposición gubernamental, la juez Cillán logró la comparecencia de numerosos testigos policiales y otros que no lo habían hecho en el juicio del 11-M, algunos de los cuales han sido citados en este artículo. Muchas de esas declaraciones aportaron nuevos datos de lo ocurrido con los trenes y con la toma de muestras en ellos.

El 6 de febrero de 2012 compareció, ante Coro Cillán, Miguel Corsini, que en la fecha del atentado era presidente de Renfe. Y justo el día siguiente, la Audiencia Provincial decretó el sobreseimiento por "cosa juzgada", cuando era evidente que nunca se habían juzgado los hechos denunciados en la querella. Y se dio carpetazo al asunto.

Siguieron varios recursos contra ese sobreseimiento, pero finalmente, el 26 de marzo de 2013, la propia juez Coro Cillán fue suspendida cautelarmente, y el 11 octubre de 2013, inhabilitada por prevaricación en otro asunto. Su vida quedó destrozada.

Todavía las víctimas de la asociación intentaron continuar con la querella. Pero sufrieron nuevas negativas formuladas con especial crueldad, como la del 11 de julio de 2014 del juzgado nº 6, en cuyo auto de inadmisión de un nuevo recurso se puede leer lo siguiente: "Tampoco corresponde, a quien resuelve, la tarea de desvelar bulos y teorías sobre conspiraciones, máxime cuando la verdad judicial ya quedó establecida […] y por ello los aspirantes a detentadores de una invocada verdad real no pueden ser objeto de la presente resolución" (pág. 15 del Auto de 11/07/2014).

Este cruel trato judicial sería impensable que lo recibieran otras víctimas del terrorismo. El pecado de algunas de las del 11-M es, al parecer, su deseo de saber quién y por qué les hizo tantísimo daño.

No puede ser casualidad la sucesión de irregulares acontecimientos ocurridos a lo largo de nueve años -incluidos los ocho del Gobierno Zapatero-, todos ellos encaminados a destruir, apartar, eliminar, esconder, escamotear, sustituir, modificar todas las evidencias que podían salir de los trenes, mientras se le daba el máximo protagonismo en su lugar, y como prueba de lo ocurrido, al contenido de una mochila que nadie vio en ningún tren, pero que al final fue la base de toda la investigación, el origen de los hechos supuestamente probados y el sustento de la propia sentencia.

Es como si se hubiese pretendido, y logrado finalmente, alejar la investigación de los verdaderos autores materiales e intelectuales para llevarla hacia los que finalmente resultaron señalados en la sentencia.

***Carlos Sánchez de Roda es ingeniero de Caminos, Canales y Puertos. Es autor del libro 'Los trenes del 11-M. Las pericias necesarias' (Última Línea, 2015).

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