Hace 20 años, el 11 de septiembre de
2004, cambió el rumbo de la investigación de los atentados del 11 de
marzo en Madrid: El tren de la Estación de San Eugenia no fue desguazado
10/09/2024
Tal día
como hoy, hace 20 años, alguien tomó una decisión que cambió
definitivamente el rumbo de la investigación del 11-M. El 11 de
septiembre de 2004, uno de los cuatro trenes que seis meses antes la
barbarie terrorista había atacado con saña[1]
y que la instrucción, el juicio y la sentencia darían siempre por
desguazados, el de Santa Eugenia, fue discretamente trasladado a un
taller para repararlo, concretamente al taller que la empresa Tafesa
tenía en Villaverde Bajo.
Ese fue el final de un misterioso periodo de seis meses en el que ese
tren gozó de un extraño y nunca explicado privilegio: mientras los
otros tres eran, en primer lugar, despojados del material más importante
para la investigación[2],
y luego desguazados y vendidos como chatarra, el tren de Santa Eugenia
era retirado a un discreto lugar en el que permaneció apartado mientras
se decidía su futuro. Y todo ello tuvo una extraña coincidencia temporal
con los siguientes hechos:
El 23 de noviembre de 2011, el inspector jefe de la brigada Tedax[3] de Madrid, Cáceres Vadillo, declaró lo siguiente[4] ante la juez Coro Cillán[5]:
Los Tedax de Madrid propusieron trasladar los trenes del 11-M a un apeadero del distrito de Vicálvaro donde tenían previsto buscar durante semanas pruebas y muestras de explosivo
a través de una inspección exhaustiva de los convoyes explosionados. De
hecho, dejaron parte de su trabajo sin realizar porque contaban con que
se haría así. Para su sorpresa -que, años después, compartió el
Tribunal Supremo-, empezaron a ser retirados para su desguace esa misma
noche.
Así, explicó cómo los artificieros bajo su mando abandonaron las tareas más dificultosas de búsqueda de prueba -por ejemplo, la extracción de piezas metálicas o la inspección ocular de zonas de difícil acceso- porque daban por hecho que podrían llevarlas a cabo con tranquilidad y discreción durante las semanas siguientes,
sin el apremio que se les exigía en las horas posteriores al 11-M y sin
interferirse con los servicios de emergencia o con otros cuerpos
policiales.
Es decir, tras el atentado, los Tedax de Madrid pidieron que los
trenes atacados fueran trasladados a Vicálvaro para examinarlos allí
durante semanas, y fue precisamente a Vicálvaro a donde se llevó
únicamente el tren de Santa Eugenia y allí lo dejaron durante muchas
semanas, como solicitaron los Tedax. Allí lo tuvieron éstos a su
disposición nada menos que durante seis meses, tiempo más que sobrado
para hacer esa inspección exhaustiva que querían hacer ¿La
realizaron realmente? No hay noticias de ello, nada al respecto consta
en el sumario y nada se dijo en el juicio. En todo caso, no se conoce
informe pericial alguno realizado a través de esa hipotética inspección exhaustiva.
Y así se llegó al 11 de septiembre. Sin que las partes en la causa,
que lamentaban la rápida destrucción de los trenes, tuviesen noticias de
la excepción realizada con ese tren, sin que fueran informadas de ello,
sin que conste que tal decisión fuese oficialmente comunicada a un juez
instructor[6]
del que no se conoce que tomase decisión alguna sobre el devenir de los
trenes, Renfe Cercanías, que había solicitado verbalmente a Remimfer[7] el presupuesto de reparación, lo recibió y lo aprobó, y el 11 de septiembre de 2004 el tren terminó su larga y misteriosa estancia en Vicálvaro para ser trasladado al taller de Tafesa para su reparación.
Así que esa fecha marcó un antes y un después en lo ocurrido con los
trenes del 11-M. Ya no había vuelta atrás. El tren de Santa Eugenia no
se desguazaba, como sí se había hecho seis meses antes con los otros
tres. Y en esa misma fecha se iniciaba un asombroso y nunca explicado
episodio que, a pesar de su enorme importancia, se ha mantenido siempre
oculto a todas las partes en la causa.
Pero no todo el mundo sufrió esa ocultación. Determinadas instancias
policiales sí estuvieron al tanto de lo que ocurría, pero no lo
comunicaron a quienes debían hacerlo. En efecto, el 20 de enero de 2012,
el Director General de Remimfer declaró ante la juez Coro Cillán lo
siguiente[8]:
Que ese vagón se apartó en Vicálvaro. Se quedó allí hasta que
hubo peticiones de Dirección de Trenes para ver si se podía arreglar o
no. Querían que se presupuestara para su reparación, y se hicieron
fotos. Que el encargo del trabajo fue verbal…… Que en Vicálvaro sólo existía esa unidad. Que se llevó un 11 de septiembre a Villaverde Bajo para repararlo. Que pasó dos veces la Policía y la Guardia Civil mientras hacía la reparación de la unidad. Que pasaron Policía y Guardia Civil y Vigilancia de Renfe, para ver los materiales…. Que las piezas que se substituían iban a un depósito.
Es decir, mientras se hacía la reparación del tren, agentes de
Policía Nacional y Guardia Civil pasaron dos veces por el taller para
ver los materiales. Nada de eso consta en el Sumario, nadie dio cuenta
de ello al juez ni a las partes cuando todos ellos daban el tren por
desguazado y lamentaban la carencia de muestras para analizar. Nadie dio
cuenta de que policías y guardias civiles eran conocedores de la
existencia de ese tren salvado del desguace y puesto en reparación, y
que incluso lo visitaban discretamente en el taller.
Pero aún hay más. Recordemos ante todo la frase final que acabamos de
ver de la declaración judicial del Director General de Remimfer: “las piezas que se substituían iban a un depósito”. Y
es que, cuando en ese 11 de septiembre de hace 20 años se llevaba el
tren de Santa Eugenia al taller, ya alguien con poder para ello había
decidido algo tan importante como era el conservar en secreto el
material de su único foco de explosión, pues en el presupuesto
presentado por Remimfer para la reparación de ese tren se incluyó la
siguiente coletilla: incluso recuperación de la zona afectada por atentado en su estado actual[9].
Y efectivamente, el material de la zona afectada por la explosión fue
recuperado y guardado en secreto en un escondido almacén improvisado en
lo más recóndito del taller. Y digo en secreto porque, aunque lo
conocieran esos policías y guardias civiles que lo visitaron dos veces
mientras se efectuaba la reparación, ese hecho también se ocultó a todas
las partes que, personadas en la causa, lamentaban profundamente la
desaparición de los trenes con sus focos llenos de pruebas.
Y para colmo de despropósitos, de hechos disparatados nunca
investigados judicialmente, salvo por la juez Coro Cillán que pagó muy
cara su valentía, cuando ocho años después, el 29 de febrero de 2012, se
descubrió y publicó[10]
la existencia de esos restos y su asombrosa e increíble historia, la
fiscalía de Madrid cuyo jefe era el fiscal Eduardo Esteban, y siendo
Fiscal General del Estado Eduardo Torres Dulce,
emitió el 6 de junio de 2012 una nota de prensa en la que, sin
sonrojarse lo más mínimo, manifestaba que esa ocultación de pruebas se llevó a cabo con pleno conocimiento de los órganos judiciales de la instrucción de la causa y del enjuiciamiento, que fueron informados en su momento, y que se había constatado la adopción de medidas para la conservación de dichos restos, ante la eventualidad de posibles análisis posteriores.
Es decir, los órganos judiciales de la instrucción “tuvieron
pleno conocimiento” y “fueron informados en su momento”, pero sería con
la condición de que guardaran el secreto, pues nada de eso se comunicó a
las partes ni consta en el sumario. Y si todo ello se llevó a cabo con pleno conocimiento de los órganos judiciales, sería por algo, algún valor probatorio tendrían esos restos, y si se habían conservado ante la eventualidad de posibles análisis posteriores
¿cómo es posible que su existencia se ignorara en importantísimos
análisis posteriores, como ocurrió nada menos que con la pericial de
explosivos de 2007, en la que los peritos se lamentaron reiteradamente y
por escrito de la escasez de muestras, y pidieron con insistencia que
se aportaran más sin que se les atendiera? La lamentable realidad es que
no consta en todo el sumario ni una sola investigación realizada con
esos restos que, según se atrevió a afirmar la fiscalía, se guardaron
precisamente para eso.
¿Y qué decir del rocambolesco e insólito final de ese material tan
cuidadosamente guardado? ¿Cómo es posible que no se haya abierto ninguna
investigación policial ni judicial sobre el asunto? Y es que lo que
ocurrió fue nada menos que esto:
Una vez precintados esos restos por la Guardia Civil y puestos así a disposición del juzgado 6 de la Audiencia Nacional[11], quedaron en el olvido durante más de un año. Tafesa, que había caído en concurso de acreedores, abandonó unas instalaciones
que poco a poco se fueron degradando. Finalmente, ya en octubre de
2013, unos supuestos ladrones realizaron el asalto final en unos días en
los que se pudo ver a agentes policiales ante la puerta de las
instalaciones. Esos individuos cargaron en camiones los últimos restos
de un tren del 11-M, el propio almacén desmontado y otras vigas y
materiales que encontraron por allí, camiones cuya circulación era
regulada por agentes de la Policía Municipal de Madrid que, aparte de
asegurar el tráfico en la salida del taller, se limitaban a identificar a
las personas que iban en esos camiones y a dejarlas marchar con el
producto de su pillaje, como se diría más tarde en sesión plenaria del
Ayuntamiento de Madrid y quedó recogido en el diario de sesiones.
Por supuesto, nunca se ha sabido nada en relación con posibles
medidas tomadas contra los identificados autores de ese expolio, ni
mucho menos en relación con la recuperación de lo “robado”.
Pues bien, todo ese cúmulo de actuaciones policiales y judiciales
totalmente insólitas e incomprensibles, totalmente incompatibles, e
incluso contrarias, con una correcta investigación del 11-M, se
iniciaron hace ahora 20 años, el 11 de septiembre de 2004; es decir, en
el caso de que en esos hechos se hubiera cometido algún delito, hoy se
cumple su plazo de prescripción, lo cual no tiene ninguna importancia,
pues nunca hasta hoy ha habido intención judicial o policial alguna de
investigarlos, salvo, hay que volver a recordarlo, la instrucción que
inició la valiente juez Coro Cillán, con las terribles consecuencias que
tuvo para ella.
Carlos Sánchez de Roda, Ingeniero de caminos, canales y puertos y Autor de “Los misterios del 11-M”
[1]
En Atocha y Téllez, sendos trenes sufrieron 4 explosiones cada uno; en
El Pozo, otro tren sufrió dos explosiones, y en Santa Eugenia, un cuarto
tren sufrió una única explosión
[2]
Desaparecieron 90 toneladas del material más importante para la
investigación, se ignora cuál fue su destino y los resultados de la
posible investigación a la que, en su caso, se les hubiera sometido
[3]
Tedax: Unidad de la Policía Nacional que interviene ante la presencia
de supuestos artefactos explosivos. Al frente de ella estaba el
comisario Sánchez Manzano. Al frente de la brigada provincial de Madrid
estaba el inspector jefe Cáceres Vadillo
[4] Información de El Mundo del 24 de noviembre de 2011, páginas 17 y 35
[5]
Dentro de la instrucción de la querella presentada por la Asociación de
Víctimas del 11-M contra el Jefe de los Tedax del 11-M, Sánchez
Manzano, y su perito químico
[7] Remimfer era la filial de Tafesa que se encargó de realizar la reparación del tren
[8]
Declaración prestada el 20 de enero de 2012, dentro de la instrucción
de la querella presentada por la Asociación de Víctimas del 11-M contra
el ex responsable de los Tedax, Sánchez Manzano y su perito químico
[9] Presupuesto reproducido en los folios 24.607 a 24615 del sumario. Con descripción de los trabajos presupuestados
[11] Así
lo afirmó Torres Dulce el 7 de junio de 2012, día siguiente al de la
nota de prensa, en la inauguración del XIII Congreso Nacional de
Procuradores, según información de la agencia EFE recogida por varios
medios de comunicación
domingo, 24 de marzo de 2024
"La bolsa de Vallecas" en los atentados terroristas del 11M
Han
pasado 20 años desde los atentados del 11 de marzo en Madrid, y parte de
la ignorancia sigue arraigada en la sociedad de este hermoso país
llamado España
Alonso Holguín EDATV 23 de Marzo 2024
Han pasado 20 años desde los atentados del 11 de marzo en Madrid, y
parte de la ignorancia sigue arraigada en la sociedad de este hermoso
país llamado España. Una de las funciones esenciales es la educación, la
formación intelectual para asegurar un futuro mejor. Enviamos a
nuestros hijos a las escuelas con la sana intención de mejorar lo que
recibimos de nuestros padres: un estado democrático y de derecho. Un
derecho que proporciona seguridad jurídica a los ciudadanos; un derecho
necesario para cumplir y hacer cumplir la ley con el fin de alcanzar una
convivencia en paz y libertad. Un derecho con mayúsculas.
Sin embargo, después de estos 20 años, debemos considerar que nuestro
esfuerzo ha sido en vano. Observa, todo el esfuerzo, no solo una parte.
Ahora bien, querido lector, los malos, bribones, oportunistas, personas
con complejos de inferioridad, aquellos temerosos de todo el orbe
ibérico, deben saber que no lograron su objetivo con algunos de
nosotros. Y, como tal, debemos dedicarnos a educar a las nuevas
generaciones. No inventaremos teorías, no buscaremos argumentos
sofisticados ni de inteligencia artificial; no crearemos nada nuevo ni
innovador. Será un trabajo de búsqueda, confrontación, y recopilación de
cuestiones enterradas en cientos de miles de documentos. Porque
ocultaron la verdad y promovieron la mentira para engañar a la sociedad,
a la nación, a un estado cuya clase política cedió ante los
terroristas. ¿Listos? ¡A por ellos!
Mi hijo estudia Formación Profesional
–Informática y Comunicaciones– en una escuela de una orden religiosa,
concertada por el Ministerio de Educación y Ciencia en la Comunidad de
Madrid. Recientemente, llegó a casa y dijo:
—Papá, hoy nos explicaron algo sobre el 11M: utilizaron teléfonos móviles para activar las bombas.
—Hijo, déjame contarte un par de cosas…
Este es el propósito de esta serie:
descubrir la mentira que cambió el curso de España. Enfatizaré algunos
aspectos según avance el artículo. No, no serán repeticiones ni errores
en la confección.
La mañana del 11 de marzo de 2004, España sintió su núcleo herido por
unas acciones terroristas en los trenes de Cercanías de Madrid. El juez
Del Olmo, a cargo de las diligencias, ordenó el traslado de los
fallecidos y sus pertenencias a la Institución Ferial de Madrid –IFEMA–
para centralizar las investigaciones tendentes a averiguar la autoría de
ese atentado terrorista. Las pertenencias consistían en ropa, bolsas y
mochilas de diversos tamaños. Uno de los aspectos más confusos fue la
llamada "mochila de Vallecas". En teoría, los objetos recolectados en el
tren de la estación "El Pozo" se reunieron en bolsones de basura. El
inspector jefe Cáceres Vadillo, jefe de la brigada TEDAX –Técnicos en
Desactivación de Artefactos Explosivos– de Madrid, ordenó revisar dos
veces, sí, dos, todos los coches del tren en esa estación. Los agentes
desobedecieron las órdenes. Realizaron esa revisión cuatro veces, sí,
cuatro. Es decir, una revisión más que exhaustiva.
Esos bolsones conteniendo los objetos fueron llevadas en dos furgonetas
tipo "Combi" de la Policía Nacional a la comisaría de Villa de Vallecas.
De esa dependencia, trasladaron a la comisaría de Puente de Vallecas
–Vallecas cuenta con dos comisarías de la Policía Nacional–. Por la
tarde se ordenó su remisión al IFEMA hacia las 16:30 h. Allí fueron
depositadas, se acordonó el área con una cinta en uno de los pabellones.
La jueza a cargo del IFEMA ordenó la devolución de los objetos a la
comisaría vallecana porque no estaban inventariados. ¿Por qué no se
realizó el inventario allí mismo? Volvieron a cargar los objetos en dos
furgonetas y los depositaron en la comisaría.
Mientras realizaban ese inventario, una
agente encontró una bolsa con un peso "superior" a lo habitual en los
objetos hacia la 01:30/01:45 h –en un futuro próximo veremos la
importancia de las horas y minutos–. Al abrir la bolsa, observó un
teléfono móvil conectado a un par de cables de manera muy extraña. No,
no es normal un teléfono móvil con dos cables saliendo del mismo. Estos
objetos se encontraban dentro de una bolsa de basura azul y esta dentro
de la bolsa de deporte; bolsa de deporte, que no mochila. Un agente que
transportó los bolsones, afirmó después que esa bolsa de deportes nunca
estuvo en IFEMA.
La agente del inventario transmitió la
novedad de inmediato al inspector, quien ordenó desalojar la comisaría y
avisar al equipo TEDAX. Estos agentes se personaron hacia las 02:20 /
02:30 h, desplazados desde su sede en el complejo de Latacona, distrito
de Moratalaz.
Siguiendo órdenes del comisario Juan Jesús Sánchez Manzano, jefe da la
unidad central de TEDAX –diplomado en Derecho, pero NO contaba con el
curso de técncio especialista en desactivación de artefactos explosivos
(TEDAX)–, trasladaron el artefacto en un vehículo escoltado por otros
dos al parque Azorín; dicho parque se encuentra a 700 m de distancia del
edificio oficial. El traslado contradice la doctrina europea para la
desactivación de artefactos explosivos. Esta doctrina aconseja evacuar a
todas las personas –excepto a los agentes TEDAX– y operar in situ
sobre el artefacto. Conviene recordar, esa misma mañana se intentaron
desactivar dos artefactos en las estaciones de "Atocha" y "El Pozo";
ambos explosionaron en sendos intentos. Por ello, los TEDAX determinaron
que eran "artefactos inestables". ¿Qué llevó al comisario Juan Jesús
Sánchez Manzano a ordenar el traslado de un artefacto que podría ser
"inestable", como los activados esa misma mañana? Sigamos.
En dicho parque, el agente "Pedro" TEDAX fue el encargado de intentar la
desactivación. Según dicta la doctrina, realizaron una serie de
radiografías. Dada la escasez de luz en la zona, no pudieron apreciar el
interior de la bolsa. Las radiografías se visionaron posteriormente en
la sede de la unidad central de TEDAX en el complejo policial de
Canillas. Además de las radiografías, se encargó al inspector "José
Luis" de la brigada de Madrid un reportaje fotográfico de la bolsa.
Fueron los TEDAX quienes realizaron el reportaje con una cámara de fotos
analógica, el tradicional carrete. Él se quedó viendo a distancia los
diferentes destellos del flash sobre la bolsa de deportes. ¿Seguro?
Continuemos.
El agente "Pedro" optó por la opción de
"poteras" para intentar desactivar el artefacto. Las "poteras" son una
serie de cables que intentan retirar el cableado del detonador y del
explosivo. No tuvo éxito. Tras conversar con los compañeros TEDAX en el
lugar de los hechos, y ante las presiones de los comisarios por
recuperar la mayor parte de los efectos del artefacto para encontrar a
los autores de la masacre, el agente "Pedro" decidió proceder con sus
propias manos en la bolsa. Lo primero fue buscar el cableado y la
conexión al material explosivo. Dio por desactivado el artefacto
explosivo. Al mismo tiempo, recogieron el material de la bolsa y
confiscaron el carrete de fotografías del inspector "José Luis" al
devolverle la cámara fotográfica.
Este agente "José Luis" declaró en el
juicio oral: "No vemos ningún tipo de bolsa de deportes, en ningún
momento hay bolsa de deportes" (Juicio Oral 03–05–07). ¿Raro no? Todo
quedó a disposición de la unidad TEDAX central, bajo el mando del
comisario Juan Jesús Sánchez Manzano. Eran las 5:15 a.m. del 12 de
marzo.
Explosivos. Posteriormente se determinó
la composición del explosivo: Goma 2 ECO. Esta es una de las formas de
la dinamita con componentes claramente diferenciados de otras dinamitas.
Los componentes son fundamentales. En la
investigación de un delito, una de las partes principales es el
hallazgo del arma del crimen. En este caso, los explosivos. ¿Saben por
qué se denominó Titadyn "50" a esa dinamita? Porque "50" es el
porcentaje de nitroglicerina en su composición. ¿Qué es la
nitroglicerina? Una sustancia explosiva muy "inestable" cuando se
activa. Sigamos con la bolsa de Vallecas y su contenido.
El teléfono móvil era de la marca
Motorola, modelo Triumph T–110. Quien confeccionó la bolsa dejó también
un cargador dentro. Según nos informaron durante la investigación y los
procedimientos judiciales, su posición en la bolsa de Vallecas era
servir de iniciador del detonador eléctrico. Los cables estaban soldados
en el interior y enviarían la electricidad necesaria al sonar la alarma
del móvil. Es decir, con los cables soldados y la alarma programada, al
activarse se iniciaría el detonador para comenzar la explosión.
El dispositivo telefónico tiene un
número de serie único que la compañía puede utilizar para identificar
dónde se vendió el dispositivo. En aquellos días, los teléfonos se
configuraban en origen para cada compañía de telefonía móvil. Este
aparato se vendió en la tienda "Bazar top", propiedad de los hermanos
Suresh y Rakesh Kumar, ciudadanos de origen hindú y dependientes de la
tienda también. Ese teléfono fue parte de un lote de 10 dispositivos
vendidos en su tienda en tres días diferentes a dos personas. Dichos
teléfonos móviles fueron liberados –presuntamente– en la tienda "Test
Ayman", propiedad de Maussili Kalaji, ciudadano de origen sirio. Kalaji,
tras su paso por el ejército sirio y su formación en Rusia, llegó a
España. Al parecer, colaboró en varios servicios con la Policía
Nacional, lo que le sirvió para acceder a la nacionalidad española e
ingresar en dicho cuerpo policial. Dentro del cuerpo, ha prestado
servicios en la UCIE (Unidad Central de Información Exterior) y como
escolta–conductor del entonces juez Baltasar Garzón en la Audiencia
Nacional. Es importante destacar sus conocimientos avanzados en
telecomunicaciones. Recuerden este nombre, Kalaji, para un futuro no muy
lejano.
Una vez liberados –presuntamente– los teléfonos móviles, fueron vendidos
a dos individuos que hablaban en un idioma diferente al español o al
árabe. Los hindúes no distinguen entre el búlgaro (según apuntaron los
compradores) ni el euskera o vascuence. Los compradores anotaron los
diferentes números de serie en su libro de ventas. Resulta paradójica
esta anotación, ya que son los ÚNICOS números de dispositivos que
registraron en su libro de ventas, y en la última página del mismo.
Además, en una de las compras, los mismos compradores adquirieron un
reloj marca Casio y una cinta de video. Originalmente, los móviles
estaban asociados a la empresa Movistar. Volvamos al parque Azorín.
El agente "Pedro" TEDAX fue
introduciendo cada elemento del artefacto en bolsas separadas. Enviaron
esas bolsas a la sede de la unidad central de TEDAX en el complejo
policial de Canillas. Primero, enviaron el dispositivo y el cargador
–ambos encontrados en la bolsa de Vallecas– a Policía Científica para el
análisis lofoscópico –la búsqueda de huellas dactilares o perfiles
genéticos depositados–. De ese informe, no se tiene ninguna noticia
posterior en el sumario. ¿Por qué? No hay datos.
Los agentes de Policía Científica
observaron la presencia de una tarjeta SIM de la compañía Amena. La
tarjeta SIM es el número de teléfono asignado a un dispositivo y la
identificación de una persona como su legítimo propietario; me refiero
al número. Esa tarjeta, como es comúnmente conocido, se utilizaba para
realizar llamadas telefónicas –en aquellos tiempos no era posible
navegar por Internet desde los móviles, ¡qué tiempos!–. Dicha tarjeta
fue enviada a la brigada de Información. Se entiende que esa "brigada"
era la comisaría general de Información, dentro del mismo complejo
policial de Canillas. Tras ese análisis lofoscópico, el aparato fue
devuelto a la unidad central TEDAX.
El comisario Juan Jesús Sánchez Manzano emitió un informe temprano en la
mañana del día 12 sobre el teléfono móvil: "En el teléfono móvil se han
observado modificaciones que permiten utilizarlo como sistema de
temporización y activación. Se desconocen las causas por las que no ha
funcionado". Recordemos aquí que dicho comisario jefe de la unidad
central de TEDAX es licenciado en Derecho, pero no está diplomado en el
curso de TEDAX: NO ERA UN TEDAX. Pues bien, días más tarde, el día 15,
emitió un segundo informe. En el punto 4 de este último, decía: "Si bien
el teléfono en cuestión se recepcionó apagado en la Unidad Central de
Desactivación de Explosivos y NBQ, tras su estudio se pudo comprobar que
tenía activadas las funciones de despertador, concretamente a las 07:40
h, y de vibración como señal de salida". Es importante recalcar que el
teléfono se recibió apagado. Luego, comprobaron la activación de las
funciones de despertador a las 07:40 h y la señal de vibración como
señal de salida. Si eso era así, ¿por qué no se activó la mañana o la
tarde del día 11 de marzo a las 07:40 h? ¿Recuerdan que los artefactos
explosionaron a las 07:38 h? ¿Ven la importancia de las horas exactas?
Personas ajenas a la investigación
oficial se lanzaron inmediatamente a realizar comprobaciones con dicho
dispositivo de la marca Motorola, modelo Triumph T-110. Primero
comprobaron que, para acceder al lugar de colocación de la tarjeta SIM,
se debe retirar la batería del teléfono móvil. Si se retira la batería y
no se coloca inmediatamente, el teléfono móvil pierde la programación
de la hora, la alarma programada… ¡Y las afirmaciones del comisario Juan
Jesús Sánchez Manzano se vuelven irrelevantes!.
Avanzada esa tarde, en un fax enviado a
las 19.35 h por el comisario jefe de la brigada provincial de
Información de Madrid, se decía: "Este teléfono actuaba como sistema
detonante a través de su alarma o emitiendo una llamada a dicho
terminal". ¿Hagamos memoria? ¡Vamos! ¿Recuerdan que el dispositivo se
recibió "apagado"? Si estaba apagado en el momento de la desactivación
en el parque Azorín, ¿cómo iba a funcionar el dispositivo con una
llamada si estaba APAGADO? Profundicemos un poco.
El teléfono móvil se encontraba
"liberado", en teoría. En origen, asociado a la empresa Movistar, pero
se liberó –presuntamente– en la tienda "Test Ayman" del agente Kalaji de
la Policía Nacional. Por lo tanto, podría funcionar con cualquier
tarjeta. La tarjeta encontrada en su interior –tras la desactivación–
correspondía con la empresa Amena. Sin embargo, uno de los agentes TEDAX
introdujo su tarjeta de la compañía Vodafone en el laboratorio cuando
analizaron el teléfono. No funcionó. Procedieron a instalar otra de
Movistar. En ese preciso instante el número del agente recibió una
llamada en dicho dispositivo. ¡Hay que joderse con la oportunidad!
Pero, ¿qué necesidad hubo de introducir
una tarjeta de telefonía? El dispositivo, una vez encendido, con la
batería puesta y sin haber "perdido" la programación de fecha, hora y
alarma de los presuntos terroristas que confeccionaron el artefacto,
podría revelar dichos datos. Es más, ¿qué necesidad hay de una tarjeta
si el teléfono se introduce apagado y la activación ha de ser por
alarma, ya que la llamada queda invalidada al no estar encendido?
La SIM identifica al "propietario" de la tarjeta, quizás del teléfono;
la SIM aporta un acusado de perpetrar el atentado. En este caso, Jamal
Zougam, ciudadano marroquí trabajador de un locutorio. En dicho
locutorio vendía tarjetas de telefonía, daba de alta a usuarios de
tarjetas. Por lo tanto, acceso a nombres, apellidos y DNI –NIE– de
otras personas para identificar tarjetas SIM. ¿Quién se cree que fuera
tan calamidad de insertar o ceder una de esas tarjetas con sus
datos personales para ser colocada en un teléfono y activar un artefacto
explosivo? En serio, ¿se puede ser tan idiota? ¡Vamos, no me jodas!
Perdón. Volvamos al artefacto.
Los cables salientes del teléfono no estaban conectados al explosivo ni
protegidos con cinta aislante, como es frecuente y necesario en la
confección de artefactos. Una vez se abrió el teléfono móvil en la
unidad central de TEDAX en Canillas, comprobaron que se habían soldado
los cables al sistema de vibración del teléfono móvil. ¿Recuerdan que
dicho teléfono estaba apagado? Bien. ¿Recuerdan que un teléfono móvil
apagado no funciona si recibe una llamada? Bien. ¿Recuerdan que un
teléfono móvil activa su vibrador al encenderse, sea para iniciar el
dispositivo, sea para iniciar su alarma? Bien. ¿Por qué el dispositivo
no se activó a las 7:40 h de la mañana o de la tarde, hora programada
para la alarma, según afirma en informe el comisario Juan Jesús Sánchez
Manzano? Ese modelo permite programar la hora, bien por la mañana o
tarde, pero no el día concreto de la alarma. ¿Por qué no se activó por
la mañana o tarde del día 11 o 12 de marzo? No se tiene constancia de
ello. ¿Conservó el teléfono móvil la configuración de fecha, hora y
alarma, tras retirar la tarjeta Amena, colocar la batería de nuevo,
retirar la batería, insertar la tarjeta Vodafone y luego Movistar
–propiedad del TEDAX que analizaba el teléfono–? ¿Sí? ¡Qué suerte!
Vamos a fiarnos del comisario Juan Jesús Sánchez Manzano –por unos
momentos–, no se alarmen. Una vez el dispositivo en poder de los TEDAX,
comprueban la fecha, hora y alarma; observan la presencia de una tarjeta
de telefonía; comprueban que el vibrador del aparato está conectado a
un detonador eléctrico: "El detonador eléctrico con cápsula de cobre de
64 cm de longitud, dos mordazas que terminan con la cápsula, tapón de
estancamiento de color azul turquesa, cableado unifilar de cobre y
recubrimiento de plástico de color rojo y azul, de 205 cm de longitud el
cable azul y 198 cm el cable rojo. En el culote del detonador figura
inscrito el número 5, y en el cableado se encuentran adheridas dos
etiquetas, una con las inscripciones 5 2.5, y la otra con el logotipo
UEB DETONADOR ELÉCTRICO –BLASTING CAP– DETONATEUR ELECTRIQUE –Made in
Spain, por una cara, y CE 0163 –PELIGRO EXPLOSIVO – DANGER EXPLOSIVE –
DANGER EXPLOSIF por la otra". Recordemos, de ese detonador eléctrico
salen dos cables sin conectar ni encintar ni insertar en la sustancia
explosiva. Por lo tanto, el impulso eléctrico necesario para detonar la
dinamita tipo Goma 2 ECO… ¡No podía explosionar con ese método! ¿Cómo?
Exacto. Si la alarma hubiera funcionado –quedó claro que el teléfono no
se activaría con una llamada porque estaba apagado– habría transmitido
la energía al detonador, que se habría activado e iniciado el impulso
eléctrico… ¡A ninguna parte porque los cables no estaban conectados! ¿Es
tan complicado? ¿Creen ahí acaban los aspectos oscuros de este sistema?
¿Qué elemento falta en un artefacto explosivo confeccionado por los
terroristas de forma habitual? Una pila de petaca, habitualmente de 9v,
para garantizar el impulso eléctrico necesario. Sigamos
Metralla. Concretamente una serie de
clavos con un peso de 600 gramos. Según mencionó el TEDAX "Pedro", estos
clavos estaban adheridos al explosivo Goma 2 ECO. Sin embargo, esta
bolsa no explotó. Especialistas consultados tienen serias dudas sobre la
eficacia de estos clavos como metralla debido a su fragilidad a la
temperatura de detonación de explosivos. De hecho, recuerdan a los
terroristas más "profesionales", quienes utilizan rodamientos de acero,
tornillos y tuercas de mayor entidad, volumen y peso para causar mayores
daños a las víctimas del atentado terrorista.
Un último detalle. Tras analizar la
bolsa de Vallecas, los agentes de Policía Nacional pudieron comprobar la
existencia de una anotación en el asa de la misma. Una serie de letras
que sin determinar significado ni autoría. Las letras parecen
adivinarse: E Fs Mq –siendo la última letra posiblemente una "g"–.
Observarán que estos caracteres son de alfabetos occidentales, distintos
a signos de lenguas árabes. Quizás pasen detalles frente a nosotros que
no vemos; no vemos porque tapan el sol con un dedo y dicen "es de
noche". Y nosotros, de buena fe, confiamos y tragamos.
En fin, espero haber ayudado a aclarar uno de los puntos clave de los
atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid: "La bolsa de Vallecas: el
inicio de la mentira". En un futuro cercano, analizaremos con detalle
otro punto. Hay varios más. ¿Creen posible generar más dudas en base a
los elementos de la investigación, sumario, comisión de investigación,
juicio oral y sentencia?
sábado, 23 de septiembre de 2023
COPE Logroño
Alberto Nieto (TEDAX): "Ojalá fuera tan sencillo como cortar un cable rojo o uno azul"
21 jun 2023 Carlos Cuartero/COPE Rioja
El
Ayuntamiento de Logroño albergó este martes, 20 de junio, una
interesante exposición para conmemorar el 40 aniversario del grupo TEDAX
de la Jefatura Superior de Policía de La Rioja.
Son
los técnicos especialistas en desactivación de artefactos explosivos.
Un grupo que aquí, en La Rioja, está formado por cinco técnicos, al
frente de los cuales está el inspector Nieto, con quien hemos tenido
ocasión, en COPE Rioja, de repasar su trayectoria de estos últimos 40
años en nuestra región.
El lema de su grupo es 'El primer error es el último'. Lo que quiere
decir que los agentes ponen en riesgo su vida para salvar la de los
demás. En este sentido, y ante la cinematográfica imagen de un
desactivador exponiendo su vida ante la tesitura de cortar el cable
adecuado, el inspector ha dicho que "ojalá fuera siempre tan sencillo
para desactivar un explosivo tener que cortar un cable rojo o uno azul.
Siempre es mucho más complicado que todo eso".
Su trabajo era más arriesgado antes (cuando existía la banda
terrorista ETA), que ahora, cuando su labor es mucho más específica.
"Ahora mismo, en España, no tenemos ningún grupo terrorista autóctono,
por lo que los incidentes con explosivos que tenemos están relacionados
con la delincuencia común, sobre todo en zonas del Levante y la Costa
del Sol, donde grupos criminales organizados utilizan artefactos
explosivo
Los agentes que forman parte de los diferentes grupos TEDAX-NRBQ
están desplegados estratégicamente en grandes urbes por todo el
territorio nacional, lo que permite ofrecer una respuesta a los riesgos
de artefactos explosivos y agentes NRBQ de forma rápida y eficaz desde
alguno de los 28 grupos existentes, junto a la unidad central. La
cualificada formación de esta especialidad de la Policía Nacional hace
que sus agentes sean requeridos por las autoridades de otros países para
colaborar en las investigaciones de atentados o explosiones.
Para
ser especialista en TEDAX-NRBQ los agentes deben superar unos duros
exámenes sobre física, química, electricidad y biología, además de tests
psicotécnicos y una entrevista personal. Tras estas pruebas acceden al
curso de especialización, de carácter también selectivo, y en el que
durante 15 meses se instruyen en materias propias de la especialidad,
con un 50% de prácticas reales, ya que sólo con la experiencia y la
formación continua se consigue un profesional en esta área policial.
Las
cualidades de un agente TEDAX-NRBQ son la estabilidad y control
emocional, el afán de formación y perfeccionamiento constante, la
capacidad de concentración, observación, análisis y toma de decisiones,
disciplina y plena disposición hacia el servicio, y aptitudes para el
trabajo en equipo.
Los agentes que forman parte de los diferentes grupos TEDAX-NRBQ
están desplegados estratégicamente en grandes urbes por todo el
territorio nacional, lo que permite ofrecer una respuesta a los riesgos
de artefactos explosivos y agentes NRBQ de forma rápida y eficaz desde
alguno de los 28 grupos existentes, junto a la unidad central. La
cualificada formación de esta especialidad de la Policía Nacional hace
que sus agentes sean requeridos por las autoridades de otros países para
colaborar en las investigaciones de atentados o explosiones.
Para
ser especialista en TEDAX-NRBQ los agentes deben superar unos duros
exámenes sobre física, química, electricidad y biología, además de tests
psicotécnicos y una entrevista personal. Tras estas pruebas acceden al
curso de especialización, de carácter también selectivo, y en el que
durante 15 meses se instruyen en materias propias de la especialidad,
con un 50% de prácticas reales, ya que sólo con la experiencia y la
formación continua se consigue un profesional en esta área policial.
Las
cualidades de un agente TEDAX-NRBQ son la estabilidad y control
emocional, el afán de formación y perfeccionamiento constante, la
capacidad de concentración, observación, análisis y toma de decisiones,
disciplina y plena disposición hacia el servicio, y aptitudes para el
trabajo en equipo.
s para atacarse entre ellos y reventar cajeros automáticos", ha
explicado Nieto.
Desde su creación en 1983, los TEDAX han
realizado una media de 500 incidencias anuales, estando la mayoría de
ellas relacionadas con la protección de autoridades, protección de
edificios, inspecciones de cartas y paquetes, participación en
dispositivos de seguridad, elaboración de informes de seguridad de
infraestructuras, informes periciales, actos públicos con grandes
aglomeraciones de personas, etc...
Actualmente, esta Unidad en La
Rioja está compuesta por 05 técnicos (01 inspector, 02 oficiales y 02
policías), formados en las dos especialidades: TEDAX y NRBQ.
jueves, 25 de mayo de 2023
NIUS
La Ertzaintza homenajea a Luis Hortelano, agente asesinado por ETA junto a dos Tedax con un bomba en Bilbao en 1989
El ertzaina Luis Hortelano García, asesinado por ETA en Bilbao en 1989, ha sido homenajeado este miércoles en la base de la Ertzaintza de la localidad vizcaína de Iurreta, junto al monolito que recuerda a los agentes fallecidos en atentados terroristas.
La directora de la Ertzaintza, Victoria Landa, y el jefe de la Ertzaintza, Josu Bujanda,
junto con el Jefe de División, mandos y agentes de la UDE (la Unidad de
Desactivación de Explosivos), de la Brigada Móvil y de la Unidad de
Vigilancia y Rescate, han recordado a Luis Hortelano García con una ofrenda floral y un minuto de silencio en presencia de allegados del ertzaina fallecido hace 34 años.
Luis Hortelano tenía 33 años y era jefe de la Unidad de Desactivación de Explosivos cuando
fue asesinado. Los terroristas colocaron una bomba cerca de un
concesionario de coches en el barrio bilbaíno de Zorroza. Al mismo
tiempo, dejaron cerca otro cargado de explosivos. Cuando estalló el
primer artefacto, los agentes inspeccionaron la zona. Encontraron un
taxi que llevaba en su maletero una bomba e iniciaron la desactivación.
La bomba llevaba llevaba un mecanismo trampa que produjo la explosión.
Fallecieron junto al ertzaina, dos miembros de los Tedax de la Policía Nacional, Manuel Jódar Cabrera y José María Sánchez García. Otros cuatro policías, un bombero y seis ciudadanos resultaron heridos de diversa gravedad a causa de aquel atentado de ETA.
Un minuto de silencio en los puestos de trabajo
El
homenaje a Hortelano es uno de los reconocimientos individuales que
promueven la Dirección y Jefatura de la Ertzaintza desde que, el 20 de junio de 2022, en memoria y homenaje a los quince ertzainas fallecidos en acto de servicio en el cuerpo
Respecto
a los agentes asesinados por ETA, se instauró, ya de manera oficial por
parte de la Ertzaintza, la celebración anual de este tipo de actos "contando, siempre, con las familias o personas allegadas de
las víctimas y respetando su deseo en cuanto a los detalles de forma y
lugar de celebración del homenaje", ha precisado la Consejería.
Además, a los agentes que no puedan asistir al homenaje, la Ertzaintza les anima a guardar un minuto de silencio en sus respectivos puestos de trabajo.
Estos
homenajes individuales se suman al acto anual que organiza la
Ertzaintza el primer domingo del mes de junio para recordarles de manera
conjunta, con una ofrenda de txapelas rojas en el monolito en el que pueden leerse todos sus nombres.
Madridiario
El herido era trasladado al hospital en helicóptero. (Foto: 112 Comunidad de Madrid)
Halladas 12 granadas y un mortero en el chalé donde resultó herido un hombre tras una explosión
La Guardia Civil ha encontrado 12 granadas y un mortero
en el chalé donde el sábado resultó herido un joven de 31 años tras
explotarle uno de estos artefactos explosivos, han informado a Europa
Press fuentes de la Comandancia de Madrid.
La deflagración, cuyas causas ahora
se están investigando, ocurrió sobre las 13.35 horas, en una
urbanización situada en la Travesía de Pelayos. Terminó con una persona
que estaba manipulando la granada herido grave con quemaduras de segundo y tercer grado en el 40 por ciento de su cuerpo. Al llegar los sanitarios del Summa-112, presentaba la pierna derecha en estado catastrófico.
Los facultativos lo estabilizaron y lo trasladaron en estado grave en helicóptero al Hospital de La Paz de Madrid,
donde se recupera de las heridas. Se encuentra detenido por tenencia de
explosivos. Bomberos de la Comunidad de Madrid acudieron al lugar de
modo preventivo.
La Guardia Civil detuvo a una segunda
persona, de 26 años, con el que se encontraba el herido en el momento
de la explosión, pero que no resultó herido. Está acusado también de tenencia ilícita de arma y pasará a disposición judicial.
Este domingo, el detenido acompañó a los agentes en el registro de la casa y ha señalado que eran coleccionistas de artefactos antiguos.
Sin embargo, el Instituto Armado no tienen constancia de que fuera así,
ya que de la mayoría no han aportado ninguna documentación al respecto
ni han sido declaradas como corresponde a las autoridades. Por ello, investigan su procedencia y quién es su propietario.
Los artificieros de los Tedax de la
Guardia Civil han incautado 12 artefactos explosivos muy antiguos en el
interior de la casa, entre ellos un mortero de la Guerra Civil
almacenado en la caseta exterior de la casa. Tras retirarlas, las han
deflagrado de manera controlada porque aún contienen carga explosiva.
La explosión se pudo escuchar en la
plaza del pueblo, de unos 3.000 habitantes, situada a varios kilómetros
de la urbanización. Los vecinos se han mostrado sorprendido por la
cantidad de granadas encontradas y por el peligro que eso supone para los residentes en la zona.
jueves, 11 de mayo de 2023
Aquí tenéis lo más vomitivo de esta sociedad corrupta por todas partes, asesinos en listas electorales incluso alguno está en su mismo pueblo. que pensarán las víctimas de estos malnacidos, y que sociedad tan podrida permite esto??. No obstante llevamos casi 40 años con un bipartidismo que se a encargado de que así sea, ya que ellos son los más corruptos. El ppsoe no tiene vergüenza ni decencia democrática, poco nos separa de la dictadura de Venezuela. Tantos años luchando y sufriendo para llegar a esto.
Sois unos malnacidos vosotros y los que os apoyan, solo pido justicia divina, ya que la terrenal ni está ni se le espera, bueno si, estarán llevando dinero a bancos offshore para enriquecerse con el dinero de todos.
sábado, 11 de marzo de 2023
Las 12 incógnitas del 11-M en el último aniversario antes de que prescriba el mayor atentado terrorista
Dentro de un año, el 11 de marzo de 2024, 20 años después del terrible atentado del 11-M, prescribirán los delitos de sus autores intelectuales y ejecutores, así como los de sus colaboradores y encubridores. Si nada lo remedia, la Justicia ya no podrá perseguir a nadie por esos hechos a pesar de que pudieran aparecer nuevas pruebas, nuevos hechos y nuevas declaraciones reveladoras.
Sin embargo, esa misma Justicia ha venido conociendo, desde el mismo 11 de marzo de 2004, una serie de hechos difícilmente explicables que ponen en tela de juicio toda la investigación, el sumario y la propia sentencia del 11-M.
No se trata de teorías, elucubraciones o hipótesis. Son hechos evidentes, irregulares, inexplicables, presuntamente delictivos, puestos de manifiesto por documentos obrantes en el sumario y por testimonios claros, rotundos, muchos bajo juramento.
Los testimonios prestados ante la juez Coro Cillán, más de cinco años después del atentado, también han sido sistemáticamente ignorados.
A lo largo de nueve años, y publicadas en diversos medios, estas inconsistencias de la versión oficial no provocaron reacción alguna en quienes tenían que haber reaccionado. Éstas son las 12 incógnitas del 11-M:
1- Caótica recogida de muestras
La mejor información de cómo se realizó esa recogida la tenemos gracias a los testimonios prestados en junio de 2011 ante la juez Cillán por los agentes tedax intervinientes. Tras enfrentarse a la negativa de Alfredo Pérez Rubalcaba, entonces ministro del Interior, a facilitar la relación de los agentes intervinientes, la juez consiguió finalmente hacerlos pasar por su despacho.
Varios medios reprodujeron el relato de un abogado presente en la toma de declaraciones: la mañana de los hechos, el inspector jefe del grupo Tedax de la Brigada Provincial de Madrid, Cáceres Vadillo, se puso al mando de la recogida de muestras de la forma habitual en estos casos, y repartió a sus agentes entre los cuatro escenarios del atentado.
Pero antes del mediodía, el comisario Juan JesúsSánchez Manzano, jefe de la Unidad Central Tedax, llegó a Atocha gritando "¡aquí mando yo!". Siempre según este relato, Sánchez Manzano anuló las órdenes dadas por Cáceres Vadillo y, saltándose el normal modo de proceder, puso a sus propios agentes al mando de cada escenario.
En este proceso, ordenó a los tedax de Madrid que entregasen a los de la Unidad Central las muestras recogidas hasta entonces, impidiéndoles incluso que terminasen de etiquetarlas y clasificarlas.
Se mezclaron las pruebas, de forma que luego no se podría saber a qué foco pertenecía cada una de ellas. Desaparecieron numerosas muestras de algodón impregnado, tierras de cráteres bajo los trenes, cables y componentes metálicos. De hecho, no existe la correspondiente acta con la relación, inventario y clasificación de los restos recogidos en cada foco.
Algo parecido pasó con las muestras de explosivos que los Tedax de Sánchez Manzano enviaron a la Policía Científica. Así lo testimonió en el juicio, el 23 de abril de 2007, Carlos Corrales, jefe de la Comisaría General de la Policía Científica.
"Se nos envían muestras de explosivo sin especificar de dónde son recogidas, ni en qué consisten... hasta que, en algún momento, digo que no estoy dispuesto a seguir recibiendo muestras donde no se me especifique dónde han sido recogidas, ni cómo han sido recogidas, ni qué tipo de muestra es... me preguntan que por qué, que de dónde eran esas muestras, les digo que lo ignoro, porque se les ha pedido reiteradamente al Tedax que nos las indicaran [...] En Policía Científica siempre hacemos constar dónde, cómo, el porqué y quién lo ha recogido y en qué circunstancias", dijo en su declaración.
2- Masiva retirada de material
Más de un año después del atentado, en junio de 2005, peritos de la Policía Nacional y de la Guardia Civil, siguiendo órdenes del juez instructor, realizaron un informe pericial sobre las explosiones en unos trenes que habían desaparecido más de un año antes.
¿Cómo es posible? En el folio 7 del acta de la pericial escribieron: "Todas las explosiones produjeron, en torno al punto donde estaba colocado cada artefacto, una zona en la que los efectos fueron devastadores, tanto en las personas que allí se encontraban, como en el mobiliario de los vagones (asientos, revestimientos interiores, ventanas, puertas...). El estudio de estos efectos, junto con los resultados de los análisis químicos realizados, es determinante para establecer la cantidad y tipo de explosivo utilizado en cada artefacto".
Pues bien, ese "mobiliario" cuyo estudio era tan determinante había desaparecido desde la misma mañana del día 12 de marzo. Aquel amanecer, muchos pudieron ver cómo del tren de Atocha había desaparecido buena parte de ese material, y existen fotos, algunas de ellas proyectadas en el juicio a petición de la Fiscalía -en la prueba documental del 4 de junio de 2007-, en las que se aprecia esa ausencia.
Mañana del 12 de marzo. El tren de Atocha (2do. plano) ya sin el “mobiliario”, determinante para establecer el tipo de explosivo, según los peritos. El tren de Téllez (1er plano) está sufriendo la misma limpieza de material. Reuters
También hay abundante documentación gráfica de cómo se actuaba en el tren de la calle Téllez durante los días 12 y 13 de marzo. Y un testimonio sonoro emitido por la cadena SER en la mañana del día 12 desde la calle Téllez, dice: "Un camión volquete completo con restos de ese vagón ha sido ya enviado a la comisaría, a las instalaciones centrales de la Policía Científica en el barrio de Canillas para un posterior examen". Es decir, el mobiliario que un año después sería mencionado por los peritos.
3- Quién dio la orden
Tras esa limpieza inicial de los focos de las explosiones, lo que quedó de los coches explotados fue destruido y desapareció. No hace falta documentarlo, pues es de sobra conocido. Pero lo que no conoce nadie es al "autor intelectual". No se sabe siquiera si el juez instructor la autorizó, pues hasta la juez Coro Cillán lo preguntó más de una vez a la Audiencia Nacional, sin que al parecer hubiera respuesta.
Pedro Díaz Pintado, número dos de la Policía el 11-M, declaró ante Cillán, en septiembre de 2009, que Renfe preguntó si podía desguazar los trenes. Él respondió que no se podían destruir por decisión unilateral de la Policía, porque eso era una prueba, que preguntasen al juez para que él lo decidiera. No es necesario detallar la importancia de esa destrucción del escenario del crimen, pero en el sumario no consta la existencia de ninguna pericial realizada en los trenes.
A lo largo de la instrucción y del juicio fueron numerosos los lamentos por la carencia de muestras. El propio Tribunal Supremo afirmó, al resolver sobre un recurso de casación en julio de 2008, que puede resultar sorprendente una tan apresurada destrucción, que impidió un estudio posterior más reposado y en profundidad. Pero ahí se quedó: nadie pidió explicaciones al responsable.
4- Los trenes en Vicálvaro
El ya citado jefe de los Tedax de Madrid, Cáceres Vadillo, declaró el 23 de noviembre de 2011 ante la juez Coro Cillán, que sus agentes propusieron trasladar los trenes a Vicálvaro para, una vez allí, buscar pruebas y muestras de explosivo a través de una inspección exhaustiva.
El día del ataque, habían dejado parte de su trabajo sin realizar. Abandonaron las tareas más dificultosas de búsqueda de pruebas porque daban por hecho que podrían llevarlas a cabo, con tranquilidad y discreción, durante las semanas siguientes. Pero, para su sorpresa, los trenes empezaron a ser retirados para su desguace la misma noche del día 11.
Nadie ha investigado quién y por qué decidió no atender la petición de los Tedax de Madrid.
5- El tren de Santa Eugenia
Sin embargo, la decisión de destruir los trenes había tenido una excepción: el tren atacado en Santa Eugenia sí fue trasladado discretamente a la estación de clasificación de Vicálvaro. Y allí permaneció seis meses, hasta el 11 de septiembre, cuando fue llevado a un taller para su reparación. Este asunto quedó oculto en el sumario y en el juicio.
No sabemos si esa circunstancia también se les ocultó a los Tedax de Madrid, que habían pedido investigar los trenes en Vicálvaro, y que tenían en ese tren de Santa Eugenia la única oportunidad de hacerlo. En todo caso, no consta en el sumario ninguna pericial o investigación realizada en ese tren y en ese lugar.
6- El foco de explosión
Como se ha dicho, el tren de Santa Eugenia fue el único salvado del desguace. Fue reparado, pero todo el material próximo al foco de explosión fue guardado, discretamente, en un almacén del taller de la empresa Tafesa.
Precinto del local en el que se guardaban los restos del tren de Santa Eugenia, últimos restos de un tren del 11-M. Carlos Sánchez de Roda
Cuando ocho años después, en 2012, fue descubierta y hecha pública la existencia de esta prueba, el local fue precintado por orden de la Fiscalía General del Estado, mientras la Fiscalía de Madrid afirmaba en una nota de prensa: "Se ha constatado la adopción de medidas para la conservación de dichos restos, ante la eventualidad de posibles análisis posteriores. Todo ello se llevó a cabo con pleno conocimiento de los órganos judiciales de la instrucción de la causa y del enjuiciamiento, que fueron informados en su momento".
Es decir, se informó a los órganos judiciales, pero éstos guardaron silencio, pues nada de eso trascendió durante los ocho años que transcurrieron hasta un "descubrimiento" que causó la sorpresa hasta del propio fiscal general, Eduardo Torres-Dulce.
Por otra parte, el director general de la empresa que llevó a cabo la reparación del tren, declaró ante la juez Cillán, el 20 de enero de 2012, que la Policía y la Guardia Civil pasaron dos veces, mientras hacía la reparación de la unidad, para ver los materiales. Pero no hay constancia oficial de esas visitas de policías y guardias civiles.
Últimos restos del tren de Santa Eugenia, 16 de septiembre de 2013. Carlos Sánchez de Roda
Por si fuera poco, a la vez se estaba realizando -también por agentes de los mismos cuerpos- la pericial conjunta referida en el punto 2 de este artículo. Pericial que, ante la desaparición de los trenes, hubo de basarse en fotos tomadas, entre otros, por policías municipales, ferroviarios y bomberos.
Así que policías y guardias civiles no tenían a su disposición más restos que los de Santa Eugenia, y los examinaron, pero en el informe pericial ni siquiera mencionaron su existencia, a pesar de que habían sido guardados precisamente "ante la eventualidad de posibles análisis posteriores".
7- Robo del material
La Fiscalía dio gran importancia a los restos descubiertos del tren de Santa Eugenia y ordenó su precintado y puesta a disposición del Juzgado 6 de la Audiencia Nacional.
23 de octubre de 2013. Arriba a la izquierda, último resto del tren mientras la Policía estaba en la puerta. A la derecha, lo que quedaba del cobertizo que guardó los últimos restos de un tren del 11-M. Carlos Sánchez de Roda
Pero nada más se supo sobre actuaciones en esos restos custodiados y precintados hasta que fueron finalmente robados por supuestos ladrones cuyo tráfico de camiones era regulado por policías municipales que "filiaban" a los conductores de los camiones. Así se recoge en las actas de sendas sesiones de las comisiones de Urbanismo y Vivienda y de Seguridad y Emergencias del Ayuntamiento de Madrid, de fecha 20 de noviembre de 2013.
Y todo ello ocurría en unos días en los que policías nacionales vigilaban personalmente la puerta del taller. Al menos, esto último ocurría el 23 de octubre de 2013, con el robo a punto de consumarse.
El 23 de octubre de 2013 la policía en la puerta de acceso al taller en el que robaban los últimos restos de un tren del 11-M. Carlos Sánchez de Roda
8- La mochila de Vallecas
En la tarde noche del mismo día 11, apareció en la comisaría de Vallecas, dentro de un bolsón procedente de la estación de El Pozo, una mochila bomba de unos 12 kilos de peso, tras un misterioso periplo de idas y vueltas por Madrid, con larga estancia en Ifema y con momentos de ausencia de custodia policial-, una mochila bomba de unos 12 kg de peso.
La versión judicial asumió que esa mochila procedía del tren atacado en la estación de El Pozo. Sin embargo, según declaró en el juicio, el 19 de marzo de 2007, uno de los cinco peritos que intervinieron en la recogida de enseres en El Pozo, habían abierto una a una y revisaron por dos veces todas las bolsas abandonadas y no encontraron nada anormal.
Es decir, con el ambiente de alerta imperante, los especialistas Tedax hacen una doble revisión de cada una de las bolsas pero, según la versión judicial, aun así, recogen una bolsa con nada menos que 10 kg de explosivos y no los ven. ¿Es esto creíble? No lo parece en absoluto.
Pero la cosa no acabó ahí. El 3 de mayo de 2007, declaró en el juicio el agente de la Policía Científica que había acudido al lugar de la desactivación para realizar un reportaje fotográfico del artefacto. Según su declaración, entregó su cámara a un agente Tedax que realizó unas fotografías de la mochila, antes de la desactivación, y luego le devolvió la cámara.
Tras la desactivación, él se sorprendió al ver una bolsa de basura, y no una mochila, y se dispuso a completar el reportaje fotográfico. Pero al ir a hacerlo, se lo impidieron bruscamente y le echaron del lugar: "No hacen falta más fotos, que se retire de la zona". Y no quedó constancia fotográfica del artefacto desactivado.
A continuación, el entonces comisario general de Seguridad Ciudadana, Santiago Cuadro Jaén, que estaba al mando de la operación, le ordenó entregar a los Tedax el carrete con las fotos iniciales. Cuando más tarde se interesó por las fotos realizadas, le contestaron que "nunca se han hecho esas fotos, el carrete no existe". La tierra se tragó las fotos de la prueba que sostiene todo el tinglado de la sentencia.
Anteriormente, cuando los Tedax que iban a realizar la desactivación aconsejaron al comisario desalojar las viviendas colindantes, éste descartó ese desalojo; después se comprobó que el artefacto no habría podido estallar al no estar hechas todas sus conexiones eléctricas.
9- Las muestras de metralla
La metralla jugó un papel fundamental en la investigación del 11-M. La mochila de Vallecas contenía 640 gramos de clavos y tornillos. Pero la doctora Carmen Baladía, que el 11-M, como directora del Instituto Anatómico Forense, coordinó y supervisó las labores de identificación y las autopsias de las víctimas, declaró ante la juez Coro Cillán, el 28 de octubre de 2011, que "no había metralla entre nuestros 191 muertos. En los informes en los que se hicieron radiografías, no se aprecia eso que se ha venido a llamar la tornillería. Ni tuercas, ni clavos, ni tornillos. En ninguno de los cuerpos se encontraron restos de metralla".
Es decir, que la mochila de Vallecas contenía una metralla que no estaba en los cuerpos de las víctimas de los trenes, según la directora de las autopsias.
Muestra M-6-9. Izquierda, en 2005; derecha, en 2007.
No sorprenden por ello los malabarismos que hubo que hacer para tratar de salvar esa discrepancia. La supuesta metralla aparecía, desaparecía y se transformaba en los informes en función de cada circunstancia.
El asunto dio un vuelco cuando una de las partes le dijo al juez que debía precisarse "en qué focos de explosión se encontró metralla", y el juez ordenó a la unidad Tedax que informase al respecto. Y se produce el milagro.
Casi dos años después del atentado, el 9 de diciembre de 2005, Sánchez Manzano remite al juzgado un informe en el que da cuenta de la súbita aparición de nada menos que de 21 tornillos y 33 clavos procedentes de casi todos los focos existentes, tornillos y clavos que presentaban coincidencias con los de la mochila de Vallecas.
Transformación de la metralla del tren de Santa Eugenia entre los años 2005 y 2007.
Pero la cosa no terminó ahí. Todas las muestras de metralla aparecidas y fotografiadas en la pericial de diciembre de 2005 se enviaron al juzgado, y de ahí al laboratorio de la Policía Científica, lugar en el que volvieron a ser fotografiadas para el informe de la pericial de explosivos realizada durante el juicio en 2007.
Pues bien, si se comparan ambas series de fotos se obtienen unos resultados sorprendentes, y es que las mismas muestras varían de una pericial a otra. Hay nuevas muestras que aparecen en 2007, otras desaparecen entre 2005 y 2007, y otras se transforman.
El asunto se hizo aún más inquietante tras la declaración de uno de los peritos de la primera pericial específica de metralla, la de las minas asturianas, prestada el 8 de julio de 2011 ante la juez Coro Cillán. Esa pericial determinó que no había coincidencias entre los clavos de las minas y los de la mochila de Vallecas.
Según la información publicada en esa fecha, ese agente declaró que Sánchez Manzano le ordenó modificar su veredicto. Al negarse a ello, Manzano le dijo que los informes periciales los haría a partir de entonces otro tedax. Y así fue, ya no intervino en ninguna de las periciales posteriores sobre metralla.
10- No hay cadena de custodia
Ya hemos visto en el punto 1 lo caótico que fue el primer eslabón de la cadena de custodia -la recogida de las muestras en los trenes-, sin que se conozca la existencia de actas de recogida, inventarios de muestras y fotografías.
Hemos visto también que no hay inventario realizado después en el laboratorio químico Tedax, con descripción y fotografías de las muestras.
Y también hemos visto cómo se produjo una súbita aparición, casi dos años después del 11-M, de muestras de metralla hasta entonces desconocidas, así como la misteriosa transformación de esa metralla entre la última pericial Tedax y la de explosivos realizada durante el juicio oral en el laboratorio de la Policía Científica.
En ese sentido, procede recordar que en el documento final de esa pericial no está el acta de entrega en el laboratorio de las muestras de los trenes, que está sustituida por el acta de la anterior entrega de esas muestras en el juzgado. Así pues, no hay dato alguno de la entrega de esas muestras desde el Juzgado al laboratorio de la Policía Científica, no consta quién efectuó esa entrega, ni cuándo, ni cómo se hizo.
En tales circunstancias, no es extraño que en el informe de la pericial de explosivos realizada en el laboratorio de la Policía Científica se pueda leer: "La cadena de custodia de las evidencias es desconocida para los peritos actuantes salvo para una de ellas".
11- Evidentes e impunes perjurios
Durante las sesiones de la vista oral y ante un grupo de víctimas, el magistrado Javier Gómez Bermúdez se comprometió a "enviar caminito de Jerez" a quienes hubiesen prestado falso testimonio. Ni que decir tiene que nadie emprendió ese "caminito". Todo quedó olvidado. Sin embargo, son varios los evidentes perjurios pronunciados ante el Tribunal. Veamos uno de ellos como ejemplo.
En el análisis químico de las muestras recogidas en un atentado con explosivos es práctica normal, tras un primer análisis de urgencia en el laboratorio Tedax, enviarlas al laboratorio altamente cualificado de la Policía Científica. Sin embargo, en el 11-M, no se hizo así. Las muestras, tras su caótica recogida en los trenes y su no menos caótico análisis en el laboratorio se quedaron en el almacén de los Tedax.
En la vista oral, el 14 de marzo de 2007, el comisario Sánchez Manzano, jefe de los Tedax, dio esta explicación: "Cuando eran restos de explosión no pesables, impregnaciones, por decirlo de alguna manera, siempre se han quedado en la Unidad Central de Desactivación de Explosivos. Cuando había sustancias pesables, un resto de... de explosivo, no un resto de explosión, sino un resto de explosivo, eso se mandaba a Policía Científica".
Y Carlos Corrales, que el 11-M era el jefe de la Comisaría General de la Policía Científica, mantuvo este diálogo con el abogado de la Asociación de Víctimas del 11-M en la sesión del 23 de abril:
AAV11M: ¿Hay algún caso en el que por ser sustancias no pesables, esté previsto que no deban ser remitidas al laboratorio de la Policía Científica?
T: No hay ninguna norma en el manual.
AAV11M: Es más, podríamos decir, que cuando, precisamente, por ser no pesables, es decir, más difíciles de analizar, es más normal que se envíe a la Policía Científica, que tiene mejores medios para analizarlo.
T: Sí señor.
Y en la sesión del 28 de mayo de 2007, el perito P12, de la Policía Científica, respondió así al abogado de Jamal Zougam:
D ZOUGAM: ¿Sabe usted por qué razón, parece ser que desde la Unidad Central Tedax sólo envían a la Policía Científica elementos pesables de explosivos y no los que puedan estar adheridos a ciertas superficies?
P12: Eso es incierto totalmente. Del total de los informes periciales que he hecho en los casi 20 años que llevo en el laboratorio químico toxicológico, de los 519 informes periciales hechos hasta el día de hoy, el 85,93% son sobre restos de explosivos y, por consiguiente, el resto sería de explosivos pesables tal como usted lo dice.
Son declaraciones incompatibles sobre asuntos que los tres testigos conocían perfectamente y que eran muy importantes en la investigación del 11-M. Alguien mintió clamorosamente bajo juramento, pero ese perjurio no tuvo consecuencia alguna.
12- Testimonios olvidados
A lo largo de este artículo se han utilizado como argumento diversos testimonios prestados ante la juez Coro Cillán. La razón de ello está en lo ocurrido en la trascendental instrucción de la querella presentada el 8 de julio de 2009 por la Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11-M (actualmente Asociación de Víctimas del 11-M) contra el comisario jefe de los Tedax Sánchez Manzano y su perito químico.
Se formulaba querella criminal contra ellos y contra el resto de personas que la instrucción determinase como "presuntos autores de los delitos de omisión del deber de perseguir delitos, encubrimiento por ocultación de pruebas y falso testimonio".
El Juzgado de Instrucción número 43 de Madrid, dirigido por Coro Cillán, admitió la querella a trámite, imputó a los dos querellados y desarrolló, durante dos años y medio, la investigación, con el apoyo del fiscal, salvando los múltiples obstáculos de todo tipo que se le presentaban.
A pesar de la firme oposición gubernamental, la juez Cillán logró la comparecencia de numerosos testigos policiales y otros que no lo habían hecho en el juicio del 11-M, algunos de los cuales han sido citados en este artículo. Muchas de esas declaraciones aportaron nuevos datos de lo ocurrido con los trenes y con la toma de muestras en ellos.
El 6 de febrero de 2012 compareció, ante Coro Cillán, Miguel Corsini, que en la fecha del atentado era presidente de Renfe. Y justo el día siguiente, la Audiencia Provincial decretó el sobreseimiento por "cosa juzgada", cuando era evidente que nunca se habían juzgado los hechos denunciados en la querella. Y se dio carpetazo al asunto.
Siguieron varios recursos contra ese sobreseimiento, pero finalmente, el 26 de marzo de 2013, la propia juez Coro Cillán fue suspendida cautelarmente, y el 11 octubre de 2013, inhabilitada por prevaricación en otro asunto. Su vida quedó destrozada.
Todavía las víctimas de la asociación intentaron continuar con la querella. Pero sufrieron nuevas negativas formuladas con especial crueldad, como la del 11 de julio de 2014 del juzgado nº 6, en cuyo auto de inadmisión de un nuevo recurso se puede leer lo siguiente: "Tampoco corresponde, a quien resuelve, la tarea de desvelar bulos y teorías sobre conspiraciones, máxime cuando la verdad judicial ya quedó establecida […] y por ello los aspirantes a detentadores de una invocada verdad real no pueden ser objeto de la presente resolución" (pág. 15 del Auto de 11/07/2014).
Este cruel trato judicial sería impensable que lo recibieran otras víctimas del terrorismo. El pecado de algunas de las del 11-M es, al parecer, su deseo de saber quién y por qué les hizo tantísimo daño.
No puede ser casualidad la sucesión de irregulares acontecimientos ocurridos a lo largo de nueve años -incluidos los ocho del Gobierno Zapatero-, todos ellos encaminados a destruir, apartar, eliminar, esconder, escamotear, sustituir, modificar todas las evidencias que podían salir de los trenes, mientras se le daba el máximo protagonismo en su lugar, y como prueba de lo ocurrido, al contenido de una mochila que nadie vio en ningún tren, pero que al final fue la base de toda la investigación, el origen de los hechos supuestamente probados y el sustento de la propia sentencia.
Es como si se hubiese pretendido, y logrado finalmente, alejar la investigación de los verdaderos autores materiales e intelectuales para llevarla hacia los que finalmente resultaron señalados en la sentencia.
***Carlos Sánchez de Roda es ingeniero de Caminos, Canales y Puertos. Es autor del libro 'Los trenes del 11-M. Las pericias necesarias' (Última Línea, 2015).