ROBERTO BENITO / Madrid / El Mundo
Cuando los más de 26 millones de españoles que votaron en las elecciones del 14 de marzo de 2004 acudieron a las urnas aquel frío domingo, pocos tenían en mente otra cosa que no fueran los brutales atentados que habían conmocionado a España tres días antes y todos los acontecimientos que se habían sucedido durante las dos largas jornadas posteriores.
Los resultados de los comicios confirmarían horas después lo que muchos sospechaban y pocos se atrevían a vaticinar: los españoles habían dado un vuelco histórico a los pronósticos de las encuestas y habían entregado el poder a José Luis Rodríguez Zapatero.
El de esas elecciones fue un caso único, con sólo dos posibles comparaciones en las democracias occidentales, en el que los porcentajes que los sondeos preveían sólo una semana antes para cada partido acabaron yendo a la otra formación. Ni después, en 2008, ni antes, en las ocho convocatorias electorales al Congreso precedentes, ocurrió nada semejante. Ésta es la crónica de los aciertos y errores de las encuestas preelectorales desde los primeros comicios de junio de 1977, y del accidente de aquel mes de marzo de 2004.
2004. En ninguna convocatoria electoral ha sido tan dispar lo pronosticado por las encuestas y lo ocurrido finalmente en las urnas como en los comicios del 14 de marzo de 2004, en los que un PP que había gobernado los últimos cuatro años con mayoría absoluta pasó súbitamente a la oposición.
El 8 de marzo, EL MUNDO había publicado un sondeo en el que se percibía cierto avance socialista y cierto retroceso popular, pero en el que ni mucho menos se adivinaba una posible derrota de Mariano Rajoy. Los datos que ofrecía la encuesta eran un 42,1% de los votos para el PP y un 37,6% para el PSOE: 4,5 puntos de diferencia.
La misma tendencia se apreciaba en el último sondeo que publicó El País, el 7 de marzo. El diario daba un 42% al PP y un 38% al PSOE: cuatro puntos de diferencia. Incluso el Centro de Investigaciones Sociológicas coincidía con el pronóstico que difundió el 4 de marzo, en el que daba un 42,4% al PP y un 35,5% al PSOE, siete puntos de diferencia.
Las elecciones terminaron dictando el vuelco electoral. El PP perdió y el PSOE ganó, con unas diferencias abismales respecto a las pronosticadas por los sondeos que, de hecho, suponían una inversión: el 42% que se vaticinaba para el PP lo logró el PSOE y el 37% que se daba al PSOE lo obtuvo el PP.
Nunca las empresas de demoscopia habían fallado de esta manera en sus pronósticos a sólo una semana de las elecciones. Sin embargo, no hubo un debate especial en torno a las razones que habían podido provocar el error, ni se generó preocupación por la utilidad de este tipo de sondeos. Nadie tenía dudas y nadie las tiene hoy de que un acontecimiento como el del 11-M sirvió por sí mismo para cambiar la voluntad electoral de millones de españoles.
1977. En las primeras elecciones democráticas desde la Segunda República, la demoscopia no estaba precisamente desarrollada en España y la población no había ni empezado a asimilar la cultura de sondeos electorales que tiene ahora asumida, y ello tuvo su reflejo en las primeras encuestas que se publicaron en los principales periódicos.
El de Diario 16, publicado el 9 de junio, seis días antes de las elecciones del día 15, daba a UCD 20 puntos más que al PSOE (40,5% frente a 20,7%), lo que evidentemente fue una previsión errónea, aunque hasta después de las elecciones no se comprobara.
Más ajustado fue el que publicó El País el 12 de junio, que daba a UCD una intención de voto del 30,2% y al PSOE del 24%. El error en el pronóstico de El País no estuvo en la diferencia entre los dos partidos, sino en sus porcentajes de voto, más bajos de lo que después fueron.
Errores aparte, ambos sondeos coincidieron en cualquier caso en pronosticar la victoria de UCD y el ascenso del PSOE como principal partido de la izquierda, por encima del PCE y de otros.
1979. Las elecciones de este año fueron las primeras en las que realmente los diarios nacionales realizaron grandes encuestas de intención de voto. Diario 16 ofreció el 27 de febrero, dos días antes de los comicios, unos resultados mucho más ajustados a la realidad que en 1977. De hecho, el diario casi lo clavó. Vaticinó que UCD revalidaría la mayoría, y no falló. Sólo erró en la distancia que le separó del PSOE. El sondeo preveía una diferencia entre ambos de sólo 1,2 puntos, pero finalmente los socialistas se quedaron a 4,4 puntos -34,8% frente a 30,4%-.
El País, por contra, patinó con su encuesta, publicada también el 27 de febrero, al pronosticar una victoria del PSOE por casi dos puntos. Pese a todo, el error fue parcial. El País casi acertó con el número de votos que lograría el PSOE; su fallo estuvo en UCD, ya que predijo un hundimiento del partido de Adolfo Suárez que no se produjo.
1982. Pocas dudas hubo en las encuestas que se publicaron antes de las elecciones en las que los socialistas iban a arrasar y a inaugurar una nueva etapa política en España.
Tanto el sondeo de Diario 16 como el de El País, publicados ambos el 22 de febrero, seis días antes de los comicios, pronosticaron una victoria aplastante de los socialistas, favorecida sobre todo por la división del voto de centroderecha en tres partidos: la UCD, AP y el CDS de Suárez. Si acaso, se erró en la magnitud de la victoria de Felipe González: los dos diarios le otorgaban un 42,9% de los sufragios, y finalmente obtuvo el 48,1%.
1986. Los sondeos para las elecciones de la III Legislatura dejaron de nuevo pocas dudas sobre quién iba a ser el vencedor. Diario 16 y El País publicaron los suyos el 15 de junio y ambos coincidieron en pronosticar que el PSOE revalidaría su amplia victoria sobre AP. Las encuestas fueron muy acertadas, ya que se acercaron bastante a la diferencia que finalmente los socialistas lograron sobre los populares.
1989. Junto a los pasados comicios de 2008, las encuestas que los dos principales periódicos realizaron en la campaña electoral de 1989 fueron las más ajustadas a lo que ocurrió en las votaciones.
EL MUNDO, que estrenó su primer número -el 23 de octubre- con el sondeo electoral, y El País coincidieron en señalar la tercera victoria consecutiva del PSOE de Felipe González y casi clavaron el porcentaje de voto tanto de los socialistas como de AP.
1993. Con el Gobierno de Felipe González cercado por los escándalos de corrupción y por la crisis económica, las encuestas que EL MUNDO y El País publicaron el 30 mayo, siete días antes de las elecciones del 6 de junio, vaticinaron por primera vez que el PP ganaría los comicios y terminaría con 11 años de gobiernos socialistas.
La diferencia que los dos periódicos daban a los populares eran mínimas -1,3 puntos en la de EL MUNDO; 0,3 en la de El País- y finalmente no se materializaron, ya que González ganó de nuevo las elecciones.
La de 1993 fue la primera vez que las últimas encuestas antes de las elecciones de los dos principales periódicos no acertaron en sus predicciones sobre el ganador. No obstante, todos los expertos coinciden en que aquellos comicios fueron muy ajustados y que la última semana de campaña fue clave para que los socialistas se impusieron de nuevo, aun perdiendo la mayoría absoluta que habían conservado desde 1982.
1996. Lo ocurrido en 1993 a punto estuvo de repetirse en 1996. Si tres años antes Felipe González había acudido a las urnas en medio de numerosos escándalos, en 1996 esa situación era límite. Por ello, con una corriente de opinión claramente favorable al cambio, los sondeos que EL MUNDO y El País publicaron pocos días antes de los comicios señalaron una victoria clara del PP.
Ésta se produjo, pero por un margen muy inferior al previsto. De nuevo, la última semana de campaña, en la que González apeló al miedo del regreso de la derecha al poder, fue fundamental y a punto estuvo de dar al traste con la dura labor de oposición realizada por José María Aznar durante los últimos siete años.
Así, los 10,9 puntos de ventaja que le dio EL MUNDO y los 9 que le otorgó El País en los sondeos se quedaron en el 1,1 final que marcó la primera victoria de Aznar. Pese a todo, las encuestas acertaron en el pronóstico final, es decir, en que en España habría un relevo en el poder.
Aun así, el fallo de las encuestas generó un intenso debate entre los sociólogos y los expertos en demoscopia, que explicaron de forma extensa por qué había ocurrido lo que había ocurrido.
Los directores de las principales empresas de sondeos, como Amando de Miguel o Carlos Malo de Molina, coincidieron en señalar al «voto oculto» como el responsable. Es decir, los miles de votantes socialistas que ocultaron su decisión en los sondeos, lo que Amando de Miguel describió como «la vergüenza que producía votar al PSOE».
A ello se unió el incremento de la participación en el último momento, provocado en buena parte por los sondeos que vaticinaban una aplastante victoria del PP. Como señaló Malo de Molina, «muchos electores, al conocer las encuestas, votaban más en contra del PP que a favor del PSOE»; Un sentimiento que fue explotado por los socialistas en la última semana de campaña.
2000. Nadie pudo predecir la mayoría absoluta del PP, aunque las encuestas apuntaron el incremento del voto popular y el descenso del socialista. EL MUNDO dio, en el sondeo publicado el 5 de marzo, 4,6 puntos de ventaja al PP, al igual que El País, cuya encuesta salió el mismo día. Al final, Aznar incrementó de forma impresionante su mayoría y la distancia fue de 10,4 puntos.
La explicación que entonces se dio, además de un nuevo episodio de «voto oculto» -en esta ocasión, a favor del PP-, fue que los sondeos no valoraron lo suficiente la mala imagen que dio la alianza Joaquín Almunia-Francisco Frutos, que en la última semana de campaña fue devastadora para ambas formaciones.
2008. Tras la tormenta de 2004 vino la paz de 2008. El PP de Rajoy tenía muchas cosas a favor, pero a una semana de las elecciones las encuestas eran claras y señalaban que Zapatero revalidaría su mayoría.
El 2 de marzo, El País otorgaba al PSOE una ventaja de 4,1 puntos, y un día después EL MUNDO pronosticaba la misma diferencia.
No se deberían haber celebrado la elecciones, y ahí si había motivos, para imponer el estado de alarma, hasta que se hubiera establecido la calma de nuevo. Pero la prepotencia del psoe, y sobre todo de algunos de sus miembros, hizo que esto fuera como si no hubiese pasado nada, y todo siguió.
ResponderEliminarLos españoles, ni hicimos nada, nos quedamos parados como pasmarotes, y así pasó lo que pasó, nos engañaron como a bobos.