martes, 30 de noviembre de 2010

Rabat expulsa a la enviada de EL MUNDO


EL MUNDO / Madrid

La periodista Ana Romero recibe una orden escrita de las autoridades marroquíes
Ha informado durante diez días de los sucesos ocurridos en la capital saharaui

Zapatero embustero

Después de 10 días de presiones cada vez más desagradables, las autoridades marroquíes obligaron ayer a la enviada especial de EL MUNDO Ana Romero a abandonar territorio saharaui, porque representa, literalmente, «una grave amenaza para la seguridad nacional» de Marruecos.

La tajante orden de expulsión, escrita en tres o cuatro folios y que contenía numerosos preceptos legales, le fue presentada ayer por la tarde a la periodista por el número dos del wali o gobernador de la provincia de El Aaiún.

Inmediatamente después de firmar el escrito, Ana Romero fue escoltada por cuatro coches policiales hasta las dependencias del aeropuerto de la capital administrativa del Sáhara Occidental. Allí cogió un avión de Royal Air Maroc con destino a Casablanca, vía Agadir. Hoy espera estar de regreso en España.

El hostigamiento contra la enviada fue continuo hasta el final. Después de sufrir un profuso registro de sus pertenencias -incluido el ordenador y la cámara de fotos- un policía de paisano protagonizó un duro enfrentamiento con Ana Romero, cuando le dijo que sabía más de lo que decía y que hablaba no sólo francés sino también árabe.

Después de redactar y enviar la crónica sobre los terribles secretos que oculta la tristemente famosa Cárcel Negra, publicada el lunes, la corresponsal internacional de EL MUNDO recibió la visita de una funcionaria marroquí -que dijo ser directora de comunicación en El Aaiún- que le informaba de que debía abandonar inmediatamente la ciudad. No se identificó ni mostró ninguna orden escrita de expulsión. Se marchó y no regresó nunca más.

Apareció entonces por el hotel Mariano Collado, el Depositario de los Bienes Culturales españoles en el Sáhara. Es un funcionario español muy conocido en El Aaiún. Collado convenció a la experimenada enviada especial para que se fuera con él a la residencia, al afirmar con mucho nerviosismo y vehemencia que su integridad física estaba amenazada y que debía salir cuanto antes de la ciudad.

«¡Si sales a la calle, te van a matar!», porfiaba el funcionario español. Sus palabras aumentaban la tensión ya existente. Finalmente Ana Romero pasó la noche del domingo al lunes en la residencia de Collado, casi sin pegar ojo.

Ayer, a media mañana, el vicepresidente primero del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba, contactó con el ministro del Interior marroquí, Taib Charkhaoui, y con el titular de Comunicación, Jalid Naciri, para reclamar garantías de seguridad para la enviada especial de EL MUNDO a El Aaiún, e insitir de nuevo en la necesidad de que Rabat permita el libre acceso de la prensa al territorio saharaui.

Las gestiones de Rubalcaba fueron confirmadas desde Presidencia. En Moncloa aseguraron tener la plena convicción de que la enviada del periódico no sufriría daño personal alguno, pero en ningún caso se aventuraron a afirmar que Rabat le permitiría seguir desarrollando su trabajo de información, informa MarisaCruz.

Actitud muy distinta fue la que demostró el nuevo equipo del Ministerio de Exteriores. EL MUNDO intentó contactar sin éxito a las 12.00 horas con la directora general de Comunicación Exterior. Ante la falta de respuesta, las llamadas se dirigieron a funcionarios de menor rango pero con estatus diplomático.

En estos intentos la contestación fue inmediata. Uno de los diplomáticos aseguró no tener noticia alguna de la situación en la que se encontraba Ana Romero en el Sáhara, pero se prestó a realizar gestiones. El segundo diplomático conocía los pormenores del caso por las denuncias hechas desde la Cope por el director de este periódico y, pese a no formar ya parte de la Dirección General de Comunicación Exterior, también se dispuso a ayudar.

Tres horas después de la primera llamada, el periódico fue informado por un funcionario de que la jefa de Comunicación Exterior por fin había telefoneado a la residencia del Depositario de Bienes Culturales de España, donde se encontraba la periodista, para preguntarle detalles de lo acontecido en los últimos días, sin más. El Ministerio, tras este contacto, aseguró «no saber» por qué razón Marruecos exigía la salida inmediata de la periodista del territorio del Sáhara.

Ana Romero ha permanecido en El Aaiún 10 días desde que fuera invitada por las autoridades marroquíes para ver con sus propios ojos lo que había ocurrido en la ciudad tras el violento desmantelamiento de un campamento de protesta a las afueras de la ciudad, ocurrido el 8 de noviembre. Al día siguiente, El Aaiún vivió al día siguiente una de las peores jornadas de su historia. Rabat confirma que murieron 11 agentes entre policías y gendarmes y dos civiles, uno de ellos con pasaporte español. Fuentes saharauis hablan de 39 cadáveres.

La periodista entró el 20 de noviembre junto con su colega de El País Tomás Bárbulo, quien dejó El Aaiún un días antes. Desde entonces arreció el acoso hacia la enviada especial de EL MUNDO para que abandonara tierras saharauis.

El ministro marroquí de Comunicación, Jalid Naciri, criticó ayer en Rabat la cobertura de los enviados especiales a El Aaiún de los diarios españoles El País y El Mundo. Naciri anunció que Rabat llevará ante la justicia española las «calumnias» recogidas por El País en una entrevista al ministro de Exteriores, Taib Fasi Fihri.

A Ana Romero primero le comunicaron que «su misión había terminado», luego fueron un paso más allá al anunciarle de forma oral que Rabat le había retirado la autorización para trabajar como periodista. No contentos con ello, varios agentes policiales intentaron después requisar su cámara de fotos, la misma con la que ha aportado pruebas de los abusos contra los derechos humanos perpetrados en las últimas semanas en hospitales y cárceles.

1 comentario:

  1. Lo dicho, son unos impresentables, luego hablaran de derechos humanos lo hipócritas.
    ¡Sáhara libre ya!

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