domingo, 7 de julio de 2013

Los ‘abertzales’ consiguen ‘reventar’ el chupinazo de los sanfermines


Lo retrasan 20 minutos desplegando una gran ‘ikurriña’ delante del Ayuntamiento

Artur Mas dando tumbos como algunas gallinas que cuando les cortas el cuello continúan corriendo un ratoLos sanfermines siempre han sido un escaparate mediático para que los filoetarras pretendan politizar la calle. Nada nuevo. Ya lo anunciaba ayer EL MUNDO con el dedo en la llaga de Sortu-Bildu. En su estrategia de 2013 entraba reventar el chupinazo en la misma plaza del Ayuntamiento de Pamplona con un estudiadísimo y trabajado plan.

Cuando quedaba menos y nada para prender el cohete, desde el tejado de uno de los edificios laterales, unos individuos disfrazados con pobladas y negras barbas postizas arrastraron sobre las tejas una gigantesca bandera de Euskadi. El cable que haría de soporte ya se había lanzado al edificio de enfrente poco antes sin que ni la Policía Foral ni la Policía Municipal detectasen el operativo. Gol por toda la escuadra con los focos del mundo entero pendiente del ritual que descorcha las fiestas más universales de España.

Para ello, se sirvieron de una caña de pescar y de dotes de equilibristas. Después, con un solo golpe de los tramoyistas, la ikurriña se descolgó y corrió como la seda por el riel hasta quedar como un telón de simétricas dimensiones sobre el escenario de la fachada del Consistorio. Tapaba el edificio entero y el icónico balcón desde donde el concejal socialista Eduardo Vall debía cumplir el sueño que todo pamplonés tiene de lanzar el cohete, el chupinazo que anuncia el pistoletazo de salida de las fiestas de San Fermín.

El movimiento anexionista provocó el triste hecho histórico de que ayer a las doce en punto del mediodía no se disparase el cohete. Los nervios recorrían el sistema neurálgico del interior del Ayuntamiento. Su alcalde, Enrique Maya, tuvo muy claro que con esa bandera no iba a lanzar el cohete. Y agradeció el respaldo a su decisión por parte de los socialistas. La decisión tenía un importante riesgo: la plaza estaba a reventar y cada minuto que pasaba el peligro de avalancha era más alto. «Los radicales han podido provocar una situación límite», insistieron desde el Ayuntamiento.

Abajo, la masa bañada en tinto y con los pañuelos alzados en las manos, a la espera de descender sobre sus cuellos, se agitaba impaciente con movimientos de acordeón.

Maya vivía el peor de los tres chupinazos que acumula en el cargo. Vall decía que «no ha nacido quien pueda con las fiestas de Pamplona», queriendo imprimir un aire de normalidad que no había. Casi 20 minutos de retraso hasta que, desde un balcón, se recogió la enorme ikurriña como quien guarda la ropa tendida, que a veces muestra las miserias de la casa del vecino.

La maniobra no fue fácil. Los radicales habían colgado la bandera desde los dos edificios perpendiculares al Ayuntamiento. Y habían accedido con su rústico dispositivo al tejado. Los agentes de la Policía Municipal tuvieron dos labores: la primera, sortear a los ocupantes de la plaza (muchos de ellos, quizá demasiados, radicales) para llegar a los edificios. En algún caso se tuvieron que emplear a fondo para lograrlo. El intercambio de golpes existió.

Una vez allí, se encontraron con que los saboteadores habían manipulado las puertas de acceso. Finalmente, y en una maniobra arriesgada, un agente de la Policía Municipal logró acceder al tejado desde una ventana y cortar el cable. La Justicia ya ha abierto diligencias. Se analizará con lupa si los saboteadores contaron con ayuda desde dentro del Ayuntamiento y cuál fue el comportamiento de los propietarios de las viviendas por las que accedieron.

Inmediatamente después, Vall encendió el chupinazo visiblemente alterado: «¡Viva San Fermín! ¡Viva San Fermín! ¡Viva San Fermín!».

Pero no fue el único conflicto de la mañana, poco antes, cuando un grupo de radicales, con el dirigente abertzale Txelui Moreno a la cabeza, intentó acceder a la plaza con una ikurriña de enormes dimensiones, se produjo otro enfrentamiento con la Policía Municipal, que tuvo que emplearse a fondo para que no se accediera con un material peligroso. Pero no por ser una ikurriña, sino porque un tamaño tan grande podía provocar situaciones de inseguridad entre la multitud, como recordaba la delegada del Gobierno, Carmen Alba. En los incidentes, un agente sufrió un botellazo en la cabeza y tuvo que ser ingresado.

El final del sainete propagandístico se produjo cuando, a los pocos minutos, el alcalde convocó de urgencia a la junta de portavoces y los asistentes no pudieron acordar un texto de condena por lo acontecido. Solo UPN, PSN y PP estaban dispuestos a consensuar un texto. El resto, Nabai, Bildu, Aralar e IU se negaron. De hecho, responsabilizaron de los hechos a UPN y al Gobierno navarro de Yolanda Barcina.

La presidenta, en declaraciones a EL MUNDO aseguró: «En esta ciudad hay una minoría que no respeta a las instituciones, nuestras normas, y que quiere cambiar la realidad institucional de Navarra. Quiere que pertenezca a otra Comunidad, la del País Vasco, y que nos separemos de España. Y eso no representa a la mayoría de los navarros. El alcalde ha tomado la decisión correcta, porque no se podía empezar con una bandera que tapase el chupinazo. Era imposible empezar con esa bandera que no es la nuestra».


ANÁLISIS

Su objetivo, Navarra


Ni es el primer episodio ni, por desgracia, será el último. La izquierda abertzale, envalentonada, con el respaldo de sus formaciones legalizadas, trata de dar la batalla día tras día, para lograr lo que consideran que es su próximo peldaño en sus aspiraciones: Navarra. EL MUNDO desveló ayer la estrategia de los radicales para captar el protagonismo de las fiestas más internacionales de España. Contábamos como cuidaban hasta el último detalle, hasta el tipo de letra para sus pancartas, camisetas, chapas... Su agit-prop (agitación y propaganda) cuidado, muy cuidado. Así que, a los que saben de ésto, a los que analizan al milímetro cualquiera de los movimientos del radicalismo vasco, no les ha sorprendido el movimiento en el chupinazo. Quizá sí ha sorprendido más la maniobra intrépida y precisa de los autores de la provocación. Pero el movimiento es de potente calado. No se puede ni se debe caer en la tentación de no darle importancia. Esa ha sido siempre la actitud cuando los radicales movían peones en el extranjero y luego ha costado un riñón darle la vuelta a la tortilla y convencer a ese extranjero de que les habían vendido una mentira y que tras esas reivindicaciones están algunos de los que apoyan a los asesinos. Ojo.

Desde hace ya meses, dentro de su estrategia política de presión para anexionar Navarra al País Vasco como paso previo hacia el soberanismo, los abertzales han decidido poner una marcha más en su ritmo. No es su primera campaña en Navarra. No. La estrategia de la izquierda abertzale, tras el silencio de las pistolas, las legalizaciones de sus formaciones por el Constitucional en contra del criterio del Supremo y los buenos resultados electorales en la comunidad vasca se centra ya en Navarra. Y ha hecho ya muchos movimientos políticos y de primer nivel. Ha logrado con sus iniciativas sembrar dudas en formaciones que, hasta ese momento, no parecía que apuntaran a futuros pactos políticos con los herederos de Herri Batasuna, como es el caso de los socialistas navarros.
De hecho, ya pusieron sobre la mesa una moción de censura contra la presidenta navarra tratando de horadar su apoyo político. No salió por la abstención final de los socialistas. Pero sus intenciones quedaron claras y su objetivo cumplido: desgaste, desgaste y desgaste. Tratar de provocar un adelanto electoral. Ahondar en las diferencias entre socialistas y foralistas para que no se reediten acuerdos políticos.

Y su plan es trasladar a las calles esta presión. La izquierda abertzale cree que lo tiene «de dulce» para lograr un mapa electoral, tras los próximos comicios autonómicos, que le permita convertirse en la llave del próximo Gobierno. Los abertzales más civilizados, como son los de Nabai, día si y día también van de la mano de los aún por civilizar del todo. Pero ya se sabe, la marca original fagocitará, sin duda, a la copia.

Todo apunta a que esta campaña aumentará el ritmo político cuando acabe el verano. Se auguran nuevos intentos de buscar acercamientos para derrocar a Yolanda Barcina al frente del Gobierno navarro. Una nueva moción de censura. Saben que es su último obstáculo y la han colocado en el centro de su diana política. Pero hasta entonces todo su protagonismo se traslada a las calles para recuperar su hegemonía de matones en el País Vasco y de Navarra. Y qué mejor escaparate que las fiestas más internacionales de España. Ayer consiguieron su objetivo: lanzar el mensaje de que en Navarra hay un problema de identidad política. Y también lograron poner un punto de crispación extrema en Pamplona.

1 comentario:

  1. Era de esperar, pero como casi siempre despistados la autoridad, se la metieron doblada delante de sus narices. Luego pasa lo que a pasado, sin más.
    Siempre han querido que Navarra sea suya, pero confio en que los navarros sean inmunes al virus de la intolerancia y a la peste de los asesinos.
    Por lo demás, sigo diciendo: ¡VIVA SAN FERMÍN!

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