domingo, 6 de febrero de 2011

Marruecos, condenado a la reforma


ERENA CALVO / Rabat/ El Mundo

La figura del rey Mohamed VI es un elemento clave para frenar futuras protestas

Especial para EL MUNDO

Zapatero embustero

Marruecos está condenado a hacer reformas si quiere evitar el efecto contagio de unas revueltas que desde Túnez y Egipto se han extendido a otros países del mundo árabe. Los analistas advierten de que el reino alauí «no ha hecho sus deberes».

Rabat no ha acometido una reforma real del sistema político, judicial y policial, afirma el abogado Abdelaziz Nouaydi, presidente de la Asociación Adala Justicia en Marruecos y antiguo consejero de Abderramán Yusufi en su época de primer ministro.

El politólogo Mohamed Darif introduce un elemento clave. Argumenta que en el mundo árabe hay monarquías como las de Marruecos y Jordania, que son mucho más estables que las repúblicas, como la mauritana, egipcia o tunecina, «dirigidas por militares dictatoriales».

Pero no sólo eso. Si Marruecos se convierte en la excepción de las revoluciones del mundo árabe, la figura del rey tendrá mucho que ver. Darif recuerda que en este país magrebí, la población no critica al monarca Mohamed VI, sino al Gobierno. Es cierto que éste depende del rey (a quien la Constitución adjudica el poder ejecutivo, legislativo y judicial), pero, según Darif, los marroquíes tienen la percepción de que es el Gobierno el que no ejecuta bien las orientaciones de Mohamed VI.

El rey ocupa un lugar central en el sistema, es considerado el comendador de los creyentes y muchos marroquíes lo ven como un factor principal para proteger la unidad del país. Todavía hay fe en el monarca joven y dinámico con el que los marroquíes quisieron olvidar los temibles años de plomo de su padre, Hassan II.

La que no ve ningún tipo de riesgo de revueltas en Marruecos es la ministra española de Asuntos Exteriores, Trinidad Jiménez, quien esta semana alababa el proceso de apertura democrática en el vecino magrebí, diferenciándolo de otros países del entorno.

Sin embargo, al régimen le llueven críticas incluso desde la propia familia real. El primo del monarca, Mulay Hicham (tercero en la línea de sucesión), escribía en Le Monde Diplomatique que «el rencor popular no ha tomado como blanco a la monarquía». Pero aseguraba que «una juventud frustrada por la falta de perspectivas, un juego político bloqueado, un aparato de seguridad coercitivo y redes clientelistas aplastantes pueden desembocar en una revuelta, que correría el riesgo de radicalizarse».

Abdela Harif, secretario general de la izquierdista Vía Democrática, añade otro elemento: «En el reino alauí hay multipartidismo, aunque sea muy formal».

Para la socióloga Kenza El Ghali los partidos políticos marroquíes no tienen un proyecto democrático, y se lamenta de que el porcentaje de electores que vota sea bajo y «muchos votos, comprados».

El Ghali habla de partidos como la Unión Socialista de Fuerzas Populares (USFP), la Unión Nacional de Independientes (RNI), el Partido del Progreso y el Socialismo (PPS) y el Movimiento Popular, que con el Istiqlal a la cabeza forman el Gobierno marroquí. Y también del islamista Partido Justicia y Democracia (PJD) o el Partido Autenticidad y Modernidad (PAM), en la oposición.

Fuad Ali Himma, ex ministro adjunto de Interior en Marruecos, fundó el PAM en agosto de 1998 y en junio de 2009 se estrenó -ganando- en las elecciones municipales. Compartió pupitre con Mohamed VI y a su partido se le conoce como el del amigo del rey.

Para Mohamed Darif, el PAM puede ser la víctima para evitar revueltas como las de Túnez y Egipto. «La calle lo identifica con el partido del Estado», dice, y formaciones como el PJD le han acusado de recibir apoyo por parte del Gobierno. El abogado Nouaydi va más lejos y afirma que si desde el poder se sigue beneficiando al PAM, se corre el peligro de ir hacia modelos como el tunecino: «La monarquía será menos creíble y facilitará movimientos en contra».

La socióloga El Ghali afirma que en los últimos años ha habido reformas, pero estos cambios no responden todavía a las demandas de la población. Para esta investigadora, «la élite defiende sus intereses personales; hay mucha impunidad y un sustancial desequilibrio».

El reino alauí sufre desde el año 2003 una clara regresión, según el diagnóstico de Nouyadi. Pone como ejemplo a los medios de comunicación, «se ha ahogado y atacado a la prensa más independiente».

Para este abogado, la reforma más importante del reinado de Mohamed VI es la del Código de la Familia, en 2004, que desde entonces garantiza entre otros derechos que la mujer pueda pedir el divorcio o que deje de depender de la autoridad masculina. Pero según colectivos como la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH) los jueces no siempre aplican su contenido.

Nouaydi propone una reunión de todas las fuerzas democráticas en Marruecos, «para lanzar demandas que mejoren el sistema». En caso contrario: «¿Para qué queremos las elecciones y los partidos políticos?».. C. / Rabat

1 comentario:

  1. Pues el tirano, que se agarre al dicho, cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar.

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