Sin embargo, después de estos 20 años, debemos considerar que nuestro
esfuerzo ha sido en vano. Observa, todo el esfuerzo, no solo una parte.
Ahora bien, querido lector, los malos, bribones, oportunistas, personas
con complejos de inferioridad, aquellos temerosos de todo el orbe
ibérico, deben saber que no lograron su objetivo con algunos de
nosotros. Y, como tal, debemos dedicarnos a educar a las nuevas
generaciones. No inventaremos teorías, no buscaremos argumentos
sofisticados ni de inteligencia artificial; no crearemos nada nuevo ni
innovador. Será un trabajo de búsqueda, confrontación, y recopilación de
cuestiones enterradas en cientos de miles de documentos. Porque
ocultaron la verdad y promovieron la mentira para engañar a la sociedad,
a la nación, a un estado cuya clase política cedió ante los
terroristas. ¿Listos? ¡A por ellos!
Mi hijo estudia Formación Profesional
–Informática y Comunicaciones– en una escuela de una orden religiosa,
concertada por el Ministerio de Educación y Ciencia en la Comunidad de
Madrid. Recientemente, llegó a casa y dijo:
—Papá, hoy nos explicaron algo sobre el 11M: utilizaron teléfonos móviles para activar las bombas.
—Hijo, déjame contarte un par de cosas…
Este es el propósito de esta serie:
descubrir la mentira que cambió el curso de España. Enfatizaré algunos
aspectos según avance el artículo. No, no serán repeticiones ni errores
en la confección.
La mañana del 11 de marzo de 2004, España sintió su núcleo herido por
unas acciones terroristas en los trenes de Cercanías de Madrid. El juez
Del Olmo, a cargo de las diligencias, ordenó el traslado de los
fallecidos y sus pertenencias a la Institución Ferial de Madrid –IFEMA–
para centralizar las investigaciones tendentes a averiguar la autoría de
ese atentado terrorista. Las pertenencias consistían en ropa, bolsas y
mochilas de diversos tamaños. Uno de los aspectos más confusos fue la
llamada "mochila de Vallecas". En teoría, los objetos recolectados en el
tren de la estación "El Pozo" se reunieron en bolsones de basura. El
inspector jefe Cáceres Vadillo, jefe de la brigada TEDAX –Técnicos en
Desactivación de Artefactos Explosivos– de Madrid, ordenó revisar dos
veces, sí, dos, todos los coches del tren en esa estación. Los agentes
desobedecieron las órdenes. Realizaron esa revisión cuatro veces, sí,
cuatro. Es decir, una revisión más que exhaustiva.
Esos bolsones conteniendo los objetos fueron llevadas en dos furgonetas
tipo "Combi" de la Policía Nacional a la comisaría de Villa de Vallecas.
De esa dependencia, trasladaron a la comisaría de Puente de Vallecas
–Vallecas cuenta con dos comisarías de la Policía Nacional–. Por la
tarde se ordenó su remisión al IFEMA hacia las 16:30 h. Allí fueron
depositadas, se acordonó el área con una cinta en uno de los pabellones.
La jueza a cargo del IFEMA ordenó la devolución de los objetos a la
comisaría vallecana porque no estaban inventariados. ¿Por qué no se
realizó el inventario allí mismo? Volvieron a cargar los objetos en dos
furgonetas y los depositaron en la comisaría.
Mientras realizaban ese inventario, una
agente encontró una bolsa con un peso "superior" a lo habitual en los
objetos hacia la 01:30/01:45 h –en un futuro próximo veremos la
importancia de las horas y minutos–. Al abrir la bolsa, observó un
teléfono móvil conectado a un par de cables de manera muy extraña. No,
no es normal un teléfono móvil con dos cables saliendo del mismo. Estos
objetos se encontraban dentro de una bolsa de basura azul y esta dentro
de la bolsa de deporte; bolsa de deporte, que no mochila. Un agente que
transportó los bolsones, afirmó después que esa bolsa de deportes nunca
estuvo en IFEMA.
La agente del inventario transmitió la
novedad de inmediato al inspector, quien ordenó desalojar la comisaría y
avisar al equipo TEDAX. Estos agentes se personaron hacia las 02:20 /
02:30 h, desplazados desde su sede en el complejo de Latacona, distrito
de Moratalaz.
Siguiendo órdenes del comisario Juan Jesús Sánchez Manzano, jefe da la
unidad central de TEDAX –diplomado en Derecho, pero NO contaba con el
curso de técncio especialista en desactivación de artefactos explosivos
(TEDAX)–, trasladaron el artefacto en un vehículo escoltado por otros
dos al parque Azorín; dicho parque se encuentra a 700 m de distancia del
edificio oficial. El traslado contradice la doctrina europea para la
desactivación de artefactos explosivos. Esta doctrina aconseja evacuar a
todas las personas –excepto a los agentes TEDAX– y operar in situ
sobre el artefacto. Conviene recordar, esa misma mañana se intentaron
desactivar dos artefactos en las estaciones de "Atocha" y "El Pozo";
ambos explosionaron en sendos intentos. Por ello, los TEDAX determinaron
que eran "artefactos inestables". ¿Qué llevó al comisario Juan Jesús
Sánchez Manzano a ordenar el traslado de un artefacto que podría ser
"inestable", como los activados esa misma mañana? Sigamos.
En dicho parque, el agente "Pedro" TEDAX fue el encargado de intentar la
desactivación. Según dicta la doctrina, realizaron una serie de
radiografías. Dada la escasez de luz en la zona, no pudieron apreciar el
interior de la bolsa. Las radiografías se visionaron posteriormente en
la sede de la unidad central de TEDAX en el complejo policial de
Canillas. Además de las radiografías, se encargó al inspector "José
Luis" de la brigada de Madrid un reportaje fotográfico de la bolsa.
Fueron los TEDAX quienes realizaron el reportaje con una cámara de fotos
analógica, el tradicional carrete. Él se quedó viendo a distancia los
diferentes destellos del flash sobre la bolsa de deportes. ¿Seguro?
Continuemos.
El agente "Pedro" optó por la opción de
"poteras" para intentar desactivar el artefacto. Las "poteras" son una
serie de cables que intentan retirar el cableado del detonador y del
explosivo. No tuvo éxito. Tras conversar con los compañeros TEDAX en el
lugar de los hechos, y ante las presiones de los comisarios por
recuperar la mayor parte de los efectos del artefacto para encontrar a
los autores de la masacre, el agente "Pedro" decidió proceder con sus
propias manos en la bolsa. Lo primero fue buscar el cableado y la
conexión al material explosivo. Dio por desactivado el artefacto
explosivo. Al mismo tiempo, recogieron el material de la bolsa y
confiscaron el carrete de fotografías del inspector "José Luis" al
devolverle la cámara fotográfica.
Este agente "José Luis" declaró en el
juicio oral: "No vemos ningún tipo de bolsa de deportes, en ningún
momento hay bolsa de deportes" (Juicio Oral 03–05–07). ¿Raro no? Todo
quedó a disposición de la unidad TEDAX central, bajo el mando del
comisario Juan Jesús Sánchez Manzano. Eran las 5:15 a.m. del 12 de
marzo.
Explosivos. Posteriormente se determinó
la composición del explosivo: Goma 2 ECO. Esta es una de las formas de
la dinamita con componentes claramente diferenciados de otras dinamitas.
Los componentes son fundamentales. En la
investigación de un delito, una de las partes principales es el
hallazgo del arma del crimen. En este caso, los explosivos. ¿Saben por
qué se denominó Titadyn "50" a esa dinamita? Porque "50" es el
porcentaje de nitroglicerina en su composición. ¿Qué es la
nitroglicerina? Una sustancia explosiva muy "inestable" cuando se
activa. Sigamos con la bolsa de Vallecas y su contenido.
El teléfono móvil era de la marca
Motorola, modelo Triumph T–110. Quien confeccionó la bolsa dejó también
un cargador dentro. Según nos informaron durante la investigación y los
procedimientos judiciales, su posición en la bolsa de Vallecas era
servir de iniciador del detonador eléctrico. Los cables estaban soldados
en el interior y enviarían la electricidad necesaria al sonar la alarma
del móvil. Es decir, con los cables soldados y la alarma programada, al
activarse se iniciaría el detonador para comenzar la explosión.
El dispositivo telefónico tiene un
número de serie único que la compañía puede utilizar para identificar
dónde se vendió el dispositivo. En aquellos días, los teléfonos se
configuraban en origen para cada compañía de telefonía móvil. Este
aparato se vendió en la tienda "Bazar top", propiedad de los hermanos
Suresh y Rakesh Kumar, ciudadanos de origen hindú y dependientes de la
tienda también. Ese teléfono fue parte de un lote de 10 dispositivos
vendidos en su tienda en tres días diferentes a dos personas. Dichos
teléfonos móviles fueron liberados –presuntamente– en la tienda "Test
Ayman", propiedad de Maussili Kalaji, ciudadano de origen sirio. Kalaji,
tras su paso por el ejército sirio y su formación en Rusia, llegó a
España. Al parecer, colaboró en varios servicios con la Policía
Nacional, lo que le sirvió para acceder a la nacionalidad española e
ingresar en dicho cuerpo policial. Dentro del cuerpo, ha prestado
servicios en la UCIE (Unidad Central de Información Exterior) y como
escolta–conductor del entonces juez Baltasar Garzón en la Audiencia
Nacional. Es importante destacar sus conocimientos avanzados en
telecomunicaciones. Recuerden este nombre, Kalaji, para un futuro no muy
lejano.
Una vez liberados –presuntamente– los teléfonos móviles, fueron vendidos
a dos individuos que hablaban en un idioma diferente al español o al
árabe. Los hindúes no distinguen entre el búlgaro (según apuntaron los
compradores) ni el euskera o vascuence. Los compradores anotaron los
diferentes números de serie en su libro de ventas. Resulta paradójica
esta anotación, ya que son los ÚNICOS números de dispositivos que
registraron en su libro de ventas, y en la última página del mismo.
Además, en una de las compras, los mismos compradores adquirieron un
reloj marca Casio y una cinta de video. Originalmente, los móviles
estaban asociados a la empresa Movistar. Volvamos al parque Azorín.
El agente "Pedro" TEDAX fue
introduciendo cada elemento del artefacto en bolsas separadas. Enviaron
esas bolsas a la sede de la unidad central de TEDAX en el complejo
policial de Canillas. Primero, enviaron el dispositivo y el cargador
–ambos encontrados en la bolsa de Vallecas– a Policía Científica para el
análisis lofoscópico –la búsqueda de huellas dactilares o perfiles
genéticos depositados–. De ese informe, no se tiene ninguna noticia
posterior en el sumario. ¿Por qué? No hay datos.
Los agentes de Policía Científica
observaron la presencia de una tarjeta SIM de la compañía Amena. La
tarjeta SIM es el número de teléfono asignado a un dispositivo y la
identificación de una persona como su legítimo propietario; me refiero
al número. Esa tarjeta, como es comúnmente conocido, se utilizaba para
realizar llamadas telefónicas –en aquellos tiempos no era posible
navegar por Internet desde los móviles, ¡qué tiempos!–. Dicha tarjeta
fue enviada a la brigada de Información. Se entiende que esa "brigada"
era la comisaría general de Información, dentro del mismo complejo
policial de Canillas. Tras ese análisis lofoscópico, el aparato fue
devuelto a la unidad central TEDAX.
El comisario Juan Jesús Sánchez Manzano emitió un informe temprano en la
mañana del día 12 sobre el teléfono móvil: "En el teléfono móvil se han
observado modificaciones que permiten utilizarlo como sistema de
temporización y activación. Se desconocen las causas por las que no ha
funcionado". Recordemos aquí que dicho comisario jefe de la unidad
central de TEDAX es licenciado en Derecho, pero no está diplomado en el
curso de TEDAX: NO ERA UN TEDAX. Pues bien, días más tarde, el día 15,
emitió un segundo informe. En el punto 4 de este último, decía: "Si bien
el teléfono en cuestión se recepcionó apagado en la Unidad Central de
Desactivación de Explosivos y NBQ, tras su estudio se pudo comprobar que
tenía activadas las funciones de despertador, concretamente a las 07:40
h, y de vibración como señal de salida". Es importante recalcar que el
teléfono se recibió apagado. Luego, comprobaron la activación de las
funciones de despertador a las 07:40 h y la señal de vibración como
señal de salida. Si eso era así, ¿por qué no se activó la mañana o la
tarde del día 11 de marzo a las 07:40 h? ¿Recuerdan que los artefactos
explosionaron a las 07:38 h? ¿Ven la importancia de las horas exactas?
Personas ajenas a la investigación
oficial se lanzaron inmediatamente a realizar comprobaciones con dicho
dispositivo de la marca Motorola, modelo Triumph T-110. Primero
comprobaron que, para acceder al lugar de colocación de la tarjeta SIM,
se debe retirar la batería del teléfono móvil. Si se retira la batería y
no se coloca inmediatamente, el teléfono móvil pierde la programación
de la hora, la alarma programada… ¡Y las afirmaciones del comisario Juan
Jesús Sánchez Manzano se vuelven irrelevantes!.
Avanzada esa tarde, en un fax enviado a
las 19.35 h por el comisario jefe de la brigada provincial de
Información de Madrid, se decía: "Este teléfono actuaba como sistema
detonante a través de su alarma o emitiendo una llamada a dicho
terminal". ¿Hagamos memoria? ¡Vamos! ¿Recuerdan que el dispositivo se
recibió "apagado"? Si estaba apagado en el momento de la desactivación
en el parque Azorín, ¿cómo iba a funcionar el dispositivo con una
llamada si estaba APAGADO? Profundicemos un poco.
El teléfono móvil se encontraba
"liberado", en teoría. En origen, asociado a la empresa Movistar, pero
se liberó –presuntamente– en la tienda "Test Ayman" del agente Kalaji de
la Policía Nacional. Por lo tanto, podría funcionar con cualquier
tarjeta. La tarjeta encontrada en su interior –tras la desactivación–
correspondía con la empresa Amena. Sin embargo, uno de los agentes TEDAX
introdujo su tarjeta de la compañía Vodafone en el laboratorio cuando
analizaron el teléfono. No funcionó. Procedieron a instalar otra de
Movistar. En ese preciso instante el número del agente recibió una
llamada en dicho dispositivo. ¡Hay que joderse con la oportunidad!
Pero, ¿qué necesidad hubo de introducir
una tarjeta de telefonía? El dispositivo, una vez encendido, con la
batería puesta y sin haber "perdido" la programación de fecha, hora y
alarma de los presuntos terroristas que confeccionaron el artefacto,
podría revelar dichos datos. Es más, ¿qué necesidad hay de una tarjeta
si el teléfono se introduce apagado y la activación ha de ser por
alarma, ya que la llamada queda invalidada al no estar encendido?
La SIM identifica al "propietario" de la tarjeta, quizás del teléfono;
la SIM aporta un acusado de perpetrar el atentado. En este caso, Jamal
Zougam, ciudadano marroquí trabajador de un locutorio. En dicho
locutorio vendía tarjetas de telefonía, daba de alta a usuarios de
tarjetas. Por lo tanto, acceso a nombres, apellidos y DNI –NIE– de
otras personas para identificar tarjetas SIM. ¿Quién se cree que fuera
tan calamidad de insertar o ceder una de esas tarjetas con sus
datos personales para ser colocada en un teléfono y activar un artefacto
explosivo? En serio, ¿se puede ser tan idiota? ¡Vamos, no me jodas!
Perdón. Volvamos al artefacto.
Los cables salientes del teléfono no estaban conectados al explosivo ni
protegidos con cinta aislante, como es frecuente y necesario en la
confección de artefactos. Una vez se abrió el teléfono móvil en la
unidad central de TEDAX en Canillas, comprobaron que se habían soldado
los cables al sistema de vibración del teléfono móvil. ¿Recuerdan que
dicho teléfono estaba apagado? Bien. ¿Recuerdan que un teléfono móvil
apagado no funciona si recibe una llamada? Bien. ¿Recuerdan que un
teléfono móvil activa su vibrador al encenderse, sea para iniciar el
dispositivo, sea para iniciar su alarma? Bien. ¿Por qué el dispositivo
no se activó a las 7:40 h de la mañana o de la tarde, hora programada
para la alarma, según afirma en informe el comisario Juan Jesús Sánchez
Manzano? Ese modelo permite programar la hora, bien por la mañana o
tarde, pero no el día concreto de la alarma. ¿Por qué no se activó por
la mañana o tarde del día 11 o 12 de marzo? No se tiene constancia de
ello. ¿Conservó el teléfono móvil la configuración de fecha, hora y
alarma, tras retirar la tarjeta Amena, colocar la batería de nuevo,
retirar la batería, insertar la tarjeta Vodafone y luego Movistar
–propiedad del TEDAX que analizaba el teléfono–? ¿Sí? ¡Qué suerte!
Vamos a fiarnos del comisario Juan Jesús Sánchez Manzano –por unos
momentos–, no se alarmen. Una vez el dispositivo en poder de los TEDAX,
comprueban la fecha, hora y alarma; observan la presencia de una tarjeta
de telefonía; comprueban que el vibrador del aparato está conectado a
un detonador eléctrico: "El detonador eléctrico con cápsula de cobre de
64 cm de longitud, dos mordazas que terminan con la cápsula, tapón de
estancamiento de color azul turquesa, cableado unifilar de cobre y
recubrimiento de plástico de color rojo y azul, de 205 cm de longitud el
cable azul y 198 cm el cable rojo. En el culote del detonador figura
inscrito el número 5, y en el cableado se encuentran adheridas dos
etiquetas, una con las inscripciones 5 2.5, y la otra con el logotipo
UEB DETONADOR ELÉCTRICO –BLASTING CAP– DETONATEUR ELECTRIQUE –Made in
Spain, por una cara, y CE 0163 –PELIGRO EXPLOSIVO – DANGER EXPLOSIVE –
DANGER EXPLOSIF por la otra". Recordemos, de ese detonador eléctrico
salen dos cables sin conectar ni encintar ni insertar en la sustancia
explosiva. Por lo tanto, el impulso eléctrico necesario para detonar la
dinamita tipo Goma 2 ECO… ¡No podía explosionar con ese método! ¿Cómo?
Exacto. Si la alarma hubiera funcionado –quedó claro que el teléfono no
se activaría con una llamada porque estaba apagado– habría transmitido
la energía al detonador, que se habría activado e iniciado el impulso
eléctrico… ¡A ninguna parte porque los cables no estaban conectados! ¿Es
tan complicado? ¿Creen ahí acaban los aspectos oscuros de este sistema?
¿Qué elemento falta en un artefacto explosivo confeccionado por los
terroristas de forma habitual? Una pila de petaca, habitualmente de 9v,
para garantizar el impulso eléctrico necesario. Sigamos
Metralla. Concretamente una serie de
clavos con un peso de 600 gramos. Según mencionó el TEDAX "Pedro", estos
clavos estaban adheridos al explosivo Goma 2 ECO. Sin embargo, esta
bolsa no explotó. Especialistas consultados tienen serias dudas sobre la
eficacia de estos clavos como metralla debido a su fragilidad a la
temperatura de detonación de explosivos. De hecho, recuerdan a los
terroristas más "profesionales", quienes utilizan rodamientos de acero,
tornillos y tuercas de mayor entidad, volumen y peso para causar mayores
daños a las víctimas del atentado terrorista.
Un último detalle. Tras analizar la
bolsa de Vallecas, los agentes de Policía Nacional pudieron comprobar la
existencia de una anotación en el asa de la misma. Una serie de letras
que sin determinar significado ni autoría. Las letras parecen
adivinarse: E Fs Mq –siendo la última letra posiblemente una "g"–.
Observarán que estos caracteres son de alfabetos occidentales, distintos
a signos de lenguas árabes. Quizás pasen detalles frente a nosotros que
no vemos; no vemos porque tapan el sol con un dedo y dicen "es de
noche". Y nosotros, de buena fe, confiamos y tragamos.
En fin, espero haber ayudado a aclarar uno de los puntos clave de los
atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid: "La bolsa de Vallecas: el
inicio de la mentira". En un futuro cercano, analizaremos con detalle
otro punto. Hay varios más. ¿Creen posible generar más dudas en base a
los elementos de la investigación, sumario, comisión de investigación,
juicio oral y sentencia?