domingo, 4 de marzo de 2012

Un hallazgo para enderezar la investigación


  • LUIS DEL PINO MADRID ESPECIAL PARA EL MUNDO
  • 04/03/2012 ESPAÑA/El Mundo
  • La decisión del fiscal general del Estado de investigar la aparición de restos del 11-M supone la primera vez que las instituciones responden con lógica a las informaciones desveladas por los medios de comunicación

    El fracasado Rubalcaba vuelve a ser derrotado por el 'Invictus' TomásEl pasado martes, Libertad Digital informaba del hallazgo de los restos de uno de los focos de explosión del 11-M: el correspondiente al tren de Santa Eugenia. Hasta ahora, creíamos saber -porque así se afirmó oficialmente durante la celebración del juicio del 11-M- que todos los vagones explosionados el 11 de marzo de 2004 habían sido desguazados en los días inmediatamente posteriores a la masacre, lo cual era un escándalo en sí mismo. Pero el hallazgo de estos nuevos restos demuestra que la realidad es todavía peor: uno de los focos de explosión del 11-M se salvó de aquel precipitado desguace, pero sus restos se conservaron en secreto, arrumbados en un cobertizo de la empresa a la que Renfe subcontrató la reparación del vagón de Santa Eugenia.

    Esos restos del tren de Santa Eugenia encontrados esta semana no tienen ya valor probatorio desde el punto de vista químico, porque los ocho años transcurridos y las malas condiciones de conservación hacen dudoso que ningún componente químico relevante haya podido preservarse. Además, dado que esos restos no han contado con una custodia adecuada, no hay manera de garantizar que no hayan sido químicamente manipulados. ¿Quién nos garantiza que nadie los ha contaminado con cualquier componente espurio?

    Pero el explosivo de un atentado no sólo se puede estudiar químicamente, sino también desde el punto de vista físico, y en ese sentido quizá pueda haber un poco más de esperanza: cada explosivo corta el metal de una forma distinta, así que podría estudiarse la forma de los restos de Santa Eugenia y tratar de extraer conclusiones, aunque hayan pasado ocho años. Evidentemente, como no ha habido una cadena de custodia adecuada, sigue siendo posible que alguien haya manipulado esos restos físicamente, aunque una manipulación física deja más rastro que otra de carácter químico. En cualquier caso, tendrán que ser los expertos los que determinen si se puede extraer alguna conclusión de esos restos, aunque yo no me haría excesivas ilusiones.

    De lo que sí son demostración innegable esos restos es de que se ha producido la ocultación de unas pruebas que podrían haber resultado esenciales durante la investigación del 11-M. Es posible que ahora esos restos no nos proporcionen ningún dato, pero sí que podrían haberlo proporcionado si hubieran sido analizados desde el principio. ¿Cómo es posible que la Policía y la Guardia Civil sepan que existen unos restos de un foco de explosión del 11-M y no se incauten de ellos inmediatamente, para custodiarlos en dependencias oficiales? ¿Cómo es posible que nadie dejara constancia de la existencia de esos restos en el sumario, ni informara al tribunal del 11-M acerca de los mismos?

    Durante la celebración del juicio, en 2007, los peritos nombrados por acusaciones y defensas, al ver el mísero conjunto de muestras que les entregaban para analizar, exigieron inspeccionar los restos de los focos de explosión. Y la contestación que recibieron, por parte de un responsable de la Policía Científica, es que todos los restos correspondientes a los focos de explosión habían sido desguazados y enviados a una fundición. Pero era mentira: en la empresa Tafesa se conservaban los restos del foco correspondiente al tren de Santa Eugenia, y la Policía tenía constancia de ello. ¿Por qué se mintió de esa manera?

    Las víctimas han acogido con alivio, pero con una escéptica cautela, la decisión del fiscal general del Estado, Eduardo Torres-Dulce, de ordenar una investigación sobre esos restos hallados en un cobertizo.

    Están demasiado acostumbradas ya a que les hagan perder tiempo albergando falsas esperanzas. Están hartas de que las instancias judiciales les abran puertas aparentemente prometedoras, tan sólo para cerrárselas en las narices de la forma más inopinada. No es de extrañar, por tanto, que tampoco esta vez se fíen. Quieren hechos, no palabras.

    Esperemos, por ello, que la investigación ordenada por Torres-Dulce se realice con la máxima celeridad y con la mayor transparencia posible. Y que se lleve a cabo en las dos direcciones necesarias: para confirmar o descartar si esos restos pueden tener un valor probatorio y para averiguar en qué circunstancias, y por orden de quién, se mantuvo en secreto la existencia de ese material.

    En la declaración prestada ante la juez Coro Cillán, un directivo de la empresa Remimfer afirmó que miembros de la Policía, de la Guardia Civil y de seguridad de Renfe estuvieron por dos veces en la empresa Tafesa examinando esos materiales, mientras se reparaba el vagón de Santa Eugenia. Sería necesario, por tanto, averiguar quiénes fueron los funcionarios públicos que examinaron los restos de ese foco de explosión y preguntarles cómo se enteraron de su existencia, quién les encargó examinarlos, a quién informaron ellos a su vez, qué estudios hicieron con esos materiales y por qué no se los llevaron a dependencias oficiales, para preservarlos de manera adecuada.

    En cualquier caso, lo que queda claro a estas alturas es que todo el sumario del 11-M está basado en una doble operación de manipulación: los restos de los trenes (es decir, los escenarios del crimen) se desguazaron u ocultaron con toda celeridad, al mismo tiempo que aparecían otras pruebas en dependencias policiales -por ejemplo, la famosa mochila de Vallecas-, pruebas que se emplearon para construir la versión oficial del 11-M.

    Esa destrucción de los escenarios del crimen contraviene, no ya la Ley de Enjuiciamiento Criminal, sino la lógica más elemental e incluso las más básicas normas de piedad: cuando aún no se había terminado de identificar a todas las víctimas, ya estaba calculándose cuánto se iba a cobrar por la chatarra de los vagones explosionados, tal como ha quedado también de manifiesto en las declaraciones efectuadas ante la juez Coro Cillán.

    Esperemos que esas evidencias aparecidas esta semana sirvan para corregir, al menos parcialmente, las irregularidades de una investigación que hace mucho tiempo que está bajo sospecha.

    Para concluir, la decisión del fiscal general del Estado de encargar una investigación constituye una buena noticia en sí misma, por cuanto que por primera vez las instituciones públicas responden con aparente lógica a las informaciones sobre el 11-M desveladas por los medios de comunicación independientes. Lo que no era normal es lo que ha venido sucediendo hasta la fecha: que se pongan sobre la mesa irregularidades gravísimas (como la posible compra de falsos testigos de cargo) y eso no tenga una respuesta de oficio por parte de la Fiscalía.

    Pero hay otro aspecto de la decisión de Eduardo Torres-Dulce que me parece aún más alentador: que se trata de una decisión que sienta precedente.

    Si en el futuro se desvelaran nuevas informaciones sobre el 11-M del suficiente calado, y con el necesario contraste probatorio, cabe esperar que la Fiscalía actúe de la misma manera y que ordene emprender las averiguaciones pertinentes.

    Eso es, en sí mismo, un mensaje enormemente alentador para quienes no están dispuestos a que el 11-M quede arrumbado en el cobertizo de los misterios históricos sin resolver.
  • M. M. J. M. MADRID
  • 04/03/2012 ESPAÑA
  • ANTONIO IGLESIAS Perito químico del 11-M

    «Nos dijeron que todos los trenes habían sido fundidos»

    El perito químico de la Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11-M, Antonio Iglesias, autor del libro Titadyn (editado por La Esfera de los Libros, del grupo Unidad Editorial), lamenta en esta entrevista no haber podido contar en los análisis de los explosivos con el foco que ahora ha aparecido, después de siete años abandonado en un almacén.

    Pregunta.- ¿Qué pensó cuando conoció que habían aparecido nuevos restos de los focos?

    Respuesta.- Lamenté que la existencia de estos restos no hubiera sido aportada a la instrucción.

    P.- ¿Un análisis de los restos encontrados podría arrojar resultados válidos sobre la composición del explosivo?

    R.- Es muy improbable que una investigación por análisis químico pudiera aportar resultados válidos sobre la composición del explosivo, teniendo en cuenta el tiempo transcurrido. Además, en el caso hipotético de que se detectara algún componente, carecería de validez pericial probatoria porque los restos no han estado sometidos a cadena de custodia.

    P.- ¿Si los restos hubieran salido a la luz antes del juicio, podrían en esas fechas haber tenido aún calidad para ser analizados?

    R.- Si los restos hubieran salido a la luz antes del juicio, y el procedimiento de toma, preparación y análisis de muestras hubiesen sido correctos, se habría obtenido, sin duda, información de utilidad sobre los componentes del explosivo. El que no hayan salido a la luz hasta ahora ha supuesto un entorpecimiento más en los análisis de los restos de explosivo en los focos, que se une a las dificultades que encontramos en la escasez y falta de calidad analítica de las muestras que se nos entregaron para la pericial.

    P.- ¿Qué se les respondió cuando lamentaron la escasez de muestras con las que contaron para la pericial del 11-M? ¿Les dijeron que no había más restos en ningún sitio?

    R.- Cuando los peritos lamentamos la escasez de muestras, el director de la pericia, Alfonso Vega, nos respondió que no había más muestras y que todos los trenes habían sido desguazados y fundidos en Vizcaya. Pero de todos modos, a pesar de la escasez y mala calidad de las muestras, y de que no nos entregaran los extractos del lavado con agua y acetona a la que fueron sometidas por los Tedax, debemos recordar y subrayar, como puse de manifiesto en Titadyn, que en la pericial se obtuvieron, entre otros, dos datos muy relevantes: primero, que la presencia de dinitrotolueno en todos los focos de explosión hacía que se descartara que el explosivo utilizado fuese la Goma 2 Eco, porque este explosivo no lleva dinitrotolueno en su composición; segundo, que la presencia de nitroglicerina (además de dinitrotolueno) en la única muestra que no había sido lavada con agua y acetona, el polvo de extintor recogido en el foco 3 de la estación de El Pozo, apunta a la presencia de Titadyn, al menos en este foco, porque este explosivo lleva dinitrotolueno y nitroglicerina en su composición.

    P.- En general, ¿qué información puede aportar un estudio del material encontrado? ¿Tipo de explosivo según el corte de la chapa?

    R.- Cada explosivo produce un tipo de corte característico en la chapa. Es decir, las dinamitas rompen de un modo característico y los explosivos militares de una forma diferente. Así, mediante una inspección visual y la elección ulterior de técnicas de análisis metalográfico, entre otras, es muy probable que se pudiera determinar si en el vagón en cuestión se utilizó dinamita, con o sin cordón detonante, o algún explosivo militar.

    P.- Desde el punto de vista de los análisis químicos, ¿cree que podría quedar algún material susceptible de análisis (ropa de víctimas conservada, estructuras de las columnas y techos de Atocha...)?

    R.- El gran problema que afecta a un eventual análisis químico de muestras que han estado a la intemperie (columnas y techos de Atocha) es el tiempo transcurrido. En cambio, si se dispusiera de ropa de las víctimas que hubiera estado conservada adecuadamente, el análisis químico de tales evidencias sí podría aportar información útil sobre los componentes del explosivo, pero habría que asegurar que han estado sometidas a una cadena de custodia con garantía legal.

    1 comentario:

    1. Esto es una infamia. Yo hasta creo que los de la kgb, no son tontos, y esto se les a ido de las manos. Estas cosas las hace bien sin dejar rastros, los amigos de la cia, que quien sabe, pudieran estar presuntamente implicados..., porque tantos rastros, y los que te contaré morena.

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