sábado, 11 de marzo de 2023



 

 

Las 12 incógnitas del 11-M en el último aniversario antes de que prescriba el mayor atentado terrorista

Dentro de un año, el 11 de marzo de 2024, 20 años después del terrible atentado del 11-M, prescribirán los delitos de sus autores intelectuales y ejecutores, así como los de sus colaboradores y encubridores. Si nada lo remedia, la Justicia ya no podrá perseguir a nadie por esos hechos a pesar de que pudieran aparecer nuevas pruebas, nuevos hechos y nuevas declaraciones reveladoras.

Sin embargo, esa misma Justicia ha venido conociendo, desde el mismo 11 de marzo de 2004, una serie de hechos difícilmente explicables que ponen en tela de juicio toda la investigación, el sumario y la propia sentencia del 11-M.

No se trata de teorías, elucubraciones o hipótesis. Son hechos evidentes, irregulares, inexplicables, presuntamente delictivos, puestos de manifiesto por documentos obrantes en el sumario y por testimonios claros, rotundos, muchos bajo juramento.

Los testimonios prestados ante la juez Coro Cillán, más de cinco años después del atentado, también han sido sistemáticamente ignorados.

A lo largo de nueve años, y publicadas en diversos medios, estas inconsistencias de la versión oficial no provocaron reacción alguna en quienes tenían que haber reaccionado. Éstas son las 12 incógnitas del 11-M:

1- Caótica recogida de muestras

La mejor información de cómo se realizó esa recogida la tenemos gracias a los testimonios prestados en junio de 2011 ante la juez Cillán por los agentes tedax intervinientes. Tras enfrentarse a la negativa de Alfredo Pérez Rubalcaba, entonces ministro del Interior, a facilitar la relación de los agentes intervinientes, la juez consiguió finalmente hacerlos pasar por su despacho.

Varios medios reprodujeron el relato de un abogado presente en la toma de declaraciones: la mañana de los hechos, el inspector jefe del grupo Tedax de la Brigada Provincial de Madrid, Cáceres Vadillo, se puso al mando de la recogida de muestras de la forma habitual en estos casos, y repartió a sus agentes entre los cuatro escenarios del atentado.

Pero antes del mediodía, el comisario Juan Jesús Sánchez Manzano, jefe de la Unidad Central Tedax, llegó a Atocha gritando "¡aquí mando yo!". Siempre según este relato, Sánchez Manzano anuló las órdenes dadas por Cáceres Vadillo y, saltándose el normal modo de proceder, puso a sus propios agentes al mando de cada escenario.

En este proceso, ordenó a los tedax de Madrid que entregasen a los de la Unidad Central las muestras recogidas hasta entonces, impidiéndoles incluso que terminasen de etiquetarlas y clasificarlas.

Se mezclaron las pruebas, de forma que luego no se podría saber a qué foco pertenecía cada una de ellas. Desaparecieron numerosas muestras de algodón impregnado, tierras de cráteres bajo los trenes, cables y componentes metálicos. De hecho, no existe la correspondiente acta con la relación, inventario y clasificación de los restos recogidos en cada foco.

Algo parecido pasó con las muestras de explosivos que los Tedax de Sánchez Manzano enviaron a la Policía Científica. Así lo testimonió en el juicio, el 23 de abril de 2007, Carlos Corrales, jefe de la Comisaría General de la Policía Científica.

"Se nos envían muestras de explosivo sin especificar de dónde son recogidas, ni en qué consisten... hasta que, en algún momento, digo que no estoy dispuesto a seguir recibiendo muestras donde no se me especifique dónde han sido recogidas, ni cómo han sido recogidas, ni qué tipo de muestra es... me preguntan que por qué, que de dónde eran esas muestras, les digo que lo ignoro, porque se les ha pedido reiteradamente al Tedax que nos las indicaran [...] En Policía Científica siempre hacemos constar dónde, cómo, el porqué y quién lo ha recogido y en qué circunstancias", dijo en su declaración.

2- Masiva retirada de material

Más de un año después del atentado, en junio de 2005, peritos de la Policía Nacional y de la Guardia Civil, siguiendo órdenes del juez instructor, realizaron un informe pericial sobre las explosiones en unos trenes que habían desaparecido más de un año antes.

¿Cómo es posible? En el folio 7 del acta de la pericial escribieron: "Todas las explosiones produjeron, en torno al punto donde estaba colocado cada artefacto, una zona en la que los efectos fueron devastadores, tanto en las personas que allí se encontraban, como en el mobiliario de los vagones (asientos, revestimientos interiores, ventanas, puertas...). El estudio de estos efectos, junto con los resultados de los análisis químicos realizados, es determinante para establecer la cantidad y tipo de explosivo utilizado en cada artefacto".

Pues bien, ese "mobiliario" cuyo estudio era tan determinante había desaparecido desde la misma mañana del día 12 de marzo. Aquel amanecer, muchos pudieron ver cómo del tren de Atocha había desaparecido buena parte de ese material, y existen fotos, algunas de ellas proyectadas en el juicio a petición de la Fiscalía -en la prueba documental del 4 de junio de 2007-, en las que se aprecia esa ausencia.

Mañana del 12 de marzo. El tren de Atocha (2do. plano) ya sin el “mobiliario”, determinante para establecer el tipo de explosivo, según los peritos. El tren de Téllez (1er plano) está sufriendo la misma limpieza de material. Reuters

También hay abundante documentación gráfica de cómo se actuaba en el tren de la calle Téllez durante los días 12 y 13 de marzo. Y un testimonio sonoro emitido por la cadena SER en la mañana del día 12 desde la calle Téllez, dice: "Un camión volquete completo con restos de ese vagón ha sido ya enviado a la comisaría, a las instalaciones centrales de la Policía Científica en el barrio de Canillas para un posterior examen". Es decir, el mobiliario que un año después sería mencionado por los peritos.

3- Quién dio la orden

Tras esa limpieza inicial de los focos de las explosiones, lo que quedó de los coches explotados fue destruido y desapareció. No hace falta documentarlo, pues es de sobra conocido. Pero lo que no conoce nadie es al "autor intelectual". No se sabe siquiera si el juez instructor la autorizó, pues hasta la juez Coro Cillán lo preguntó más de una vez a la Audiencia Nacional, sin que al parecer hubiera respuesta.

Pedro Díaz Pintado, número dos de la Policía el 11-M, declaró ante Cillán, en septiembre de 2009, que Renfe preguntó si podía desguazar los trenes. Él respondió que no se podían destruir por decisión unilateral de la Policía, porque eso era una prueba, que preguntasen al juez para que él lo decidiera. No es necesario detallar la importancia de esa destrucción del escenario del crimen, pero en el sumario no consta la existencia de ninguna pericial realizada en los trenes.

A lo largo de la instrucción y del juicio fueron numerosos los lamentos por la carencia de muestras. El propio Tribunal Supremo afirmó, al resolver sobre un recurso de casación en julio de 2008, que puede resultar sorprendente una tan apresurada destrucción, que impidió un estudio posterior más reposado y en profundidad. Pero ahí se quedó: nadie pidió explicaciones al responsable.

4- Los trenes en Vicálvaro

El ya citado jefe de los Tedax de Madrid, Cáceres Vadillo, declaró el 23 de noviembre de 2011 ante la juez Coro Cillán, que sus agentes propusieron trasladar los trenes a Vicálvaro para, una vez allí, buscar pruebas y muestras de explosivo a través de una inspección exhaustiva.

El día del ataque, habían dejado parte de su trabajo sin realizar. Abandonaron las tareas más dificultosas de búsqueda de pruebas porque daban por hecho que podrían llevarlas a cabo, con tranquilidad y discreción, durante las semanas siguientes. Pero, para su sorpresa, los trenes empezaron a ser retirados para su desguace la misma noche del día 11.

Nadie ha investigado quién y por qué decidió no atender la petición de los Tedax de Madrid.

5- El tren de Santa Eugenia

Sin embargo, la decisión de destruir los trenes había tenido una excepción: el tren atacado en Santa Eugenia sí fue trasladado discretamente a la estación de clasificación de Vicálvaro. Y allí permaneció seis meses, hasta el 11 de septiembre, cuando fue llevado a un taller para su reparación. Este asunto quedó oculto en el sumario y en el juicio.

No sabemos si esa circunstancia también se les ocultó a los Tedax de Madrid, que habían pedido investigar los trenes en Vicálvaro, y que tenían en ese tren de Santa Eugenia la única oportunidad de hacerlo. En todo caso, no consta en el sumario ninguna pericial o investigación realizada en ese tren y en ese lugar.

6- El foco de explosión

Como se ha dicho, el tren de Santa Eugenia fue el único salvado del desguace. Fue reparado, pero todo el material próximo al foco de explosión fue guardado, discretamente, en un almacén del taller de la empresa Tafesa.

Precinto del local en el que se guardaban los restos del tren de Santa Eugenia, últimos restos de un tren del 11-M. Carlos Sánchez de Roda

Cuando ocho años después, en 2012, fue descubierta y hecha pública la existencia de esta prueba, el local fue precintado por orden de la Fiscalía General del Estado, mientras la Fiscalía de Madrid afirmaba en una nota de prensa: "Se ha constatado la adopción de medidas para la conservación de dichos restos, ante la eventualidad de posibles análisis posteriores. Todo ello se llevó a cabo con pleno conocimiento de los órganos judiciales de la instrucción de la causa y del enjuiciamiento, que fueron informados en su momento".

Es decir, se informó a los órganos judiciales, pero éstos guardaron silencio, pues nada de eso trascendió durante los ocho años que transcurrieron hasta un "descubrimiento" que causó la sorpresa hasta del propio fiscal general, Eduardo Torres-Dulce.

Por otra parte, el director general de la empresa que llevó a cabo la reparación del tren, declaró ante la juez Cillán, el 20 de enero de 2012, que la Policía y la Guardia Civil pasaron dos veces, mientras hacía la reparación de la unidad, para ver los materiales. Pero no hay constancia oficial de esas visitas de policías y guardias civiles.

Últimos restos del tren de Santa Eugenia, 16 de septiembre de 2013. Carlos Sánchez de Roda

Por si fuera poco, a la vez se estaba realizando -también por agentes de los mismos cuerpos- la pericial conjunta referida en el punto 2 de este artículo. Pericial que, ante la desaparición de los trenes, hubo de basarse en fotos tomadas, entre otros, por policías municipales, ferroviarios y bomberos.

Así que policías y guardias civiles no tenían a su disposición más restos que los de Santa Eugenia, y los examinaron, pero en el informe pericial ni siquiera mencionaron su existencia, a pesar de que habían sido guardados precisamente "ante la eventualidad de posibles análisis posteriores".

7- Robo del material

La Fiscalía dio gran importancia a los restos descubiertos del tren de Santa Eugenia y ordenó su precintado y puesta a disposición del Juzgado 6 de la Audiencia Nacional.

23 de octubre de 2013. Arriba a la izquierda, último resto del tren mientras la Policía estaba en la puerta. A la derecha, lo que quedaba del cobertizo que guardó los últimos restos de un tren del 11-M. Carlos Sánchez de Roda

Pero nada más se supo sobre actuaciones en esos restos custodiados y precintados hasta que fueron finalmente robados por supuestos ladrones cuyo tráfico de camiones era regulado por policías municipales que "filiaban" a los conductores de los camiones. Así se recoge en las actas de sendas sesiones de las comisiones de Urbanismo y Vivienda y de Seguridad y Emergencias del Ayuntamiento de Madrid, de fecha 20 de noviembre de 2013.

Y todo ello ocurría en unos días en los que policías nacionales vigilaban personalmente la puerta del taller. Al menos, esto último ocurría el 23 de octubre de 2013, con el robo a punto de consumarse.

El 23 de octubre de 2013 la policía en la puerta de acceso al taller en el que robaban los últimos restos de un tren del 11-M. Carlos Sánchez de Roda

8- La mochila de Vallecas

En la tarde noche del mismo día 11, apareció en la comisaría de Vallecas, dentro de un bolsón procedente de la estación de El Pozo, una mochila bomba de unos 12 kilos de peso, tras un misterioso periplo de idas y vueltas por Madrid, con larga estancia en Ifema y con momentos de ausencia de custodia policial-, una mochila bomba de unos 12 kg de peso.

La versión judicial asumió que esa mochila procedía del tren atacado en la estación de El Pozo. Sin embargo, según declaró en el juicio, el 19 de marzo de 2007, uno de los cinco peritos que intervinieron en la recogida de enseres en El Pozo, habían abierto una a una y revisaron por dos veces todas las bolsas abandonadas y no encontraron nada anormal.

Es decir, con el ambiente de alerta imperante, los especialistas Tedax hacen una doble revisión de cada una de las bolsas pero, según la versión judicial, aun así, recogen una bolsa con nada menos que 10 kg de explosivos y no los ven. ¿Es esto creíble? No lo parece en absoluto.

Pero la cosa no acabó ahí. El 3 de mayo de 2007, declaró en el juicio el agente de la Policía Científica que había acudido al lugar de la desactivación para realizar un reportaje fotográfico del artefacto. Según su declaración, entregó su cámara a un agente Tedax que realizó unas fotografías de la mochila, antes de la desactivación, y luego le devolvió la cámara.

Tras la desactivación, él se sorprendió al ver una bolsa de basura, y no una mochila, y se dispuso a completar el reportaje fotográfico. Pero al ir a hacerlo, se lo impidieron bruscamente y le echaron del lugar: "No hacen falta más fotos, que se retire de la zona". Y no quedó constancia fotográfica del artefacto desactivado.

A continuación, el entonces comisario general de Seguridad Ciudadana, Santiago Cuadro Jaén, que estaba al mando de la operación, le ordenó entregar a los Tedax el carrete con las fotos iniciales. Cuando más tarde se interesó por las fotos realizadas, le contestaron que "nunca se han hecho esas fotos, el carrete no existe". La tierra se tragó las fotos de la prueba que sostiene todo el tinglado de la sentencia.

Anteriormente, cuando los Tedax que iban a realizar la desactivación aconsejaron al comisario desalojar las viviendas colindantes, éste descartó ese desalojo; después se comprobó que el artefacto no habría podido estallar al no estar hechas todas sus conexiones eléctricas.

9- Las muestras de metralla

La metralla jugó un papel fundamental en la investigación del 11-M. La mochila de Vallecas contenía 640 gramos de clavos y tornillos. Pero la doctora Carmen Baladía, que el 11-M, como directora del Instituto Anatómico Forense, coordinó y supervisó las labores de identificación y las autopsias de las víctimas, declaró ante la juez Coro Cillán, el 28 de octubre de 2011, que "no había metralla entre nuestros 191 muertos. En los informes en los que se hicieron radiografías, no se aprecia eso que se ha venido a llamar la tornillería. Ni tuercas, ni clavos, ni tornillos. En ninguno de los cuerpos se encontraron restos de metralla".

Es decir, que la mochila de Vallecas contenía una metralla que no estaba en los cuerpos de las víctimas de los trenes, según la directora de las autopsias.

Muestra M-6-9. Izquierda, en 2005; derecha, en 2007.

No sorprenden por ello los malabarismos que hubo que hacer para tratar de salvar esa discrepancia. La supuesta metralla aparecía, desaparecía y se transformaba en los informes en función de cada circunstancia.

El asunto dio un vuelco cuando una de las partes le dijo al juez que debía precisarse "en qué focos de explosión se encontró metralla", y el juez ordenó a la unidad Tedax que informase al respecto. Y se produce el milagro.

Casi dos años después del atentado, el 9 de diciembre de 2005, Sánchez Manzano remite al juzgado un informe en el que da cuenta de la súbita aparición de nada menos que de 21 tornillos y 33 clavos procedentes de casi todos los focos existentes, tornillos y clavos que presentaban coincidencias con los de la mochila de Vallecas.

Transformación de la metralla del tren de Santa Eugenia entre los años 2005 y 2007.

Pero la cosa no terminó ahí. Todas las muestras de metralla aparecidas y fotografiadas en la pericial de diciembre de 2005 se enviaron al juzgado, y de ahí al laboratorio de la Policía Científica, lugar en el que volvieron a ser fotografiadas para el informe de la pericial de explosivos realizada durante el juicio en 2007.

Pues bien, si se comparan ambas series de fotos se obtienen unos resultados sorprendentes, y es que las mismas muestras varían de una pericial a otra. Hay nuevas muestras que aparecen en 2007, otras desaparecen entre 2005 y 2007, y otras se transforman.

El asunto se hizo aún más inquietante tras la declaración de uno de los peritos de la primera pericial específica de metralla, la de las minas asturianas, prestada el 8 de julio de 2011 ante la juez Coro Cillán. Esa pericial determinó que no había coincidencias entre los clavos de las minas y los de la mochila de Vallecas.

Según la información publicada en esa fecha, ese agente declaró que Sánchez Manzano le ordenó modificar su veredicto. Al negarse a ello, Manzano le dijo que los informes periciales los haría a partir de entonces otro tedax. Y así fue, ya no intervino en ninguna de las periciales posteriores sobre metralla.

10- No hay cadena de custodia

Ya hemos visto en el punto 1 lo caótico que fue el primer eslabón de la cadena de custodia -la recogida de las muestras en los trenes-, sin que se conozca la existencia de actas de recogida, inventarios de muestras y fotografías.

Hemos visto también que no hay inventario realizado después en el laboratorio químico Tedax, con descripción y fotografías de las muestras.

Y también hemos visto cómo se produjo una súbita aparición, casi dos años después del 11-M, de muestras de metralla hasta entonces desconocidas, así como la misteriosa transformación de esa metralla entre la última pericial Tedax y la de explosivos realizada durante el juicio oral en el laboratorio de la Policía Científica.

En ese sentido, procede recordar que en el documento final de esa pericial no está el acta de entrega en el laboratorio de las muestras de los trenes, que está sustituida por el acta de la anterior entrega de esas muestras en el juzgado. Así pues, no hay dato alguno de la entrega de esas muestras desde el Juzgado al laboratorio de la Policía Científica, no consta quién efectuó esa entrega, ni cuándo, ni cómo se hizo.

En tales circunstancias, no es extraño que en el informe de la pericial de explosivos realizada en el laboratorio de la Policía Científica se pueda leer: "La cadena de custodia de las evidencias es desconocida para los peritos actuantes salvo para una de ellas".

11- Evidentes e impunes perjurios

Durante las sesiones de la vista oral y ante un grupo de víctimas, el magistrado Javier Gómez Bermúdez se comprometió a "enviar caminito de Jerez" a quienes hubiesen prestado falso testimonio. Ni que decir tiene que nadie emprendió ese "caminito". Todo quedó olvidado. Sin embargo, son varios los evidentes perjurios pronunciados ante el Tribunal. Veamos uno de ellos como ejemplo.

En el análisis químico de las muestras recogidas en un atentado con explosivos es práctica normal, tras un primer análisis de urgencia en el laboratorio Tedax, enviarlas al laboratorio altamente cualificado de la Policía Científica. Sin embargo, en el 11-M, no se hizo así. Las muestras, tras su caótica recogida en los trenes y su no menos caótico análisis en el laboratorio se quedaron en el almacén de los Tedax.

En la vista oral, el 14 de marzo de 2007, el comisario Sánchez Manzano, jefe de los Tedax, dio esta explicación: "Cuando eran restos de explosión no pesables, impregnaciones, por decirlo de alguna manera, siempre se han quedado en la Unidad Central de Desactivación de Explosivos. Cuando había sustancias pesables, un resto de... de explosivo, no un resto de explosión, sino un resto de explosivo, eso se mandaba a Policía Científica".

Y Carlos Corrales, que el 11-M era el jefe de la Comisaría General de la Policía Científica, mantuvo este diálogo con el abogado de la Asociación de Víctimas del 11-M en la sesión del 23 de abril:

AAV11M: ¿Hay algún caso en el que por ser sustancias no pesables, esté previsto que no deban ser remitidas al laboratorio de la Policía Científica?

T: No hay ninguna norma en el manual.

AAV11M: Es más, podríamos decir, que cuando, precisamente, por ser no pesables, es decir, más difíciles de analizar, es más normal que se envíe a la Policía Científica, que tiene mejores medios para analizarlo.

T: Sí señor.

Y en la sesión del 28 de mayo de 2007, el perito P12, de la Policía Científica, respondió así al abogado de Jamal Zougam:

D ZOUGAM: ¿Sabe usted por qué razón, parece ser que desde la Unidad Central Tedax sólo envían a la Policía Científica elementos pesables de explosivos y no los que puedan estar adheridos a ciertas superficies?

P12: Eso es incierto totalmente. Del total de los informes periciales que he hecho en los casi 20 años que llevo en el laboratorio químico toxicológico, de los 519 informes periciales hechos hasta el día de hoy, el 85,93% son sobre restos de explosivos y, por consiguiente, el resto sería de explosivos pesables tal como usted lo dice.

Son declaraciones incompatibles sobre asuntos que los tres testigos conocían perfectamente y que eran muy importantes en la investigación del 11-M. Alguien mintió clamorosamente bajo juramento, pero ese perjurio no tuvo consecuencia alguna.

12- Testimonios olvidados

A lo largo de este artículo se han utilizado como argumento diversos testimonios prestados ante la juez Coro Cillán. La razón de ello está en lo ocurrido en la trascendental instrucción de la querella presentada el 8 de julio de 2009 por la Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11-M (actualmente Asociación de Víctimas del 11-M) contra el comisario jefe de los Tedax Sánchez Manzano y su perito químico.

Se formulaba querella criminal contra ellos y contra el resto de personas que la instrucción determinase como "presuntos autores de los delitos de omisión del deber de perseguir delitos, encubrimiento por ocultación de pruebas y falso testimonio".

El Juzgado de Instrucción número 43 de Madrid, dirigido por Coro Cillán, admitió la querella a trámite, imputó a los dos querellados y desarrolló, durante dos años y medio, la investigación, con el apoyo del fiscal, salvando los múltiples obstáculos de todo tipo que se le presentaban.

A pesar de la firme oposición gubernamental, la juez Cillán logró la comparecencia de numerosos testigos policiales y otros que no lo habían hecho en el juicio del 11-M, algunos de los cuales han sido citados en este artículo. Muchas de esas declaraciones aportaron nuevos datos de lo ocurrido con los trenes y con la toma de muestras en ellos.

El 6 de febrero de 2012 compareció, ante Coro Cillán, Miguel Corsini, que en la fecha del atentado era presidente de Renfe. Y justo el día siguiente, la Audiencia Provincial decretó el sobreseimiento por "cosa juzgada", cuando era evidente que nunca se habían juzgado los hechos denunciados en la querella. Y se dio carpetazo al asunto.

Siguieron varios recursos contra ese sobreseimiento, pero finalmente, el 26 de marzo de 2013, la propia juez Coro Cillán fue suspendida cautelarmente, y el 11 octubre de 2013, inhabilitada por prevaricación en otro asunto. Su vida quedó destrozada.

Todavía las víctimas de la asociación intentaron continuar con la querella. Pero sufrieron nuevas negativas formuladas con especial crueldad, como la del 11 de julio de 2014 del juzgado nº 6, en cuyo auto de inadmisión de un nuevo recurso se puede leer lo siguiente: "Tampoco corresponde, a quien resuelve, la tarea de desvelar bulos y teorías sobre conspiraciones, máxime cuando la verdad judicial ya quedó establecida […] y por ello los aspirantes a detentadores de una invocada verdad real no pueden ser objeto de la presente resolución" (pág. 15 del Auto de 11/07/2014).

Este cruel trato judicial sería impensable que lo recibieran otras víctimas del terrorismo. El pecado de algunas de las del 11-M es, al parecer, su deseo de saber quién y por qué les hizo tantísimo daño.

No puede ser casualidad la sucesión de irregulares acontecimientos ocurridos a lo largo de nueve años -incluidos los ocho del Gobierno Zapatero-, todos ellos encaminados a destruir, apartar, eliminar, esconder, escamotear, sustituir, modificar todas las evidencias que podían salir de los trenes, mientras se le daba el máximo protagonismo en su lugar, y como prueba de lo ocurrido, al contenido de una mochila que nadie vio en ningún tren, pero que al final fue la base de toda la investigación, el origen de los hechos supuestamente probados y el sustento de la propia sentencia.

Es como si se hubiese pretendido, y logrado finalmente, alejar la investigación de los verdaderos autores materiales e intelectuales para llevarla hacia los que finalmente resultaron señalados en la sentencia.

***Carlos Sánchez de Roda es ingeniero de Caminos, Canales y Puertos. Es autor del libro 'Los trenes del 11-M. Las pericias necesarias' (Última Línea, 2015).

Sigue los temas que te interesan

Asociación de Victimas del 11-M

Atentados 11-M

Audiencia Nacional

Tribunal Supremo

Source www.elespanol.com