viernes, 8 de enero de 2016

Como la vida misma





Estaba lloviendo en un pequeño pueblo, donde todos los habitantes
estaban endeudados. A causa de la lluvia, llega al pequeño hotel del
pueblo un turista y pone un billete de 100 euros en la mesa de
recepción, mientras dice al dueño del hotel (que era el que estaba atendiendo el mostrador, ya que no podía permitirse contratar a alguien
para el puesto de recepcionista):
- Quiero una habitación, estoy harto de conducir con esta lluvia. Supongo
que habrá suficiente con estos 100 euros, ¿no?
Responde el director del hotel:
- Por supuesto, señor, y le sobrará más o menos, dependiendo de la habitación que escoja. Suba y elija la habitación que más le guste, ya que están todas disponibles y la llave esta en la puerta.
Muy bien, voy a echarle un vistazo a todas, para ver por cual me decido -responde el turista.
Mientras tanto el dueño del hotel coge el billete y sale corriendo a
pagar sus deudas con el carnicero. -Ahí tienes, creo que eran noventa y cinco euros lo que te debía, quédate con la vuelta y gracias por haberme fiado.
Inmediatamente el carnicero coge el billete y corre a pagar su deuda
con el criador de cerdos. -Toma, cóbrate los 100 euros que te debía.
El criador, a su vez, corre a pagar lo que le debe al proveedor de alimento
para animales. -Bórrame los 98 euros que te adeudaba y no hace falta que me devuelvas el cambio, que no merece la pena.
El vendedor de alimento coge el billete al vuelo y corre a liquidar su
deuda con la prostituta del pueblo, a la que debe el último servicio que
le realizó (en tiempos de crisis, hasta ella ofrece servicios a crédito) -Aquí tienes los 90 euros que te debo y 10 más de propina, ¡preciosa!.
La prostituta, sin perder el tiempo, coge el billete y sale corriendo
hacia el hotel, a donde lleva siempre a sus clientes, y en donde debe las cinco últimas visitas efectuadas, a razón
de 20 euros por visita. -Cóbrese las cinco visitas que le debo (le dice al dueño del hotel, que está tras el mostrador
de recepción, entregándole el billete de 100 euros)
Mientras tanto, había dejado de llover y el turista, después de haber visto
todas las habitaciones, sin ninguna prisa y con toda clase de parsimonia, baja a la recepción y dice:
- ¿Sabe qué? Como ha dejado de llover, me lo he pensado mejor y me
voy, que tengo prisa para llegar a mi casa.
- De acuerdo señor, dice el dueño del hotel, aquí tiene su billete y ya
sabe que puede volver cuando quiera.

La historia, como ven, no tiene mayor trascendencia, pero. . . fíjense bien: nadie ha ganado, ni ha perdido un euro; sin embargo, ahora, el dueño del hotel, el carnicero, el criador de cerdos, el proveedor de alimentos para animales y la
prostituta, han saldado el endeudamiento que se tenían entre todos ellos.

MORALEJA:
SI EL DINERO CIRCULA, SE ACABA LA CRISIS NO ES NECESARIO FORZAR LOS RECORTES, SÓLO QUE EL DINERO CIRCULE Y EN ESPAÑA QUE EL DINERO QUE SE HAN LLEVADO TODOS LOS MANGANTES EN LOS QUE ESTAMOS PENSANDO LO DEVUELVAN, AUNQUE SÓLO SEA EL 25% YA SERÍA SUFICIENTE, SOBRARÍA.



¡Feliz 2016!

lunes, 4 de enero de 2016

Policías de izquierda en la clandestinidad

Público.es 

José Tejero, policía y fundador del Sindicato Unificado de la Policía (SUP), narra en un libro cómo los policías demócratas lucharon de 1976 a 1985 por crear un cuerpo de seguridad civil.


El comité ejecutivo del SUP en la clandestinidad, durante una asamblea celebrada en marzo de 1984.
Cómo pasar de una policía militar a una civil como elemento fundamental para que en la España de la Transición se asentara la democracia. Eso es lo que cuenta en su libro Memorias de una lucha clandestina José Tejero, uno de los fundadores de las primeras células creadas por policías de izquierdas tras la muerte de Franco.

Cinco nombres son clave para entender cómo nació el Sindicato Unificado de la Policía (SUP), el que tiene más número de afiliados en estos momentos: José López, Guillermo Gómez, José María Osorno, Manuel Tapada y Carlos Jiménez. Cinco hombres sevillanos con inquietudes políticas de izquierdas que desde 1977 comenzaron a organizar la primera célula clandestina y, reunión a reunión, el 28 de febrero de 1978 sentaron las bases del sindicato al que José Tejero también se unió en la clandestinidad. Así, paso a paso, consiguieron alcanzar más de 12.000 afiliados antes de llegar a la mitad de la década de los 80.

La revolución había empezado dos años antes. La primera manifestación de policías y guardias civiles tuvo lugar en diciembre de 1976 cuando, explica Tejero en su libro, “cuatrocientos policías armados, guardias civiles e inspectores del Cuerpo General de Policía se concentraron en la plaza de Oriente y se dirigieron a la Dirección General de Seguridad rechazando la sanidad militar”. Ese era el inicio, el fin fue dejar de ser una policía militar para convertirse en un cuerpo civil y democrático.

La represión

Pero el régimen no perdonó esa desobediencia y decenas de policías fueron detenidos y enviados a diferentes cárceles. Sin embargo, la llama había prendido y las células clandestinas que crearían el SUP fueron extendiéndose primero por diferentes provincias andaluzas y, después, por el resto de España. En diciembre de 1977 se aprobó el Real Decreto de Asociaciones, que permitió la formación de organizaciones dentro del llamado Cuerpo General de Policía, es decir, de la policía secreta.

Pero estos avances no llegaban a los policías armados que se organizaron para cometer sabotajes a vehículos del cuerpo, tirada de octavillas, pintadas en casas de los mandos militares... Hasta que en 1978 el ministro Rodolfo Martín Villa crea el Cuerpo Superior de Policía y la Policía Armada pasa a ser Policía Nacional.

Quedaba una prueba de fuego, el 23 de febrero de 1981, el día en que el teniente Tejero de la Guardia Civil entró en el Congreso de los Diputados. En muchas comisarías, explica el autor, muchos policías brindaban por el golpe militar, otros se quedaron escondidos y sólo algunos se presentaron en las comisarías para defender sus puestos.

La democracia

Sin embargo, no fue hasta el primer gobierno del PSOE cuando el SUP pudo presentarse a los medios como el sindicato mayoritario dentro de la policía y constituirse oficialmente, ya en 1985. Periodistas, políticos y sindicalistas nacionales e internacionales, como Marcelino Camacho, ayudaron a estos primero policías demócratas a luchar por sus derechos y a convertir a la policía en un verdadero cuerpo civil.

José Tejero no se deja un detalle. Cenas, reuniones secretas, canciones y poesías insurgentes. Un verdadero recopilatorio de los primeros años del único cuerpo de seguridad civil que a día de hoy tenemos en España.

Nota: Se podrá adquirir el libro a través del correo electrónico sevilla@sup.es