martes, 21 de enero de 2014

Me da asco

La gaya


20.01.2014 | 09:17/La Opinión de Zamora
Amador Pérez Viñuela
Amador Pérez Viñuela
El día del mes de mayo de 1978 que me incorporé al puesto de la Guardia Civil de Olagüe en Navarra, a veinte kilómetros de Pamplona, sobre las diez de la noche, la banda de asesinos de ETA le aplicaron los derechos humanos a una patrulla de compañeros en una vía de circunvalación de la citada ciudad, la bomba reventó a dos y al tercero, después de numerosas intervenciones, le quedó una pierna más corta que la otra no sé cuántos centímetros. Al día siguiente hubo una manifestación en Pamplona de apoyo a los asesinos y el subteniente, mi jefe de línea, Saverri Chaverri, con ocho apellidos navarros, que se había camuflado en la manifestación, alguien lo conoció y, también le aplicó los derechos humanos con un puñal por la espalda, al tercer día de mi incorporación asistí a su funeral.
Como he empezado por casa solo voy a referirme a los de alrededor del puesto de mi destino. La línea, una unidad de mando inmediatamente superior al puesto, estaba en Villava, le aplicaron los derechos humanos dos veces, eso sí, a distancia como la bomba, que por error, colocaron en la fachada de la casa de al lado y detonaron desde el otro lado del río Arga, y una granada que lanzaron desde un cerro próximo. Los puestos limítrofes, Berriozar y Zubiri, también fueron objetivos de los derechos humanos de ETA aplicados con granadas explosivas.
Durante los dos años siguientes tuve la sensación de que había ganado mi «soldada» por asistir a funerales de compañeros. Años después le siguieron aplicando los derechos humanos a Ortega Lara en un zulo, con una técnica aprendida de los tupamaros uruguayos, y a los industriales vascos que se negaban a ser extorsionados por la banda de asesinos etarras les hacían un agujero en las rodillas con un taladro y los dejaban tirados en una cuneta. Esta era la manera que tenía el IRA para aplicar los derechos humanos a los que se mostraban renuentes a cumplir la doctrina nacionalista. En el camino quedaron las piernas de Irene Villa, el cuerpo destrozado del niño de dos años Fabio Moreno, hijo de un guardia civil de Zaragoza. A Miguel Ángel Blanco, con las manos atadas a la espalda en un descampado de Lasarte-Oria, le dispararon en la nuca los derechos humanos. La lista se prolonga hasta el millar y de los lesionados, alguno de mi pueblo, supongo que por «daños colaterales» también por la administración de los derechos humanos, hemos perdido la cuenta.
Estos días el presidente de PNV reprochaba al Gobierno de España que no le aplicara a los presos etarras los derechos humanos. Me da asco.

domingo, 5 de enero de 2014

Los etarras excarcelados expulsan a un periodista de Intereconomía por preguntar por las víctimas del terrorismo

Se encaró a los etarras

Un periodista fue expulsado del acto de Durango tras preguntar a los etarras excarcelados por qué no pedían perdón por sus asesinatos.


El periodista de Intereconomía Cake Minuesa, en su pregunta a los etarras | EFE


Libertad Digital
Después de que el sanguinario Kubati terminara de leer el comunicado de los terroristas excarcelados, uno de los periodistas que acudió a la rueda de prensa, el redactor de Intereconomía Cake Minuesa preguntó a los convocantes por qué no pedían perdón por los cientos de asesinatos cometidos durante su historia criminal.
El incidente terminó con la expulsión del periodista que insistió durante unos minutos en sus preguntas sobre todas las personas que los presentes habían asesinado "¿No hay nada que decir? ¿Nadie habla de ello?" Los organizadores le repitieron que en el acto no se admitían preguntas y le invitaron a desistir de su actitud.
Así, concluida la lectura de los cuatro comunicados, dos en euskera y dos en español, Cake se levantaba para invitar a los asesinos a pedir perdón "aprovechando que están aquí las cámaras delante". Un antiguo miembro de ETA y portavoz del colectivo, Estanis Etxaburu era el encargado de enseñar al redactor de Intereconomía el camino de la puerta mientras le recriminaba su actitud por buscar "protagonismo", decía. "Ya tienes tu minuto de gloria", le han reprochado varios de los asesinos presentes.
Cake Minuesa presenta en Intereconomía un programa llamado "Daños Colaterales" en el que "guía a su equipo de investigación" para desgranar asuntos de actualidad, habitualmente incómodos.

En Sin Complejos

Precisamente, este domingo, Luis del PIno ha entrevistado en Sin Complejos al "guionista, locutor de radio y cómico" Cake Minuesa quien ha reconocido que sintió miedo, sobre todo, cuando salió del antiguo matadero y se encontró cara a cara con familiares y amigos de los asesinos a quienes había preguntado por las víctimas minutos antes. "Éstos no sólo te miran, también te dicen cosas", recordaba en los micrófonos de esRadio.
Cake Minuesa, que hacía sus preguntas para el programa que dirige en Intereconomía, "Daños Colaterales", cuestionó a los asesinos por lo único que no citaron en todo el acto, las víctimas del terrorismo. En Sin Complejos, el periodista dijo que en su programa "buscamos sacarles los colores a los terroristas", aunque confiesa que pasaron miedo.
En cualquier caso, ha expresado que su intención era la de intentar arrancar "la verdad de esta gente, cómo se sienten después de pasar por la cárcel, saber si querían pedir perdón a las víctimas". Confiesa que esperaba "un gesto de dignidad, suyo, de ellos, que pidieran perdón a las víctimas", pero no lo hicieron.
En la misma entrevista en esRadio, Minuesa quiso recordar que el verdadero valor es el que tienen los políticos y las gentes del País Vasco que tienen que sufrir el yugo del terror cada día en las calles. Mencionó al concejal de Elorrio, Carlos García, quien tiene que enfrentarse a ellos cada día en el ayuntamiento. "Yo sólo estuve unas horas", decía.
En cualquier caso, al preguntar lo que los terroristas no querían escuchar, el periodista de Intereconomía colocó a los asesinos frente a su historia de terror pese a que minutos antes se habían presentado como víctimas del conflicto por haber tenido que pasar por la cárcel.