lunes, 1 de enero de 2018

A mis compañeros de fatigas.

 
 
 
 
 
 
 
 (En especial a mis compañeros que han dejado este año este mundo, que están velando por nosotros en lo más alto.)
 
 
A quienes cumplieron el sueño de toda una vida. 

A quienes recorrieron la ciudad a una velocidad frenética bajo las luces azules.

A quienes se les heló la sangre y sintieron al diablo atravesarles el cuerpo, cuando escucharon por la emisora "compañero herido".

A quienes no resulta raro el visitar en el hospital a sus compañeros.

A quienes se jugaron la vida miles de veces por desconocidos, siendo el deber cumplido la única recompensa. 

A quienes pesó en el hombro el ataúd de otro compañero, pero más pesó en el corazón no poder evitar lo que le metió allí. 

A quienes pasan lejos de sus familias los días más señalados, para que los demás los puedan vivirlos en paz. 

A quienes que les insultaron y golpearon, pero también con los que lloraron y a los que abrazaron. 

A quienes sintieron el verdadero orgullo de recibir y bautizar el uniforme azul o verde frente a sus familias.

A quienes se les puso la piel de gallina cuando gritaron con orgullo “SI JURO”.

A quienes al mirarse al espejo disfrutaron ese momento donde podían observar que su uniforme de trabajo no era de “Trabajo” sino de un estilo de vida.

A quienes temieron morir en aquel frio arcen, aquel oscuro callejón o aquella vieja casa, pero que continuaron adelante con lo que tenían que hacer.   

A quienes todos los días al iniciar su servicio y abrir su taquilla para ponerse el uniforme, se acuerdan de sus familias y sólo desean volver a verlas. 

A quienes corren al lugar del que todo el mundo huye. 

A quienes saludan todos los niños, porque de mayores desean ser como ellos. 

A quienes siendo el perro pastor se enfrentan a diario al lobo, para proteger a un rebaño que los menosprecia. 

A quienes se les hincha el pecho escuchando el Himno Nacional y viendo nuestro  pabellón  subir a lo alto de un mástil.

A quienes el frio, el calor, el hambre, el sueño y el cansancio, les enseño a valorar y disfrutar las cosas simples de la vida.

A quienes de todo esto aprendieron y reforzaron conceptos como el respeto, integridad, sacrificio, valor, disciplina, honor y tantas virtudes más para poder considerarse hombre de bien y un digno policía.

A quienes sintieron como un “hermano” al compañero  que paso por lo mismo estando a su lado.

A quienes se fueron, pero estuvieron ahí con nosotros en los mejores y peores momentos haciendo guardia. 

A quienes llevan en el pecho el escudo de un municipio, una autonomía o el estado.   

A todos mis compañeros... A todos mis hermanos…

¡¡VIVA ESPAÑA y VIVA LA POLICÍA!! 
FELIZ AÑO 2018