Y es que la victoria de la selección española de fútbol en la Eurocopa sigue levantando ampollas en el seno de la izquierda abertzale y, por extensión, de ETA. Que en el País Vasco algunos ciudadanos salieran a celebrar los goles de España con banderas rojigualdas y las camisetas de la selección es algo que para los abertzales ha supuesto, primero una sorpresa y después una afrenta.
La calle era suya y, hasta ahora, nadie salía con banderas españolas por temor a estos radicales, a episodios similares al protagonizado por el ex asesor personal del alcalde de San Sebastián, Josetxo Ibazeta.
Pero que ahora, poco a poco, ese miedo se esté perdiendo, ha roto esquemas a los miembros de Batasuna. Y por su cercanía ideológica a todos los simpatizantes de ETA.
Así lo demuestran incluso las palabras pronunciadas en la cárcel por uno de los referentes e iconos de la izquierda abertzale, Arnaldo Otegi, que está cumpliendo condena por pertenencia a organización terrorista.
«Tolerancia cero». Ése fue el mensaje que Otegi transmitió a los suyos cuando le contaron cuál había sido la reacción de los ciudadanos del País Vasco ante la victoria de la selección española.
La conversación en la cárcel, tras la victoria de España ante Italia, comenzó con risas y finalizó en tono serio, sin concesiones y llegando a palabras amenazantes. «Tolerancia cero» en cuanto a celebraciones de España en los pueblos del País Vasco.
Y es que Otegi no pudo reprimir su sorpresa cuando le informaron de que había gente, incluso en su pueblo, que había gritado y celebrado los goles de España.
Y más cuando le citaron algunos de los bares de su localidad donde se vieron los partidos y se chillaron los goles de los jugadores españoles como propios. Otegi no salía de su asombro.Según explicaron a este periódico fuentes cercanas al interno, las conversaciones se iniciaron analizando en tono jocoso algunos titulares de la prensa del
País Vasco en los que se hacía referencia a la consecución del título.
«¿Ya sabes cuál fue uno de los titulares de la prensa?», le preguntaron a Arnaldo Otegi. El miembro de la organización terrorista se rió cuando le contaron que se había publicado uno que decía «España única y eterna». También le dijeron que había otro que aseguraba que «La Roja es eterna».
Otegi seguía recibiendo datos como si se tratara de una comedia. No evitaba las risas. Y lo analizaba en clave electoral: «Impresionante. Déjales, más votos para nosotros».
Pero su sorpresa fue gigante cuando le informaron de que en su pueblo, la localidad guipuzcoana de Elgoibar, «también se oía a la gente gritar gol, ¿eh?».
«¿Sí?», preguntó, incrédulo, el dirigente de la izquierda abertzale. «Sí, hombre», le contestaron.
Y, acto seguido, sus interlocutores le señalaron dos de los locales habituales de la zona, nada sospechosos para las claves en las que se mueven los dirigentes de la izquierda abertzale.
Otegi no salía de su asombro y buscaba excusas o justificaciones para convencerse de que lo que le estaban contando sus compañeros de la izquierda radical no era posible, de que en el País Vasco se celebraban como propios los éxitos de la selección española.
«Claro, pues todos los sudacas», aseguró Otegi a las personas con las que hablaba. Sin embargo, ellas se lo negaron. Le dijeron que no, que no eran los sudacas, y le llegaron a indicar que en esos bares «había uno con la camiseta».
«¿Pero sudamericano?», preguntó de nuevo Otegi, confiando en que la situación que le dibujaban sus amigos tuviera alguna explicación según su punto de vista. «¡Qué va!», le contestaron. «¿No?», volvió a preguntar. Y le dijeron: «¡Que va!, de Elgoibar». «¿Ah, sí eh?», insistió Arnaldo Otegi. «Sí, bueno, de Elgoibar, vive en Elgoibar», le contestaron.
Y entonces, el ex dirigente de Herri Batasuna, ya con la respuesta asimilada, respondió a su interlocutor: «Bueno, pues ya sabes lo que hay que hacer: tolerancia cero».
Que se joda si le sabe mal que celebren el triunfo de la roja.
ResponderEliminarVergüenza le debería dar tener un apartamento en Cantabria, eso demuestra lo abertzale que es, que invierte en otra comunidad a la suya. ¡A la mierda!