martes, 15 de noviembre de 2011

«Era una fórmula de acoso integral, a veces mataban»


  • MANUEL MARRACO MADRID
  • 15/11/2011/El Mundo
  • ESPAÑA
  • Maite Pagazaurtundua testifica en el juicio por el asesinato de su hermano

    Rubalcaba embustero«Era una fórmula de acoso integral que a veces se completaba con el asesinato. Para doblegarnos, para que no nos atreviéramos a ser libres, en algunos casos mataban. [...] Nosotros no queríamos entrar en la espiral de silencio de la sociedad vasca». Maite Pagazaurtundua no pronunció ayer estas palabras como presidenta de la Fundación Víctimas del Terrorismo, sino como testigo en el juicio por el asesinato de su hermano Joseba.

    El atentado en febrero de 2003 contra el jefe de la Policía local, militante del PSE y miembro de Basta Ya!, estuvo durante años sin sospechoso conocido. Hasta que en 2010, el ordenador hizo bingo: la Ertzaintza acababa de meter el perfil genético del hoy acusado Gurutz Aguirresarobe para ver si era el nombre que les faltaba de un comando. Y no era, pero sí era el que había aparecido en lugar del asesinato: el bar Daytona de Andoain (Guipúzcoa).

    Ese ADN y la custodia de las muestras fueron -supuestos maltratos aparte- el eje del juicio celebrado en la Audiencia Nacional, al que asistió acompañando a la familia la candidata de UPyD a La Moncloa, Rosa Díez.

    El acusado lo negó todo. «¿Explicación? No puede ser mi ADN», declaró Aguirresarobe, que respondió al fiscal, a la familia y a la asociación de víctimas, algo realmente excepcional en las causas de asesinato terrorista. Por supuesto, también a las de su defensa, que está en manos -y eso ya deja de ser excepcional- del abogado habitual del entorno etarra José María Elosua. «En la vida he tenido un arma en la mano», dijo a preguntas suyas, tras negar su pertenencia a ETA y haber pisado nunca el Daytona.

    Durante la sesión de la mañana, la defensa buscó contradicciones en los tres testigos protegidos que estaban en el bar poco antes de las 10.00 horas del 8 de febrero. Pero los dos clientes y la camarera insistieron en que aquella taza de café que quedó sobre la barra era la del chico que había saltado del taburete para pegar cuatro tiros a Pagaza, sentado como todas las mañanas con un cortado, el periódico y el cigarro.

    El ADN de la taza se comparó en 2010 con el de un botellín consumido por Aguirresarobe que la Ertzaintza le birló en un bar. Y, ya detenido, con la del botellín que bebió ante el juez Marlaska, tras negarse a la prueba de ADN.

    Ante la Sección Tercera, presidida por Alfonso Guevara, el jefe de la investigación explicó cómo habían llegado hasta el acusado: repasando la documentación sobre un comando se dieron cuenta de que había un tipo, Aguirresarobe, que aparecía en fotos de un equipo de rugby al que habían pertenecido dos etarras. Y que a ese tipo se le detectó una cita con otro miembro de la banda que luego se fugó. Y que era el novio de una chica arrestada por aparecer en los papeles de Susper. «Tres coincidencias», dijo el ertzaina, que le llevaron a ordenar su vigilancia y comprobar el ADN.

    En la sesión de tarde, los peritos mantuvieron que el rastro genético de la taza era «suficiente» para una prueba con garantías. Pusieron cifra: es 11,4 millones de veces más probable que el ADN sea del acusado que de otra persona. «En España habría tres o cuatro personas que estadísticamente podrían coincidir con ese perfil genético. En Euskadi no habría nadie más», resumió uno de ellos.

    Frente a esa cifra demoledora, la defensa presentó una contrapericia. Dos expertos sostuvieron que la calidad de la muestra era «insuficiente» para ser fiable, lo que suponía abrir un resquicio hacia la absolución. En cualquier caso, añadieron, la cifra estadística correcta sería la mitad, 5,7 millones.

    Aguirresarobe no tiene ninguna otra causa pendiente. Es decir, que si escapa del ADN quedará en libertad. De momento, el fiscal Pedro Rubira mantuvo ayer la petición de 48 años de cárcel por asesinato, pertenencia a ETA y tenencia de armas.

    1 comentario:

    1. Manda güevos, al final buscan cualquier resquicio para salirse con la suya. Vamos que lo mató una musaraña. Lo mató él, diga lo que diga, por tanto es un asesino y debe de pagarlo.

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