jueves, 27 de octubre de 2011

Una discusión de Anglada con su hijo, convertida en asunto de Estado por los medios al servicio de la casta


Alerta Digital

Anglada

La creciente popularidad de Anglada, motivo de preocupación para la casta.

Alerta Digital.- Los periódicos del pesebre estan asustados ante una bomba atómica que diríase les ha estallado inesperadamente entre las manos: Josep Anglada. A Josep Anglada le califican un “xenófobo”. A don Josep lo tachan de “ultra”. A don Josep le llaman de todo. A don Josep le falta muy poquito para que en algunos abrevaderos mediáticos del sistema se le equipare al famoso Jack ‘el destripador’. Ya sólo faltaba que tuviera una discusión casera con su hijo- similar por otro lado a la que a diario tienen miles de padres españoles- para que una nueva leyenda negra se ponga en marcha.

Muy amenazadoras tienen que ser las expectativas políticas de la PxC para que el histerismo mediático contra Josep Anglada haya alcanzado tales límites. Ya se sabe que en España la mala baba se vierte de forma bastante arbitraria. La conversión de un lance familiar en primera plana, con desmedidos alardes tipográficos, nos da una idea de lo que cabe esperar a quienes tienen la osadía de defender cosas que no fueron previamente incluidas en el guión de esta comedia bufa que nos tiene a los ciudadanos como protagonistas secundarios.

Hace pocos años, un destacado dirigente vasco fue acusado de maltrato por su mujer, quien incluso presentó pruebas médicas irrefutables sobre las lesiones sufridas. No hubo un sólo medio español que destacara ni se hiciera eco de la noticia. En un alarde de hipocresía sin parangón, un editorialista de ‘El País’ defendía acaloradamente la no intromisión periodística en los asuntos que concernían a la vida privada de los políticos. Ni conozco ni me interesa conocer el posible incidente entre Anglada y su hijo, mayor de edad, que acapara portadas y tertulias como si el país no tuviera cosas más serias e importantes de las que ocuparse. Juzgo el asunto, por tanto, desde la distancia. La fundamental misión de los medios no es servir de escaparate a cuestiones que pertenecen única y exclusivamente al ámbito de la esfera privada. Defender esto en el país de la telebasura supone esperar mucho. Lo novedoso es que un político español ha sido introducido en un terreno acotado hasta ahora para tonadilleras y concursantes de ‘reality shows’. Y lo incalificable es que lo haya sido porque las ideas que defiende, a los poderosos no les gusta.

Cada vez más ciudadanos críticos empiezan a perder la fe en los medios de comunicación, porque intuyen que esas empresas no cumplen su tarea fiscalizadora con el mismo rigor en todos los casos. Gran parte de las informaciones escritas, radiales y audiovisuales están hechas a base de mojar la pluma con mermelada y en rociar los conceptos con vaselina. El matiz (mermelada o cicuta) ya lo introduce la adscripción económica o política del grupo al que pertenece cada medio.

En el caso de Cataluña, todos los políticos tradicionales son estupendos; todas sus propuestas, sensacionales; todas sus declaraciones, maestras. Y el catalán medio termina diciendo: “Pues si con los políticos ‘estupendos’ voy de mal en peor; si con las propuestas ‘sensacionales’ nos están llenando la región de vagos, ilegales y delincuentes y si con las declaraciones ‘maestras’ tengo la sensacion de que me están engañando, lo mejor entonces es transformar el chip y apostar por gente como Josep Anglada. ¡A mí no me toma el pelo ningún político de la casta…!

Muchos catalanes ya no hacen caso de tanta doble moral. Muchos catalanes están hartos de gastar su dinero, espoleados por los adjetivos de “genial”, “estupendo” y “fabuloso”, para acabar siendo víctimas de una islamización galopante y de una crisis económica intolerable. A fuerza de demonizar a Josep Anglada; de usar al mismo tiempo coba y mermelada en las informaciones sobre la casta, con el fin de no molestar a políticos, empresarios, banqueros, editores, robaperas y progres, están consiguiendo enfadar a aquellos para quienes en realidad escriben: los votantes.

No sé si el señor Anglada será mejor o peor padre que yo o que cualquiera de los lectores. Pero estoy seguro que cuando él dice que las cosas en Cataluña no son tan geniales, fabulosas ni estupendas, cada vez hay más gente que lo cree. Y esto, que casi se puede calificar de milagro político, es lo que sus enemigos políticos y mediáticos no le perdonan.

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