viernes, 21 de octubre de 2011

Claves para entender la derrota de España ante ETA: ¿Quién asesinó al almirante Carrero Blanco?


Alerta Digital

Atentado

El atentado de Carrero marcó un antes y un después en la evolución política de España.

Pedro Navarro.- Está generalmente aceptado el que la Historia es maestra de vida, por lo que no es ninguna novedad el que, para interpretar los acontecimientos actuales, sobre todo aquellos en los que se desconocen, por la causa que fuere, muchos de sus aspectos, es fundamental contar con la luz que arroja la Historia de la nación en la que se producen

Para tratar de interpretar los datos que van emergiendo de los atentados del 11M en Madrid, así como para comprender el por qué de la oscuridad que los rodea, es fundamental la luz que arroja la experiencia de acciones que pueden considerarse similares, al menos en cuanto a su vocación de encaminar los destinos de España en una determinada dirección.

En este sentido, en la España actual, el primero y más trascendente mazazo de derribo fue el asesinato del Presidente del Gobierno, el almirante Luis Carrero Blanco, en diciembre de 1973.

No espere el lector encontrar en este relato datos definitivos o nuevos, pues solo es una recopilación ordenada y valorada de diversos trabajos publicados abiertamente en distintas épocas. Aun así, sin duda, su contenido le sorprenderá y, espero, le hará pensar y sacar conclusiones a la hora de valorar los momentos actuales.

Contexto Político del momento

Empecemos, a continuación, a pasar revista la situación del momento, lo cual nos permitirá conocer a los actores del drama.

El 31 de Julio de 1959 nació la organización separatista, marxista y terrorista ETA ( Euzkadi ta Azkatasuna, País Vasco y Libertad), como una escisión radical de las juventudes del PNV (Partido Nacionalista Vasco) y con fermento clerical (consiliarios de las Juventudes de Acción Católica Rural y algunas instituciones religiosas, como la Universidad de Deusto, regida por los jesuitas, los mismos que siguen cediendo su casa de ejercicios del Santuario Loyola para las conversaciones PSOE (Partido Socialista Obrero Español), PNV y Batasuna-ETA). Entre 1968 y 1973, ETA cometió 9 asesinatos (la primera una niña de año y medio en 1960, luego el GC Pardínes y el inspector Manzanas en 1968), 137 sabotajes (el primero un descarrilamiento de tren en 1961), 4 secuestros y 330 acciones diversas, algo muy lejano de los muchos más de mil asesinatos que llegará a realizar. El respaldo y apoyo clerical formó parte de la propia infraestructura y logística de ETA.

Ricardo de la Cierva, experto en la masonería y siempre fiel a la Iglesia Católica, al comentar la controvertida lista de la Gran Logia Vaticana, del periodista Carmine Pecorelli, constata “la verosimilitud masónica” de Luigi Dadaglio (Nuncio en España de 1967 a 1980) y de su consejero Monseñor Dante Pasquinelli. Dadaglio ha pasado por ser el artífice de la “revolución” en la Iglesia española. Algún ejemplo más: Pablo VI se empeñó en nombrar al abyecto separatista José María Setién como obispo auxiliar de San Sebastián en 1972.

Por su parte, el “gobierno vasco en el exilio”, que estuvo en Nueva York durante años, y el PNV, habían sobrevivido durante la Segunda Guerra Mundial gracias a la colaboración de muchos de sus hombres con el OSS norteamericano ( Office of Strategic Services), el antecesor de la CIA, cuando España era uno de los potenciales enemigos de los aliados; posteriormente muchos agentes vascoseparatistas trabajaron para la OSS en Hispanoamérica, cuando el enemigo era un comunismo que empezaba a enseñorearse de su “patio trasero”. El Lendakari José Antonio Aguirre y sus hombres extremaron sus convicciones antisoviéticas y pronorteamericanas, echándose en brazos de la CIA y otros servicios de inteligencia a lo largo de más de dos décadas.

Tampoco hay que olvidar al marxismo internacional. En la Conferencia de los partidos comunistas y obreros celebrada en Moscú, en junio de 1969, se dijo: “Al evocar a los héroes de la lucha antifranquista no es posible olvidar la actividad de los obreros, estudiantes e intelectuales del País Vasco, entre los que destacan los comunistas, los católicos progresistas y los militantes nacionalistas de ETA, que al luchar por los derechos nacionales de Euzkadi, lo hacen por la libertad de todos los pueblos de España”.

En diciembre de 1970 tuvo lugar el Proceso de Burgos, consejo de guerra sumarísimo contra 16 etarras, 2 de ellos sacerdotes, acusados de haber matado o colaborado en el asesinato del Inspector Melitón Manzanas, el Guardia Civil José Jardines y el taxista Fermín Monasterio. Se dictaron 9 penas de muerte, las cuales fueron indultadas. Hubo un fuerte movimiento comunista en contra, así como de sectores de la Iglesia, especialmente catalana y vasca (Monasterio de Montserrat, obispos de San Sebastián -Mons. Argaya- y Bilbao -Cirarda-, etc)

En 1968 se firmaba el Tratado de No Proliferación Nuclear por 168 países, pero no por España, quien tenía en marcha un programa de desarrollo de armas nucleares y no quería renunciar unilateralmente a un instrumento de defensa tan disuasorio. Como complemento, al menos dada su posible aplicación al campo militar, desde 1963 funcionaba la Comisión Nacional de Investigación del Espacio (CONIE), la cual lanzó, en 1969 los tres primeros cohetes autóctonos INTA 255.

La Ley de Sucesión de la Jefatura del Estado, de 1947, declaraba que España era un Reino. El 22 de julio de 1969 Juan Carlos fue designado sucesor a título de rey y con el provisional de príncipe de España; al día siguiente se ratificó el nombramiento ante las Cortes con su solemne juramento de guardar y hacer guardar las Leyes Fundamentales del Reino y los Principios del Movimiento Nacional (el 22 de noviembre de 1975 volvería a hacer un juramento similar). En el verano de aquel mismo año Don Juan hizo un pacto dinástico con su hijo para que este accediera al trono. En 1970 murió el Capitán General Muñoz Grandes y al año siguiente el de igual empleo Alonso Vega, quien había conseguido oír de Franco que nombraría a Juan Carlos como sucesor, opción por la que se inclinaba también, abiertamente, Carrero Blanco. En enero de 1971 Juan Carlos visitó los EE.UU., siendo recibido con honores de jefe de estado.

En las décadas de los años sesenta-setenta el crecimiento industrial fue extraordinario, un 160% entre 1963-72; la productividad se duplicó durante el mismo periodo; las exportaciones se multiplicaron por 10; las tasas anuales de crecimiento eran las más altas de Europa y unas de las más altas del mundo; en los años setenta España pasó a ocupar el décimo puesto entre los países más industrializados del mundo (reconocido incluso por Tarradellas; ni comparación con el puesto real de España -que ha liquidado practicamente su industria pesada y su flota pesada- en la actualidad).

A finales de octubre de 1970 visitó España el Presidente Nixon. Según el ubicuo general Vernon A. Walters, el presidente norteamericano tuvo con Carrero Blanco, entonces Vicepresidente del Gobierno, “una de las conversaciones más interesantes de todos sus viajes”. El republicano Nixon era un convencido anticomunista y, aparentemente, un gran amigo de España. En febrero de 1971 volvió Walters a España y se entrevistó con Franco, comunicándole el interés de Nixon sobre la cuestión de su sucesión y sugiriendo la conveniencia de proclamar rey a Juan Carlos mientras viviera.

Walters, en su libro “Misiones discretas”, escribió, en síntesis magistral de Ismael Medina, las respuestas de Franco: el Príncipe de España será el futuro rey y traerá la democracia que ustedes quieren y de la que desconfío; mi legado es la nueva y extensa clase media creada por el régimen y que, con el amparo del Ejército, hará posible una transición pacífica a esa democracia. Curiosamente, Nixon encargó a Walters que entregara su informe en las oficinas del Presidente de EE.UU. y no en las del Secretario de Estado. Walters era un militar con amplios conocimientos sobre Europa y España, católico y que llegaría a ser Director Adjunto de la CIA. Como curiosidad, hay que resaltar que, muy poco tiempo antes, con ocasión del asesinato de Kennedy (el 22 de Noviembre de 1963, en Dallas.), se había podido comprobar que por un lado iba el presidente de Estados Unidos y por otro algunos de sus servicios secretos (por no hablar de otros).

Según escribió literalmente Ricardo de la Cierva: “el embajador de EE. UU. en Madrid era en aquella época una especie de simio llamado Robert Hill, que ante la evidente debilidad española se sentía como un procónsul y a veces se permitía dar órdenes a algunos ministros de España; la estación de la central estratégica CIA en Madrid tenía su cuartel general en el mismo edificio de la embajada, y tengo razones para sospechar que llevaba su propia política acerca de la transición española, una política que no creo muy acorde con la sugerida por el Presidente Nixon y el General Walters”.

En el otoño de 1973, Nixon, que había osado amenazar a Israel con retirarle su apoyo si no negociaba con los árabes la suerte de los territorios por ella ocupados, estaba acorralado por el cariz que toma el “escándalo Watergate”, con un proceso judicial público y ante las cámaras de televisión; el 19 de octubre ofreció entregar un resumen con su declaración y, al día siguiente, eliminó la Oficina del fiscal especial, ante lo cual el fiscal general, Elliot Richardson, presentó su dimisión; el 8 de agosto de 1974 el que dimitió fue Nixon.

El 7 de junio de 1973 Carrero fue nombrado primer Presidente de Gobierno del régimen, cargo asumido por Franco hasta entonces, junto con la Jefatura del Estado; el Generalísimo impuso al Almirante un solo ministro: Arias Navarro en Gobernación.

Arias Navarro, “El Chacal de Málaga” como lo denominaba la oposición izquierdista, venía aureolado por su buena gestión al frente del Ayuntamiento de Madrid. Lo que casi nunca se dice de su vida anterior es que perteneció, con el General Gutiérrez Mellado, al Servicio de Información Militar durante la guerra, desde su condición de jurídico castrense, y que, como varios miembros del mismo, estuvo de alguna forma salpicado por el crimen del Comandante Gabaldón, un guardia civil, también miembro del mismo servicio (Inspector de la Policía Militar de la Primera Región, y encargado del Archivo de Masonería y Comunismo), muerto en más que extrañísimas circunstancias nada más acabada la guerra; un suceso que por entonces se calificó como crimen masónico.

El 6 de octubre de 1973 se desató la Guerra del Ramadán o del Yom Kippur. Durante la misma Carrero se negó a que los norteamericanos utilizaran las bases conjuntas en las operaciones.

En 1973 no había partidos legalizados, y de los ilegales el único digno de mención era el Partido Comunista, ya que el PSOE era inoperativo, lo mismo que el PNV y otros; únicamente los anarquistas también tenían incidencia en la vida del país a través de sus actos terroristas.

Los nuevos partidos emergentes, que intuían el lugar que en el futuro podrían tener, estaban siendo financiados con capital de los países aliados (Inglaterra, Francia y, sobre todo, Alemania en el caso del PSOE), a la vez que convenientemente infiltrados; detrás de todo se encontraba la mano de los EE.UU., quienes hubieran preferido como Presidente a alguien más afín (su catolicismo era una de las mayores barreras para aceptarle) y que diera paso a una mayor “apertura”.

Lidia Falcón, una destacada miembro del PCE ha escrito que: “La transición política estaba prevista y pactada … que hubiera continuado con una dictadura en España en los años setenta y tantos era impensable … ni era el proyecto que tenía el Departamento de EE. UU”. Lo mismo dice en esencia Alfredo Grimaldos: el PSOE recreado que surgió, después del atentado de Carrero, del Congreso Suresnes (Francia; en el que se apadrinó a un Isidoro protegido por el servicio secreto creado por el Almirante) siguió al pie de la letra el guión redactado por el Departamento de Estado norteamericano, con la aquiescencia y la complicidad de Willy Brandt, guión cuyo cumplimiento debía garantizar CIA, y cuya finalidad última consistía en asentar la corona y eliminar la amenaza comunista.

El general Francisco Franco Salgado Araujo, secretario personal de Franco, en un diálogo con éste, anotó el 29 de mayo de 1967: “La obsesión de la CIA es que España tolere, y legalice después, dos partidos, uno de carácter socialista y otro democrático para cumplir el deber de prever el futuro, pues de lo contrario al régimen débil sucederá el caos, y a éste el comunismo. Su Excelencia me dice: ” (Juan Garcés: “Soberanos e intervenidos”).

Desde la oposición se miraba con simpatía ETA, realizándose contactos entre dirigentes etarras y de los partidos marxistas en el sur de Francia, “santuario” de ETA bajo la mirada atenta del Gobierno Francés, quien los acogía como refugiados políticos, los vigilaba y controlaba estrechamente, y toleraba sus acciones. La colaboración de ETA y el Partido Comunista se verá claramente a continuación.

El almirante Luis Carrero Blanco

De clara visión estratégica, Francisco Franco lo captó pronto para su Cuartel General antes de que acabara la guerra; posteriormente, durante la Segunda Guerra Mundial, un informe suyo decantó definitivamente la balanza hacia la no entrada en la misma. Veamos algunos sus pensamientos en aquellos años para hacernos idea de su forma de ser y entender España: “Para mi ser católico es más importante que ser Presidente del Gobierno” (carta al Cardenal Tarancón en 1973).

“España tiene cuatro adversarios: el comunismo …; la masonería, que la quiere anticatólica y dócil instrumento de la nación que tenga el máximo predicamento en la secta; el capitalismo …; y , por último, la necedad de un gran sector de sus clases elevadas, que inconscientemente son manejadazas por los enemigos de España y que son incapaces de cumplir ni siquiera lo mínimo a que están obligadas por los título y nombres que ostentan, que es ser patriotas y dar buen ejemplo a los demás” (1946).

“La masonería ataca al régimen español porque quiere en España un sistema demoliberal … Con concesiones poco meditadas, es evidente –para mí tan claro como la luz del sol- que de una monarquía tradicional, católica, social y representativa, pasaríamos en rápida pendiente a una monarquía liberal, a una república socialista y de esta a una república comunista, es decir, caeríamos en breve plazo en lo que estuvimos a punto de caer en 1939” (Notas a sus ministros, pocos días antes de ser asesinado).

“Hay que ser más exigentes con Estados Unidos, más tenaces con la Comunidad Económica Europea, y pragmáticos con el tema de La Roca” (según J. I. San Martín en “Apuntes de un condenado).

“La ayuda recibida por los Ejércitos Españoles como compensación por los Acuerdos no llega al mínimo imprescindible” (Conferencia en la Escuela de Guerra Naval en 1962).

“Los partidos políticos están mediatizados por las centrales políticas de otros países; vamos, por las internacionales de los partidos, y eso condiciona mucho las circunstancias políticas” (testimonio de su hijo Luis).

“La democracia liberal es inviable para España por sus anteriores fracasos históricos” (ABC, abril de 1970, con el seudónimo “Ginés de Buitrago”).

“Calma, calma, todavía hay que esperar … Se hará cuando el príncipe sea rey, pero con cuidado, con mucho cuidado, pues los enemigos de siempre podrían aprovechar cualquier resquicio en el sistema para introducirse en él y destrozarlo” (contestación a López Rodó y Torcuato Fernández Miranda, que porfiaban de la necesidad de una apertura del régimen ).

Carrero, dentro de su catolicismo, patriotismo y lealtad a Franco, era absolutamente juancarlista (el Almirante había entregado al Príncipe de España una carta de dimisión sin fecha tras ser nombrado presidente del Gobierno) y estaba enfrentado a La Falange (incluso por graves cuestiones personales) e ideologías similares.

“Los analistas norteamericanos consideraban a Carrero un gris reaccionario amargado, más franquista que Franco; los informes de inteligencia que escribían sobre él, su entorno y su actitud política no dibujaban a Carrero solo como un personaje antiamericano, ultracatólico, feroz antimasón, anclado en el pasado, sino que lo pintaban más bien como un estorbo para el desarrollo de los intereses norteamericanos en España y para la modernización de nuestro país … Una de las características negativas que llaman especialmente la atención de los norteamericanos es su condición de , que explica su oposición a otorgar libertad religiosa a los que no son católicos, y su rechazo a los líderes de la Iglesia liberal que desean la separación entre la Iglesia y el régimen de Franco” (Eduardo Martín Pozuelo, La Vanguardia, 24-VIII-2005).

El telegrama confidencial nº 700, de enero de 1971, enviado por la embajada de EE. UU en Madrid a su Secretaría de Estado decía: “El mejor resultado que puede surgir … sería que Carrero Blanco desaparezca de escena, con posible sustitución por el General Díez Alegría o Castañón (Alfredo Grimaldos en “La CIA en España”)

Los Prolegómenos del atentado

Según el famoso y bien documentado periodista, el malogrado Ismael Medina, basándose en sus conocimientos y en lo que escribió Rafael Calvo Serer (“¿Hacia la III República Española? En defensa de la Monarquía democrática”. Ed. Plaza Janés), los partidarios de la ruptura con el Régimen y su solución de una Monarquía encarnada en Juan Carlos, de los que era principal fuerza la autodenominada “Junta Democrática” (la cual contaba con el apoyo encubierto de don Juan de Borbón y Battenberg, en pugna con su hijo), consideraban a Carrero Blanco un obstáculo a remover. En este contexto, Medina dice textualmente que: “los impulsores del atentado contra el Presidente del Gobierno fueron doce políticos, algunos miembros de la Junta Democrática, reunidos en un chalé de Aravaca; uno de éstos trasladó la iniciativa al grupo comunista que preparaba el atentado de la calle del Correo (el cual se cometió después del magnicidio); de allí, a través de un joven militante de la Liga Revolucionaria Comunista, se pasó el recado a ETA”.

Los investigadores de El País y Ricardo de la Cierva dicen (en base a sus pesquisas, las de la policía tras la detención de Eva Forest después del atentado de la Calle Correo -en 1974, 13 muertos- y los posteriores testimonios esta) que ETA y el Partido Comunista (PC) montaron una red de apoyo a los separatistas vascos en Madrid, la cual estuvo operativa en 1972. El elemento clave fue el matrimonio comunista Sastre-Forest, aunque luego el “aparato” del PC haya dicho que ya no pertenecían al partido.

La escritora, de familia anarquista, Genoveva (Eva) Forest Tarrat (por otros alias: Vitia, la tupamara, la rubia y la tetas) había viajado a Cuba en 1966, y su marido en 1972 (ese año registró las policía su casa). Eva estableció en la isla la conexión internacional que enlazaría con el “Comité de solidaridad con Euskadi”, creado por ella a raíz del Proceso de Burgos. El contacto con la KGB es descrito por ella como “un argelino”. En aquel comité de solidaridad participaron gran número de “intelectuales, miembros del PC y personas próximas a “Cuadernos para el diálogo”; gran parte de los cuales formaron la red de apoyo a ETA.

En abril de 1972 el poco conocido escritor y dramaturgo Alfonso Sastre Alemany recibió en su casa de la calle Virgen del Vall nº 19, de Madrid, junto con su mujer Eva, a dos etarras (uno de ellos José Miguel Beñarán Ordeñana, alias Argala y el flaco). El enlace previo se hizo a través de un jesuita vasco hermano del etarra encargado del contacto; el sacerdote utilizó a otro que era comunista, el también jesuita “Padre Llanos” (José María de Llanos). La especialista norteamericana Claire Sterling, en “La red del terror”, confirmó los contactos, desde 1971, de ETA e IRA a través de un enlace de la KGB en Argelia.

Argala, bilbaíno, era de una familia “del movimiento” y sus inclinaciones políticas eran por él, hasta que se incorporó, con 17 años, a la “Legión de María”, donde un sacerdote le reconvirtió en separatista, marxista y etarra. Parece ser que Argala captó una primera información, en Vascongadas, de un militante de la Liga Comunista Revolucionaria vinculado a ETA, por lo que se decidió ir a Madrid, junto con Ignacio Pérez Beotegui Wilson e inglés, jefe de los “comandos” operativos, a comprobarla.

En casa de los Sastre-Forest se comentó a los etarras por primera vez, por un intelectual amigo del matrimonio, las peculiaridades de las costumbres de Carrero. Y, en septiembre de 1972, cuando Argala recibió de la Forest la información más trascendente sobre Carrero (ir el “día 14 octubre, a la cafetería Hotel Mindanao, a las 12,00”), el etarra estaba viviendo su casa, mientras Iñaqui Wilson lo hacía en la de otra comunista, la actriz de María Paz Ballesteros. Argala acudió al hotel acompañado de Wilson. Un hombre de unos 30 a 35 años, alto, moreno, elegante, con traje gris oscuro, gafas y una cartera, sin decir una palabra, sacó un sobre cerrado y se lo dio a Argala, y, tras darle la mano, se fue; dentro había una cuartilla escrita a mano y con mayúsculas que decía “el almirante Carrero Blanco va todos los días a la misa que a las 9 de la mañana se celebra en la iglesia de San Francisco de Borja, sita en la calle de Serrano, frente a la embajada de los EE. UU., con poca escolta”. Posteriormente ambos comprobaron que el mismo entraba en la iglesia con un solo escolta (por entonces solo le acompañaba su conductor y ese escolta) y Argala comulgó detrás de él; a aquella misa también asistió el ministro Gregorio López Bravo; en alguna otra ocasión asistieron a aquellas misas disfrazados de curas; la rubia también se turnó en la labor de vigilancia de las costumbres del Almirante. Según Manuel Cerdán (El Mundo) los archivos policiales de la época indican que el mensajero era una persona vinculada a la “Platajunta” y próxima a la Forest; para la mayoría “oficialista” se trataba de alguien relacionado con la televisión, aunque pudo se un agente secreto. Así mismo la tupamara se había comprometido a facilitar alojamiento seguro al resto de los terroristas que vinieran a Madrid.

El mismo Wilson, al ser detenido en 1975 en Barcelona, por la delación del “topo” El Lobo, informó de lo anterior a la policía.

Ricardo de la Cierva dice que fueron una docena los etarras que estuvieron en Madrid el otoño de 1972, divididos en dos o tres grupos sin conexión entre sí; por ejemplo, en noviembre de 1972, en la primera acción de ETA en Madrid, dos hombres asaltan una oficina policial del DNI, dejando uno de ellos, el etarra fichado Juan Bautista Eizaguirre Santiesteban Zigor, sus huellas en ella. Aquello no trascendió a la prensa, pero los servicios policiales lo registraron, aunque, está claro, por alguna razón no se tomaron medidas.

Argala y Wilson viajaron a Francia en diciembre para dar cuenta a la dirección etarra, la cual convocó unas reuniones con Eustaquio Mendizábal Chiquia, José Manuel Pagoaga Peisoto (un antiguo sacerdote misionero en Ecuador), Juan B. Eizaguirre Zigor, Ignacio Múgica Arregui Ezquerra, Isidro María Garalde Mamarru, Jesús María Zabarte Garraz, Domingo Iturbe Chomin, Joaquín María Villar Fangio, y Juan Antonio Urruticoechea Josu Ternera. Peisoto comunicó a Ezquerra, el segundo de Chiquia, su designación como jefe de un “comando” de gran importancia en Madrid, junto a Argala y Wilson (como el lector habrá notado, con la misma libertad que los traidores separatistas “euslcaldizan” libérrimamente nombres, este humilde autor los “cristianiza”).

“Nuestros colaboradores desplazados en Francia nos confirman que el día 15 de los corrientes se celebró una reunión entre elementos directivos del movimiento separatista ETA-ENBATA con miembros de la dirección del PC. de Toulouse, en la que se acordó lleva a efecto en distintos puntos de España una operación denominadas o , en la cual se incluyen secuestros, acciones subversivas y violentas, que será realizada en el más breve plazo posible”. Así rezaba el comienzo del informe que el agente principal en Francia del servicio de información de la Guardia Civil (GC) emitió el 17 de diciembre de 1972, el cual se reproduce en el libro “Las razones de un asesinato”.

En el mismo también se decía que la reunión giró sobre la mejor forma de colaboración conjunta para de forzar al Gobierno español a poner en libertad a los etarras detenidos, así como que el medio más eficaz estimado era la realización de secuestros tales como los del Príncipe Juan Carlos, el Vicepresidente Carrero y el Director de la GC (Iniesta Cano), o, preferentemente, sus familiares. En otro similar de igual fecha, el agente de la GC informaba que hacía “un mes entraron en España separatistas vascos integrados en 5 comandos para fijar su residencia y actuar en distintos puntos, … ninguno en la región vasconavarra (uno de ellos Madrid)”. Estas informaciones, y otras similares de distintas fuentes, llegaron al conocimiento de Carrero y de Iniesta; una de ellas procedía de los confidentes del comisario José Sainz, Jefe Superior de Policía de Bilbao, infiltrados en el mundo abertzale vascofrancés: “miembros … destacados de ETA han comentado … que están preparando una acción fuerte en Madrid”. La Dirección General GC (Iniesta Cano) y los Ministros de la Gobernación (Tomás Garicano Goñi y Carlos Arias Navarro), así como al DG de la Seguridad del Estado (Eduardo Blanco), tuvieron conocimiento de ello. Aparentemente Carrero fue informado y dio instrucciones a su familia: “si alguna vez me secuestran no deis por mi un duro”; pero Agustín Herrero Sanz, jefe de escoltas del Almirante, manifestó posteriormente que no llegó a conocerlo.

El 14 de enero 1973 Ezquerra, Wilson y Argala viajaron a Madrid; a la entrada de esta ciudad un coche conducido por la rubia (por entonces llevaba una buena melena de ese color) les guió hasta el barrio de Aluche, donde se alojaron en un piso que la misma les facilitó. Durante las dos semanas siguientes vigilaron a Carrero, comulgando también Ezquerra tras él; luego el jefe del comando viajó a San Sebastián y a Francia. Para entonces su objetivo estaba claramente fijado: secuestrar al Vicepresidente del Gobierno.

Muy pronto, con la colaboración de la Forest, alquilaron un piso en la calle Del Mirlo nº 1, en el barrio de Campamento, cerca de la Casa de Campo y de las carreteras de Extremadura y Boadilla. Al ser bastante amplio (130 m2), allí vivieran Argala, Wilson, Achulo, Zigor, Josu Ternera, Quiscur, etc; los etarras permanecieron en él hasta dos meses antes del asesinato de Carrero, “oficialmente” sin levantar sospechas;

Para atraer la atención de la policía, ETA secuestró el 16 de enero al industrial Huarte, obteniendo 50 millones de pesetas por su rescate, y después robó 3.000 kg de dinamita; pero, el 19 de abril de 1973, Chiquia, jefe “militar” de ETA, muere en un enfrentamiento en Algorta (Bilbao). Había sido novicio benedictino. Su apodo dará nombre al “comando” que asesinará a Carrero.

Con una aparente imprudencia suicida, en mayo se reunió en Getafe (Madrid), zona industrial con amplia implantación del clandestino sindicato comunista Comisiones Obreras (CC.OO.), el comité ejecutivo de ETA-V Asamblea, entre otras cosas para salvar la crisis provocada por la muerte de Chiquia. Todos los miembros de la Coordinadora de ETA (Eduardo Moreno Bergareche Pertur, Sabin, Serrano Izco, Goiburu Mendizábal, Esperanza Goicoechea Icharro y Múgica Arregui) y una docena más de etarras (que se alojaron en los pisos de las calles Alberto Aguilera, General Perón y Avenida del Mediterráneo), tal que José María Alcibar Ganchegui el general, Juan Miguel Echaguibel cristo melenas, Víctor Aranzabal Balzategui Chinua, Iñigo Suescun Ichilla, Roberto Fernández Palacios Britos, Javier Serrano Izco, Aldasoro, Tomi, Azcoiti, Osobi, Tupa, Fangio, Miquel, … casi todos ellos viejos conocidos de la policía.

No tiene explicación que los terroristas “pusieran en la misma cesta casi todos sus huevos y además agitándolos”; durante bastantes días una treintena de etarras, incluidos sus máximos jefes y el “comando estrella” viajan a Madrid y se mueven por esta ciudad con total tranquilidad, lo cual no parece tener otra explicación, además de contar con la poderosa ayuda comunista, que la de tener “ciertas seguridades”. Curiosamente, Goiburu y Serrano Izco, habían sido detenidos poco antes por las Fuerzas de Seguridad y puestos en libertad al no identificarlos.

Según un informe recogido en la “Operación Cantabria”, una investigación militar posterior al atentado, secreta y extraoficial, dos semanas después de la reunión la GC detuvo camino de San Sebastián a los etarras Roberto Fernández Palacios y Rufino Serrano Izco, los cuales, en los interrogatorios, declararon que procedían de Madrid, donde habían asistido a la asamblea. Aparentemente, tampoco en esta ocasión los servicios del Estado sacaron conclusiones.

Durante el primer semestre de 1973 los etarras se dedicaron en Madrid, fundamentalmente, a construir la red de alojamiento y los escondites/zulos en los pisos francos para encerrar a los que pudieran secuestrar y, con llamativa poca prudencia, a otras actividades, tales como fingirse policías para comprar “esposas”, alquilar dos coches con la documentación verdadera de Javier María Larreategui Cuadra Achulo (quien también se permite enseñar su pistola a unos amigos vascos que encuentra en la calle), y hacer prácticas de tiro en la sierra. Y siguen llegando más etarras: Zigor, Rosario Lasa Leunda (mujer de Ezquerra), Esperanza Goicoechea Eloriaga Charo y Pedro Ereño Gorrochategui El Pelos.

Ezquerra, a nombre de su mujer, adquirió una mercería en la calle Doctor Fleming, tienda que fue objeto de un llamativo robo, por lo que tuvieron que abandonar la idea de transformarla en una cárcel popular y deshacerse del local; también alquilaron un piso de seguridad en el Paseo de La Habana. Con ellos, ETA dispone ya de toda una red de pisos: el de la calle Mirlo; otro alquilado por Achulo en la calle General Perón, en el que llegaron a vivir hasta nueve etarras; otro en la Avenida del Mediterráneo, comprado por Argala; y otro más en Alberto Aguilera, alquilado por Ezquerra.

Los etarras contaron con el vital apoyo de viejos militantes del PCE, quienes proporcionaran a los vascos alojamientos y el zulo-prisión al que llamaron “la granja”, situado en la calle Hogar, nº 68, 4º D, de Alcorcón (un pueblo de Madrid próximo al piso de la calle Mirlo y ambos de la carretera de Extremadura); la compró Eva Forest con 400.000 pesetas que le dio Ezquerra, y el zulo lo preparó el comunista Antonio Durán Velasco (un sindicalista de CC.OO a nombre de cuya mujer se escrituró la vivienda), entre junio y septiembre de 1973, con la ayuda de otros dos “albañiles” de ETA). La colaboración la Forest fue constante y fundamental; cuando es detenida en 1974 aun guardaba en su piso de Virgen del Vall nº 19, junto con armas, los uniformes de Alférez de Infantería que se habían hecho Atucho y Quiscur para facilitar su huida. No se descartan otros apoyos, pues las declaraciones de los congresos del PSOE en aquellos años apoyaban explícitamente el terrorismo vasco.

El nombramiento de Carrero como Presidente de Gobierno, el 9 de junio, impulsó a ETA, “oficialmente” a abandonar la idea del el secuestro porque supone que su escolta se incrementará drásticamente (solo aumentó en un vehículo más con su conductor y dos policías). A mediados de julio, porque las vacaciones oficiales dispersaban a los posibles objetivos, y para poder participar libremente en la asamblea de ETA “militar”, Ezquerra ordenó que también la decena de etarras que entonces estaban en Madrid abandonaran temporalmente la ciudad.

Para fijar ideas sobre la composición marxista de ETA, además de “peneuvista”, y de la casi identidad ETA-PC, recordaré los avatares organizativos de la organización separatista en aquellos años. La VI Asamblea de ETA fue celebrada el verano de 1970 en Bayona (Francia). En ella los “obreristas” decidieron expulsar a los partidarios de los atentados, muy diezmados entonces por la acción de la policía. Los “militaristas“ (terroristas), se negaron a reconocer su celebración y a partir de entonces se autodenominaron “ETA V-Asamblea”; en 1972 se les unió el grupo Ainchina, el más partidario de la violencia de los de las juventudes del PNV. Los “obreristas”, a su vez, se denominaron “ETA VI-Asamblea”, la cual, posteriormente se dividió en otros dos sectores, los MAYOS (mayoritarios, que en 1973 se integraron en la LCR ) y los MINOS (minoritarios, que lo hicieron en la ORT y el PC), y algunos acabaron con los terroristas. La VI Asamblea de “ETA-V Asamblea” se inició en Hasparren (Francia) en agosto de 1973. Como consecuencia del atentado contra Carrero, los obreristas que aun quedaban en ETA-V la abandonaron y fundaron el Partido Revolucionario de los Trabajadores Vascos. En Hasparren, Chomin, Peisoto y Ezquerra, decidieron asesinar al Presidente; Juan Manuel Goiburu, miembro del Comité Ejecutivo, dio su conformidad al cambio de misión de la “Operación Ogro”.

El 11 de septiembre la tupamara “puso mesa y mantel” en su casa para una reunión en la que ella, Argala y Wilson hablaron abiertamente de la nueva misión: asesinar a Carrero. El desacuerdo de Wilson con la misma determinó su marcha de Madrid y marchó a San Juan de Luz (Francia). Según declaró el “albañil” Antonio Durán, tras su detención como consecuencia del atentado de la calle Correo, el participó también en aquella reunión y conocía la misión.

A finales de septiembre los etarras llegados de nuevo a Madrid, cuyo jefe es ahora Jesús María Zugarramurdi Hiuci Quiscur, quien llega a se a Madrid con Ezquerra, Goiburu y Chomín (este último se refugió en un piso de la calle Prim), volvieron a agitarse casi descontroladamente y robaron con éxito una armería en la calle San Francisco de Sales, pero su acento vasco fue captado por el dependiente, quien se lo comunicó a la policía; esta, no obstante, no le mostró ninguna foto de etarras para tratar de identificar a los asaltantes; como bien dice el articulista Manuel Cerdán, “casualmente, la armería estaba situada frente al hotel Mindanao, donde Argala se había entrevistado con el personaje misterioso, y a 100 metros de donde, años después, Urrusolo Sistiaga secuestrará a Emiliano Revilla”.

Además, en octubre es detenido en Bilbao el etarra Jesús María Zabarte Arregui Garraz, encontrándose distintos DNI a su nombre, que confiesa le fueron entregados por Múgica Arregi, y que están confeccionados con las cartulinas robadas hace un año en Madrid; también dice que en el sur de Francia hay más de 50 etarras dispuestos a pasar a España en varios grupos, y que él mismo había entregado a Achulo 250.000 pts en Madrid.

El 1 de ese mismo mes de octubre Argala alquiló un piso a una persona que resultó ser teniente coronel del Ejército, el cual dio muestras de sospechar algo, por lo que se rompió el contrato. El 14 de octubre Wilson y Argala, junto con Achulo, arrebataron su subfusil a un centinela de la puerta de Capitanía General. Carrillo, el máximo dirigente del PC, dijo en alguna ocasión: “si alguno de nuestros militantes hubiera cometido la décima parte de las imprudencias que cometieron los etarras, yo estoy seguro que la policía hubiera dado con él y lo hubiera detenido”. Está claro que estos reveladores datos fueron bloqueados en algún sitio sin que llegaran a surtir efectos.

Otro testimonio esclarecedor lo dio Miguel Lejarz Eguía El Lobo, Gorca ó el del coche blanco”, el famosísimo topo que el SECED infiltró en ETA a raíz del asesinato de Carrero, consiguiendo la captura de 158 miembros de los polimilis (“cúpula” directiva incluida, en julio de 1975). Lobo ha dicho con relación al atentado : “pienso que ha habido una manipulación muy fuerte, a niveles políticos muy altos y con conexiones internacionales; los destinos de España en aquella época estaban muy relacionados con los intereses de EE.UU. … el control sobre todo lo que ocurría en España en la década de los setenta era total y la CIA tenía colaboradores e infiltrados en todos los estamentos políticos, legales y clandestinos, así como en los movimientos subversivos y, por supuesto, en el sur de Francia y en ETA, … el propio Ezquerra, jefe del comando que mató a Carrero, me confesó que estuvo bajo sospecha de trabajar para la CIA … un comando bragado no te viene y se está aquí un año preparado una cosa, eso es imposible; ¡vamos!, y menos que vengan los dirigentes, los principales y se pongan aquí a hacer una cosa de esas; eso no se lo puede creer nadie, es imposible; yo conozco perfectamente a esta gente, conozco su forma de pensar y, desde luego, es totalmente imposible; por eso, a mí no me cabe ninguna duda de que hay una mano muy fuerte detrás de todo esto, una mano fortísima y estos son simples peones, los manejan”.

Como, después de lo anterior, parece lógico, en varias ocasiones tanto la Policía como la Guardia Civil estuvieron a punto de detener al “comando”, pero órdenes superiores lo impidieron siempre. A los ocupantes del piso de la calle Mirlo, que se hacían pasar por estudiantes y trabajadores, en el vecindario algunos incluso les llaman “los de ETA” por lo raro y poco discreto de su comportamiento; un miembro del Servicio de Información de la GC que lo detectó y comprobó, lo puso en conocimiento del Servicio, llegando el Jefe de la 111 Comandancia de la GC (Madrid Exterior; el entonces Teniente Coronel Francisco Agudo) a montar la correspondiente operación para irrumpir en el piso, pero una llamada de teléfono le ordenó que se suspendiese la acción.

En aquel piso, según Eva Forest al menos una vez se produjo un disparo accidental. Quizás por todo ello, dos meses antes del atentado aquel piso fue abandonado, pero dejando planos con itinerario de Carrero y otras pistas delatoras, entre ellas el teléfono del refugio secreto del dirigente comunista Simón Sánchez Montero en un envoltorio de medicinas (auque hay versiones de que también apareció en otro lugar), todo lo cual induce a pensar en un desalojo de urgencia, puede que tras un aviso.

Abundando en lo anterior, un agente del servicio de información de la GC, que trabajaba en Francia con el nombre clave de Tormes, les dijo a los escritores Estévez y Marmol que él, contando con el apoyo de Serge Demagnian Sena, un coronel francés de la OAS y antiguo jefe del servicio secreto militar en Argel, dio noticias de la intención de asesinar a Carrero cinco meses antes del atentado. Llegaron a contar con la ayuda de un funcionario que copiaba informaciones del despacho del Ministro de Interior galo. Pero “hubo un alto jefe militar que tuvo interés en romper toda la ”.

Tormes señaló al General Prieto López (quien le apartó del servicio de información, acusándole de apropiación de fondos reservados) y a Sáenz de Santamaría (quien fue Coronel Jefe de Estado Mayor de la GC entre 1971 y 1975, e inició su carrera como voluntario falangista en 1936 y la terminó como asesor de Rafael Vera en tiempos de los GAL, pasando por la Guardia del Generalísimo).

Quizás fuera este mismo agente el que recuerda el periodista Ismael Medina: “la Guardia Civil había infiltrado en ETA a uno de sus miembros, que al tiempo se había ganado la confianza de un agente de los servicios secretos franceses; el guardia avisó a su superior inmediato con muchas semanas de antelación que ETA preparaba el asesinato de Carrero; sus repetidos informes fueron bloqueados por ese superior, quien, dos años más tarde, con el sobrenombre de Barber, sería uno de los dos capitanes de la GC en el CESID que, en vísperas del atentado en el despacho de abogados de la calle de Atocha, se entrevistaron en la Cafetería Dólar con el cabecilla del grupo que lo cometió”.

El entonces teniente coronel José Ignacio San Martín, Jefe del SECED, escribió que “es rigurosamente cierto que el entonces Director General de la GC, Teniente General Iniesta Cano, días antes del atentado, me informó sobre la intención de ETA de secuestrar al Almirante y a su esposa.

Como dice Grimaldos, los documentos desclasificados de la CIA y del Departamento de Estado que tienen que ver con el asunto, no proporcionan ninguna luz: la mayor parte de los párrafos están tachados.

Los detalles del atentado

“Oficialmente”, es decir, en base a las fuente filo-etarras, a mediados de noviembre Achulo alquiló el semisótano de la calle Claudio Coello 104, desde donde se iba atentar contra el Presidente.

Para velar por la seguridad Kissinger, quien aterrizará el Madrid el 18 de diciembre y se alojará en su embajada, varias semanas antes llegaron unos 20 agentes de la CIA. Más adelante volveremos a hablar de estos y otros agentes.

En la primera semana de diciembre, Achulo, Argala y Quiscur comenzaron las obras para construir la galería, de 7 m de longitud, 50 cm de ancho y 60 cm de alto, y terminada en forma de T, con el tramo transversal de la misma paralelo al eje de la calle; cada día avanzaban una media de 2 metros; el material que sacaban lo introducían en sacos/bolsas de basura, hasta un total de unos 500. El ruido producido, sobre todo al perforar el muro, fue ensordecedor y difícilmente achacable al producido por el supuesto escultor que habitaba el local (el domingo anterior al atentado los golpes, seguidos y muy intensos, repercutían en las paredes de la finca). Después, a medida que avanzaron por debajo de la calle, se impregnó el portal, la escalera de la finca, e incluso la calle, de un fuerte olor a gas o tierra putrefacta, de forma que varios vecinos se quejaron al portero.

Se dio la más que extraordinaria circunstancia de que el tal portero era miembro de la Policía Armada en activo, siendo su principal actividad dar protección, de uniforme, en la no muy lejana casa de Tomás Allende, Ministro de Agricultura, saliendo todos los días así vestido de casa; no es de recibo que, en una zona tan sensible y con tal profesión, este portero, en base sus observaciones, las de su familia y las de los vecinos, no hubiera investigado e informado, máxime cuando, las vísperas del atentado, los etarras, apenas disfrazados de electricistas, tendieron unos 50 metros de cable, por las fachadas de los edificios y a 3 m de altura con relación a la acera, hasta la esquina de la calle Diego de León.

Hay que tener en cuenta, para ponerse en situación, que, además de la Embajada Norteamericana, donde radicaba la estación central de la CIA, el mismo Presidente vivía a unos 150 m de la mina, y que también había otros importantes edificios oficiales (Diputación Provincial, Radio Nacional, etc) y viviendas importantes; con lo que ello conlleva, pues ninguna seguridad se limita a “puertas para adentro”, siendo práctica obligada la vigilancia de las proximidades.

La dirección de ETA, a propuesta de Pertur, fijó con antelación como fecha del atentado el 18 de diciembre, dado que poco después estaba previsto el comienzo del juicio contra diversos comunistas de CC. OO. (Proceso 1001); luego se retrasó al 20 para no coincidir con la visita a Madrid de Henry Kissinger los días 18 y 19.

También “oficialmente”, Ezquerra, Chomín, Trepa, Quiscur, Achulo y Argala probaron a las afueras de Madrid el funcionamiento del interruptor que debería iniciar la explosión a distancia. Aparentemente, un etarra con conocimientos de electrónica, compró un interruptor de precisión en Bilbao, pero, al comprobar que “no era efectivo por las interferencias del tráfico intenso de la zona” se vio obligado a comprar otro. Ezquerra y Chomín se desplazaron a Burgos el 13 de diciembre, y allí Antonio Elorza Willy les entregó la dinamita, la cual transportaron hasta la calle Claudio Coello en el maletero de un Morris blanco, que Quiscur había alquilado con documentación falsa.

Una semana antes del atentado, Goiburu envió desde Francia otro “comando” para recoger y dar protección a Trepa, Chomín y Ezquerra en su vuelta al “santuario” francés. A partir de ese momento, sólo quedan en Madrid Quiscur, Argala y Achulo.

Durante la tarde/noche del día 18 se dieron los últimos retoques al túnel y a la carga, tendiendo a continuación Argala y Quiscur, sin ningún problema, los cables por las fachadas. Tres cargas de dinamita, de 25 kg cada una estaban, según los etarras, situadas en los extremos y el centro del trazo superior de la “T” del túnel.

He insistido en calificar de oficiales los testimonios etarras, porque, además de los testimonios anteriores que demuestran que hubo otros actores, y otros que veremos más adelante, el famoso terrorista Ilich Ramírez Sánchez Carlos, tras ser detenido el verano de 1994, declaró, en los primeros interrogatorios, que jamás había encontrado a miembros de ETA antes de 1995, ya en la cárcel; aunque más tarde afirmó ante el juez: “solamente a comienzos de los años 70 acepté ir a Madrid cuando revolucionarios franceses e iberoamericanos internacionalistas me pidieron ayudar a ETA para la ejecución del Almirante Carrero Blanco”. También el citado Tormes dijo, años después, que “alguien le tuvo que dar la idea a ETA; uno de los que hicieron el túnel era el no va más en explosivos, era un terrorista francés que había pertenecido a la OAS; Serge Demagnian Sena dijo ; el General Prieto comentaba que habían sido agentes de la OAS”. En similar sentido, circularon, en algunos ambientes, fotocopias de una publicación del PC francés en las que se detallaba, con numerosos gráficos y dibujos, un más que documentado trabajo sobre cómo se había perfectamente diseñado, perforado, y posteriormente asegurado, el túnel.

La visita oficial de Kissinger comenzó, apenas llegado a España, con una audiencia del Generalísimo y, a continuación, una visita a Don Juan Carlos, en la que el Ministro de Exteriores, López Rodó, detectó que el mismo hablaba ya casi como Rey. Al día siguiente, víspera del crimen, Carrero y Kissinger se entrevistaron durante más seis horas, lo que no dio tiempo al Almirante a despachar con nadie más; oficialmente el diálogo, de aproximadamente una hora, solo giró entorno al comunismo y la guerra con el que este amenazaba y el norteamericano alabó los puntos de vista del español; de nuevo pido disculpas por reiterar el término “oficial”, pero es obligado, ya que el Secretario de Estado yanqui pidió, explícitamente, que el contenido de su conversación se mantuviera secreto, incluso entre los altos cargos de sus respectivas administraciones; tras aquella reunión, Carrero no volvió a pisar su despacho.

Carmen Pichot, mujer del Almirante, el día anterior al atentado le preguntó si se habían tomado todas las medidas de seguridad cara al “Proceso 1.001”, a lo que Carrero respondió “no te preocupes, he hablado con Arias y me ha dicho que todo está bajo control”.

Ricardo de la Cierva dice que Blas Piñar recordaba que, el día anterior al atentado, miembros de Gobierno esperaban que ocurriera un grave suceso: “La víspera, el día 19, me personé en la Presidencia del Gobierno; tuve una entrevista con José María Gamazo, Ministro Secretario de la Presidencia, y me indicó que sí, que sospechaban que alguna cosa grave iba a suceder en España, aunque no podía precisar en qué consistía; al día siguiente me confirmó que eso que presumían como grave había sido el atentado”

Según un comunicante de la Bitácora de LdP, un oficial de la guardia civil que llegó a subdirector, contaba, en círculos privados, cómo aquella noche estuvieron en alerta por si “había que detener a algunas personas”; el caso es que la orden de detención no se produjo y al día siguiente Carrero Blanco fue volado.

El jueves 20 de diciembre, el Presidente del Gobierno abandonó su casa, en la calle Hermanos Bécquer nº 6, a 50 m de la puerta principal de la embajada de los Estados Unidos y frente a una de sus tapias, para ir a la iglesia de San Francisco de Borja (“jesuitas”), situada justo frente a esta última. Aquel día iba a iniciarse el Juicio 2001 a los miembros de CC.OO.; también se iba a debatir, en el consejillo previo al Consejo de Ministros del día siguiente, el Proyecto de Ley de Asociaciones Políticas.

El jesuita vasco-francés mencionado anteriormente al hablar de los círculos religiosos que frecuentaba el Almirante, puso un pañuelo azul en la ventana de la casa profesa de los jesuitas anexa a la iglesia donde Carrero estaba oyendo misa, seguramente a modo de señal para avisar a los etarras.

A las 09,23 horas, Carrero, tras oír misa y comulgar como todos los días (también había asistido Gregorio López Bravo), subió a su coche, un Barreiros Dodge Dart 3700 GT negro, matrícula PMM-16416, sin ningún tipo de blindaje. El mismo, seguido de otro de escolta, bajó por la calle Serrano, giró a la izquierda por la de Juan Bravo y volvió a torcer a la izquierda para tomar Claudio Coello; un Austin Morris 1.300 estaba aparcado en doble fila, a la altura de una señal (un trazo rojo vertical de 1 metro) en frente al 104 de la citada calle, a menos de 100 m de la puerta de la misma embajada, obligando al tráfico a pasar por encima del trazo superior de la “T” del túnel, donde estaban las tres cargas explosivas. El Morris también estaba cargado de explosivos, aunque estos no llegaron a explotar (se supo de su existencia por ETA).

En la esquina de Diego de León opuesta a los jesuitas, Argala, vestido con un mono azul y subido a una escalera, activó la bomba a las 09,26. El propio asesino describió así la explosión: “no ví el coche, pero vi que subía el suelo; hizo un ruido sordo; hubo un instante en que parecía que no pasaba nada y, de repente -sin ruido casi- vi que todo el suelo se abría, subía y una nube negra que llegaba hasta los tejados; y empezamos a gritar ¡gas!, ¡gas!”.

El vehículo del Almirante, de más de 1.700 kg, saltó por encima del edificio de los jesuitas (unos 30 m) y fue a parar a una azotea interior del patio del claustro. El enorme embudo producido por la explosión, de unos siete por diez metros, comenzó a llenarse de agua de las conducciones rotas.

Argala y Quiscur, quien colaboraba en la vigilancia del vehículo y mandaba la operación, salieron corriendo hacia la calle Diego de León, gritando “gas, ha sido el gas”, y montaron en el vehículo que en ella les esperaba con Achulo al volante; tras abandonarlo frente a la Escuela de la Policía, se dirigieron a “la granja” (Hogar 68), en Alcorcón; en aquel refugio permanecieron casi un mes ocultos, apoyados por los comunistas que les ayudaron a comprar y construir el ya conocido refugio/cárcel.

Aunque el coche de los escoltas también fue afectado por la explosión, inmediatamente uno de ellos llamó por radio la central en la Dirección General de Seguridad, dando cuenta de la explosión, de no ver el coche del Presidente y de que “huele a gas”, en curiosa coincidencia con lo que habían dicho los etarras como excusa para enmascarar su huida. Este policía, Miguel Ángel Alonso de la Fuente, con el tiempo será nombrado Subdirector General Operativo por un Ministro de Interior socialista, entre 1994 y 1996, tras la etapa de los GAL; nada más llegar al poder el PP, el nuevo ministro, Mayor Oreja lo destituyó; en la actualidad trabaja en la compañía petrolera REPSOL, propiedad de la Caixa catalana (algo así como el embrión del “Banco de Cataluña” separatista). Carrero Blanco ingresó cadáver en la Ciudad Sanitaria “Francisco Franco”, el inspector José Antonio Bueno Fernández también y el conductor José Luis Pérez Mogena falleció a los pocos instantes de ingresar; alguno de los otros escoltas fue herido ligeramente. La portera del nº 104, esposa del policía armada mencionado, y su hija, resultaron gravemente heridas; un taxista también fue herido consideración. Una treintena de vehículos resultan afectados por la onda expansiva; concretamente, un Seat 850 fue engullido por el socavón. Los edificios vecinos fueron gravemente dañados.

1 comentario:

  1. Si es que, el que desconoce la historia de España, está obligado a repetirla.
    Los jesuitas son los que dejaron que se celebrase la primera reunión de los asesinos, asi que, hay que echarles de comer aparte..

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