martes, 12 de julio de 2011

Zapatero hace un remiendo con Blanco como portavoz


MARISA CRUZ / MANUEL SÁNCHEZ
Madrid

12/07/2011/El Mundo

Nombra ministro al secretario de Estado de Interior, Antonio Camacho, y suprime la vicepresidencia primera

Zapatero embusteroLa última remodelación del Gobierno no merece el nombre de crisis. El nuevo equipo apenas se diferencia del anterior salvo por la ausencia notable del hasta ayer número dos, Alfredo Pérez Rubalcaba. Su marcha ha sido el detonante de un cambio que en realidad no pasa de ser un simple remiendo para aguantar hasta unas elecciones generales que nadie duda que se adelantarán a otoño. Ni siquiera Zapatero mantiene ya con firmeza su voluntad de agotar la legislatura. Para recorrer la recta final ha nombrado a José Blanco portavoz y a Antonio Camacho ministro del Interior.

Zapatero embustero Para cubrir los puestos que ha dejado vacantes el nuevo candidato del PSOE, Zapatero se ha limitado a tirar de la propia madeja del equipo gubernamental. Ninguna cara nueva entra en el Ejecutivo.

Para dirigir el Ministerio del Interior ha elegido al secretario de Estado de Seguridad, Antonio Camacho, que así sube el último peldaño del escalafón, en tanto que para desempeñar las funciones de portavoz del Gobierno, el presidente ha señalado al ministro de Fomento y vicesecretario general socialista, José Blanco.

Zapatero optó por Camacho no sólo porque conoce a la perfección todos los resortes del ministerio, en el que tiene una larga trayectoria -ha sido secretario de Estado de Seguridad desde 2004, es decir, desde que el PSOE llegó al poder-, sino porque el presidente quiere reconocerle su «mérito» en la lucha contra ETA. De él dijo ayer: «Tiene un perfil muy adecuado y una parte muy importante de contribución a los éxitos que se han logrado en la lucha antiterrorista».

Precisamente sobre la política antiterrorista, Zapatero quiso mantenerse en el terreno de la prudencia. Así, evitó vaticinar acerca de la posibilidad de que en los próximos meses los españoles constaten el final de la banda terrorista. «No sé cuáles son los pasos que dará ETA, pero sí sé lo que hará el Gobierno: perseverar en la lucha», señaló.

Del nuevo portavoz, José Blanco, casi sobraban las palabras. En esta ocasión, Zapatero no lo ha escogido en función de las dotes de comunicador, como sí hizo cuando designó a Alfredo Pérez Rubalcaba el pasado mes de octubre para desempeñar la misma función, lo ha hecho esencialmente, tal y como reconoció él mismo, por su estrecha afinidad personal.

«Hay dos razones», explicó, «que para mí son fundamentales: conoce bien la acción global del Gobierno y tiene una confianza conmigo muy directa y muy trabada durante mucho tiempo, y eso facilita, sin ninguna duda, la tarea para ser portavoz».

Pese a que Blanco no tendrá la categoría de vicepresidente primero como sí tuvo Rubalcaba, Zapatero ha querido otorgarle el cometido de mayor trascendencia política: ser la cara y la voz del Ejecutivo, el canal que transmite la estrategia gubernamental en esta recta final de un mandato convulso quemado por la crisis. Probablemente ya no sea necesario trasladar un mensaje de fuerte carga ideológica, sino más bien intentar explicar con claridad los últimos pasos que dé el Gobierno.

Las inyecciones de ideología, con la vista puesta en la convocatoria electoral, corresponden a partir de ahora al candidato socialista, que ya trabaja a pleno rendimiento preparando la nueva oferta programática del PSOE. De hecho, ayer el presidente quiso dejar claro que desde este momento habrá «dos planos» que tendrán que distinguirse «nítidamente». A saber: la acción del Gobierno y las propuestas del partido con la vista puesta en la próxima legislatura. «Hay que tenerlo claro», avisó, con la pretensión de que no se interpreten como fricciones o contradicciones entre el Gobierno y el PSOE las diferencias que, sin duda, surgirán.

Por lo que se refiere a las vicepresidencias, a partir de ahora se reducen a sólo dos y ya no tienen orden oficial de preferencia. La que ocupaba Rubalcaba queda sin cubrir, mientras Elena Salgado se mantiene en la de Asuntos Económicos y Manuel Chaves en la de Política Territorial. El matiz que sigue primando a Salgado sobre Chaves es que será ella quien asuma la Presidencia del Consejo de Ministros en ausencia de Zapatero.

Salgado prevalece, además, porque el camino que le queda por transitar al Gobierno antes de las elecciones estará marcado por la economía.

Con estos mimbres, el último Ejecutivo zapaterista se caracteriza por ser un equipo puramente gestor y claramente continuista, dedicado casi en exclusiva a intentar capear el azote de los mercados sobre la deuda y a concluir los principales procesos de reforma que se encuentran en marcha, sobre todo aprobar el nuevo sistema de pensiones -lo cual está previsto para mediados de septiembre- y controlar la culminación del proceso de reestructuración del sector financiero, un terreno en el que todavía puede ser necesaria la inyección de dinero público en varias entidades.

Ayer, el presidente quiso poner especial énfasis en estos cometidos. «El Gobierno trabaja con una tarea apremiante, mirando al interés general y, sobre todo, económico. La finalidad es la consolidación fiscal, la reducción del déficit, la reestructuración del sistema financiero y otras reformas».

«Estos planes», añadió, «necesitan más esfuerzo, todo el esfuerzo posible y todo el apoyo de las fuerzas políticas y, por supuesto, la máxima dedicación del Gobierno».

Zapatero, en esta ocasión, llegó a eludir hasta tres veces la oportunidad de afirmar su voluntad de agotar la legislatura. Toreó la pregunta insistiendo en que «el objetivo del Gobierno es tan exigente que no se debe pensar en ninguna otra cuestión». La atención del Ejecutivo debe centrarse sólo en «mantener la estabilidad, ganar la recuperación y crear empleo». Para ello, debe «seguir trabajando a pleno rendimiento y pisando el acelerador, sobre todo en las cuestiones económicas», advirtió.

El presidente del Gobierno quiso imprimir especial trascendencia a estas palabras, porque las estaba pronunciando justo cuando la prima de riesgo de la deuda española se disparaba mucho más allá de los 300 puntos básicos en relación con el bono alemán y turbulencias extraordinarias se cernían sobre la economía italiana. «Necesitamos más que nunca una respuesta rápida porque el proceso de tensión se está extendiendo», alertó.

OORBYT.es

>Vea hoy en EL MUNDO en Orbyt el análisis de Casimiro García-Abadillo sobre la capacidad del nuevo Gobierno ante la emergencia económica

MANUEL SÁNCHEZ / MARISA CRUZ Madrid

12/07/2011

Rubalcaba, tras los pasos de Zapatero y... González

En una carta a la militancia se reivindica como continuador de la labor de los dos gobiernos de los que ha sido miembro
Durante el día de ayer, se empezó a enviar a los 220.000 militantes socialistas la primera carta de Alfredo Pérez Rubalcaba como candidato del PSOE a la Presidencia del Gobierno en las próximas elecciones generales.

En la misma, Rubalcaba se presenta como el continuador «de la labor de los gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero y de Felipe González», a cuyos dos ejecutivos ha pertenecido como ministro.

Además, pide a los militantes que contribuyan con «opiniones, sugerencias y propuestas» a conformar su candidatura, y les adelanta que tendrán múltiples canales de comunicación para hacerlo.

De hecho, en la misiva, el candidato ya facilita un correo electrónico (rubalcaba@psoe.es) y subraya que la próxima campaña «no debe ser sólo la campaña de un candidato, sino la de todos los socialistas».

En la carta, Rubalcaba empieza por agradecer el «honor y la responsabilidad» de representar al PSOE, y asegura estar dispuesto a poner en esta campaña «todo lo que tengo: toda mi capacidad, mi experiencia y mi entusiasmo, sin ninguna clase de reserva».

Pero, tal y como hizo en el acto de proclamación de su candidatura, el pasado sábado, también pide en su escrito la ayuda de todo el partido. «Sé muy bien que yo solo no podré alcanzar el objetivo, necesito a mis compañeras y compañeros», afirma. Y en esta idea incide varias veces.

Rubalcaba, que no menciona al Partido Popular ni a Mariano Rajoy en ningún momento, también intenta levantar el ánimo de los suyos asegurando que «ni está escrito ni decidido el futuro de España en los próximos años».

Y añade: «Por ello, en las próximas elecciones generales tenemos que lograr la confianza y el voto mayoritario de los ciudadanos. Hemos ganado muchas veces y vamos a demostrar que, pese a las dificultades, podemos volver a hacerlo». Por ello, asegura que el «objetivo común es ver en España un nuevo gobierno socialista en los próximos cuatro años», un objetivo que cree que está al alcance.

«La crisis nos ha golpeado duramente, y sus efectos serán profundos. Pero no vamos a aceptar que el resultado de esta crisis sea una sociedad más injusta, más insolidaria y excluyente», asegura.

Por ello, asegura que los socialistas han sido los impulsores de las «grandes transformaciones» de España, con «el cambio democrático» primero; después «las reformas sociales» y, ahora, «el tránsito hacia una nueva economía más sana y más equilibrada», capaz de crear empleo e igualdad de oportunidades.

Rubalcaba se autoproclama como la persona que puede seguir esa senda porque tiene «una idea clara de lo que España necesita», de «lo que hay que mantener y lo que hay que cambiar» y, además, cree «tener la capacidad para hacerlo».

Así, pide el apoyo de los militantes para «lograr la confianza y el voto mayoritario de los ciudadanos». Y termina diciendo. «Me pongo a la tarea, convencido de que contaré con tu apoyo, que agradezco de antemano, y aprovecho la ocasión para desear lo mejor para ti y para los tuyos».

La de ayer es la primera carta de Rubalcaba, pero a buen seguro que no será la última. Porque el PSOE sigue trabajando en acercar por todos los medios posibles al candidato a su militancia y a los ciudadanos.

OORBYT.es

>Vea hoy en EL MUNDO en Orbyt el análisis de Santiago González sobre la remodelación

Se estrenará en Extremadura

No será hoy, martes, que tiene que dar el relevo de los cargos que deja en el Ejecutivo; será mañana, miércoles, cuando el candidato socialista 'tome posesión' de su despacho en la sede socialista de la calle de Ferraz en Madrid, y cuando empiece a dedicarse en exclusiva a su candidatura de cara a la Presidencia del Gobierno. Según fuentes socialistas, durante el jueves y viernes hará trabajo de despacho, encerrándose con sus diferentes equipos para empezar a diseñar la estrategia electoral, el programa y la campaña. Será el sábado cuando haga su primer acto como candidato oficial, y Rubalcaba ha decidido que su primer mitin sea en Extremadura

CASIMIRO GARCÍA-ABADILLO

12/07/2011

Gobierno provisional

A FONDO

Nunca antes un cambio de Gobierno había despertado tan poco entusiasmo ciudadano. Ni siquiera Zapatero, cuando lo anunció ayer en rueda de prensa, supo o quiso transmitir que la remodelación podía suponer, al menos, una pequeña mejora sobre su equipo anterior.

Y es que hacerlo le hubiera colocado en una situación comprometida.

Al igual que Rubalcaba no puede proponer políticas alternativas a las que aplica el Gobierno al que ha pertenecido durante más de cinco años, el presidente tampoco puede argumentar que ha resuelto la salida de su número dos elevando la calidad de su Gobierno con la incorporación de savia nueva. De ahí que la cohabitación, la bicefalia, sea tan nociva para el jefe de Gobierno como para el candidato socialista.

Zapatero tenía ahora la oportunidad de incorporar a algún peso pesado a su equipo. De esa manera, habría dado credibilidad a su mensaje de que quiere acabar la legislatura para concluir el proceso de reformas que necesita España para salir del atolladero en que se encuentra.

Pero no ha sido así. Zapatero ha optado por el parcheo. Ha suprimido la Vicepresidencia Primera; ha ascendido a Antonio Camacho de secretario de Estado a ministro del Interior y ha nombrado a Blanco como portavoz.

Son cambios evidentemente pactados entre el presidente y el candidato. La supresión de la Vicepresidencia Primera evita poner en primera línea a alguien que podría restarle brillo a su antecesor. El nombramiento de Camacho es lógico: un hombre de la total confianza de Rubalcaba y que dará continuidad a la lucha contra el terrorismo. El espaldarazo a Blanco (que mantiene la cartera de Fomento) es el movimiento más relevante.

El vicesecretario del Partido Socialista es ahora el hombre de consenso. En los últimos meses ha jugado a fondo la baza de Rubalcaba y sigue siendo uno de los ministros más cercanos a Zapatero.

Pero, ¿qué crédito tiene este nuevo Gobierno? Muy poco. En lo esencial, todo sigue igual, mientras que la situación económica empeora sustancialmente.

Lo que ocurrió ayer, en efecto, es un segundo Pearl Harbor. La deuda española se paga ya a un interés por encima del 6% y el diferencial con Alemania batió ayer su récord histórico al alcanzar los 340 puntos.

Ese encarecimiento de la deuda supondrá para España un sobrecoste de financiación de la economía (pública y privada) de 20.000 millones de euros, según los cálculos que hizo el equipo económico del PP.

La parálisis europea; la forma poco concreta con la que se instó a la banca a participar en el rescate de Grecia; en fin, la falta de proyecto y liderazgo en la UE, están afectando a la segunda línea de países menos sanos: España e Italia.

La situación no va a mejorar a corto plazo y el miedo a los test de estrés de la banca, que se harán públicos el próximo día 15, añade aún más incertidumbre sobre nuestro país.

En ese escenario, mantener el Gobierno durante ocho meses carece de sentido.

Lo mejor que tuvo la crisis de Gobierno de ayer es que, por fin, Zapatero parece haber entendido el mensaje. En su entorno y en su partido ya todos dan por hecho que habrá elecciones en el próximo otoño

MANUEL SÁNCHEZ / Madrid

12/07/2011

El único 'número dos' que siempre ha tenido Zapatero

Zapatero embusteroEn la precampaña de las elecciones municipales y autonómicas de 2003, José Luis Rodríguez Zapatero se subió al autobús de la caravana del PSOE, con todos los periódicos del día debajo del brazo, para compartir un trayecto con los periodistas a quién sabe qué sitio para dar un mitin.

Tras ojear los periódicos, empezó a charlar con los periodistas y, entonces, le entró una llamada al móvil.

- ¿Qué pasa jefe?, contestó al teléfono.

Y, durante unos minutos, estuvo charlando un rato amigablemente con una persona. Tras colgar, no pudo faltar la pregunta.

- ¿A quién llamas jefe?

- A Pepe Blanco. Él me llama líder, y yo a él, jefe.

Y así fue, y así ha sido durante 11 años, donde ambos dirigentes políticos han ido constantemente de la mano, a pesar de críticas internas, conjuras y conspiraciones.

El único número dos que ha tenido Zapatero en toda esta etapa al frente del PSOE o del Gobierno ha sido José Blanco. Y con el nombramiento que hizo ayer, sigue demostrando que, hasta en sus últimos momentos en primera línea política, continúa depositando su confianza en el que, en su día, fue llamado el bruxo de O Palas de Rei.

Zapatero podía haber sido más generoso dándole la vicepresidencia primera junto a la portavocía, pero a estas alturas del partido ya no se trata de repartir más medallas. Ni Blanco tampoco las quería.

Lo que sí es seguro es que, con este nombramiento, Blanco posiblemente culmine una carrera política que empezó en un caluroso mes de julio del año 2000, en el que para sorpresa de muchos, Zapatero lo convirtió en secretario de Organización de su primera Ejecutiva Federal del PSOE.

Nadie sabía bien quién era ese diputado de Lugo, cuyo trabajo parlamentario estuvo centrado en materia de Pesca y que era -como su líder- absolutamente desconocido a nivel mediático. Pero Zapatero lo colocó como el número dos del PSOE.

Tuvo grandes dificultades en el inicio. Se enfrentó al viejo partido al negarse a seguir pagando a los abogados de los dirigentes implicados en los GAL y en el caso de los fondos reservados. Concitó múltiples críticas por su escasa capacidad de comunicación. Y fue cuestionado en el fondo y en la forma. Pero el gallego ya demostró que era un político duro de pelar.

Su peor momento, posiblemente, fue cuando, en el llamado tamayazo -por el que Rafael Simancas perdió la Comunidad de Madrid-, se le vinculó con los principales artífices de la trama y, en concreto, con José Luis Balbás. Pero hasta en esta difícil situación tuvo el respaldo de Zapatero.

Después, vinieron los años buenos para Blanco. La victoria electoral de 2004, ganar Galicia para el PSOE -lo que fue un empeño personal, en el que se dejó la piel- y volver a darle a Zapatero el Gobierno en 2008 fueron sus grandes triunfos.

Siempre se quedó a cargo del partido, sin querer entrar en el Ejecutivo, hasta que en abril de 2009, de común acuerdo con el líder, fue nombrado ministro de Fomento.

En la última etapa, tras renunciar a dirigir el Comité Electoral del PSOE de cara a las elecciones generales, se especuló mucho con que estaba ya en la puerta de salida.

Pero Blanco sabía hace muchas semanas que le quedaba otro trabajo por hacer. Será durante pocos meses o, incluso, sólo unas cuantas semanas. Pero el número dos de Zapatero estará hasta el final junto a su líder. Él mismo lo ha dicho muchas veces: «Mi única lealtad a nivel personal es con Zapatero».

FERNANDO LÁZARO / Madrid

12/07/2011

El 'Faisán' sobrevuela en torno a un relevo que no supone cambios

Eterno número dos en Interior, Antonio Camacho cruzará el Rubicón y ocupará la silla de Rubalcaba al frente del Ministerio del Interior en el Consejo de Ministros. Es el único alto cargo de Interior que ha aguantado sin moverse desde que Zapatero ganó las elecciones de 2004. Pero, desde 2006, la sospecha del caso Faisán, el asunto del chivatazo policial a ETA, le ha perseguido y ahora le perseguirá con más fuerza.

Camacho, fiscal de profesión, llegó a la Secretaría de Estado de Seguridad de la mano de José Antonio Alonso, por su cercanía con el ministro entonces de Justicia Mariano Fernández Bermejo. Trabajó codo con codo con Víctor García Hidalgo, el que fuera director general de la Policía y actualmente imputado por colaboración con banda armada por el chivatazo.

Las acusaciones pidieron al juez Ruz que le citara a declarar al menos como testigo. No en vano, en el seguimiento de llamadas telefónicas realizado por los investigadores del soplo, se incluyeron las comunicaciones entre Camacho y García Hidalgo previas y posteriores a la delación. Pero el juez y, posteriormente la sala, entendieron que no era pertinente en ese momento procesal llamarle a declarar en el caso que más polvareda política ha levantado en esta legislatura.

El chivatazo policial a ETA se produjo en mayo de 2006, cuando el Ejecutivo del Zapatero-Rubalcaba hablaba y negociaba con ETA. Aquel chivatazo dio al traste inicialmente con una operación contra el entramado financiero, el aparato que recaudaba el mal llamado impuesto revolucionario de la organización terrorista.

En este caso, aún pendiente de resolución en los tribunales, la justicia francesa -vía Le Vert y después de la marcha de Garzón de la Audiencia Nacional- puso sobre la mesa política los documentos incautados a ETA sobre la negociación con el Ejecutivo. El juez Ruz hizo desfilar como testigos a aquellos que Rubalcaba, el jefe de Camacho, designó como portavoces del Gobierno en el proceso.

Su primer miura al llegar al Ministerio fue tratar de poner fin a los episodios de descoordinación policial, básicamente entre Policía y Guardia Civil, que se habían detectado tras la masacre de los atentados del 11-M. Para ello, se puso en marcha el Centro Nacional de Coordinación Antiterrorista (CNCA) y se trató de sujetar en el mando único la coordinación policial.

Posteriormente, se creó un organismo similar, el Centro de Inteligencia Contra el Crimen Organizado (CICO), para unificar actuaciones policiales contra las redes mafiosas. Pero la sombra del Faisán le persigue.

Tras esa primera etapa de tratar de poner fin a la descoordinación, centró sus actividades en el terrorismo autóctono, el de ETA. Primera fase, coincidente con el llamado proceso de paz, de una relativa actividad y eficacia. Ahora, tras la ruptura de este proceso, de mayor presión policial, una presión que ha llevado a ETA a una situación de gran debilidad.

Sus actividades parlamentarias le han llevado a un continuo enfrentamiento con el principal partido de la oposición. Llegó un momento en que comparó al PP con Batasuna por preguntarle por la política antiterrorista y sus contactos con ETA durante el proceso de paz.

Junto a Rubalcaba, ha participado en un puesto destacado en las nuevas líneas de actuación de la política penitenciaria contra ETA: son premios y castigos que han llevado a la excarcelación de algunos de los más relevantes miembros de la trama asesina.

CARMEN REMÍREZ DE GANUZA / Madrid

12/07/2011

El PP sólo ve «parches» en el nuevo Gobierno

Cospedal sentencia que los cambios no traen «nada nuevo» y Rajoy celebra ante su Comité Ejecutivo la «radicalidad» del PSOE

El cambio de Gobierno llegó ayer al PP cuando el Comité Ejecutivo Nacional, presidido por Mariano Rajoy, acababa de echar el cierre. Pero a María Dolores de Cospedal le costó muy poco esfuerzo resumir luego, en rueda de prensa, lo que la mayoría de los dirigentes territoriales llegados esa mañana a Génova habían previsto en pasillos: que los nombramientos de José Blanco y Antonio Camacho no traían «nada nuevo» y que eran meros «parches» en el Ejecutivo socialista para aguantar el tirón.

Aguantar... hasta ese adelanto electoral que ayer todos en la cúpula del PP situaban en el próximo mes de noviembre y que comentaban como inexorable.

«Los cambios son más de lo mismo», dijo la secretaria general, «lo único que justifica que el Gobierno siga en pie es un interés partidista. Los españoles no quieren más parches, quieren un Gobierno nuevo para salir de la crisis».

Ni ella ni Rajoy hicieron una sola mención a Rubalcaba, al que las fuentes consultadas en el partido atribuyeron el sábado pasado un estreno formalmente «aseado», pero sólo encaminado a «salvar los muebles». En Génova creen que el plan del candidato es consolidarse en el PSOE frenando el descalabro socialista, con un suelo de unos 135 diputados, e impidiendo, junto a IU, que el PP gobierne en Andalucía.

A puerta cerrada, lo único que hizo el líder del PP ante su Comité Ejecutivo fue sentenciar la recién estrenada «radicalidad» del PSOE. Instalados desde el 22-M en ese caudal de votos de todos los gobiernos en democracia que es «el centro», los populares no sólo no temen el pretendido giro a la izquierda del PSOE, sino que están dispuestos a subrayarlo en su propio beneficio.

Además, Rajoy se encargó ayer de abrir brecha en la «demagogia» y en las «contradicciones» entre el Gobierno y su partido. La propia Cospedal dio muestra de la voluntad de explotar «la tomadura de pelo» de las prometidas soluciones al paro por parte de quien ha gobernado durante cinco años. Rajoy y su número dos aún exploraron otro argumento electoral en que «dicen que van a beneficiar a los que más daño han hecho con su política».

Y es que todo en el PP -especialmente alarmado ayer por la prima de riesgo- tiene ya una lectura electoral. De hecho, el único acuerdo de la reunión de ayer fue el nombramiento del comité de campaña. Como dijo Antonio Basagoiti a la salida de la reunión, «estamos en los minutos de la basura». Rajoy, por cierto, aceptó, a propuesta del eurodiputado Luis de Grandes, estudiar un cambio en la Ley Electoral

ERC

Madrid

12/07/2011

Sólo «una pequeña cirugía»

Los cambios en el Gobierno no zanjan la que para Joan Ridao, portavoz de Esquerra Republicana en el parlamento, sigue siendo la gran incógnita: cómo piensa Zapatero hacer compatible lo que hace «cada día» con lo que dice el candidato Rubalcaba y que, según él, «se parece como un huevo a una castaña».

Ridao no ha profundizado mucho más en sus valoraciones a la que considera «una pequeña cirugía» motivada por la baja de Rubalcaba. En todo caso, cree que lo importante antes y ahora no son los miembros que forman parte del Ejecutivo, sino las políticas que éste lleva a cabo

UPyD

J. M. P. / Santander

12/07/2011

«Da igual quién lleve el féretro del Gobierno»

Rosa Díez, diputada y portavoz de UPyD, quiso recurrir a una negra metáfora para valorar los cambios de Zapatero: «Poco importa quién lleve el féretro», confesó refieriéndose a los recién renovados cargos, «el Gobierno está muerto».

El nombramiento de Camacho como ministro del Interior estaba «cantado», para Díez, que sin embargo se mostró muy sorprendida por el relevo que José Blanco toma de Rubalcaba en la portavocía del Ejecutivo. «Esperaba una persona más cualificada para esa cuestión», criticó. Pero explicó que «Zapatero ha querido como portavoz a uno de sus históricos fieles».

IU

J. M. P. / Santander

12/07/2011

«Los mismos con la misma política»

«En vez de girar a la izquierda, el Gobierno gira sobre sí mismo». Así de escéptico se mostró el portavoz de IU, Gaspar Llamazares, que no dudó en asegurar que el recién nombrado Ejecutivo es «lo mismo de siempre».

«Lo que yo querría es que el Gobierno se aplicara la receta de Rubalcaba», señaló Llamazares, que opina que más que una «renovación», no se ha llevado acabo otra cosa que una «reorganización». Siguen «los mismos, dispuestos a hacer una política conservadora, la de los mercados». Llamazares lamentó que el Gobierno sólo se decida por políticas de izquierda cuando toca campaña.

CIU

DANIEL G. SASTRE / Barcelona

12/07/2011

Un cambio «dictado» por Rubalcaba

El anuncio de remodelación del Gobierno cogió a Josep Antoni Duran Lleida, portavoz de CiU en el Congreso, a punto de dar una conferencia en Barcelona. Su primera impresión es que los cambios están hechos para favorecer al candidato del PSOE en las próximas generales. «Es una remodelación hecha al dictado de lo que Rubalcaba ha creído necesario, algo lógico por otra parte», dijo Duran.

El hombre fuerte de CiU en Madrid también se quejó de que el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, no haya aprovechado la remodelación para reducir ministerios. «Era una gran oportunidad», subrayó.

PNV

Madrid

12/07/2011

«La prioridad de Zapatero es la crisis»

El portavoz del PNV en el Congreso de los Diputados, Josu Erkoreka, tuvo palabras amables para la reforma del Gobierno que, a su juicio, «reafirma que la prioridad de Zapatero es salir de la crisis económica». Por esta razón, «sitúa, lógicamente, a Elena Salgado como número uno» en la vicepresidencia Económica.

Erkoreka, al que la designación de Blanco como portavoz también le pillo por «sorpresa», interpretó los cambios como una apuesta por una política «continuista» en Interior, al colocar a su frente «a quien ha sido la mano derecha de Pérez Rubalcaba».

M. S. / M. C. / Madrid

12/07/2011

La novena y última crisis de los gobiernos de Zapatero

Sólo en tres ocasiones hizo cambios en profundidad y no ajustes limitados
La salida de Alfredo Pérez Rubalcaba del Gobierno ha llevado a José Luis Rodríguez Zapatero a emprender la novena remodelación de su Gabinete.

El primer Ejecutivo de Zapatero de 2004, tras la victoria electoral del 14 de marzo, tuvo varias peculiaridades: era paritario, por primera vez una mujer era vicepresidenta y contaba con un ministerio dedicado a la Vivienda.

Dos años después, el 7 de abril de 2006, Zapatero anunció los primeros cambios, que afectaban a las carteras de Defensa, Interior y Educación, tras el abandono de José Bono, ministro de Defensa. El actual presidente del Congreso fue sustituido por José Antonio Alonso, quien a su vez pasó la cartera de Interior a Alfredo Pérez Rubalcaba.

El siguiente cambio, en septiembre de 2006, fue limitado: José Montilla dejó el Ejecutivo para ser candidato en Cataluña y le sustituyó Joan Clos en Industria. Igual motivo llevó en febrero de 2007 a Mariano Fernández Bermejo al Ministerio de Justicia, que dejó Juan Fernando López Aguilar. Poco después, el 6 de julio, Zapatero hizo la cuarta crisis. Salieron Jordi Sevilla, María Antonia Trujillo y Carmen Calvo, llegaron Carme Chacón, Bernat Soria y César Antonio Molina, y Elena Salgado pasó de Sanidad a Administraciones Públicas.

El PSOE revalidó su victoria en 2008 y en abril Zapatero presentó a su equipo. Entraron cinco ministros -Cristina Garmendia, Bibiana Aído, Celestino Corbacho, Miguel Sebastián y Beatriz Corredor- y salieron Jesús Caldera, Cristina Narbona, Joan Clos y José Antonio Alonso. Carme Chacón se convirtió en ministra de Defensa.

El primer cambio fue por la salida de Fernández Bermejo como titular de Justicia, a quien sustituyó por Francisco Caamaño. Apenas un mes después, el 7 de abril de 2009, Zapatero apostó por una gran remodelación. Aumentó el peso político con la entrada de Manuel Chaves y José Blanco; Salgado sustituyó a Solbes, y se sumaron Trinidad Jiménez, Ángel Gabilondo y Ángeles González-Sinde.

Con la marcha de Corbacho, Zapatero anunció la mayor reestructuración del Ejecutivo, situó a Rubalcaba como hombre fuerte y prescindió de De la Vega.

Ayer fue, posiblemente, la última remodelación

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