Rosa Díez
Finalizado el último debate sobre el estado de la Nación de la era Zapatero, apagados los ecos de la bronca estéril entre PP y PSOE, secos los ojos tras las lacrimógenas despedidas, quizá merezca la pena hacer un repaso desapasionado de las propuestas que UPyD puso sobre la mesa sin tan siquiera merecer una respuesta del Presidente.
Habíamos decidido dividir nuestra intervención en dos partes: una corta en la que expondríamos someramente el estado de la nación desde el punto de vista económico y político y una segunda, más extensa (dentro de un orden, claro, teniendo en cuenta los siete minutos totales) en la que propondríamos las reformas urgentes para afrontar la crisis política y poder salir así de la crisis económica.
Nuestras diez propuestas se resumían así:
1. Reforma de la Constitución para definir con claridad la lista de competencias de cada entidad territorial, los instrumentos de cooperación, coordinación y solidaridad, así como las reglas de financiación coherentes con el reparto competencial establecido.
2. Reforma de la Ley Electoral General para garantizar la igualdad del voto de los ciudadanos y para superar el bipartidismo obligatorio e imperfecto inducido por una ley injusta. Un sistema democrático basado en la injusticia y en el privilegio de unos partidos sobre otros, de los territorios sobre los ciudadanos, es incapaz de tomar las decisiones justas para superar la crisis.
3. Separación efectiva de poderes y restauración de la autonomía del Poder Judicial acabando con la intromisión de los partidos políticos en la elección de sus órganos de gobierno, en el funcionamiento de la fiscalía y en la composición del Tribunal Constitucional. No olvidemos que la independencia de la Justicia es un factor clave para perseguir y acabar con la corrupción política.
4. Instauración de la igualdad efectiva de los ciudadanos con independencia del lugar donde residan mediante la restitución al Estado de las competencias necesarias para garantizar sistemas comunes de educación, sanidad y servicios sociales con las mismas prestaciones y calidad en todo el territorio nacional.
5. Superación de la provisionalidad y la indefinición de este modelo de Estado llamado autonómico mediante una reforma constitucional que configure un Estado central fuerte, con competencias exclusivas y unas CCAA con sus propias competencias y capacidad legislativa claramente definida. Un modelo de Estado solvente y justo, que acabe con los privilegios fiscales, y en el que prime la cooperación y el principio federal frente al particularismo y la disgregación.
6. Reforma del mercado laboral para acabar con la dualidad entre trabajadores protegidos por los derechos tradicionales y eventuales a la intemperie, imprescindible para luchar contra el paro juvenil, la fuga de cerebros a otros países, la injusticia laboral y las dificultades de las empresas para contratar trabajadores.
7. Derogación de las normas intervencionistas que han acabado con la unidad de mercado y la movilidad de profesionales, empresas y trabajadores, facilitando el crédito y el apoyo fiscal a los nuevos emprendedores, y propiciando el desarrollo de sectores emergentes como el mundo digital 2.0 mediante una nueva Ley de Propiedad Intelectual acorde con la realidad tecnológica y cultural.
8. Eliminación de todas las duplicidades administrativas responsables del déficit público y de la proliferación incontrolada de entes públicos y empresas innecesarias o ineficaces.
9. Iniciativas de transparencia y lucha contra la corrupción a todos los niveles, haciendo efectivo el derecho de acceso público a la información de todas las instituciones políticas, incluyendo los sindicatos y partidos políticos, e instaurando los mecanismos de control y evaluación que permitan mejorar la eficacia de las administraciones y servicios públicos y de las subvenciones y ayudas públicas.
10.La crisis ha demostrado la necesidad de que la Unión Europea sea mucho más que una inestable unión monetaria donde primen los egoísmos nacionales sobre el interés común. Es imprescindible profundizar el compromiso de España con la construcción de una Unión Europea que sea una verdadera unión política, capaz de intervenir con eficacia y equidad en una crisis que, como la actual, desborda con mucho la capacidad de respuesta de los Estados tradicionales.
Antes de detallarle estas diez reformas imprescindibles le había hecho saber que lo peor que ocurre en España no es la crisis económica sino la política. Que él se había empeñado en dividir a nuestro país desde el punto de vista ideológico y desde el punto de vista territorial, y que el Estado ya no tenía instrumentos para garantizar la igualdad real ante la ley del conjunto de los ciudadanos españoles.
Le había dicho también que él era el máximo responsable de que los testaferros de ETA hubieran vuelto a las instituciones; y le cité el último párrafo de la carta que le envió Rubén Múgica en la que le recordaba que no habría días en el calendario para perdonarle lo que había hecho. Me parece importante que estas cosas se digan allí donde reside la soberanía nacional. Tienen que ver con la democracia, con la separación de poderes, con la dignidad. Y algún día formarán parte de la memoria de nuestros hijos y nietos.
Ni replicó a las apelaciones sobre su responsabilidad política en este indudable retroceso democrático que obliga a los electos constitucionalistas a compartir escaños con los socios estratégicos (el Supremo lo declaró así) de quienes han asesinado a sus compañeros por considerarles un estorbo para conseguir los objetivos totalitarios de ETA, ni contestó a ninguna de mis propuestas de reforma. Sobre lo primero, silencio, culpable silencio. Sobre lo segundo, vaga referencia a que es un poco tarde (de la legislatura, se entiende) para hablar de esas propuestas…
En los tres minutos de réplica le expliqué que me llamaba la atención el hecho de que se queje cuando a su juicio no le hacemos propuestas (a mí me lo ha dicho varias veces, cuando no sabe como contestarme) y se queje también cuando se las hacemos. Todas las que el miércoles expusimos desde la Tribuna son imprescindibles para que España siga siendo un estado democrático y de derecho con capacidad para garantizar los derechos fundamentales de los ciudadanos en condiciones de igualdad. Todas son imprescindibles para recuperar la cohesión y poder emprender un camino de crecimiento económico con capacidad de generar empleo. Todas son imprescindibles para que las políticas sociales sean proactivas en vez de subsidiadotas del desempleo.
Los medios de comunicación se empeñan en hablar de quien ha ganado y/ø perdido el debate, como si fuera un enfrentamiento deportivo. Lo cierto es que lo hemos perdido todos los ciudadanos y el país en su conjunto. Hemos perdido una oportunidad para reflexionar y hacer un diagnostico común sobre los problemas de España y para poner en marcha las medidas necesarias para resolverlos. Hemos perdido el tiempo porque nadie lo quería ganar; el PSOE sólo aspira a no hundirse más antes de las elecciones y el PP aspira a lo contrario. Lo que le pase a España les importa un bledo.
Ese sería el resumen. Todo ha sido una obra de teatro mala, con un final previsible y unos actores mediocres. Y con un actor principal que ni siquiera sabe hacer mutis por el foro. Acabada la función, sigue el drama.
Más Europa es más federalismo y menos nacionalismo; más política y menos egoísmo. Como la España que propugnamos con estas reformas: una España con más igualdad y menos privilegios; con más cohesión y menos fronteras interiores. Con más libertad y más democracia.
Presidente, terminé mi intervención hace un año con las siguientes palabras: “sepa usted -no se equivoque- que aunque aún no hayan salido a la calle, hay millones de españoles sin complejos que no van a permitir que usted ningunee sus derechos, nuestros derechos. Insisto en que hay millones de españoles que sabemos que sin ley constitucional -sin esa que usted quiere vulnerar- no hay democracia”. ¿Le suena?
Hemos perdido un tiempo precioso mientras usted se aferra a la Moncloa para darle a su candidato la oportunidad de que deje de ser visto como el eterno número dos. Presidente, no acaba usted de la peor de las maneras, tenga usted un gesto patriótico, piense por una vez en su país en vez de en su partido. Recupere la competencia que le ha transferido al PNV y permita que el conjunto de los españoles decidamos sobre nuestro futuro. Convoque elecciones.
Muy bien dicho Rosa, pero este zp es sordo, ciego y mentiroso compulsivo, por tanto, no hay nada que hacer.
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