GONZALO SUÁREZ
03/07/2011
España quiso colocarla como «mano derecha» de Bachelet, a quien el Gobierno prometió 99,5 millones el año pasado para sus proyectos
-Bibiana, en unas horas vamos a anunciar tu nombramiento...
La noticia no la sorprendió: hacía meses que tramaba su fuga a EEUU. Pero sí que la tranquilizó: en pleno derrumbe socialista, no resulta fácil colocarse. Y menos en la ONU, como «asesora especial» de la ex presidenta chilena, que goza de hilo directo con el secretario general, Ban Ki-Moon.
Así se gestó la enésima pirueta de la secretaria de Estado de Igualdad, célebre por su infalible baraka. En 2008, su nombramiento como la ministra más joven de la Democracia fue el epítome de la política-escaparate de ZP. Ahora, su exilio yanqui simboliza la estampida de altos cargos de un gobierno en demolición. Zapatón el último.
Esta semana, Aído degustó un aperitivo de su reciclaje como asesora deluxe. De lunes a jueves, participó en el Consejo Ejecutivo de ONU Mujeres, el principal organismo internacional en defensa de las féminas. Así, tuvo ocasión de familiarizarse con su futuro lugar de trabajo: una oficina en la planta decimoquinta del número 304 de la calle 45 de Manhattan, a tiro de piedra de la sede de Naciones Unidas.
La ONU insiste en que el nombramiento de Aído ha sido la culminación de un «proceso competitivo y transparente». Al parecer, 1.200 aspirantes pugnaron por los seis cargos en liza. «Su perfil era de los más fuertes», insiste una colaboradora. «Allí valoran mucho que pusiera en marcha un ministerio, porque ONU Mujeres también está dando sus primeros pasos».
el mayor donante
Sin embargo, los méritos no bastan en los enfangados pasillos de la diplomacia. A nadie se le escapa que España es el mayor donante mundial en políticas de igualdad de género. En abril de 2010, por ejemplo, se comprometió a aportar 99,5 millones de euros a ONU Mujeres en tres años. A Bachelet le convenía congraciarse con España.
Pero la mayor baza de Aído era el férreo respaldo del Gobierno. Quizá ZP quería premiar el disciplinado silencio de su niña bonita cuando rebajó su ministerio a una secretaría de Estado. Tal era su afán que, según fuentes diplomáticas, el Ejecutivo renunció a otro cargo en la ONU para que Aído no se quedara colgada.
La damnificada habría sido Cristina Gallach. Durante meses, la prestigiosa exportavoz de Javier Solana sonaba como favorita para mudarse a Manhattan. Ya contaba con el respaldo de altos cargos de la UE, donde ejerció de portavoz de la presidencia española. Pero su sueño naufragó ante el auge de Aído. «¡Que Dios salve a la ONU!», masculló una dirigente del PP cuando conoció el nombramiento.
Al parecer, España aspiraba a colocar a Aído en la cúspide de ONU Mujeres, quizá como «número dos». Para ello, presentó su candidatura a la categoría D-2, la de mayor rango funcionarial en la entidad. Pocos apostaban por ella, dada su inexperiencia y su limitado dominio de los idiomas. Pero Bachelet resolvió el entuerto al ofrecerle un puesto menos exigente: «asesora especial» en su gabinete.
Desde Nueva York, Aído rehusó las preguntas de Crónica sobre su nombramiento. «Me pillas regular, a punto de entrar en una reunión... Llámame esta tarde», explicó la secretaria de Estado, que no volvió a ponerse al teléfono. «No tiene ni un minuto libre», justificó una colaboradora, que negó que la gaditana «negociara» su puesto con Bachelet. «Sólo aceptó la oferta que le hicieron llegar», añade un asesor que participó en el proceso. «Y no compitió con ningún otro español».
Aído conoció a su futura jefa en marzo de 2010, durante un encuentro con mujeres africanas en Valencia. Seis meses después, volvió a coincidir con ella, esta vez en la ONU. Pero la oferta no llegó hasta comienzos de año, cuando Bachelet empezó a buscar personal.
El fichaje se abordó el 30 de mayo, durante una visita de la chilena a La Moncloa. Allí, Zapatero ratificó su apuesta por los programas de igualdad, pese al recorte de otras partidas. «Es evidente que Aído sabe moverse bien», explica una antigua asesora. «Muy pocos tienen tantos contactos en el partido...».
Desde luego, nadie puede negar que Bibiana Aído (Alcalá de los Gazules, 2-II-1977) sea una pata negra. Su padre, Paco, fue el primer alcalde de Alcalá, la zona de España con más capos del PSOE por m². La pequeña Bibi creció rodeada de la aristocracia del partido: Felipe González, Alfonso Perales, Luis Pizarro... A los cuatro meses, dormitó en el regazo de Manuel Chaves, que pernoctó en casa de los Aído tras quedarse tirado con su coche.
Fue su padre quien le contagió el vicio de la política. Quien le inoculó el ideario socialista. Y quien le compró el muñeco con el que aprendió la Internacional: la misma melodía que, ya de ministra, entonaría puño en alto en Rodiezmo.
De pequeña, sin embargo, Bibiana no contemplaba la política como una salida laboral. Estudió en el Beaterío de Jesús, un colegio privado para niñas, y soñaba con triunfar como periodista de TV. Su pacientísimo padre solía grabarla con una cámara Beta mientras entrevistaba a su familia. «Nunca pensé que me iba a tocar estar tanto al otro lado», confesó recientemente.
Aun así, se afilió a las Juventudes Socialistas. Y, al culminar la carrera, llamó la atención de Francisco González Cabaña, líder del PSOE provincial. «Vi en ella aire fresco», confiesa su mentor. «Siempre ha sido muy lista y responsable. Sólo la critican por envidia».
A partir de entonces, Aído fue encadenando cargos políticos: secretaria de Igualdad del PSOE gaditano, delegada de Cultura de la Junta Andaluza en Cádiz, directora de la Agencia Andaluza para el Desarrollo del Flamenco... Y, con este magro currículo, recibió la llamada de Zapatero el 10 de abril de 2008:
-Bibiana, te quiero de ministra.
La baraka de Aído se había puesto en marcha meses antes. A Rubalcaba le tocó ir de diputado cunero por Cádiz y ella se encargó de escoltarle durante la campaña electoral. Cuentan que el ministro se quedó prendado de su simpatía y su capacidad de trabajo. «Esta chavala tiene proyección», solía confesarle a Cabaña, su complacido mentor.
Tras las elecciones, ZP pidió consejo a Rubalcaba. Quería un fichaje vistoso para su nueva ocurrencia: el ministerio de Igualdad. Y el cántabro nominó a Aído, para irritación de Chaves. «Él prefería moldearla poco a poco, temía que se quemara», dice una conocedora del socialismo andaluz.
ministra entre cartones
Chaves tenía razón. Aído nunca olvidará su traumático desembarco en Madrid. Era joven, inexperta y desconocida en los corrillos capitalinos. Además, afrontaba un reto endemoniado: levantar un ministerio de la nada en un edificio abandonado de la calle de Alcalá. «Al principio, sus funcionarios no tenían teléfonos ni ordenadores», recuerda un alto cargo de la primera época. «Les tocaba trabajar en cajas de cartón... Era un desastre».
En este entorno caótico, los deslices no tardaron en llegar. En su primera comparecencia parlamentaria, Aído soltó su perla más celebrada: «miembros y miembras de la comisión...». Nunca se recuperó de aquel patinazo. Durante todo su mandato, fue la ministra peor valorada, en dura pugna con Ángeles González Sinde y Beatriz Corredor.
El acoso mediático hizo mella en la joven ministra. En ocasiones, por fallos propios, como cuando dijo que un feto de 13 semanas «es un ser vivo, pero no un ser humano». Y, en ocasiones, por la maldad de sus enemigos, que le atribuyeron proyectos tan disparatados como falsos; entre ellos, prohibir los cuentos infantiles por «machistas».
«Nunca he visto a nadie tan superado por la responsabilidad», dice una antigua colaboradora, con 30 años de experiencia en la administración. «Tenía ojeras, se quedó delgadísima... Desconfiaba de todo el mundo. Cuando algo salía mal, echaba la culpa a los demás. No paraba de despedir personal».
Sus fieles, sin embargo, dibujan a otra Bibiana. Una joven cariñosa, que saluda a sus funcionarios con un par de besos. Y, sobre todo, una militante que no para de trabajar. «Estaba en el ministerio de sol a sol», cuenta una antigua jefa de gabinete. «Luego, se lleva papeles a casa y sigue leyendo... Sabe más que los especialistas en cada área».
Pese al asedio, Aído ha evitado las lamentaciones públicas. Aprendió de su padre que los sinsabores de la política se enjuagan en casa. Sólo una vez se permitió una amarga reflexión: «A veces siento que hay un avatar de Bibiana Aído que dice cosas que yo no he dicho y hace cosas que yo no he hecho...».
Aparte de su avatar, no quedará mucho de su paso por Igualdad. Su mayor legado es la Ley del Aborto, recurrida ante el Constitucional y que Rajoy quiere recortar. Además, aplicó la Ley de Violencia de Género con escasa eficacia: en 2010 fueron asesinadas 73 mujeres, el segundo peor año del que se tienen datos. Y su último proyecto estrella, la Ley de Igualdad de Trato, está empantanada en el Congreso y nadie cuenta con su aprobación.
Ella no estará allí para constatar el fracaso. Se muda a Manhattan, a un cargo tan rimbombante como impreciso: «asesora especial» de Bachelet. ¿Cuál será su misión? «Dará consejos políticos y estratégicos a la directora», es la escueta explicación de la ONU. Desde su círculo tampoco dan detalles: «Bachelet no quería una tecnócrata, sino una persona con convicciones... Se dedicará a proponer proyectos sobre igualdad de género».
El mismo secretismo envuelve su retribución. «Es confidencial», dicen en la ONU. Mientras, un veterano de la institución asegura que cobrará «seis cifras bajas»: algo más de 100.000 dólares anuales, más ayudas para transporte y alojamiento. Además, tiene derecho a percibir el 80% de su sueldo de secretaria de Estado (67.055 euros) durante dos años. En total, unos 150.000 euros. «Con los precios de Manhattan, más le vale que tenga otro sueldo o un novio rico», ironiza este veterano.
Esa es otra de las incógnitas de su aventura: el destino de su pareja, Julián Martínez. Cuando la nombraron ministra, él siguió sus pasos como delegado de la Junta Andaluza en Madrid. Ahora, ni sus íntimos saben si viajará con ella a Nueva York. «Es celosísima de su privacidad», explican.
Allí se mudará, sola o en compañía, a lo largo del verano. Deberá buscar un piso, probablemente en Manhattan. Tras un trienio en coche oficial, quizá redescubra el metro, como tantos funcionarios de la ONU. Aunque, más que el chófer, lo que añorará serán sus frecuentes escapadas a Cádiz, a casa de sus padres o su piso de la calle Gravina.
Desde la distancia de su despacho neoyorquino contemplará el derrumbe final del zapaterismo. Aficionada al ajedrez, Aído ha movido sus piezas para no decantarse por su mentor, Rubalcaba, ni por la líder de su quinta, Chacón. Quizá ya prepare su triunfal retorno a la política española, como insinuó nada más conocerse su fichaje: «Esto no es un adiós, es un hasta luego».
Si, menudo morro tienen estos que dicen ser socialistas que no lo son. Ya se van colocando, haber quien pilla mejor chollo, cuadrilla de impresentables, huyendo de la quema.
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