FERNANDO LÁZARO / Madrid
04/07/2011/El Mundo
En los dos últimos años, al menos una veintena de agentes del Cuerpo Nacional de Policía condenados en firme por diversos delitos, desde el tráfico de drogas a los atracos en cajeros automáticos, se han visto beneficiados por las decisiones del Ministerio del Interior. La condena lleva aparejada la separación del Cuerpo. Sin embargo, perviamente, el Ministerio del Interior les ha blindado su jubilación.
Es un goteo incesante. En los dos últimos años, al menos una veintena de agentes del Cuerpo Nacional de Policía condenados en firme por diversos delitos, desde el tráfico de drogas a los atracos en cajeros automáticos, se han visto beneficiados por las decisiones del Ministerio del Interior.
La condena lleva aparejada la separación del Cuerpo. Sin embargo, perviamente, el Ministerio del Interior les ha blindado su jubilación. Según explicaron a este periódico fuentes policiales, antes de recibir su condena el firme, estos agentes reciben la jubilación anticipada.
De esta manera, cuando son condenados por los tribunales, únicamente pueden ser expulsados del Cuerpo o separados del Servicio, pero su jubilación queda al margen de las resoluciones judiciales.
Estas «maniobras» por parte del Ministerio del Interior no son nuevas. Ya se puso en marcha en el caso de los agentes de la Policía condenados por el denominado caso Bono (la presunta agresión al presidente del Congreso durante una manifestación de víctimas del terrorismo por la que fueron detenidos dos militantes del PP).
Los agentes condenados en primera instancia por detención ilegal de militantes del PP por la presunta agresión a Bono fueron jubilados de forma anticipada con el fin de que quedara blindada su jubilación. Aquel caso tuvo eco mediático y se interpretó como una situación extraordinaria.
Sin embargo, el método es muy habitual. Así, según las informaciones de que dispone este periódico, hay una veintena de casos de agentes condenados en primera instancia que, antes de que su pena sea firme, de que se pronuncie la segunda instancia judicial, son jubilados. En algunos casos, incluso, cobran más al retirarse que mientras estaban de servicio.
Entre los policías beneficiados por esta situación figuran varios condenados por tráfico de drogas, por delitos de violencia de género, por intentos de homicidios...
Pero, además de beneficarse de la jubilación blindada, en la gran mayoría de los casos, cuando estallaba el escándalo que dio pie a sus condenas, la Dirección General de la Policía tampoco adoptaba «medidas cautelares»; es decir, no les apartaba del servicio mientras se resolvía su situación judicial, una situación discriminatoria claramente respecto al resto de agentes sancionados.
Este es el caso, por ejemplo, de un agente de la plantilla de Melilla que fue condenado por un delito contra los derechos de los ciudadanos extranjeros con ánimo de lucro. Había una propuesta en su expediente de separación de servicio que no fue ejecutada ya que antes había sido jubilado. En la sentencia se detalla que este agente ofreció trabajo a mujeres de nacionalidad marroquí en un club de alterne. Ellas carecían de documentación para residir en España.
El condenado acordó con ellas repartir el 50% del importe de las copas que consumieran los clientes y de las relaciones sexuales que mantuviera con éstos. Las recogía en la frontera española, las trasladaba en su coche a su propio domicilio o al local de alterne donde trabajaban para él. Fue condenado a seis años de prisión. Pero antes de que la condena fuera firme, este agente destinado en la plantilla de Melilla logró su jubilación. Posteriormente, la Administración policial pidió su separación del servicio, pero ya esa sanción adminsitrativa quedaba sin efecto.
Esta situación de este grupo de privilegiados contrasta con la gran mayoría de los casos de agentes del Cuerpo Nacional de Policía que son sancionados por asuntos por los que ni siquiera son condenados posteriormente.
El régimen disciplinario obliga a tomar medidas cautelares en cuanto un agente se ve inmerso en un proceso penal. Se debe abrir un expediente disciplinario que queda congelado hasta que se resuelvan las actuaciones judiciales.
Recuerdan estas fuentes que desde el Ministerio del Interior hay dos varas de afrontar los procedimientos sancionadores contra los policías. Así, ponen como ejemplo el caso de los agentes presuntamente implicados en el caso del chivatazo policial a ETA. Hay dos: un jefe superior y un inspector que están imputados por su presunta implicación en los hechos. En principio son sospechosos de haber perpetrado un delito de colaboración con banda armada y otro de revelación de secretos. Ambos delitos deberían haber conllevado, inmediatamente, la apertura de un expediente disciplinario. Pero en este caso, al igual que ocurrió con los policías que detuvieron a los militantes del PP por el llamado caso Bono, el Departamento de Alfredo P. Rubalcaba no inició ningún procedimiento contra ellos. Las voces que se levantan en la Policía denunciando tratos de favor a determinados integrantes de este Cuerpo son cada vez más claras
Esto si es asi, ya parece hasta normal. Desde que están los que dicen ser socialistas que no lo son, todos están viendo los casos de corruptelas por todas partes, y no es de extrañar, que en la Policía también esten instaladas estas. Un gobierno que cambia las leyes para su beneficio, y que quita derechos a la Guardia Civil, que ni siquiera pueden manifestarse, a eso se le llama dictadura, y cuando se unen los del bipartidismo, osea ppoe, y votan a favor de que asi sea, eso se llama mangoneo. Puesto que son los dos iguales, y quieren seguir mangoneando a la Policía y a la Guardia Civil, para sus intereses, no para el pueblo.Hasta cuando van a seguir haciendo lo que estan haciendo????.
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