lunes, 21 de marzo de 2011

Chávez financia el independentismo gallego


HERMINIO CARCACÍA / Santiago / El Mundo

Edita el libro 'Lo Gallego de Simón Bolívar' promovido por la Asociación Gallega de Amistad con la Revolución Bolivariana

Zapatero embustero

Una docena de siglas conforman el puzle de las organizaciones independentistas gallegas. A pesar de que las desavenencias entre ellas, parecen haber encontrado en Hugo Chávez un líder dispuesto a unirlos y a participar de su causa: la independencia y la proclamación de un estado socialista gallego.

El Gobierno Bolivariano de Venezuela, a través del Ministerio del Poder Popular para Relaciones Exteriores y del Consulado General de la República Bolivariana de Venezuela en Vigo, financió con fondos propios un libro facsímil sobre Simón Bolívar que lleva por título Lo Gallego de Simón Bolívar, promovido por la Asociación Gallega de Amistad con la Revolución Bolivariana.

La asociación está integrada por independentistas que dicen «combatir el imperialismo español y luchan contra la opresión colonizadora de Galicia». El libro consta de unas 20 páginas, tiene un cuidado formato, papel satinado y fotografías a color. Está escrito en gallego reintegrado, con calcos del portugués, y es una variante que no reconoce ninguna de las instituciones acreditadas. En la contraportada aparece grabada la imagen corporativa del Gobierno de Venezuela y de la asociación, cuyos estatutos incluyen «reforzar la lucha antiimperialista y anticapitalista, por la soberanía nacional en el camino del socialismo del siglo XXI».

La relación fraternal del independentismo gallego con los partidos de la órbita bolivariana se concreta en las visitas de responsables de estas organizaciones marxistas a la capital gallega. Según consta en sus boletines y sitios web, en diciembre estuvo en Santiago el político ecuatoriano Luis Villacís, del Movimiento Popular Democrático del Ecuador y, más recientemente, el político argentino Néstor Kohan, quien aprovechó su gira para estar también en Cataluña y el País Vasco. Las visitas de los dirigentes gallegos a los países «revolucionarios» son también regulares pero secretas.

Los resultados de la acción exterior no se traducen en votos y presencia en el tejido social gallego. Sin embargo, trabajan el interior y mantienen una actividad constante. Su exhibición pública coincide con el día da Patria, el 25 de julio. Aprovechan esta fecha para sacar todo su aparato propagandístico y, lo que es más importante, para actuar.

Las vísperas de la celebración del día D salen a las calles compostelanas y caminan juntos, del tal forma que el ciudadano se tropieza con carteles en los que puede leer: Isca, Ceivar, NÓS-UP, FPG, Primeira Linha, AGIR, Briga, MNG, MNLG... También pueden oír sus proclamas, como «Fuera las fuerzas de ocupación» y «PSOE Y PP, la misma mierda es». Fuertemente custodiados, continúan aplacados y ordenados hasta las 22.00 horas, momento en que en la santiaguesa plaza de San Roque intentan, no siempre con fortuna, quemar una bandera española.

Los compostelanos ya están acostumbrados a la postal, pero esta visibilización, desde hace algunos años tiene continuidad, de ahí que las alertas de las Fuerzas de Seguridad estén encendidas. Su presencia ya no se reduce a la capital de Galicia y las cabezas pensantes empiezan a extender la idea de que hay que tener presencia en el territorio y proyectarse hacia el exterior.

En el interior han dado un salto de gigante y su militancia ya se localiza en las siete ciudades gallegas y en comarcas como Barbanza, Costa da Morte, Lemos, Arousa, Morrazo... Y, entendido el mensaje, donde no llegan mandan recado.

Su base la consiguen en las facultades de las tres universidades. Los jóvenes son sometidos a un severo proceso de aprendizaje y, una vez reclutados, son enviados a sus localidades de origen. Estas misiones de fin de semana están capitaneadas por dos o tres adolescentes revestidos de un barniz cultural y lecturas de libros teóricos marxistas reinventados. Se instalan en los centros sociales y muestran lo que saben. Como cualquier misionero, tienen una paciencia infinita, y aunque repiten insistentemente la palabra «democracia» y «poder popular», actúan con una absoluta condescendencia; pasado un tiempo desprecian a su interlocutor y lo tachan de colonizado si no sucumbe a sus teorías.

La formación de los soldados gallegos lleva implícita una continua instrucción y una donación de su tiempo. Pegan carteles, hacen pintadas, reparten propaganda y se movilizan en cada convocatoria. Si superan este test, se les asignan misiones de asistencia a presos.

A pesar de su juventud, son precavidos y no facilitan el correo electrónico. Los documentos los pasan a través de soportes físicos, como un almacenador de memoria. Tampoco les gusta hablar por el móvil y no informan nunca de sus movimientos.

Una vez dentro del aparato van ganando en consideración en función de las hazañas que consigan. Ser golpeado por la policía se convierte en un mérito de guerra. Cuando salen de la cárcel o del calabozo son homenajeados por unos pocos en locales como la Gentalha do Pichel, en Compostela, y los más jóvenes se acercan al «altar» para estar con el héroe.

La escasa repercusión mediática de sus acciones y la nula aceptación por la sociedad gallega limitan su poder de actuación. También carecen de un líder claro y sus direcciones son colegiadas a imagen del Soviet Supremo de la URSS. Sin embargo, sus fechorías y atentados son cada vez más frecuentes. Su último ataque tuvo lugar el pasado 8 de marzo, contra la antigua vivienda del alcalde de Santiago, Xosé Sánchez Bugallo. El PSdeG es su último enemigo a batir, de ahí que los socialistas se muestren preocupados al ver atacadas en el último año ocho de sus sedes. Los nacionalistas del BNG condenaron los ataques y, al igual que los populares, lamentan la existencia de estos grupos.

Abiertamente, distintos líderes consultados por EL MUNDO, certifican que no condenan la violencia y matizan: «En Galicia no se dan las condiciones para una guerra pero otra cosa es la violencia sobre los objetos que puede ser muy eficaz».

Tienen poca capacidad movilizadora -en las últimas elecciones las marcas independentistas obtuvieron 4.413 votos- pero, al no estar la mayoría de ellos localizados por no haber cometido ningún delito, se mezclan con el resto de la sociedad y la base verbaliza su opinión con toda naturalidad. Son disciplinados y confían en que, cuando menos se piense, se materializará el verso: «Correrá o sangue a regos (Correrá la sangre a riegos)».

2 comentarios:

  1. Esto en vez de reirme, porque es de risa, me da grima...

    ResponderEliminar
  2. ¡Asco! los escuálidos son igual en todas partes ¡Zape gato!

    ResponderEliminar