domingo, 20 de febrero de 2011

«Tejero tenía previsto entrar en La Zarzuela»


ANTONIO RUBIO / Madrid/ El Mundo

Zapatero embustero

Se llama Ángel López Montero, es un veterano del Derecho y todavía continúa al frente de su estudio jurídico con el mismo ánimo que tenía el 27 de febrero de 1981, el día que se hizo cargo de la defensa del teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero Molina. López Montero se define como liberal y, además, en abril de 1979 se presentó como cabeza de lista a la Alcaldía de Madrid por el Partido Liberal Español (PLE).

López Montero, defensor del teniente coronel Antonio Tejero, fue uno de los protagonistas principales de la vista oral del 23-F. Treinta años después, el abogado madrileño rememora aquellos momentos y descubre, por primera vez, hechos fundamentales que ocurrieron antes, durante y después de aquel intento de golpe de Estado y en el transcurso de la vista oral del 23-F.

«El comandante José Luis Cortina se me presentó en mi despacho y me dijo que tenía que convencer a Tejero para que no lo implicara en su declaración […]». «Cortina me dijo que él estaba en el golpe de los coroneles […]». «Tejero y Milans del Bosch se reunieron en Albacete antes del 23-F y estudiaron la posibilidad de entrar al mismo tiempo en La Zarzuela y en el Congreso […]». «Gómez de Salazar nos ofreció la absolución de todos los tenientes que entraron en el Congreso el 23-F si, a cambio, renunciábamos a interrogar al diputado socialista Enrique Múgica». Estos son algunos de los hechos que López Montero vivió en primera persona y otros que el teniente coronel Tejero relató a su defensor.

Pregunta.- ¿Cuándo y cómo se hizo cargo de la defensa del teniente coronel Tejero?

Respuesta.- El 27 de febrero de 1981 me llamó el abogado Adolfo de Miguel y me dijo que me mandaba un cliente y que nunca le agradecería aquel tema. También me dijo que era un caso difícil y de gran responsabilidad, que la familia ya iba para mi despacho y que él ya llevaba a otro, aunque no me indicó quién era, ni de que iba el asunto. Poco después se presentaron en mi despacho una señora y un caballero que resultaron ser la esposa del teniente coronel Antonio Tejero y el ex gobernador civil de San Sebastián.

P.- ¿Y después, qué ocurrió?

R.- La señora me dijo que quería que me hiciera cargo de su marido y, tras indicarme que era Tejero, fui a verlo a la cárcel militar de Alcalá. Y allí, cuando estaba delante del teniente coronel Tejero, le dije: 'Es muy posible que le larguen muchas habladurías sobre mi persona, así que de entrada le digo que he estado 25 años con el profesor Tierno Galván, que no soy socialista y que soy un hombre liberal'.

P.- ¿Cómo reaccionó Tejero a su currículum profesional y político?

R.- Me preguntó si en la época de Franco estaba contra el franquismo. Y le aclaré que sí, que estaba contra el franquismo, pero no contra Franco, y que no estaba de acuerdo con el momento que estábamos viviendo. Tejero, automáticamente, dijo: 'Usted es el hombre que me interesa, y veo que nunca ha sido un lameculos'.

P.- ¿Cuándo se sincera el teniente coronel de la Guardia Civil con el abogado?

R.- De manera inmediata. Antonio [cada vez que López Montero hace referencia al coronel Tejero, siempre utiliza, de manera cercana o cariñosa, su nombre de pila] me contó que todo era perfecto, que los generales Alfonso Armada y Jaime Milans del Bosch estaban en la operación, que confiaba en ella y que no se iba contra el Rey.

P.- ¿En qué momento se da cuenta Antonio Tejero de que ha sido utilizado por Alfonso Armada y otros?

R.- La pregunta no es ésa. La pregunta es: ¿Cuándo se da cuenta Antonio de que han fracasado? Pues cuando, en la noche del 23-F, habla con Milans del Bosch y le plantea por qué ha metido en los cuarteles los carros de combate, y el general le responde: 'Sí, pero sólo ha sido para cenar'. Antonio no entiende la respuesta y le recuerda a Milans del Bosch que 'estamos en un golpe militar y aquí no se cena y no se duerme hasta que hayamos acabado'. En ese mismo instante, Antonio se da cuenta de que todo ha fracasado.

[López Montero, que ha sido un gran fumador y que ahora está en tratamiento médico por esa afición, hace un pequeño descanso, reflexiona y continúa con su exposición sobre aquella noche].

Antonio confirma que todo se ha ido al traste cuando el general Armada entra en el Congreso y le enseña la lista del nuevo Gobierno que iba a proponer. En ese momento, Tejero piensa que para eso él no hubiera ido hasta allí.

P.- Hay un antes, un durante y un después del 23-F. ¿Qué le contó Tejero y qué vivió usted?

R.- Antonio me contó, de manera pormenorizada, todos los acontecimientos anteriores al 23-F. El después lo viví yo personalmente. En el antes podemos recuperar, ya que no se ha contado nunca, que el general Milans del Bosch y Antonio se reunieron días antes del 23-F en una finca de Albacete para ultimar cuestiones. En ese encuentro, al que Antonio llegó desde Madrid en un helicóptero, se estudió la posibilidad de entrar tanto en La Zarzuela como en el Congreso. Antonio entraría en La Zarzuela y el capitán Jesús Muñecas en el Congreso.

P.- ¿Por qué no se llevó a cabo ese plan?

R.- Antonio pensó que, si llegaba a La Zarzuela con sus guardias civiles, los otros agentes que defendían el palacio podían pensar que no eran auténticos hombres de la Benemérita y liarse a disparar. Aquello se convertiría en una ensalada de tiros y alguien podría morir en el enfrentamiento. Así que, con el visto bueno de Milans y de Armada, se decidió abortar ese plan.

[Ahora el parón está propiciado por dos tazas de café y unas pastas caseras que la ayudante del letrado deja sobre la mesa. López Montero, con pausa pero con convicción, retoma el hilo del relato].

Uno de los argumentos que esgrimió Antonio [el letrado sigue refiriéndose al teniente coronel Tejero de manera amistosa y cercana] ante Milans del Bosch para ir a La Zarzuela es que él no era monárquico y que el Rey no le podría borbonear cuando lo tuviera enfrente. Cosa que sí podía pasar tanto con Milans del Bosch como con Armada, que eran dos monárquicos convencidos. Además, Antonio pensaba que, de esa forma, tenía al poder ejecutivo y al legislativo agarrados.

[Y después del intento de golpe de Estado vino la investigación judicial, el procesamiento de los autores materiales e inductores, la vista oral del juicio, la sentencia y el recurso ante el Tribunal Supremo. Todo eso ocurrió entre el 24 de febrero de 1981 y el 28 de abril de 1983, más de dos años llenos de intrigas, presiones, pactos y cobardías].

P.- ¿Qué papel tuvo el Cesid (actual CNI) en el 23-F?

R.- Antonio me contó, y declaró en la sala del juicio, que, antes del 23-F, tuvo varias reuniones con el comandante del Cesid José Luis Cortina. La última fue en un piso de la calle del Pintor Juan Gris de Madrid. Allí Cortina hizo de intermediario entre Tejero y el general Armada. Tras la presentación, Cortina le dijo a Armada que Tejero era el hombre que se encargaría de la entrada en el Congreso y Armada indicó que tenía que ser una operación perfecta y que la entrada tenía que ser a las 18.23 horas. Tras esa conversación, Cortina se marchó. Todo eso fue el 21 de febrero de 1981.

[López Montero recuerda o puntualiza un hecho fundamental de aquella reunión].

Aquel piso era del Cesid y, por lo tanto, ese encuentro se grabó. Alguien debe de tener las cintas de aquel momento y hay que recordar que Cortina era el que coordinaba y montaba todos los encuentros, aunque siempre estuvo en un segundo plano.

P.- Pero el comandante Cortina fue absuelto en el juicio.

R.- Sí. Pero es interesante recordar qué ocurrió antes y durante el juicio. Tras la detención de Antonio, el comandante Cortina se me presentó en mi despacho y me dijo que era amigo de Tejero y que era muy importante que Antonio no lo sacara en sus declaraciones.

[López Montero hace una pequeña pausa, se produce un silencio, se frota suavemente las manos y rememora aquellos momentos en su despacho con el jefe de la Agrupación Operativa del Cesid].

Yo no conocía al comandante, pero Cortina tenía la referencia de que yo era un gran patriota y que podría convencer a Antonio para que no sacara su nombre. Por eso, de manera automática, me confesó que él estaba en el segundo golpe. Y me dijo: '¿Habrá oído usted hablar del de los coroneles? Si salgo en este primero, se abortará el segundo'.

[Tras el fracaso del 23-F, un grupo de coroneles preparó un segundo golpe de Estado para el 27 de octubre de 1982. Estaba dirigido por Milans del Bosch desde la cárcel e iba a ser cruento, al estilo de los llevados a cabo en Argentina y Chile. Días antes, el 2 de octubre, fue abortado por el nuevo jefe de la Agrupación Operativa del Cesid, el coronel Juan Alberto Perote, que sustituyó en el cargo al comandante José Luis Cortina].

El objetivo fundamental de Cortina era que en el 23-F no aparecieran los servicios secretos, el Cesid. Durante el juicio, le pregunté al comandante Cortina si había estado en alguna ocasión en mi despacho y, con toda frialdad, con cara de póquer, contestó que no.

[Ahora recupera a su cliente para dar una visión más cercana del comandante de los servicios secretos].

Antonio, tras el intento de golpe, despreciaba a Cortina. Durante el juicio le decía que era un cobarde, que no tenía cojones. En alguna ocasión, Cortina intentó acercarse a Antonio y éste le dijo que no tenían nada de qué hablar: 'Si quieres hablar, hazlo en la sala y compórtate como un hombre'.

[Hay que recordar que Cortina fue absuelto y su segundo en la Agrupación Operativa del Cesid, el capitán Gómez Iglesias, fue condenado a tres años por el Tribunal Militar y después el Supremo le aumentó la pena a seis].

P.- ¿Cómo se explica, militarmente, que condenen al subordinado y absuelvan al jefe?

R.- Eso habría que preguntárselo primero al Tribunal Militar y después al Tribunal Supremo, que fueron los que condenaron al capitán Gómez Iglesias y absolvieron a su jefe, el comandante Cortina.

P.- El general Luis Álvarez Arenas, presidente del Tribunal, tuvo que ser ingresado durante la vista oral y fue sustituido por el general Gómez de Salazar. ¿Tuvo repercusión ese cambio de presidente en el juicio?

R.- El general Álvarez buscaba unas penas simbólicas para Milans del Bosch y Armada y se dio cuenta de que eso no era posible. Después fue ingresado en el hospital aquejado de úlcera duodenal y lo sustituyó el general Gómez de Salazar.

[El letrado hace una nueva parada, respira con profundidad y vuelve a trasladarse, mentalmente, al Servicio Geográfico del Ejército, donde se celebró el juicio].

Recuerdo que en un momento determinado del juicio, cuando ya estaba Gómez de Salazar presidiendo el Tribunal, se me acercó el relator jefe, el teniente coronel Jesús Valenciano, y me dijo que tenía un mensaje del presidente: 'Si renunciáis a la declaración de Enrique Múgica, esta misma tarde se pone en libertad a los tenientes de la Guardia Civil y en la sentencia saldrán absueltos'. Automáticamente trasladé la oferta de Gómez de Salazar a Antonio y éste llamó al capitán Muñecas que, a su vez, requirió la presencia del teniente Carricondo. Tejero dijo que se salía de la habitación para que los tenientes decidieran y les recordó que, 'decidáis lo que decidáis, para mí seguís siendo hombres de honor'.

[López Montero recuerda que Carricondo y sus compañeros tenientes no tardaron ni un segundo en decidir].

La respuesta de los hombres de Antonio fue inmediata: 'Que venga Múgica. A ese precio no queremos la libertad'.

[Enrique Múgica, diputado socialista, almorzó el 22 de octubre de 1980 con el entonces gobernador militar de Lérida, el general Alfonso Armada].

P.- ¿Cómo fue la declaración de Enrique Múgica?

R.- El abogado de Múgica fue el propio presidente del Tribunal. A cada pregunta que le hacíamos, Gómez de Salazar indicaba: 'No ha lugar. No ha lugar'.

P.- Cuándo se celebró el juicio del 23-F, en febrero de 1982, ya había cambiado el ministro de Defensa. Antes era Agustín Rodríguez Sahagún y, en aquel momento, estaba Alberto Oliart. ¿Cómo fue su trato con el nuevo ministro y actual director de RTVE?

R.- El ministro Oliart le pidió a nuestro decano del Colegio de Abogados, Pedrol Rius, que nos retirara la licencia de abogados a todos aquellos letrados defensores que durante la vista sacábamos con frecuencia el nombre del Rey en los interrogatorios. Es decir, a Adolfo de Miguel (defensor del capitán de navío Camilo Menéndez), Gerardo Quintana (defensor del general Luis Torres Rojas), José Zugasti y a mí, que llevaba la defensa del teniente coronel Tejero.

P.- ¿Y qué pasó?

R.- Fuimos al Decanato los antes citados y el resto de abogados, con la excepción de los defensores del general Armada, el comandante Cortina y el capitán Gómez Iglesias.

P.- ¿Cuál fue el siguiente paso?

R.- Antonio Pedrol Rius nos comunicó la petición del ministro Oliart y la respuesta que le había dado al titular de la cartera de Defensa: 'Eso me lo da usted por escrito'. Pedrol Rius también nos explicó que Oliart se negó a dárselo por escrito y que él mismo le avisó al ministro de que, si lo hubiera hecho, de manera inmediata lo hubiera incorporado al sumario 2/83, el del 23-F.

[Son muchas las cosas del 23-F que todavía guarda López Montero en su tintero particular, pero está convencido de que, en los próximos años, saldrá a la luz toda la verdad sobre el intento de golpe de Estado y, además, piensa que ya es hora de que aparezcan las cintas que se grabaron en las reuniones previas al golpe].

1 comentario:

  1. Otro golpe de mano de la kgb. Que diga el rey lo que dice el que aún le ocultan.

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