jueves, 13 de enero de 2011

El guerrismo ve "sólidos indicios" de que Zapatero dimitirá tras reformar las pensiones



07:37 (13-01-2011) |La Gaceta

Rubalcaba “asumiría la presidencia para que el PSOE, en la medida de lo posible, trate de salvar los muebles” en las elecciones municipales y autonómicas. Nerviosismo y expectación entre los candidatos socialistas.

Miguel Gil. Corresponsal político

“Existen sólidos indicios de que Zapatero presentará su dimisión después de que dé a conocer el contenido final de la reforma del sistema de pensiones”. Esto es lo que transmiten en privado destacadísimas e informadas fuentes del guerrismo, corriente hoy laminada como tal en la estructura interna del PSOE y a la baja en influencia ante sus correligionarios. Ahora bien, encuadrada en la vieja guardia y, como tal, informada, expectante y preocupada ante el futuro del socialismo español tras José Luis Rodríguez Zapatero.

El día 28 cierra las reformas más incómodas con la presentación de la de las pensiones. Las encuestas ya confirman una tendencia sostenida en el tiempo que augura una catástrofe electoral socialista en toda regla (con el Partido Popular entre 14 y 18 puntos por encima del PSOE). El Partido Socialista lo asume y ahora trata de “salvar los muebles” para que la debacle no sea tan grave y comprometa la viabilidad del partido, como auguran los sondeos.

“Se trata de que acabe sus años de Gobierno como el salvador de una gran prestación social” (las pensiones), prosiguen las mismas fuentes, quienes añaden que tras acometer el cambio en la que se considera como la médula espinal del denominado Estado del bienestar, “Zapatero presentaría su dimisión cediendo el testigo a Alfredo Pérez Rubalcaba, ya presidente de hecho, quien entonces, antes de mayo, asumiría la presidencia para que el PSOE, en la medida de lo posible, trate de salvar los muebles”.
Tras la autoenmienda económica a la totalidad que el presidente dio a conocer en mayo, apenas tres días después de haber negado a Mariano Rajoy en el Palacio de La Moncloa la posibilidad de acometer la reducción drástica del déficit que le demandaba, llegó el turno de la remodelación del Gobierno y de Ferraz. El presidente dijo adiós explícitamente –o le hicieron decir, como tantos socialistas cuentan– a cualquier atisbo feminista de cuotas, jóvenes apuestas personales y arriesgados y polémicos proyectos. En Ferraz el felipismo y los barones apostaron por Marcelino Iglesias en sustitución de Leire Pajín (recolocada en la cartera de Sanidad), mientras se suprimían banderas como la del Ministerio de Igualdad.

El titular de Interior y ex portavoz de los estertores del felipismo, Alfredo Pérez Rubalcaba, asumía el mando del Ejecutivo incorporando a sus atribuciones la vicepresidencia primera y la portavocía del Gobierno, tal y como demandaban desde la vieja guardia, medios afines y algunas baronías.

Sin embargo, desde entonces la presión de los mercados ha seguido sin dar tregua mientras el Ejecutivo ha tenido que afrontar, además de las reformas impopulares que reclaman desde la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional, que Zapatero ha asumido como propias (incluso ahora, elevándolas a las más sociales posibles), crisis como la del Sáhara o la del chantaje de los controladores aéreos que, por si fuera poco, han derivado en la imposición del estado de alarma.

Aunque los sindicatos hoy dan tregua con las pensiones entre múltiples encuentros con el Ejecutivo, el electorado parece que ha sacado conclusiones. Sobre todo buena parte del tradicionalmente socialista, tal y como figura en todos los sondeos.

Por si fuera poco, el debate interno acerca del futuro político de Zapatero sigue sin despejarse pese a la cercanía de las municipales y autonómicas y el nerviosismo y expectación de sus candidatos. Ahí están las declaraciones de los presidentes de Castilla-La Mancha y Extremadura, José María Barreda y Guillermo Fernández Vara, para confirmarlo.

Es más, el propio Zapatero antes de las vacaciones de Navidad alentó los rumores acerca de su futuro declarando que él ya había tomado una decisión sobre si presentarse de nuevo o no a las próximas generales, añadiendo que ya lo sabían tanto su mujer como un miembro del PSOE.

Desde entonces, el presidente ha vuelto a multiplicar su presencia pública, la que durante las semanas anteriores prácticamente se ciñó a obligatorios encuentros en el extranjero otorgando todo el protagonismo a Rubalcaba quien, según la última encuesta del diario El País, sería el único socialista capaz de frenar una histórica debacle.

Así, al malestar de los candidatos del PSOE que ven con recelo cómo Zapatero vuelve a copar las portadas de los medios se unen otras voces que desprecian el trabajo de Zapatero y le citan con “inquina”. Su última aparición pública en Antena 3 tampoco ha convencido, aun con la tregua de siempre de ETA de fondo.
El ex presidente Felipe González tampoco se ha quedado al margen. Se le atribuye un papel decisivo en el ascenso de Rubalcaba y hace unos días lanzaba un misil interno a Zapatero: “La libertad personal no siempre se puede ejercer cuando se tiene un compromiso político”.

Entretanto, Zapatero sigue asegurando que anunciará su futuro “ante el partido” cuando no distorsione la acción del Ejecutivo. “Lo decidiré por razones de convicción, donde tienen que ver razones personales y razones políticas”, añadió. Más o menos lo contrario de lo que le ha dictado Felipe González.

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