LEYRE IGLESIAS / Bilbao/ El Mundo
A su juicio, los presos están siendo castigados pese a ofrecer «una resolución democrática» al conflicto, una realidad «intolerable» que van a «intentar socializar en cualquier rincón del planeta».
La marcha, permitida por el juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz, fue organizada por la iniciativa Egin dezagun urratsa (Demos un paso adelante) en favor de los derechos de los presos, y respaldada por la asociación de familiares de reclusos Etxerat -que en los últimos años por estas fechas ha convocado siempre una protesta similar- y los demás firmantes de la Declaración de Gernika. Un polo soberanista que no sacó a la calle las antes habituales fotografías de presos, aunque se salvó una: la de José María Sagardui, Gatza, a quien la izquierda abertzale compara con Nelson Mandela por haber cumplido ya tres décadas entre rejas.
Aunque ese emplazamiento a «todas las partes» no se vio ni en los gritos proferidos por los manifestantes ni en el comunicado final. Tampoco los dirigentes de la izquierda abertzale consultados por este periódico quisieron pronunciarse. La marcha era «la de todos los años», exclusivamente en favor de los presos, y no había nada que decir sobre el inexistente anuncio de ETA. La alcaldesa de Hernani, Marian Beitialarrangoitia, rehuyó la pregunta limitándose a decir que su deseo es que «en un futuro» no sean precisas movilizaciones «porque la ley se cumple».
La marcha, que arrancó a las 17.40 horas en el centro de Bilbao, estuvo protagonizada por reivindicaciones como el regreso de los presos, la amnistía, la independencia o, incluso, en un momento dado, la continuación de la lucha «hasta ganar».
Por delante de la cabecera, cientos de familiares de reclusos portaban el símbolo del Movimiento Pro Amnistía -el mapa de Euskal Herria con las flechas que reclaman su acercamiento-, un logo que también lucía en una enorme pancarta que abría el camino. A ambos lados de la hilera de parientes, un ejército de organizadores ordenaban a los manifestantes y vendían por dos euros pegatinas en favor de los presos.
Entre quienes escucharon los bertsos y, a continuación, la lectura de un comunicado en euskara y castellano, figuraban también los sindicalistas Ainhoa Etxaide (LAB) y Txiki Muñoz (ELA) o el músico Fermín Muguruza. Ante un público que abarrotó la plaza del Consistorio, los portavoces subrayaron que la marcha es el principio de un camino que terminará con la vuelta a casa de los reclusos y refugiados etarras, aunque no será un logro inmediato, como tampoco el propio final del «conflicto».
Reclamaron una nueva política penitenciaria en la que se respeten «sus derechos más elementales», y que acaben «los ataques y los constantes intentos de utilización y chantaje» al colectivo. A su juicio, esa política debe conducir a que los presos «puedan ser un agente activo en el proceso de solución al largo y doloroso conflicto» que aún «persiste».
Y mientras, a su entender, Madrid y París no se están moviendo, la sociedad debe hacer lo contrario, implicándose de forma «activa» llenando el País Vasco de banderolas con la reivindicación Euskal preso eta iheslariak etxera (presos y refugiados vascos a casa), colocándolas en todas las «escuelas, centros de trabajo, ayuntamientos y bares» para que «todo el mundo lo vea».
Aralar, el partido que, desde el propio polo, reclama a Batasuna un desmarque claro de ETA y no ha permitido su incorporación a Nafarroa Bai, envió ayer una nutrida delegación a la protesta. Su presidente, Patxi Zabaleta, quiso remitir no obstante su propio comunicado después de que acabara el acto, asegurando que, además de los avances en materia penitenciaria, también es «importante» que se produzcan pasos «en el camino de la paz y de la normalización política».
OORBYT.es
>Vea hoy en EL MUNDO en Orbyt el análisis de Santiago González de la manifestación.
La manifestación que pretendía ayer colapsar Bilbao atrajo a decenas de miles de personas, pero no interpeló a ETA, sino únicamente al Gobierno, a quien acusó de «exterminar» a los «presos políticos» de la organización terrorista en «un Guantánamo» carcelario.
Sin el esperado anuncio de ETA como telón de fondo, la que iba a convertirse en la primera marcha en un «escenario de paz» sirvió para que la antigua Batasuna y sus aliados denunciaran el «sufrimiento» de los reclusos -«una de las historias más negras» del pueblo vasco-, y para decirle a la banda y a Moncloa que tienen «fuerza y capacidad suficientes» para lograr sus fines. Entre ellos, el cese de la dispersión, en palabras de Iñaki Olasolo, periodista de la emisora pública Radio Vitoria, que tomó el micrófono como portavoz de los convocantes.
No merece la pena poner nada de estos personajillos, ya que todos sabemos lo que son.
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