
EL MUNDO / Madrid
Ha informado durante diez días de los sucesos ocurridos en la capital saharaui
La tajante  orden de expulsión, escrita en tres o cuatro folios y que contenía  numerosos preceptos legales, le fue presentada ayer por la tarde a la  periodista por el número dos del wali o gobernador de la provincia de El Aaiún.
Inmediatamente  después de firmar el escrito, Ana Romero fue escoltada por cuatro  coches policiales hasta las dependencias del aeropuerto de la capital  administrativa del Sáhara Occidental. Allí cogió un avión de Royal Air  Maroc con destino a Casablanca, vía Agadir. Hoy espera estar de regreso  en España.
El hostigamiento contra la enviada fue continuo  hasta el final. Después de sufrir un profuso registro de sus  pertenencias -incluido el ordenador y la cámara de fotos- un policía de  paisano protagonizó un duro enfrentamiento con Ana Romero, cuando le  dijo que sabía más de lo que decía y que hablaba no sólo francés sino  también árabe.
Después de redactar y enviar la crónica sobre  los terribles secretos que oculta la tristemente famosa Cárcel Negra,  publicada el lunes, la corresponsal internacional de EL MUNDO recibió la  visita de una funcionaria marroquí -que dijo ser directora de  comunicación en El Aaiún- que le informaba de que debía abandonar  inmediatamente la ciudad. No se identificó ni mostró ninguna orden  escrita de expulsión. Se marchó y no regresó nunca más.
Apareció  entonces por el hotel Mariano Collado, el Depositario de los Bienes  Culturales españoles en el Sáhara. Es un funcionario español muy  conocido en El Aaiún. Collado convenció a la experimenada enviada  especial para que se fuera con él a la residencia, al afirmar con mucho  nerviosismo y vehemencia que su integridad física estaba amenazada y que  debía salir cuanto antes de la ciudad.
«¡Si sales a la calle,  te van a matar!», porfiaba el funcionario español. Sus palabras  aumentaban la tensión ya existente. Finalmente Ana Romero pasó la noche  del domingo al lunes en la residencia de Collado, casi sin pegar ojo.
Ayer,  a media mañana, el vicepresidente primero del Gobierno, Alfredo Pérez  Rubalcaba, contactó con el ministro del Interior marroquí, Taib  Charkhaoui, y con el titular de Comunicación, Jalid Naciri, para  reclamar garantías de seguridad para la enviada especial de EL MUNDO a  El Aaiún, e insitir de nuevo en la necesidad de que Rabat permita el  libre acceso de la prensa al territorio saharaui.
Las  gestiones de Rubalcaba fueron confirmadas desde Presidencia. En Moncloa  aseguraron tener la plena convicción de que la enviada del periódico no  sufriría daño personal alguno, pero en ningún caso se aventuraron a  afirmar que Rabat le permitiría seguir desarrollando su trabajo de  información, informa MarisaCruz.
Actitud muy  distinta fue la que demostró el nuevo equipo del Ministerio de  Exteriores. EL MUNDO intentó contactar sin éxito a las 12.00 horas con  la directora general de Comunicación Exterior. Ante la falta de  respuesta, las llamadas se dirigieron a funcionarios de menor rango pero  con estatus diplomático.
En estos intentos la contestación  fue inmediata. Uno de los diplomáticos aseguró no tener noticia alguna  de la situación en la que se encontraba Ana Romero en el Sáhara, pero se  prestó a realizar gestiones. El segundo diplomático conocía los  pormenores del caso por las denuncias hechas desde la Cope por el  director de este periódico y, pese a no formar ya parte de la Dirección  General de Comunicación Exterior, también se dispuso a ayudar.
Tres  horas después de la primera llamada, el periódico fue informado por un  funcionario de que la jefa de Comunicación Exterior por fin había  telefoneado a la residencia del Depositario de Bienes Culturales de  España, donde se encontraba la periodista, para preguntarle detalles de  lo acontecido en los últimos días, sin más. El Ministerio, tras este  contacto, aseguró «no saber» por qué razón Marruecos exigía la salida  inmediata de la periodista del territorio del Sáhara.
Ana  Romero ha permanecido en El Aaiún 10 días desde que fuera invitada por  las autoridades marroquíes para ver con sus propios ojos lo que había  ocurrido en la ciudad tras el violento desmantelamiento de un campamento  de protesta a las afueras de la ciudad, ocurrido el 8 de noviembre. Al  día siguiente, El Aaiún vivió al día siguiente una de las peores  jornadas de su historia. Rabat confirma que murieron 11 agentes entre  policías y gendarmes y dos civiles, uno de ellos con pasaporte español.  Fuentes saharauis hablan de 39 cadáveres.
La periodista entró  el 20 de noviembre junto con su colega de El País Tomás Bárbulo, quien  dejó El Aaiún un días antes. Desde entonces arreció el acoso hacia la  enviada especial de EL MUNDO para que abandonara tierras saharauis.
El  ministro marroquí de Comunicación, Jalid Naciri, criticó ayer en Rabat  la cobertura de los enviados especiales a El Aaiún de los diarios  españoles El País y El Mundo. Naciri anunció que Rabat llevará ante la justicia española las «calumnias» recogidas por El País en una entrevista al ministro de Exteriores, Taib Fasi Fihri.

 
Lo dicho, son unos impresentables, luego hablaran de derechos humanos lo hipócritas.
ResponderEliminar¡Sáhara libre ya!