Los gritos, hasta ahora inéditos, de «¡Zapatero dimisión!» abrieron ayer la reunión de delegados sindicales que Comisiones Obreras y UGT habían programado como primer hito de la carrera hacia la huelga general. También la despidieron. Durante dos horas habían roto, además, los discursos de los oradores cada vez que mencionaban al Gobierno: «¡Zapatero, embustero!».
Más de 16.000 currantes sindicales -asalariados que cobran por dedicarse al sindicato traídos de toda España en un día laborable- dejaron claro, puestos en pie, agitando banderas, a quién consideran responsable de la reforma laboral que en esos mismos instantes aprobaba definitivamente el Congreso.
«[El Ejecutivo] cree que suavizando la reforma van a parar la huelga general, pero así no van a pincharla», advirtió el secretario general de UGT, Cándido Méndez. «Nos sobran las razones», le siguió el responsable de Comisiones Obreras, Ignacio Fernández Toxo, para quien no cabe ninguna duda: «La reforma es reversible».
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El presidente de la Confederación Europea de Sindicatos (CES), el inglés John Monks, abrió el turno de los oradores asegurando que las medidas de ajuste adoptadas por el Gobierno español a partir de mayo son «las peores de todas las que se han adoptado en Europa», a excepción de Grecia. «Y las peores de la democracia española», abundó después Cándido Méndez. Frente a ellas, Petra Martínez, la actriz que presentó el acto, esgrimió «la huelga general en defensa propia» del día 29.
Una convocatoria, adelantó el responsable de UGT, cuyo éxito obligará a rectificar al Gobierno «igual que lo ha hecho con los ayuntamientos». Méndez se refería a la modificación del decreto de mayo que prohibía a las corporaciones locales endeudarse durante el próximo año y que fue anunciada por la vicepresidenta Elena Salgado el pasado miércoles. «Después del 29 de septiembre», advirtió el dirigente sindical, «[el Ejecutivo] tendrá que rectificar el estropicio que ha hecho con las normas laborales, y renunciar a seguir adelante en su ataque al sistema público de pensiones».
En su intervención, Cándido Méndez no dudó en resaltar las «flagrantes contradicciones» del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, «que se ha abrazado con desesperación al mismo discurso que combatía hasta no hace mucho tiempo». Se refería también al mensaje llegado ayer del Foro de Davos, que el responsable de UGT resumió en un «chantaje de los mercados a los gobiernos» y su homólogo de CCOO, Ignacio Fernández Toxo, en la idea de que Europa «no puede competir en una economía globalizada manteniendo sus sistemas de protección social».
El acto de ayer estaba pensado para estimular a sus 3,5 millones de afiliados en la tarea de movilizar, en poco más de dos semanas, a los trabajadores para que se comprometan con la huelga general. De ahí que Méndez les instara a «trabajar a tope» e, incluso, a «llegar al tuétano de las empresas» para dar a conocer las consecuencias que va a tener el «aluvión» de medidas del Gobierno. Montaña Holgado no tiene dudas. Lleva sólo seis meses como delegada de UGT en Mirat Transportes, una pequeña empresa cacereña de sólo 38 trabajadores. «Lo tenemos muy difícil», reconoce cuando se le pregunta si la plantilla secundará la huelga del día 29.
En la misma línea se manifiesta Conchi, la presidenta del comité de una empresa de ayuda a domicilio de Torrejón de Ardoz -que prefiere no identificar-. Son 80 trabajadores, la mayoría mujeres, y su programa para las próximas semanas se centrará en informar, informar, informar, dice.
«El Gobierno necesita un país apático, de gente anémica y resignada», advirtió a los delegados Fernández Toxo. Pero lo que se encontrará el día 29 será «otra forma democrática de expresión», precisó, distinta de la que representa el Congreso pero igual de legítima. De hecho, Méndez presentó a los sindicatos como el «canal democrático» que transmitirá ese día la «indignación y firmeza» de la sociedad. «Debemos evitar», subrayó, «que las medidas del Gobierno contaminen la resignación a los españoles».
Muy enojados, desde luego, estaban ayer los trabajadores de García Carrión, el fabricante de los zumos y vinos Don Simón, que se apostaban tras una pancarta para denunciar 17 despidos. Pese a que ganó 20 millones de euros el año pasado, explica Miguel Ángel Pérez, uno de sus representantes sindicales, la empresa ha alegado motivos económicos -prevé una bajada de las ventas en 2011- para prescindir de sus trabajadores, con antigüedades de entre 15 y 33 años. «Les dimos todo tipo de alternativas: recolocaciones, hacer fijos discontinuos a los que quería despedir... pero no hubo manera», se queja el sindicalista de CCOO.
El caso de la empresa murciana puede ser un ejemplo práctico del nuevo despido que, según Juan Antonio Arbona, delegado de la Federación de Comunicación y Transporte de CCOO en Valencia, aún es desconocido para la mayoría de los trabajadores. «Estamos celebrando todas las asambleas que podemos porque la gente no sabe la que se avecina», asegura. Sobre todo los más antiguos: «Creen que no corren peligro y se equivocan; ellos son los que más riesgo tienen ahora».
Méndez anunció que el día 29 también será el Día de la Constitución en España, «el Día de la Constitución social». Si se cumple el pronóstico, John Monks tendrá razón cuando aventuró que «el movimiento sindical español marcará el paso en Europa».
Estamos apañaos....
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