lunes, 10 de mayo de 2010

Investigaciones opuestas en dos atentados clave



Zapatero  embusteroEl foco de la T-4 produjo 300 muestras, mientras los 12 focos del 11-M dieron 23

El miércoles compareció ante el tribunal que ha juzgado el atentado de la T-4 el mismo experto de la Policía Científica que dirigió los análisis del 11-M. Las palabras con las que el perito Alfonso Vega confirmó en la Audiencia Nacional el contenido de los informes sobre el atentado de Barajas sirvieron, al mismo tiempo, para ratificar las anomalías que se produjeron en torno al análisis del 11-M.

«Analizamos muchísimas muestras, muchísimas, creo que alrededor de 300», dijo el experto sobre la T-4 ante el tribunal, presidido por un magistrado, Alfonso Guevara, que tres años antes le había oído explicar que apenas había contado con 23 muestras de los focos del 11-M. Las diferencias entre ambos casos se magnifican si se tiene en cuenta que, pese a su aparatosidad, en el aeropuerto hubo una única explosión, mientras que el 11 de marzo de 2004 se produjeron 12 estallidos claramente diferenciados en cuatro escenarios distintos, y que dos de ellos fueron bajo control de los Tedax.

Pese a que los atentados se produjeron con una diferencia de dos años y medio, los análisis para intentar determinar el explosivo se efectuaron en 2007 de manera casi solapada. El laboratorio de la Policía Científica ya había comenzado a recibir muestras de Barajas cuando la Audiencia Nacional les ordenó que realizaran, por fin, el primer análisis científico de las muestras de los focos, que hasta entonces sólo habían sido examinadas por los Tedax, cuyo laboratorio no podía ofrecer al juez un resultado fiable. La Policía Científica advirtió entonces al juez Pedraz que los resultados sobre la T-4 se retrasarían ante la urgencia para analizar los vinculados al 11-M.

Al tiempo que ordenaba esos análisis, el tribunal pidió a la Policía Científica que le informara de cuántos restos de los focos de explosión estaban bajo su custodia. La respuesta fue que ninguno, porque los Tedax nunca llegaron a enviárselos. Por contra, la mayor parte de las 47 páginas del informe pericial de la T-4 sirven para dejar constancia de los numerosísimos oficios de remisión de muestras por parte de los Tedax a la Científica. El primero, con ocho muestras, llegó el 2 de enero de 2007. El último, remitido 15 días después, incluía otras dos bolsas llenas de restos. En total, 267 muestras del parking D de la T-4. La propia Policía Científica recogió por su cuenta otros 12 blancos, es decir, muestras no afectadas por la explosión con las que poder hacer comparativas. El informe de la T-4 incluye la fecha, hora y lugar de recogida de los restos, mientras que las muestras analizadas del 11-M llegaron, según los peritos, identificadas de manera deficiente.

La diferencia entre ambos atentados no sólo se reflejó en la cantidad de las muestras, sino en la calidad. «Analizamos gran variedad de muestras: escombros, piezas metálicas, chapas, muchos extractos recogidos con algodones frotados...», dijo Vega el miércoles. Por el contrario, en el caso del 11-M no contaron, por ejemplo, con ningún algodón recogido en los focos con impregnaciones del explosivo, pese a que varios tedax declararon en el juicio que sí se habían recogido.

Junto a Vega comparecieron otros dos peritos químicos que firmaron el informe de la T-4. Uno de ellos, Andrés de la Rosa, también era perfectamente consciente de las diferencias entre las periciales del 11-M y de la T-4, puesto que había participado a las órdenes de Vega en los análisis del 11-M. Él fue el que detectó una de las sustancias (el DNT o dinitrotolueno) que no formaban parte de la Goma 2 ECO supuestamente empleada. En el caso de la T-4, dijo que se trataba de una mezcla «artesanal» en la que ETA incluyó hexógeno, un explosivo plástico militar de gran capacidad destructiva.

La breve comparecencia de Vega ofreció otro paralelismo con el 11-M. Una de las acusaciones particulares de la T4 -que también había ejercido de acusación en el juicio por la masacre- preguntó al experto si uno de los componentes del explosivo era polvo de aluminio, empleado habitualmente por ETA en sus artefactos. «Distinguir entre el aluminio de las estructura metálica del parking y el polvo de aluminio del explosivo es complicadísimo, muy difícil», respondió el químico.

Sus palabras remiten a lo sucedido en el 11-M con otra sustancia, el dibutilftalato. Aunque apareció en todas las muestras, también estaba presente en multitud de materiales de los trenes, por lo que resultaba dudoso afirmar que se tratara de un componente del explosivo. Ante el silencio de los peritos oficiales, lo cuatro peritos independientes lo rechazaron de plano. Finalmente, la presencia de dibutilftalato llevó al tribunal a mantener que en todos los focos del 11-M había estallado Goma 2 ECO, en detrimento de otros explosivos como el Titadyn, que no lo incluían en su composición. Esa conclusión ya fue puesta en duda por el propio Vega. En una declaración con motivo de la querella contra el ex jefe de los Tedax Sánchez Manzano, admitió que el dibutilftalato era «un contaminante», lo que impedía que sirviese para fijar qué había estallado el 11-M.

1 comentario:

  1. Tod esto, se llama, marear la perdiz, y las cosas son como son, ni más ni menos.
    La verdad, os hará libres.

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