LAS EXIGENCIAS que los líderes europeos han planteado a Zapatero para que acometa un ajuste riguroso de las cuentas han surtido efecto. El anuncio hecho ayer de que habrá un recorte adicional del déficit público del 0,5% para este año y del 1% para 2011 supone, en lo económico, ahorrar 15.000 millones de euros más de lo previsto; y en lo político, un golpe de timón del Gobierno.
La pérdida de credibilidad de la economía española y, como consecuencia, el agravamiento de la desconfianza en el euro que se inició tras la quiebra de Grecia, ha disparado todas las alarmas dentro y fuera de Europa. Ayer mismo, Obama volvía a pedir a la canciller alemana medidas «enérgicas» para estabilizar los mercados en un día particularmente negro para Merkel, que perdía las elecciones en Renania -el länder más poblado del país- como castigo por haber salido al rescate de Grecia.
Lo sorprendente era que, hasta ayer, mientras todo el mundo parecía lógicamente alarmado por la gravedad de la situación, el presidente de uno de los países que está en el epicentro de la crisis seguía mirando para otro lado. El anuncio de ayer significa que Zapatero se ha dado, por fin, un baño de realidad.
El presidente del Gobierno había avanzado el viernes que tenía la intención de «acelerar» el plan de reducción del déficit público, y que daría a conocer las medidas concretas el miércoles en el Congreso. Pero tal y como había presentado Zapatero esa comparecencia parlamentaria, más parecía destinada a arremeter contra los especuladores y las agencias de rating que para acometer un ajuste en toda regla. Más aún por cuanto en su reunión con Rajoy del miércoles pasado, el jefe del Ejecutivo se negó a aceptar lo que en Moncloa denominan «plan Mariano» de recorte «drástico» del gasto. De hecho, tras su entrevista, Zapatero aseguró que era partidario de reducir el déficit «de una forma moderada que no comprometa la recuperación».
Resulta muy revelador comprobar cómo Zapatero defiende ahora el recorte de 5.000 millones de euros adicionales, cuando exactamente esa misma cantidad es la que le propuso ahorrar el líder de la oposición cuatro días antes, y entonces se negó de plano. Al final han sido Merkel y Sarkozy quienes le han obligado a apretarse el cinturón y a cambiar de planes en mitad de la carrera. El rápido deterioro de la situación y el miedo a la reacción de hoy de los mercados han precipitado los acontecimientos. El resultado es un nuevo bandazo y una nueva improvisación. Que ha habido falta de planificación lo demuestra el hecho de que el presidente ha dado a los ministros sólo 48 horas para que den un tijeretazo de grandes proporciones a los números, de forma que el miércoles pueda llegar al Congreso con las cuentas cuadradas. Las dos únicas limitaciones anunciadas por Zapatero son no bajar el sueldo a los funcionarios ni subir más los impuestos.
En paralelo a los esfuerzos de contención del gasto que tendrán que hacer España y otros países como Portugal o Italia -amenazados igualmente por la crisis-, el Consejo de Ministros de Economía de la UE (Ecofin) decidió ayer crear nuevos mecanismos que permitan acudir a rescatar de forma inmediata a los Estados que lo requieran. Para ello, se faculta al Banco Central Europeo a comprarles deuda y se constituye un fondo -que parte en principio con 70.000 millones- para que la Comisión Europea pueda ofrecer préstamos directos. Estas medidas eran necesarias y servirán como remedio a corto plazo, pero el fondo del problema sigue siendo armonizar la política económica en la Eurozona y, para eso, continúa sin haber soluciones.
Eso le pasa, por fanfarrón, mentiroso y muchas cosa más. Que se creía que puede engañar a toda europa. Si fuera pinocho, ya no cabría por ningún sitio, por el tamaño de su nariz.
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