Día 26/08/2013 - 17.43h
El policía muerto por el Mpaiac había seguido el mismo camino de los muertos canarios de ETA: la indiferencia pública
Polémicas al margen, esta semana se dio un paso, no
completo ni definitivo, hacia el reconocimiento de uno de los personajes
olvidados de la historia reciente de Canarias, los muertos por el terrorismo. En este caso, se trató de Rafael Valdenebros,
artificiero de la Policía Nacional que murió en febrero de 1978 días
después de haber resultado gravemente herido como consecuencia de la explosión de una bomba colocada en La Laguna por el Mpaiac, el Movimiento para la Autodeterminación e Independencia del Archipiélago Canario que comandaba Antonio Cubillo.
Fue, paradójicamente, la muerte de Cubillo el año pasado la
que de manera indirecta derivó en este homenaje a Valdenebros, a través
de una placa colocada en La Laguna,
en la calle Tabares de Cala, donde antes se ubicaba la sede del Banco
de Vizcaya, objetivo del explosivo del grupo independentista.
La reacción política a la muerte de Cubillo indignó
no solo a los familiares del policía muerto, sino a los que hoy siguen
arriesgando su vida en defensa del orden. Un homenaje, pero para
Cubillo, que planteó un concejal de Coalición Canaria de Santa Cruz colmó
la paciencia y fue entonces que se reclamó un gesto por parte de las
autoridades policiales, a las que los sindicatos CEP y SUP reclamaron
una placa o un monolito en la actual comisaría de Policía de La Laguna,
pero para Valdenebros.
Si bien desde la Jefatura de Policía en Canarias se
entendían los motivos, se les respondió que recientemente se había
adoptado la decisión de erigir un solo monumento, no individualizado, en Carabanchel, para todos los policías muertos en España por causa del terrorismo.
De modo que la placa colocada en La Laguna el lunes pasado fue, finalmente, una iniciativa financiada y organizada por la CEP, que solicitó la ayuda del ayuntamiento, que medió ante la comunidad de vecinos para facilitar la instalación en el frente del edificio.
Un héroe
Valdenebros , recuerda la crónica de ABC allá por 1978, se enfrentó con la muerte en forma de ocho cartuchos de «goma 2», colocados en un lugar peligroso para los vecinos, por lo que prefirió sacarlo de ese lugar antes de intentar desactivarlo.
Con una pértiga lo enganchó y lo puso en un lugar seguro
para los demás menos para él, que ni siquiera llegó a intentar la
desactivación. El mecanismo de relojería funcionó y la carga mortífera
segó la vida de un hombre «apasionadamente entregado a una profesión tan
necesaria como desconocida para el gran público». Fue la primera baja que sufrían los Tedax (técnicos en desactivación de artefactos explosivos) en sus tres años de existencia y sus más de tres mil intervenciones.
«Toda la sociedad canaria es culpable de este olvido», afirma Javier Abreu
«Toda la sociedad canaria es culpable de este olvido, deberíamos sentirnos avergonzados de que no haya ocurrido antes», afirma Javier Abreu,
concejal socialista de La Laguna, que estuvo en el acto del lunes en
representación del ayuntamiento, como alcalde accidental. «Ojalá se
hiciera con más personas, incluso con los muertos canarios por el
accionar de ETA», insiste.
Que en paz descanse el compañero Valdenebros, y que los malnacidos paguen por ello.
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