Dice que las «cloacas del Estado» cambiaron la Historia de España
Federico Jiménez Losantos, anoche, en el Club Siglo XXI. / SERGIO ENRÍQUEZ
«Tal día como hoy», empezó, y recordó con esta coletilla lo imposible que parece que en 2004 España apareciese como uno de los países más solventes y prometedores del mundo y ahora se haya convertido en un país «en quiebra, sumido en la corrupción que empieza en los jueces y termina en los políticos» y en el que «no hay ni una sola institución, empezando por la Monarquía, que aparezca prestigiosa y prestigiada a los ojos de los ciudadanos».
Pero, inevitablemente, tal día como ayer, la vista estaba intensamente centrada en lo que ocurrió el 11 de marzo de 2004, el día en el que, a juicio del periodista, un atentado cambió la Historia de España y cuya única certeza entre tanto «embeleco» y «farsa» es, a su parecer, la muerte de casi 200 personas. Jiménez Losantos insistió en la tesis por la que sostiene que nadie sabe qué ocurrió realmente en aquella jornada, aunque él tenga claro que tras la masacre estuvieron «los servicios de inteligencia españoles». «Todo lo que se sabe es falso y ha sido inventado por las cloacas del Estado, desde la Policía hasta los servicios secretos», que gestaron «la manipulación pública más grande de Europa Occidental» y decidieron «el destino de un país».
A partir de ahí denunció la instrucción «oprobiosa» realizada por el juez Gómez Bermúdez, la «superchería» fabricada por jueces y fiscales, y la falta de interés demostrada en general por saber lo que ocurrió. Una falta de interés que atribuyó también a la dirigente del PP María Dolores de Cospedal, entonces en el Ministerio del Interior, y al «barrendero», Jorge Fernández Díaz.
Para el periodista, en aquellos días está el origen de los males de hoy. La legislatura de Zapatero había empezado con el Pacto del Tinell; en la reunión de Perpiñán de Carod-Rovira con ETA «se fragua la gran trampa política del 11-M, sin la cual Rajoy habría ganado las elecciones»; el popular ni siquiera debatió con un «escombro intelectual» como Zapatero; los españoles votaron «a un señor del que no sabían nada»; con el Pacto por la Justicia, «el PP abdicó de la regeneración y se puso al frente de la casta política», y así hasta hoy. Un último punto: Jiménez Losantos afirmó ser partidario de la independencia de Cataluña, porque «cuando un miembro está engangrenado, lo mejor es extirparlo».
«¿Acaso es normal que en el aniversario no estén aquí todos?»
Las víctimas denuncian divididas la «soledad», el «olvido» y el «ninguneo» institucional
María Dolores de Cospedal, Ignacio González, Ángeles Pedraza y Ana
Botella, con Ángeles Domínguez y Cristina Cifuentes detrás, ayer. / A.
DI LOLLI
Esto es lo que hay. Las asociaciones de víctimas honraron a los suyos por separado, arropadas en un caso por más o menos dirigentes de la derecha política y, en el otro, por más o menos de la izquierda y de los sindicatos. Los afectados, que también se intercambiaron reproches, coincidieron en una cosa: en denunciar la «soledad», el «olvido» y el «ninguneo» a los que les someten las instituciones.
Ángeles Pedraza, presidenta de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), la mayor de España, acertó al lanzar al aire una pregunta retórica: «¿Acaso es normal que el día que conmemoramos la mayor masacre terrorista de la Historia de Europa no estén aquí todos?».
Y, en una referencia implícita pero muy clara a la ausencia del presidente del Gobierno, reprochó ante la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, que «aquéllos que han presumido de apoyar a las víctimas y de colocarlas en el lugar en el que se merecen no han considerado que hoy sea un día para honrar y acompañar a los que sufrieron la barbarie terrorista». «No se puede entender que hayan preferido estar en otros actos», añadió, en alusión evidente a la presencia de Mariano Rajoy en un desayuno informativo en el Hotel Ritz de Madrid a la misma hora que el acto de la Puerta del Sol.
Este homenaje dio la medida: parece que el Gobierno del Estado considera que el homenaje a las víctimas del 11-M es cosa del Ejecutivo autonómico y del Ayuntamiento, como si la magnitud del acontecimiento estuviese limitada a la capital de España. La ofrenda bajo la placa que recuerda a las víctimas y los cinco minutos de silencio fueron presididos por González y Botella, a quienes acompañaban en el estrado los representantes de la oposición en la Asamblea de Madrid: Tomás Gómez (PSOE), Gregorio Gordo (IU) y Luis de Velasco (UPyD). En la tribuna de autoridades, como meros invitados, observaban el ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, y el de Educación, José Ignacio Wert.
Tras el acto de la Puerta del Sol, que organizaba la Comunidad, una comitiva se desplazó al monumento de la estación de Atocha para la ceremonia del Ayuntamiento, con la participación de los principales líderes municipales de la oposición.
En esos dos homenajes institucionales estuvieron la presidenta de la AVT y la de la Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11-M, Ángeles Domínguez, pero no la otra gran representante de estos colectivos, Pilar Manjón, que preside la Asociación 11-M Afectados de Terrorismo y que volvió a declinar las invitaciones.
Precisamente cuando la comitiva oficial llegaba a Atocha, Manjón acababa de irse de la estación tras celebrar su propia ofrenda, acompañada por los secretarios generales de UGT y CCOO en Madrid y el portavoz de la Unión de Actores, y con la presencia de los líderes regionales de la izquierda: Tomás Gómez (PSOE) y Eddy Sánchez (IU).
«Nueve años, nuevas elecciones, las mismas mentiras, el intento de olvido, los ninguneos, el llegar a ser víctimas de terceros, nuevos arañazos en nuestros corazones por ausencias añadidas a las que nos arrebataron hace nueve años», dijo Manjón, que se quejó asimismo de que el Ministerio del Interior haya rebajado la asignación a su asociación e incrementado la de la AVT.
La representante de las víctimas estuvo después en el Ayuntamiento de Parla, donde gobierna el PSOE, y, por la tarde, en un homenaje en la estación de El Pozo en el que fue abucheada la delegada del Gobierno, Cristina Cifuentes.
La AVT celebró su homenaje en el Bosque del Recuerdo del parque del Retiro. Sólo Toni Cantó, de UPyD, rompió la monotonía popular de los líderes políticos que arroparon a Ángeles Pedraza: los mencionados Cospedal -cuya presencia no estaba prevista y se decidió a última hora-, González, Botella y Cifuentes, además del secretario de Estado de Seguridad, Francisco Martínez, y del director general de la Policía, Ignacio Cosidó.
Pedraza reclamó una investigación para «lograr el esclarecimiento total, hasta el último detalle, del peor atentado de la Historia de España». Ningún miembro del Gobierno la escuchaba.
Cospedal reclama que se esclarezca «toda la verdad»
Mariano Rajoy refrenda su «compromiso» con la erradicación del terrorismo
«Yo no sé si se conoce toda la verdad», proclamó ayer la secretaria
general del PP, María Dolores de Cospedal, en relación con el 11-M.
Con estas palabras, la número dos de Rajoy se alineó con la mayoría de las víctimas de los atentados, que no se declararon conformes en su día con la sentencia del juez Javier Gómez Bermúdez -luego avalada por el Tribunal Supremo- y que siguen pidiendo más investigaciones.
Las palabras de Cospedal cayeron en medio de un nutrido foro de políticos populares, empresarios, embajadores y periodistas, reunidos en el hotel Ritz para escucharle. Se trataba de la misma persona que nueve años atrás, en el momento de los atentados, ocupaba la Subsecretaría del Ministerio del Interior y que hoy dirige el PP a su vuelta al Gobierno, tras dos legislaturas socialistas.
«Fue espeluznante, dramático, criminal y horrendo», describió Cospedal en el aniversario de la masacre y momentos antes de participar en los actos oficiales de homenaje a las víctimas. Tanto énfasis puso Cospedal en la efeméride que, según subrayó, en relación al partido y a cualquier revés posterior como el caso Bárcenas, «es una fecha que nos ha señalado para siempre». «A mí me ha señalado para siempre, sobre cualquier cosa», personalizó.
En este contexto, y preguntada sobre si está «todo aclarado» o, por el contrario, quedan «flecos sueltos», la secretaria general declaró: «Los tribunales actuaron, y lo que tienen que hacer los tribunales es que lleguemos al reconocimiento de toda la verdad». Junto a ello, según insistió, «el reconocimiento de las víctimas es una de las líneas de actuación, la primera, de la política antiterrorista del PP».
Por su parte, y en el mismo acto, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, también tuvo unas palabras para referirse al 11-M: «Para los que fueron asesinados, nuestro recuerdo; para los familiares y allegados, nuestra solidaridad y afecto; y como presidente del Gobierno, nuestro compromiso con la erradicación del terrorismo»,afirmó. «La vida, la libertad, tienen enemigos feroces, pero deben saber que nunca podrán vencernos», añadió
EL MUNDO es el único periódico español que no ha tirado la toalla en el
intento de llegar hasta sus últimas consecuencias en la investigación
del 11-M. He seguido con atención sus últimas revelaciones. Por de
pronto ya no se puede afirmar que el explosivo utilizado en la criminal
masacre fuera Goma 2 Eco, como afirma la sentencia de la Audiencia
Nacional. Y esto hace tambalear todo el armazón de la «verdad» oficial.
La referida sentencia comienza atribuyendo la autoría de los atentados -eso sí, sin justificar por qué lo hace- a los miembros de una célula de musulmanes islamistas espontáneamente organizada para sumarse a la Yihad y castigar a los españoles por su intervención en Afganistán e Irak. Siete de ellos saltaron por los aires en un piso de Leganés el 3 de abril de 2004. El octavo, Jamal Zougam, está vivo y cumple una condena de 35.000 años de cárcel como autor material de los atentados. Dos testigos declararon haberle visto en los trenes. De las revelaciones de EL MUNDO se desprende que podrían haber incurrido en falso testimonio y la Justicia está sobre el asunto. Por otra parte, siempre me pareció extraño que Zougam fuera visto en los trenes y nadie testificara en cambio haberse topado con algún otro miembro de la célula islamista.
Pero hay otro aspecto inquietante del 11-M que parece haber quedado definitivamente enterrado. Resulta que todos cuantos tuvieron algo que ver en el atentado, según la versión oficial, o eran confidentes de los cuerpos de Seguridad o estaban estrechamente vigilados. Y eso plantea la cuestión de saber qué es lo que falló en el funcionamiento de los servicios del Estado para que los terroristas pudieran conseguir su criminal objetivo. No se trata de poner en cuestión el papel de la judicatura, de la Fiscalía, del CNI, de la Guardia Civil o de la Policía. Pero sí la actuación de algunos de sus miembros.
Resulta que Suárez Trashorras, el asturiano condenado a 38.000 años de cárcel como cooperador necesario de los autores de la masacre al haberles proporcionado los explosivos, venía siendo denunciado por distintas fuentes como traficante de dinamita desde bastante antes del 11-M. La Guardia Civil de Asturias y la Unidad Central Operativa (UCO) del benemérito cuerpo tuvieron noticias fidedignas de que el narcotraficante de Avilés había organizado un negocio clandestino de venta de dinamita robada.
Por si fuera poco, resulta que el propio Suárez Trashorras era confidente del jefe de Estupefacientes de Avilés. Recuerdo la impresión que me produjo su declaración en la comisión del 11-M, donde le interrogué en nombre del Grupo Popular. Dijo que unos meses antes del atentado le habían informado desde la Policía de Gijón que su confidente podía estar involucrado en tráfico de explosivos, razón por la que después de hacerle una severa admonición decidió apartarse de él. Su testimonio me impactó. Acabábamos de saber poco antes en la Comisión que la UCO había llegado a tener en sus manos una muestra de la dinamita robada, proporcionada por su confidente Rafá Zouhier, y ahora conocíamos que Suárez Trashorras era colaborador e incluso amigo del jefe de Estupefacientes de Avilés, que sabía de la existencia de El Chino y sus compinches. Entonces no pude menos que decir que me sentía entristecido, porque a pesar de haber estado tan cerca de Suárez Trashorras y de sus amigos los «moritos», como él compareciente llamó a El Chino y compañía, bien por negligencia o porque aquellos habían sido más inteligentes, la dinamita llegó a sus manos. Al término de su comparecencia, el mando policial se derrumbó y pidió perdón a las víctimas. Eso sí, a su regreso a casa fue recibido como un héroe por sus compañeros, que me acusaron de haberle sometido a un interrogatorio durísimo y hasta algún sindicato policial consideró la posibilidad de querellarse contra mí.
Luego vinieron las contradicciones de algunos de los responsables de los cuerpos de Seguridad del Estado. El coronel jefe de la UCO declaró que habían informado de todo cuanto sabían a sus compañeros de Asturias, dejando después la investigación en sus manos. Esto fue rotundamente negado por el general de la Guardia Civil de Asturias, que declaró que siguieron trabajando conjuntamente durante un año, si bien unos meses antes del atentado cesó dicha colaboración por considerar que no se llegaba a ningún resultado. La posibilidad de que en estas declaraciones y en otras se hubiera podido cometer falso testimonio movió al presidente del tribunal, Gómez Bermúdez, a prometer a las víctimas del 11-M que mandaría a algunos «caminito de Jerez», promesa que no llegó a cumplir.
Un año antes de los atentados, el abogado de José Ignacio Fernández, un narcotraficante a quien llaman Nayo, que se hallaba en prisión preventiva, se entrevistó con el entonces fiscal jefe para informarle en nombre de su cliente de la existencia de un zulo en un monte asturiano donde Suárez Trashorras guardaba la dinamita robada. El fiscal trasladó a la Guardia Civil la denuncia y se llevó a cabo la inspección ocular del lugar. Pero el intento fracasó porque «no iban a registrar todo el monte». Nayo, condenado por tráfico de drogas, huyó de España y se oculta en la República Dominicana, donde fue localizado por EL MUNDO. De manera sorprendente ninguna autoridad judicial se ha preocupado hasta el momento de pedir a las autoridades de aquel país su extradición a España.
Otro penoso episodio ocurrió también en Avilés. Un capitán de la Guardia Civil de Oviedo se entrevistó con alguno de los fiscales de la localidad con el fin de judicializar la investigación sobre Suárez Trashorras, comenzando por la intervención telefónica del presunto vendedor de dinamita. El capitán informó después que había proporcionado a los fiscales datos suficientes como para instar el pinchazo de los teléfonos, pero éstos replicaron que se trató de una conversación informal en un café de Avilés y que no se les proporcionaron datos relevantes.
En cuanto a la judicatura, diré tan sólo que el juez Baltasar Garzón que, según declaró ante la Comisión parlamentaria, llevaba en su juzgado el peso de la lucha contra el terrorismo islámico, tenía controlados a casi todos los miembros de la célula terrorista. No sirvió de nada sin que ni él ni nadie haya explicado el porqué del fracaso.
Como miembro de la Comisión del 11-M y con el pleno respaldo del PP declaré más de una vez que mientras no pudiéramos acceder a las entrañas del Ministerio del Interior muchas de las preguntas inquietantes del 11-M quedarían sin respuesta. Comprendo que todos los esfuerzos gubernamentales estén concentrados en resolver lo que en estos momentos nos angustia a todos. Pero algo habrá que hacer para que esta promesa popular no se desvanezca para siempre.
Jaime Ignacio del Burgo es autor del libro 11-M. Demasiadas preguntas sin respuesta (La Esfera de los Libros).
Con estas palabras, la número dos de Rajoy se alineó con la mayoría de las víctimas de los atentados, que no se declararon conformes en su día con la sentencia del juez Javier Gómez Bermúdez -luego avalada por el Tribunal Supremo- y que siguen pidiendo más investigaciones.
Las palabras de Cospedal cayeron en medio de un nutrido foro de políticos populares, empresarios, embajadores y periodistas, reunidos en el hotel Ritz para escucharle. Se trataba de la misma persona que nueve años atrás, en el momento de los atentados, ocupaba la Subsecretaría del Ministerio del Interior y que hoy dirige el PP a su vuelta al Gobierno, tras dos legislaturas socialistas.
«Fue espeluznante, dramático, criminal y horrendo», describió Cospedal en el aniversario de la masacre y momentos antes de participar en los actos oficiales de homenaje a las víctimas. Tanto énfasis puso Cospedal en la efeméride que, según subrayó, en relación al partido y a cualquier revés posterior como el caso Bárcenas, «es una fecha que nos ha señalado para siempre». «A mí me ha señalado para siempre, sobre cualquier cosa», personalizó.
En este contexto, y preguntada sobre si está «todo aclarado» o, por el contrario, quedan «flecos sueltos», la secretaria general declaró: «Los tribunales actuaron, y lo que tienen que hacer los tribunales es que lleguemos al reconocimiento de toda la verdad». Junto a ello, según insistió, «el reconocimiento de las víctimas es una de las líneas de actuación, la primera, de la política antiterrorista del PP».
Por su parte, y en el mismo acto, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, también tuvo unas palabras para referirse al 11-M: «Para los que fueron asesinados, nuestro recuerdo; para los familiares y allegados, nuestra solidaridad y afecto; y como presidente del Gobierno, nuestro compromiso con la erradicación del terrorismo»,afirmó. «La vida, la libertad, tienen enemigos feroces, pero deben saber que nunca podrán vencernos», añadió
POLÍTICA / JAIME IGNACIO DEL BURGO
11-M: preguntas sin respuesta
El autor sostiene que existen numerosas incógnitas sin aclarar sobre la masacre
Recuerda los graves fallos en la Seguridad del Estado que han quedado sin castigo
Recuerda los graves fallos en la Seguridad del Estado que han quedado sin castigo
JAVIER OLIVARES
La referida sentencia comienza atribuyendo la autoría de los atentados -eso sí, sin justificar por qué lo hace- a los miembros de una célula de musulmanes islamistas espontáneamente organizada para sumarse a la Yihad y castigar a los españoles por su intervención en Afganistán e Irak. Siete de ellos saltaron por los aires en un piso de Leganés el 3 de abril de 2004. El octavo, Jamal Zougam, está vivo y cumple una condena de 35.000 años de cárcel como autor material de los atentados. Dos testigos declararon haberle visto en los trenes. De las revelaciones de EL MUNDO se desprende que podrían haber incurrido en falso testimonio y la Justicia está sobre el asunto. Por otra parte, siempre me pareció extraño que Zougam fuera visto en los trenes y nadie testificara en cambio haberse topado con algún otro miembro de la célula islamista.
Pero hay otro aspecto inquietante del 11-M que parece haber quedado definitivamente enterrado. Resulta que todos cuantos tuvieron algo que ver en el atentado, según la versión oficial, o eran confidentes de los cuerpos de Seguridad o estaban estrechamente vigilados. Y eso plantea la cuestión de saber qué es lo que falló en el funcionamiento de los servicios del Estado para que los terroristas pudieran conseguir su criminal objetivo. No se trata de poner en cuestión el papel de la judicatura, de la Fiscalía, del CNI, de la Guardia Civil o de la Policía. Pero sí la actuación de algunos de sus miembros.
Resulta que Suárez Trashorras, el asturiano condenado a 38.000 años de cárcel como cooperador necesario de los autores de la masacre al haberles proporcionado los explosivos, venía siendo denunciado por distintas fuentes como traficante de dinamita desde bastante antes del 11-M. La Guardia Civil de Asturias y la Unidad Central Operativa (UCO) del benemérito cuerpo tuvieron noticias fidedignas de que el narcotraficante de Avilés había organizado un negocio clandestino de venta de dinamita robada.
Por si fuera poco, resulta que el propio Suárez Trashorras era confidente del jefe de Estupefacientes de Avilés. Recuerdo la impresión que me produjo su declaración en la comisión del 11-M, donde le interrogué en nombre del Grupo Popular. Dijo que unos meses antes del atentado le habían informado desde la Policía de Gijón que su confidente podía estar involucrado en tráfico de explosivos, razón por la que después de hacerle una severa admonición decidió apartarse de él. Su testimonio me impactó. Acabábamos de saber poco antes en la Comisión que la UCO había llegado a tener en sus manos una muestra de la dinamita robada, proporcionada por su confidente Rafá Zouhier, y ahora conocíamos que Suárez Trashorras era colaborador e incluso amigo del jefe de Estupefacientes de Avilés, que sabía de la existencia de El Chino y sus compinches. Entonces no pude menos que decir que me sentía entristecido, porque a pesar de haber estado tan cerca de Suárez Trashorras y de sus amigos los «moritos», como él compareciente llamó a El Chino y compañía, bien por negligencia o porque aquellos habían sido más inteligentes, la dinamita llegó a sus manos. Al término de su comparecencia, el mando policial se derrumbó y pidió perdón a las víctimas. Eso sí, a su regreso a casa fue recibido como un héroe por sus compañeros, que me acusaron de haberle sometido a un interrogatorio durísimo y hasta algún sindicato policial consideró la posibilidad de querellarse contra mí.
Luego vinieron las contradicciones de algunos de los responsables de los cuerpos de Seguridad del Estado. El coronel jefe de la UCO declaró que habían informado de todo cuanto sabían a sus compañeros de Asturias, dejando después la investigación en sus manos. Esto fue rotundamente negado por el general de la Guardia Civil de Asturias, que declaró que siguieron trabajando conjuntamente durante un año, si bien unos meses antes del atentado cesó dicha colaboración por considerar que no se llegaba a ningún resultado. La posibilidad de que en estas declaraciones y en otras se hubiera podido cometer falso testimonio movió al presidente del tribunal, Gómez Bermúdez, a prometer a las víctimas del 11-M que mandaría a algunos «caminito de Jerez», promesa que no llegó a cumplir.
Un año antes de los atentados, el abogado de José Ignacio Fernández, un narcotraficante a quien llaman Nayo, que se hallaba en prisión preventiva, se entrevistó con el entonces fiscal jefe para informarle en nombre de su cliente de la existencia de un zulo en un monte asturiano donde Suárez Trashorras guardaba la dinamita robada. El fiscal trasladó a la Guardia Civil la denuncia y se llevó a cabo la inspección ocular del lugar. Pero el intento fracasó porque «no iban a registrar todo el monte». Nayo, condenado por tráfico de drogas, huyó de España y se oculta en la República Dominicana, donde fue localizado por EL MUNDO. De manera sorprendente ninguna autoridad judicial se ha preocupado hasta el momento de pedir a las autoridades de aquel país su extradición a España.
Otro penoso episodio ocurrió también en Avilés. Un capitán de la Guardia Civil de Oviedo se entrevistó con alguno de los fiscales de la localidad con el fin de judicializar la investigación sobre Suárez Trashorras, comenzando por la intervención telefónica del presunto vendedor de dinamita. El capitán informó después que había proporcionado a los fiscales datos suficientes como para instar el pinchazo de los teléfonos, pero éstos replicaron que se trató de una conversación informal en un café de Avilés y que no se les proporcionaron datos relevantes.
En cuanto a la judicatura, diré tan sólo que el juez Baltasar Garzón que, según declaró ante la Comisión parlamentaria, llevaba en su juzgado el peso de la lucha contra el terrorismo islámico, tenía controlados a casi todos los miembros de la célula terrorista. No sirvió de nada sin que ni él ni nadie haya explicado el porqué del fracaso.
Como miembro de la Comisión del 11-M y con el pleno respaldo del PP declaré más de una vez que mientras no pudiéramos acceder a las entrañas del Ministerio del Interior muchas de las preguntas inquietantes del 11-M quedarían sin respuesta. Comprendo que todos los esfuerzos gubernamentales estén concentrados en resolver lo que en estos momentos nos angustia a todos. Pero algo habrá que hacer para que esta promesa popular no se desvanezca para siempre.
Jaime Ignacio del Burgo es autor del libro 11-M. Demasiadas preguntas sin respuesta (La Esfera de los Libros).
Ya vamos acertando, cachis los moros..............
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