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El Tribunal Supremo puso hace unos días el punto final al último de los
tres juicios relacionados con la huida de los autores del 11-M. El
balance final, una vez que las sentencias son firmes, resulta desolador
para los investigadores: en el banquillo de la Audiencia Nacional se han
llegado a sentar un total de 27 acusados, con el resultado de 24
absoluciones y sólo tres condenas de terrorismo.
Gran parte de las absoluciones de la Audiencia Nacional y del Tribunal Supremo, que en muchos casos llegaron tras años de prisión provisional, se debió a la ilicitud de las pruebas obtenidas durante la instrucción del ex magistrado Baltasar Garzón.
e El primer refugio.El principal juicio se celebró en febrero de 2009 y fue consecuencia de la operación Tigris, dirigida por Garzón, en la que se desarticuló una red islamista que tenía su centro de actuaciones en un domicilio de Santa Coloma de Gramanet (Barcelona) conocido como Al Kalaa (La Fortaleza). Hacia allí se dirigieron varios huidos del 11-M semanas después de los atentados. La Policía grababa a todos los que entraban y salían, pero aun así los presuntos autores de la masacre no fueron arrestados. Entre ellos estaban Mohamed Afalah, Said Berraj y, sobre todo, Daoud Ouhnane, el único terrorista que dejó su huella en los explosivos y que llegó a convertirse en el islamista más buscado.
Catorce presuntos islamistas fueron acusados, pero la Sección Segunda sólo condenó a tres de ellos por delitos terroristas. La sentencia criticó duramente la actuación de la Policía y de la Fiscalía, así como la «escasamente modélica» instrucción de Garzón, cuya intervención de correos electrónicos consideró ilícita.
La raquítica cifra de condenas menguó aún más tras los correspondientes recursos de casación. El Tribunal Supremo dictó otra absolución, dejando un saldo de dos condenas por terrorismo y 12 absoluciones. El último absuelto fue Mohamed Idrissi, al que se había acusado de proporcionar a la familia Afalah un teléfono para que el terrorista les llamara desde Irak y se despidiera antes de inmolarse.
eLa segunda red de ayuda. El siguiente juicio vinculado a los huidos del 11-M se celebró en septiembre de 2009 y lo encabezó el marroquí Omar Nakcha, que en 2005 había logrado huir de la operación Tigris. Según el escrito de acusación fiscal, Nakcha no sólo coordinaba dos células terroristas, sino que ayudó a huidos de los atentados de Madrid.
Le acompañaron en el banquillo otros ocho presuntos islamistas, que no fueron más porque la Fiscalía, tras el revolcón de Tigris, fue prudente y dejó fuera a la mayoría de los 22 procesados por Garzón.
La Sección Primera de la Audiencia condenó a cinco de los nuevos acusados. Sobre Nakcha, dio por probado que proporcionó dinero y un pasaporte falso al implicado en el 11-M Mohamed Belhadj, cuando éste huía tras el suicidio de los islamistas de Leganés. Finalmente, los recursos de casación dejaron la macrooperación y los años de instrucción en nada. El Supremo absolvió a los cinco condenados al estimar que las pruebas acumuladas contra ellos por Garzón -las que no había descartado ya la Audiencia por ese mismo motivo- habían sido obtenidas de manera ilícita. La absolución incluyó un rapapolvo al tribunal y al instructor por haberse desentendido de las denuncias de torturas de los acusados.
e El último círculo. La última causa relacionada a los huidos de la masacre nació de unas diligencias que el juez Juan del Olmo dejó abiertas antes de abandonar la Audiencia. Llegó a juicio en marzo de 2010 con cuatro acusados, de los cuales sólo dos fueron condenados por la Sección Cuarta de la Audiencia por delitos terroristas. A uno de ellos, condenado inicialmente por sus contactos telefónicos con el huido Ouhnane, lo acaba de absolver el Supremo. Así que las 27 acusaciones reclamadas han quedado reducidas a tres condenas por terrorismo para Kamal Ahbar, Samir Tahtah y Zohair Khadiri.
Gran parte de las absoluciones de la Audiencia Nacional y del Tribunal Supremo, que en muchos casos llegaron tras años de prisión provisional, se debió a la ilicitud de las pruebas obtenidas durante la instrucción del ex magistrado Baltasar Garzón.
e El primer refugio.El principal juicio se celebró en febrero de 2009 y fue consecuencia de la operación Tigris, dirigida por Garzón, en la que se desarticuló una red islamista que tenía su centro de actuaciones en un domicilio de Santa Coloma de Gramanet (Barcelona) conocido como Al Kalaa (La Fortaleza). Hacia allí se dirigieron varios huidos del 11-M semanas después de los atentados. La Policía grababa a todos los que entraban y salían, pero aun así los presuntos autores de la masacre no fueron arrestados. Entre ellos estaban Mohamed Afalah, Said Berraj y, sobre todo, Daoud Ouhnane, el único terrorista que dejó su huella en los explosivos y que llegó a convertirse en el islamista más buscado.
Catorce presuntos islamistas fueron acusados, pero la Sección Segunda sólo condenó a tres de ellos por delitos terroristas. La sentencia criticó duramente la actuación de la Policía y de la Fiscalía, así como la «escasamente modélica» instrucción de Garzón, cuya intervención de correos electrónicos consideró ilícita.
La raquítica cifra de condenas menguó aún más tras los correspondientes recursos de casación. El Tribunal Supremo dictó otra absolución, dejando un saldo de dos condenas por terrorismo y 12 absoluciones. El último absuelto fue Mohamed Idrissi, al que se había acusado de proporcionar a la familia Afalah un teléfono para que el terrorista les llamara desde Irak y se despidiera antes de inmolarse.
eLa segunda red de ayuda. El siguiente juicio vinculado a los huidos del 11-M se celebró en septiembre de 2009 y lo encabezó el marroquí Omar Nakcha, que en 2005 había logrado huir de la operación Tigris. Según el escrito de acusación fiscal, Nakcha no sólo coordinaba dos células terroristas, sino que ayudó a huidos de los atentados de Madrid.
Le acompañaron en el banquillo otros ocho presuntos islamistas, que no fueron más porque la Fiscalía, tras el revolcón de Tigris, fue prudente y dejó fuera a la mayoría de los 22 procesados por Garzón.
La Sección Primera de la Audiencia condenó a cinco de los nuevos acusados. Sobre Nakcha, dio por probado que proporcionó dinero y un pasaporte falso al implicado en el 11-M Mohamed Belhadj, cuando éste huía tras el suicidio de los islamistas de Leganés. Finalmente, los recursos de casación dejaron la macrooperación y los años de instrucción en nada. El Supremo absolvió a los cinco condenados al estimar que las pruebas acumuladas contra ellos por Garzón -las que no había descartado ya la Audiencia por ese mismo motivo- habían sido obtenidas de manera ilícita. La absolución incluyó un rapapolvo al tribunal y al instructor por haberse desentendido de las denuncias de torturas de los acusados.
e El último círculo. La última causa relacionada a los huidos de la masacre nació de unas diligencias que el juez Juan del Olmo dejó abiertas antes de abandonar la Audiencia. Llegó a juicio en marzo de 2010 con cuatro acusados, de los cuales sólo dos fueron condenados por la Sección Cuarta de la Audiencia por delitos terroristas. A uno de ellos, condenado inicialmente por sus contactos telefónicos con el huido Ouhnane, lo acaba de absolver el Supremo. Así que las 27 acusaciones reclamadas han quedado reducidas a tres condenas por terrorismo para Kamal Ahbar, Samir Tahtah y Zohair Khadiri.
Todo un fiasco de juicio, sin nadie en la cárcel, y sin saber que explosivo se utilizó, y los verdaderos culpables de rositas. Lo dicho, vaya fiasco de juicio y de justicia.
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