La Audiencia corrige a Justicia y ordena pagarle 30.000 euros porque el juzgado nunca le informó de que podía personarse
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La Audiencia Nacional ha ordenado indemnizar con 30.000 euros a una
víctima del 11-M a la que el juzgado de Juan del Olmo no informó de su
derecho a personarse en la causa como acusación particular y a reclamar
una indemnización.La víctima se encontraba en un andén de la estación de Atocha cuando explotaron tres bombas en un convoy próximo al que ella iba a abordar. L. R. V. sufrió politraumatismos que le han dejado secuelas y, con el tiempo, desarrolló un trastorno de estrés postraumático. Pero su nombre no llegó a figurar en el listado de víctimas de la sentencia del 11-M porque nunca supo que tenía derecho a ello.
La sentencia, notificada el lunes por la Sección Tercera de lo Contencioso-Administrativo revoca la decisión del Ministerio de Justicia, que en 2010 denegó a L. R. V. el derecho a ser indemnizada, apoyándose en los informes negativos del CGPJ y el Consejo de Estado.
La demanda presentada entonces por su abogado, José María de Pablo, reclamaba una indemnización de 67.000 euros, la misma cantidad otorgada por el tribunal del 11-M a la categoría de víctimas en la que habría entrado L. R. V.
La sentencia reconoce que «el Juzgado Central de Instrucción n° 6 de la Audiencia Nacional incurrió en funcionamiento anormal de la Administración de Justicia durante la tramitación de la pieza separada del sumario instruido por los atentados del 11-M, en lo que se refiere a la citación de la recurrente para el ofrecimiento de acciones como perjudicada, por cuanto la misma fue emplazada por edictos [en el Boletín Oficial del Estado], sin que previamente se hubiera intentado su citación por los cauces establecidos en la ley».
El tribunal añade que, «de haberse personado la recurrente como perjudicada en las actuaciones, es muy probable que hubiera sido reconocida como tal en la sentencia condenatoria, por cuanto en ningún momento se ha cuestionado por la Administración su condición de víctima de los atentados del 11-M».
El único intento de comunicar con L. R. V. que hizo el juzgado de Del Olmo fue enviarle un telegrama a un domicilio que nada tenía que ver con ella y que Correos devolvió a la Audiencia con un «no entregado». «Aun así», indica la demanda, «el juzgado ni comprobó si la dirección a la que había remitido el telegrama era errónea o no, ni consultó el padrón, ni consultó los datos de la oficina del DNI o los de Tráfico, ni consultó la guía telefónica ni realizó ninguna gestión tendente a averiguar el domicilio de la lesionada. Es más: ni siquiera se dignó el juzgado a llamar por teléfono a pesar de que el juzgado lo conocía, pues había sido anotado a mano en la carátula de la pieza separada por la funcionaria que lo tramitaba».
Pese a reconocer la responsabilidad patrimonial del Estado por lo sucedido, la Audiencia Nacional rebaja la cifra reclamada por la víctima, al estimar que su actuación tras los atentados fue «poco diligente», ya que no hizo ninguna gestión para informarse sobre sus derechos.
Y eso -señala la sentencia, de la que ha sido ponente el magistrado José Luis Terrero Chacón- «pese a que tanto la tramitación del procedimiento judicial penal, como la situación y posibles derechos de las víctimas, fueron objeto de una considerable actividad administrativa y notoriedad social».
«La poco diligente actuación de la recurrente en el supuesto enjuiciado debe moderar el importe de la indemnización reclamada», dice el tribunal, antes de fijar la indemnización en 30.000 euros, más los intereses devengados desde febrero de 2009, cuando la víctima reclamó ante Justicia. Ese mismo argumento de la falta de diligencia fue el que empleó el Ministerio para denegar cualquier indemnización.
La demanda califica de «disparate» el razonamiento que finalmente ha supuesto una rebaja en la indemnización: «La víctima es lega en Derecho. Se trata de un simple ciudadano de a pie, que, para colmo, y dado su trastorno de estrés postraumático, evitaba escuchar cualquier noticia sobre el 11-M».
Más espavilao fué el juez, y no se le olvidó recoger la medalla que le regaló su jefe rugalcabra por los favores prestados en el nefasto juicio.
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