Acogerse a la 'vía Nanclares' ya no exigirá que tengan que pedir perdón a las víctimas
PSOE y PNV aplauden, pero Rajoy dice que no ha cambiado de política penitenciaria
Mayor Oreja: «No se entiende bien que haya un plan y a la vez que no haya un cambio»
.
El Gobierno lo pondrá en marcha de forma «inminente» y ya no será
necesario pedir perdón a las víctimas. El nuevo plan integral para
avanzar en la reinserción de presos de organizaciones terroristas no
obligará a los internos a contactar con aquellos que sufrieron sus
actuaciones.PSOE y PNV aplauden, pero Rajoy dice que no ha cambiado de política penitenciaria
Mayor Oreja: «No se entiende bien que haya un plan y a la vez que no haya un cambio»
Los reclusos, fundamentalmente de ETA, deberán renunciar expresamente a la violencia y desmarcarse de su organización. A partir de ese momento, pasarán a realizar cursillos de ciudadanía en cárceles del País Vasco o de su entorno, es decir, se producirá el acercamiento. En una segunda fase, en la que obtendrían beneficios como permisos, terceros grados y libertades condicionales, el Ejecutivo sí exigirá que los terroristas pidan perdón.
La iniciativa llega cuando desde el Gobierno vasco y la izquierda abertzale se ha aumentado la presión al Ejecutivo para que realice «gestos» sobre el colectivo de presos etarras que permitan «consolidar el actual proceso».
Desde el Ministerio del Interior se insiste en que no se produce ningún cambio en la política penitenciaria, ningún tipo de relajación a la hora de exigir pasos claros a los presos de ETA para avanzar en su reinserción; que no se trata de conceder beneficios penitenciarios y que el objetivo es tratar de romper el bloqueo establecido por la banda terrorista para que sus presos no accedan a la vía Nanclares.
Según Interior, bastará con que los terroristas muestren por escrito su renuncia a la violencia y a ETA para acceder a esta especie de educación para la ciudadanía en los recintos penitenciarios. El Gobierno asegura que esta política de generosidad se encuadra en la línea del acuerdo alcanzado en el Congreso el pasado 21 de febrero por PP, PSOE, CiU y el PNV, cuando consensuaron un escrito alternativo a la propuesta de UPyD que reclamaba la ilegalización de Bildu y Amaiur. Dicho texto apelaba a la unidad para buscar la disolución definitiva de ETA y reclamaba la construcción de la convivencia social «sobre los principios del Estado de Derecho» y la continuación de la lucha contra la violencia.
El acercamiento a prisiones vascas es una decisión administrativa que se utiliza como un beneficio para aquellos presos que den claras muestras de arrepentimiento en todas las líneas. Hasta ahora, se accedía tras demostrar el alejamiento de las posiciones terroristas y, sobre todo, tras haber perdido perdón a las víctimas y haberse arrepentido de sus acciones criminales.
En este proyecto de Interior se incluye también a los presos del Grapo, yihadistas e integrantes del crimen organizado. Pero el foco principal está en ETA.
El ministro del Interior indicó ayer que los terroristas deberán mostrar su voluntad de dejar atrás el terrorismo de forma «clara, solemne y pública». Este nuevo plan de educación y pedagogía penitenciaria (similar a los talleres históricos que existen ya en prisiones) será de tratamiento individual.
Hace no tanto tiempo, desde las filas populares, cuando estaban en la oposición, se apostaba por la dureza contra el terrorismo, el endurecimiento del Código Penal y el cumplimiento íntegro de las condenas. Ahora el mensaje del ministro es «generosidad e inteligencia» en la política penitenciaria en el «nuevo escenario».
Hace apenas dos semanas, el propio ministro aseguró en el Congreso: «Los presos de ETA están cumpliendo sus condenas, que han sido establecidas por tribunales de Justicia de un Estado democrático, y los presos de ETA lo que saben es que la política del Gobierno se resume en el cumplimiento de la Ley Penitenciaria». Ya entonces defendió la «reinserción individualizada».
Los internos que se sumen al programa participarán en «aulas» dirigidas a su educación en valores de convivencia. Además, tendrán formación para facilitar su inserción en la vida laboral. Los terroristas entrarán en el programa de forma voluntaria. No les eximirá, según Interior, de cumplir con los requisitos legales para poder acceder al tercer grado. Pero, en cualquier caso, el acercamiento al País Vasco es una decisión administrativa y política.
Se pretende evitar así que los presos que no tengan voluntad de reinsertarse puedan sabotear el programa. «Quien no quiere reinsertarse no tiene sentido que forme parte del programa, ya que se requiere una actitud activa por parte del interno», indicó Interior. El Ministerio concedió el pasado mes de febrero el tercer grado al etarra José Manuel Fernández Pérez de Nanclares, y en abril a Joseba Andoni Díaz Urrutia.
En cuanto al Grapo, como ya publicó EL MUNDO, siete de sus 38 presos en España han dado ya los primeros pasos hacia su reinserción, entre ellos el ex dirigente de la banda Fernando Silva Sande.
Muchas cárceles españolas ya cuentan con talleres de reinserción para los presos a los que los miembros de ETA y el Grapo no suelen acudir al considerar estas actividades propias de presos comunes. Actualmente, en las cárceles españolas hay más de 500 presos de ETA, así como una treintena de grapos, alrededor de 50 es la cifra de presos islamistas y algo menos de 400 presos relacionados con delincuencia organizada.
Ya durante la pasada legislatura, la cárcel de Nanclares de la Oca (Álava), en la que se agrupan los disidentes, organizó talleres en los que participaron los propios terroristas con víctimas y representantes de la sociedad civil vasca. En la actualidad, hay una veintena de presos de ETA cumpliendo su condena en esta prisión alavesa.
>Vea hoy en EL MUNDO en Orbyt el videoanálisis de Victoria Prego.
El PP les dice que nada ha cambiado
Al vicesecretario de Organización del PP, Carlos Floriano, la comparecencia de Mariano Rajoy se lo puso fácil para repetir, apenas unos minutos después, el mismo argumento frente a las acusaciones de «traición» por parte de las víctimas: «No ha habido ni un solo cambio ni lo va a haber en la ley y el Estado de Derecho», fue su estribillo. A preguntas de la prensa, el 'número tres' comprometió sus explicaciones sobre el plan del Gobierno. De hecho, Iñaki Oyarzábal habló por teléfono con la presidenta de la AVT, Ángeles Pedraza. Sin embargo, el PP no propiciará ninguna reunión hasta conocer el resultado de las anunciadas por el propio ministerio. C. R. GPerjuicios de un gesto 'fantasma'
El plan no cambia los requisitos para la reinserción pero traslada la
carga de la prueba al Gobierno, que parece tener que demostrar que no es
inmovilista y no es el problema
.El plan de reinserciones conocido ayer es el resultado de las reuniones habidas entre el Gobierno vasco -partidario del acercamiento de los presos a las cárceles vascas y de la legalización de Sortu- y el Gobierno español. En concreto, del «consenso» y el «diálogo» de ambas partes, según lo mantenido por una de ellas, que se inició aproximadamente en Navidad y que se ha desarrollado hasta ahora. En realidad, el plan global no está totalmente finalizado y, según las mismas fuentes, tiene una dimensión estratégica que es la de dividir al colectivo de presos de ETA e inocular la sensación de ansiedad y duda en éstos y en su entorno.
Sus impulsores aseguran que son muchos los etarras que estaban convencidos de que, una vez declarado el cese definitivo, su situación se iba a resolver de forma rápida, pero han visto cómo esa inmediatez era un engaño. Y añaden que son muchos los familiares de los presos que se han acercado al Gobierno vasco solicitando una solución y que, una vez les ha sido ofrecida, no pueden desestimarla sin más y sin constatar que incurren en una contradicción. Es el modo, sostienen, de conseguir que «se cuezan en su propio jugo». «Nosotros les ayudamos a reinsertarse, ponemos todos los medios y los cursillos, pero la decisión es de la izquierda abertzale y de los etarras», dicen.
El prediseño de este plan coincide también con un momento en el que los reclusos están discutiendo sobre todo lo que les atañe, incluido sobre si los 125 que tienen cumplidas las tres cuartas partes de la condena deben tomar actitudes individuales (adoptadas colectivamente y con permiso) para poder salir de la cárcel. Esta decisión implicaría, es cierto, un cambio de estrategia en ETA, que nunca ha aceptado salidas que no incluyeran a todo el colectivo, y confirmaría que necesita una espita de salida para bajar la presión en un sector que puede sentirse inquieto; pero, en realidad, plantearía un problema al Ejecutivo, que se vería ante la necesidad de decidir sobre decenas de casos más que delicados.
Éste es el contexto en el que está concebido este plan. El hecho es que lo que ha trascendido de su configuración para la progresión de grados (el acercamiento es otro asunto), no introduce más novedades que las contenidas en el Código Penal y en la Ley Penitenciaria. De modo que la pregunta que se plantea es: ¿por qué elaborar un plan que sólo pretende ratificar las generales de la Ley?
Puede que sea porque el Ejecutivo tiene datos que indican que hay presos tan hartos de su situación que, de forma masiva -ocasionando por tanto la degeneración interna del colectivo -, están dispuestos a acogerse a las reglas, y necesitan un cebo. Ésa sería probablemente la única razón que justificaría el planteamiento realizado.
Pero si el plan no va a provocar esa descohesión nuclear sin precedentes (y a menos que el Gobierno tenga otros datos, no lo parece), el motivo de su elaboración parece ser el de dejar claro que el Gobierno no es el inmovilista -tal y como le acusan los radicales, los nacionalistas y los mediadores internacionales aleccionados por Batasuna- sino que, como ha dicho el PSE, «ha dado un paso en la buena dirección».
Ese dato tan alabado puede tener, sin embargo, un efecto demoledor para el Estado, que no parece compensar las supuestas ventajas, porque hace que la carga de la prueba recaiga sobre él. ¿Por qué el Gobierno tiene que parecer poco o muy inmovilista? Los etarras y sus familias tienen todos los instrumentos para acogerse a la reinserción desde siempre. Si quieren una solución, tienen la oportunidad de ajustarse al Código Penal. Si no lo hacen y los presos se quedan en prisión, deberían ser ellos y la izquierda abertzale quienes se esforzaran en resolver su problema.
Se alega que esa predisposición del Ejecutivo a recorrer un camino paso a paso, es una de las vías hacia la concordia. Parece que es el Gobierno el que ha de hacer demostraciones mientras quienes son el objeto de éstas siguen sin condenar a ETA, defienden la bondad estratégica de los atentados pasados y se resisten a pedir la disolución de la banda.
Ayer, la izquierda abertzale se dividía entre quienes decían que no era el paso esperado, que lo deseable hubiese sido que el Ejecutivo hubiese puesto en libertad a tres presos enfermos «tal y como se comprometieron a hacerlo los socialistas en el Gobierno», y quienes lo saludaban como la demostración de que el Ejecutivo es capaz de moverse y que este gesto, en todo caso, tiene un valor pedagógico, porque sirve para mentalizar a las víctimas y a la prensa remisa de que hay un camino que se puede recorrer y al que se unirán tarde o temprano.
El presidente Rajoy aseguró que no ha habido cambios en la política penitenciaria mientras sus socios de plan saludaban el paso dado. Los populares aceptaron la política del Gobierno socialista de dejar hacer a la izquierda abertzale para consumir a ETA, asumieron la vía Nanclares, la escenificación de Ayete y saludaron el cese definitivo apostillando que no se había hecho ninguna cesión política. Después, sólo han explicado que no se dará un paso hasta la disolución. Ayudaría que precisasen qué significa eso.
ANÁLISIS
FERNANDO LÁZARO MADRID
27/04/2012 ESPAÑA
.Las víctimas del terrorismo recibieron ayer con profundo malestar los
nuevos planes del Gobierno para acercar y reinsertar a presos
terroristas. Las reacciones de las asociaciones de los que han perdido a
los suyos a manos de ETA son de grueso calibre: van desde acusaciones
de «amnistía encubierta» hasta «traición». Tan dura fue la reacción que
el Ministerio del Interior trató de apaciguar los ánimos convocándolas a
una reunión para hoy por la mañana..El plan de reinserciones conocido ayer es el resultado de las reuniones habidas entre el Gobierno vasco -partidario del acercamiento de los presos a las cárceles vascas y de la legalización de Sortu- y el Gobierno español. En concreto, del «consenso» y el «diálogo» de ambas partes, según lo mantenido por una de ellas, que se inició aproximadamente en Navidad y que se ha desarrollado hasta ahora. En realidad, el plan global no está totalmente finalizado y, según las mismas fuentes, tiene una dimensión estratégica que es la de dividir al colectivo de presos de ETA e inocular la sensación de ansiedad y duda en éstos y en su entorno.
Sus impulsores aseguran que son muchos los etarras que estaban convencidos de que, una vez declarado el cese definitivo, su situación se iba a resolver de forma rápida, pero han visto cómo esa inmediatez era un engaño. Y añaden que son muchos los familiares de los presos que se han acercado al Gobierno vasco solicitando una solución y que, una vez les ha sido ofrecida, no pueden desestimarla sin más y sin constatar que incurren en una contradicción. Es el modo, sostienen, de conseguir que «se cuezan en su propio jugo». «Nosotros les ayudamos a reinsertarse, ponemos todos los medios y los cursillos, pero la decisión es de la izquierda abertzale y de los etarras», dicen.
El prediseño de este plan coincide también con un momento en el que los reclusos están discutiendo sobre todo lo que les atañe, incluido sobre si los 125 que tienen cumplidas las tres cuartas partes de la condena deben tomar actitudes individuales (adoptadas colectivamente y con permiso) para poder salir de la cárcel. Esta decisión implicaría, es cierto, un cambio de estrategia en ETA, que nunca ha aceptado salidas que no incluyeran a todo el colectivo, y confirmaría que necesita una espita de salida para bajar la presión en un sector que puede sentirse inquieto; pero, en realidad, plantearía un problema al Ejecutivo, que se vería ante la necesidad de decidir sobre decenas de casos más que delicados.
Éste es el contexto en el que está concebido este plan. El hecho es que lo que ha trascendido de su configuración para la progresión de grados (el acercamiento es otro asunto), no introduce más novedades que las contenidas en el Código Penal y en la Ley Penitenciaria. De modo que la pregunta que se plantea es: ¿por qué elaborar un plan que sólo pretende ratificar las generales de la Ley?
Puede que sea porque el Ejecutivo tiene datos que indican que hay presos tan hartos de su situación que, de forma masiva -ocasionando por tanto la degeneración interna del colectivo -, están dispuestos a acogerse a las reglas, y necesitan un cebo. Ésa sería probablemente la única razón que justificaría el planteamiento realizado.
Pero si el plan no va a provocar esa descohesión nuclear sin precedentes (y a menos que el Gobierno tenga otros datos, no lo parece), el motivo de su elaboración parece ser el de dejar claro que el Gobierno no es el inmovilista -tal y como le acusan los radicales, los nacionalistas y los mediadores internacionales aleccionados por Batasuna- sino que, como ha dicho el PSE, «ha dado un paso en la buena dirección».
Ese dato tan alabado puede tener, sin embargo, un efecto demoledor para el Estado, que no parece compensar las supuestas ventajas, porque hace que la carga de la prueba recaiga sobre él. ¿Por qué el Gobierno tiene que parecer poco o muy inmovilista? Los etarras y sus familias tienen todos los instrumentos para acogerse a la reinserción desde siempre. Si quieren una solución, tienen la oportunidad de ajustarse al Código Penal. Si no lo hacen y los presos se quedan en prisión, deberían ser ellos y la izquierda abertzale quienes se esforzaran en resolver su problema.
Se alega que esa predisposición del Ejecutivo a recorrer un camino paso a paso, es una de las vías hacia la concordia. Parece que es el Gobierno el que ha de hacer demostraciones mientras quienes son el objeto de éstas siguen sin condenar a ETA, defienden la bondad estratégica de los atentados pasados y se resisten a pedir la disolución de la banda.
Ayer, la izquierda abertzale se dividía entre quienes decían que no era el paso esperado, que lo deseable hubiese sido que el Ejecutivo hubiese puesto en libertad a tres presos enfermos «tal y como se comprometieron a hacerlo los socialistas en el Gobierno», y quienes lo saludaban como la demostración de que el Ejecutivo es capaz de moverse y que este gesto, en todo caso, tiene un valor pedagógico, porque sirve para mentalizar a las víctimas y a la prensa remisa de que hay un camino que se puede recorrer y al que se unirán tarde o temprano.
El presidente Rajoy aseguró que no ha habido cambios en la política penitenciaria mientras sus socios de plan saludaban el paso dado. Los populares aceptaron la política del Gobierno socialista de dejar hacer a la izquierda abertzale para consumir a ETA, asumieron la vía Nanclares, la escenificación de Ayete y saludaron el cese definitivo apostillando que no se había hecho ninguna cesión política. Después, sólo han explicado que no se dará un paso hasta la disolución. Ayudaría que precisasen qué significa eso.
ANÁLISIS
Las víctimas hablan de «amnistía» y de «impunidad»
El Ministerio del Interior convoca con urgencia a todas las asociaciones
Al cierre de esta edición no estaba nada claro si las principales asociaciones acudirían a la convocatoria. Y es que, tras conocer las intenciones del Ejecutivo, la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) indicó que el plan para la reinserción de presos es «prematuro» porque ETA no ha dejado de existir, por lo que supone «una cesión a los intereses» de los terroristas.
Considera que el mensaje que se traslada a los presos etarras con esta iniciativa es que «su lucha ha merecido la pena y que, gracias a su perseverancia, antes o después el Gobierno acabará cediendo a sus reivindicaciones».
Por todo, la asociación calificó de «varapalo» para las víctimas este plan, sobre el que ya han pedido explicaciones a Interior y a Instituciones Penitenciarias, ya que no han sido informadas previamente. «Estamos en contra de cualquier programa basado en forzar reinserciones a cambio de beneficios penitenciarios o acercamientos, puesto que se forzarían reinserciones interesadas y no verdaderas reinserciones», indicó la asociación liderada por Ángeles Pedraza, que dice que la única ambición de las víctimas es que los presos cumplan íntegramente sus condenas y se consiga la derrota total de los terroristas. En declaraciones a la cadena Ser, Pedraza calificó la iniciativa de «amnistía encubierta».
La asociación Voces contra el Terrorismo (VCT), liderada por Francisco José Alcaraz, expresó su más profundo rechazo a lo que califica como «un menosprecio a todos los asesinados y a los heridos por el terrorismo». En un comunicado indicó que la llamada víaNanclares «es un subterfugio creado por Rubalcaba en connivencia con ETA, al que se ha sumado Fernández Díaz al parecer con más entusiasmo».
Según esta asociación, con esta vía «se pretende hacernos creer que hay una ETA mala y otra ETA buena».
Para VCT, «toda esta cortina de humo quiere tapar un pago más a la banda para mantener vivo el proceso heredado de Zapatero con la banda». Califica de «deleznable» que el Gobierno de España ande más preocupado por contentar a ETA a través de sus presos que por encontrar al asesino de niños Josu Ternera, artífice de la negociación. VCT ha creado la plataforma Mujeres por la Justicia, que se presentará el próximo 10 de mayo en Madrid y anunciará movilizaciones mensuales para reivindicar que se cumpla la ley.
Por su parte, la portavoz del Colectivo de Víctimas del Terrorismo del País Vasco (Covite), Consuelo Ordóñez, aseguró que rechazarán este plan si no se exige a los reclusos que colaboren para esclarecer los 314 asesinatos de ETA pendientes. En declaraciones a Europa Press, la hermana del que fuera concejal del PP donostiarra Gregorio Ordóñez denunció que en la denominada vía Nanclares no se está cumpliendo la reclamación de las víctimas de colaboración con la Justicia para el esclarecimiento de los atentados terroristas. Recordó que muchos de los que se han sumado a la citada vía son los «históricos» de la organización, «que son los que más crímenes tienen a sus espaldas».
La asociación Dignidad y Justicia (DyJ) exigió a Interior que rectifique su plan para la reinserción de terroristas porque considera «indignante» que dé su «beneplácito» a ETA para acercar a sus internos. DyJ acogió con «gran pesar y absoluta decepción» esta «inusual, inhabitual y decepcionante medida gubernamental». Para la asociación presidida por Daniel Portero, el hecho de que la iniciativa se extienda a otros grupos terroristas no persigue otra cosa que «encubrir el beneplácito gubernamental» a una de las exigencias «más antiguas» de ETA, la de acercar a sus presos al País Vasco. Acusó al Gobierno de continuar con la «impunidad penitenciaria» iniciada por el anterior Ejecutivo, pero de forma «más indignante», ya que ha rebajado «las exigencias» para los presos.
>Vea hoy en EL MUNDO en Orbyt 'Las voces de las víctimas' .
Un laboratorio con 10 presos
El plan se inspira en los talleres confidenciales entre víctimas y terroristas en Nanclares
.El aula de informática como aforo, una pizarra al fondo, 25 metros cuadrados, un ponente venido de fuera carraspeando antes de hablar frente a un puñado de reclusos y 10 presos de ETA escuchando.
La mitad de los oradores llevaba un escolta pegado a la espalda desde hacía 20 años. De la decena de internos, nueve tenían delitos de sangre, algunos con condenas que no podrían ser saldadas ni viviendo 30 vidas. Unos y otros, cara a cara.
Así fue el laboratorio de la prisión de Nanclares.
El plan integral del Gobierno para la reinserción de presos terroristas tuvo su primer mojón en la cárcel alavesa en octubre, cuando se pusieron en marcha de forma confidencial los llamados talleres de convivencia que reunieron a los presos más apartados de la banda y a diferentes personalidades que accedieron a reflexionar sobre las víctimas, el País Vasco, el terrorismo y el dolor causado.
Por el lado de los reclusos participaron ex dirigentes como Urrusolo Sistiaga, Kepa Pikabea o Carmen Guisasola, entre otros. Entre las 13 personalidades de distintos ámbitos que fueron acudiendo a la prisión estuvieron el filósofo Manuel Reyes Mate, el ex rector de la Universidad del País Vasco Pello Salaburu, el periodista Gorka Landáburu o hijos de asesinados como el profesor Iñaki García Arrizabalaga. El desarrollo del proyecto corrió a cargo de la Oficina de Víctimas del Gobierno vasco y contó con el beneplácito de Instituciones Penitenciarias. Paralelamente, y con el mismo espíritu, tuvo lugar una docena de encuentros individuales entre terroristas y víctimas.
Los talleres consistieron en 12 sesiones, a razón de una por semana, y respondían a la petición de determinados presos de la banda de «iniciar un proceso de reflexión crítica»: Euskadi, el proceso del fin de ETA, el reconocimiento del daño, las víctimas, la izquierda abertzale y un debate que duraba en torno a tres horas que podían haber sido cinco.
Las comillas son de Xabier Etxebarria, coordinador de los encuentros, que recuerda que los ponentes salían «impactados» y que a los terroristas «les afectó muchísimo» el confrontar ideas.
«Se trataba de dialogar y de reflexionar. De recoger lo que estos presos pueden aportar para la elaboración del relato de Euskadi. Un planteamiento de solidaridad con las víctimas, de asumir el dolor. Este relato ayuda a desmontar ese otro relato de ETA de que aquí hubo una guerra. No, no la hubo. Hubo unos que se dedicaron a asesinar a otros. Y en Nanclares lo están diciendo los que mataron», señala Etxebarria.
Allí, en el aula de informática, los 10 internos eran el autodenominado «grupo de presos comprometidos con el irreversible proceso de paz». Hubo un dedo alzado entre los etarras y una pregunta que se repitió más que el resto: «¿Usted cuál cree que puede ser nuestra aportación?». Hubo un condenado que confesó: «En todos los años de prisión, esta va a ser la noche más difícil». Hubo huérfanos como Iñaki García Arrizabalaga -cuyo padre fue secuestrado y asesinado de un tiro en la nuca por los Comandos Autónomos Anticapitalistas, una escisión de la banda- que hoy nos cuenta la experiencia emocional «más fuerte» de toda su vida.
«Acudí a los talleres a hablar con ellos. Me senté en una mesa y les hablé. Y ellos me hablaron. Me dijeron que matar no sólo fue un error, sino un horror. No sólo hubo una autocrítica utilitarista, sino ética. Después de horas hablando, encontramos algo en común. Uno me dijo: 'Yo tampoco quiero para mis hijos lo que he tenido yo'. Eso es. El futuro es lo que tenemos en común».
.El
anuncio del Ministerio del Interior de poner en marcha un plan integral
para la reinserción de los presos de ETA dejó ayer en fuera de juego a
la plana mayor del PP vasco, que afirmó desconocer las intenciones del
ministro, Jorge Fernández Díaz, así como el contenido del programa,
según fuentes populares. Su líder y pieza clave en el discurso del PP en
materia antiterrorista, Antonio Basagoiti, no recibió hasta ayer
ninguna información sobre el plan por parte de un Gobierno que le había
acostumbrado a hacerle partícipe de la mayoría de sus decisiones en la
lucha contra ETA..El aula de informática como aforo, una pizarra al fondo, 25 metros cuadrados, un ponente venido de fuera carraspeando antes de hablar frente a un puñado de reclusos y 10 presos de ETA escuchando.
La mitad de los oradores llevaba un escolta pegado a la espalda desde hacía 20 años. De la decena de internos, nueve tenían delitos de sangre, algunos con condenas que no podrían ser saldadas ni viviendo 30 vidas. Unos y otros, cara a cara.
Así fue el laboratorio de la prisión de Nanclares.
El plan integral del Gobierno para la reinserción de presos terroristas tuvo su primer mojón en la cárcel alavesa en octubre, cuando se pusieron en marcha de forma confidencial los llamados talleres de convivencia que reunieron a los presos más apartados de la banda y a diferentes personalidades que accedieron a reflexionar sobre las víctimas, el País Vasco, el terrorismo y el dolor causado.
Por el lado de los reclusos participaron ex dirigentes como Urrusolo Sistiaga, Kepa Pikabea o Carmen Guisasola, entre otros. Entre las 13 personalidades de distintos ámbitos que fueron acudiendo a la prisión estuvieron el filósofo Manuel Reyes Mate, el ex rector de la Universidad del País Vasco Pello Salaburu, el periodista Gorka Landáburu o hijos de asesinados como el profesor Iñaki García Arrizabalaga. El desarrollo del proyecto corrió a cargo de la Oficina de Víctimas del Gobierno vasco y contó con el beneplácito de Instituciones Penitenciarias. Paralelamente, y con el mismo espíritu, tuvo lugar una docena de encuentros individuales entre terroristas y víctimas.
Los talleres consistieron en 12 sesiones, a razón de una por semana, y respondían a la petición de determinados presos de la banda de «iniciar un proceso de reflexión crítica»: Euskadi, el proceso del fin de ETA, el reconocimiento del daño, las víctimas, la izquierda abertzale y un debate que duraba en torno a tres horas que podían haber sido cinco.
Las comillas son de Xabier Etxebarria, coordinador de los encuentros, que recuerda que los ponentes salían «impactados» y que a los terroristas «les afectó muchísimo» el confrontar ideas.
«Se trataba de dialogar y de reflexionar. De recoger lo que estos presos pueden aportar para la elaboración del relato de Euskadi. Un planteamiento de solidaridad con las víctimas, de asumir el dolor. Este relato ayuda a desmontar ese otro relato de ETA de que aquí hubo una guerra. No, no la hubo. Hubo unos que se dedicaron a asesinar a otros. Y en Nanclares lo están diciendo los que mataron», señala Etxebarria.
Allí, en el aula de informática, los 10 internos eran el autodenominado «grupo de presos comprometidos con el irreversible proceso de paz». Hubo un dedo alzado entre los etarras y una pregunta que se repitió más que el resto: «¿Usted cuál cree que puede ser nuestra aportación?». Hubo un condenado que confesó: «En todos los años de prisión, esta va a ser la noche más difícil». Hubo huérfanos como Iñaki García Arrizabalaga -cuyo padre fue secuestrado y asesinado de un tiro en la nuca por los Comandos Autónomos Anticapitalistas, una escisión de la banda- que hoy nos cuenta la experiencia emocional «más fuerte» de toda su vida.
«Acudí a los talleres a hablar con ellos. Me senté en una mesa y les hablé. Y ellos me hablaron. Me dijeron que matar no sólo fue un error, sino un horror. No sólo hubo una autocrítica utilitarista, sino ética. Después de horas hablando, encontramos algo en común. Uno me dijo: 'Yo tampoco quiero para mis hijos lo que he tenido yo'. Eso es. El futuro es lo que tenemos en común».
Los 'populares' vascos aseguran que desconocían los planes de Interior
Mayor Oreja compara el plan de reinserción con el 'proceso de paz' de Zapatero
Los populares vascos no vivieron ayer una jornada fácil tras amanecer con la inesperada noticia. Sin más dilación, sus dirigentes descolgaron los teléfonos. Necesitaban recabar datos in extremis para saciar, sin salirse del guión oficial, las demandas informativas de un País Vasco agitado por los cantos de sirena que llegaban desde Madrid y que eran celebrados por el Gobierno vasco y por el PNV.
Lo cierto es que los dirigentes del PP vasco se enteraron por la prensa de un proyecto penitenciario que dejaba en entredicho el discurso de máxima exigencia al entramado de ETA-Batasuna que habían entonado en los últimos días. Ni siquiera su emisario en Madrid y secretario de Justicia y Libertades del PP nacional, Iñaki Oyarzabal, olió por los pasillos de Génova los planes de Fernández Díaz, que llevó con extraordinaria cautela sus planes incluso en la sede central del PP, según fuentes populares.
Los dirigentes del PP vasco no pudieron disimular a nivel interno su decepción por la forma proceder del Ministerio del Interior, aunque públicamente optaron por cerrar filas en torno a Fernández Díaz y vender, «de la mejor manera posible», un programa que no respondía a ninguna reclamación del PP vasco, que se mantiene inalterable en su discurso exigente. El primero en lanzarle un capote a Fernández Díaz fue el propio Basagoiti, que afirmó que el programa del Ministerio del Interior va a decepcionar a ETA pues no va significar ni «impunidad para los presos, ni que los asesinos salgan gratis a la calle, ni una solución colectiva».
El líder del PP vasco quiso restar júbilo al tono triunfalista entonado por el Gobierno vasco y el PNV tras el «nuevo paso» del Gobierno, al afirmar que este programa «no supone ninguna novedad».
El discurso del ex ministro de Interior Jaime Mayor Oreja no tuvo nada que ver con el defendido públicamente por Basagoiti. Mayor Oreja comparó ayer la sensación generada por el plan de reinserción de Fernández Díaz con la situación creada por el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero con el «mal llamado» proceso de paz para el País Vasco.
El europarlamentario, que aseguró desconocer los pormenores de este plan, no dudó en mostrar su preocupación y, más si cabe, tras el «aplauso cerrado» del PSOE y el PNV. El dirigente popular afirmó no entender «bien» cómo desde el Gobierno se está afirmando que no va a haber un cambio de política penitenciaria cuando se está vendiendo la puesta en marcha de «un nuevo programa».
>Vea hoy en EL MUNDO en Orbyt el videoanálisis de Josean Izarra. .
Gobierno vasco y PNV pugnan por apuntarse «el paso» de Interior
. El anuncio del Ministerio del Interior sacó a relucir ayer que la pugna entre el Gobierno vasco y el PNV por liderar el proceso de paz en el País Vasco sigue a flor de piel. Ambos se atribuyeron el paso dado por el Ministerio del Interior en materia penitenciaria y lo enmarcaron como una consecuencia de sus continuos esfuerzos de trasladar en Madrid la imperiosa necesidad de flexibilizar la política penitenciaria para los presos de ETA.El primero en adjudicarse el tanto del nuevo programa de reinserción del Ministerio del Interior fue el Gobierno vasco, para cuyos mandatarios el anuncio del Ejecutivo central no hizo sino seguir y validar aún más las pautas defendidas por el lehendakari en su hoja de ruta para asentar la convivencia en el País Vasco y en la que recogía su apuesta por flexibilizar la política penitenciaria dentro de la legalidad vigente, como proponen desde Interior.
Para más inri, el representante del Ejecutivo vasco para asentar la convivencia en la comunidad autónoma, Jesús Loza, vendió el «avance» del Gobierno central como «un paso en la buena dirección» para que los reclusos de ETA abandonen la banda y «fruto» de la estrecha colaboración entre el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz y el consejero vasco Rodolfo Ares. Unas declaraciones que, sin duda, perseguían el interés de reforzar el liderazgo del lehendakari en el proceso y su capacidad de maniobra con un Gobierno central ajeno al PSOE.
El PNV siguió su ejemplo minutos más tarde. Su portavoz en el Congreso, Josu Erkoreka, hizo memoria y recordó que su grupo parlamentario había propugnado siempre una política penitenciaria «más activa, abierta y flexible, que sirva para apuntalar el fin de ETA y consolidar la paz». El representante nacionalista también celebró como un éxito el hecho de que el Ministerio del Interior se haya decidido «a mover ficha», y emplazó al Ejecutivo central a dar más pasos en pos de una política penitenciaria más flexible.
«Esperamos que este primer paso, que saludamos, venga acompañado por otros pasos que han de darse también en la misma dirección, y que cuenten con el máximo consenso posible entre las fuerzas políticas», puntualizó Erkoreka
Des`pués de leer todo esto, solo me queda decir que es vomitivo, todo lo que está haciendo el gobierno es lamentable, y nos sigue engañando como zetaparo.
ResponderEliminarNo tiene credibilidad, es el mismo pp prepotente de siempre, pasando de todo y de todos.
Que pena de país.