sábado, 21 de enero de 2012

El valor de la chatarra del 11-M


21 de Enero de 2012 - 13:26:32 - Luis del Pino/Libertad Digital

Todavía no se había terminado de identificar todos los cadáveres de las víctimas, y ya se estaba calculando cuánto se iba a cobrar por la chatarra de los trenes del 11-M. Así de crudo. Antes de que se hubiera podido enterrar a todos los muertos, los restos de los vagones explosionados ya estaban en la planta fragmentadora para su destrucción.

La orden de despejar las vías "con la máxima celeridad" se dio a las 11 de la mañana del propio 11-M, como declaró ayer el director de una de las filiales de Renfe, y a partir de ahí se puso en marcha un vertiginoso proceso que culminó, en cuestión de días, con el desguace de los vagones y su venta como chatarra. Nadie llegó a enseñarle nunca al director general de EMFESA, la filial de Renfe encargada de la venta del material ferroviario de desecho, la orden judicial que supuestamente autorizaba tal operación de desguace.

Por lo declarado ayer, y por la extensa colección de fotografías del proceso de desguace que en Libertad Digital hemos publicado, sabemos que el proceso de destrucción de los trenes tuvo lugar en tres fases:

1) Primero, fuerzas policiales limpiaron a conciencia los focos de explosión, retirando cualquier tipo de prueba o vestigio.

2) Con los focos limpios, entran en acción los encargados del predesguace y transporte de los vagones, que en el caso del tren de la C/ Téllez fue EMFESA y en el caso de Atocha y El Pozo fue el propio departamento encargado en Renfe del mantenimiento.

3) Finalmente, con los trenes ya en los talleres de Renfe, se extraen de los trenes los elementos aprovechables y el resto se envía a la planta fragmentadora.

Durante las fases 1 y 2, la presencia policial en el proceso de desguace fue constante, como demuestran la declaración del director general de EMFESA ayer y las múltiples evidencias gráficas de las que disponemos. Como constante fue, durante al menos dos días, la retirada de evidencias probatorias y vestigios, que nunca llegaron a ser reseñados en el sumario del 11-M y que tampoco fueron nunca aportados a la macropericia sobre explosivos que se llevó a cabo en el juicio de la Casa de Campo.

Nadie informó, ni nadie preguntó, qué se había hecho con esos trenes. Y parece, a la vista de los resultados, que tampoco nadie preguntó nunca qué fue de la mayor parte de las evidencias probatorias extraídas de los trenes de la muerte antes de que las cizallas entraran en acción en los vagones.

Decenas de toneladas de material acabaron en una planta fragmentadora. Muchas evidencias y vestigios fueron quemados en el vertedero de Valdemingómez. Otros restos de tipo electrónico acabaron en una trituradora industrial.

No todos los once vagones explosionados el 11-M fueron destruidos. Uno de los diez vagones atacados (el del tren de Santa Eugenia) se reparó y continúa circulando hoy en día. No sabemos por qué se hizo esa excepción.

En cuanto a los otros trece vagones de los trenes, los vagones donde NO estalló ninguna bomba, todos ellos, menos uno, fueron reparados, acondicionados y puestos de nuevo en circulación.

¿Y qué sucedió con el decimotercero de esos vagones en los que no explotó ninguna bomba el 11-M? Intereconomía y La Gaceta han publicado ayer y hoy las imágenes de ese decimotercer vagón, que se encuentra arrumbado en un estado lamentable en un hangar de Renfe.

Ese vagón no tiene, desgraciadamente, ningún valor probatorio. Primero, porque en él no estalló ninguna bomba. Y en segundo lugar porque, aunque alguna vez hubiera conservado algún vestigio de algo, ese vestigio habría podido ser manipulado cien veces en estos ocho años. Si los grafiteros y los buscadores de chatarra han saqueado ese vagón, está claro que cualquiera puede haber alterado cualquier prueba que ese vagón hubiera podido contener.

Sin embargo, la noticia publicada por Intereconomía sí que tiene importancia desde un punto de vista: como contraste escandaloso con lo sucedido con los vagones donde SÍ estalló una bomba.

Si Renfe ha sido capaz de conservar ocho años en un hangar uno de los vagones donde no estalló ninguna bomba, ¿por qué no pudo hacer lo mismo con esos otros vagones, los vagones explosionados, que tenían una importancia crucial para el esclarecimiento de la mayor masacre de nuestra Historia?

1 comentario:

  1. Vaya tela, todo entramado de por sí es nefasto, pero este a resultado ser además asqueroso y repugnante.

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