lunes, 2 de enero de 2012

El ‘caso Abdelmalik El Barkani’ y el erratismo del PP


Alerta Digital

Barkani

Abdelmalik El Barkani se abraza con el presidente de Melilla, Juan José Imbroda.

Armando Robles.- La noticia ya la conocen los lectores: Abdelmalik El Barkani se ha convertido en el primer musulmán que ostentará la máxima responsabilidad de la Delegación del Gobierno en Melilla, y muy probablemente en toda España durante la odiosa etapa democrática. El Barkani es un destacado miembro del PP en la ciudad autónoma, responsable entre otros cargos del Instituto de las Tres Culturas, un extraño guiso adobado con el perejil de la alianza de civilizaciones. Consecuente con su línea editorial, Alerta Digital denuncia la decisión de Mariano Rajoy por razones que van más allá de las estrictamente prejuiciosas.

El síntoma es inquietante. Sería muy difícil no encontrar una clara significación regresiva al nombramiento de un islámico como máxima autoridad del Gobierno en Melilla y, consiguientemente, como el principal responsable de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado allí representadas. La capacidad camaleónica de los notables del Partido Popular está siendo un síntoma nada tranquilizador para quienes esperábamos otra cosa, aunque bien es cierto que sin demasiada convicción. El comentarista asumiría con la mayor satisfacción el mentís de sus especulaciones prematuras si el nombramiento de Abdelmalik El Barkani no verificase una hipótesis extensamente anticipada por algunos melillenses: su elección como delegado del Gobierno no obedece a razones de meritaje y sí a su condición de musulmán. Es decir, el Gobierno ha sucumbido al establecimiento de cargos de cuota, pero esta vez no guiado por criterios sexistas como en la etapa de Zapatero, sino por razones confesionales.

Conozco lo suficientemente bien Melilla para saber de la existencia en ella, incluso dentro del Partido Popular, de personas cuya competencia política y talla profesional están muy por encima de la acreditada hasta ahora por Abdelmalik El Barkani. No entro en la conveniencia o no de poner en sus manos materiales tan sensibles como la lucha contra el narcotráfico proveniente de Marruecos, nuestros intereses fronterizos o las actividades de los grupos islamistas que operan en la ciudad con casi total impunidad. Mis objeciones son solo contra el oportunismo del nombramiento.

Si Albdelmalik El Barkani se llamase José Pérez Menéndez, les aseguro que su designación no habría sido siquiera contemplada como posibilidad remota. Y eso es precisamente lo que me inquieta: que en España la fórmula posmoderna de la discriminación positiva empiece a utilizarse para implantar las políticas multiculturales que defiende el socialismo.

Nunca se ha visto un empeño más suicida y grotesco que el empleado por los políticos liberales europeos para desfenestrar y laminar a la población autóctona. El ejemplo de los natalicios en Cataluña el día 1 de enero acaso sea el más grave y elocuente. Si de alguna manera se comprende bien a las claras la razón que asiste a la izquierda europea para ceder el testigo de la supremacía de nuestra civilización judeocristiana a una especie de mando colegiado compartido con la masonería y con Arabia Saudí, es al contemplar la catadura moral de sus oponentes políticos de la derecha liberal. Una dirigencia conservadora con tantos complejos, con tan bastardos intereses de buitres, con tanto erratismo moral, no es decorosamente compatible con la capitanía de una nación que ha perdido ya hasta su instinto de supervivencia.

Después de lo de Abdelmalik El Barkani, el PP ya no será nunca capitán de nada.

Si acaso, sargento chusquero.

1 comentario:

  1. Los españoles de Ceuta y Melilla están plantando su propia tumba votando al PP creyendo que es un Partido patriota y español. El PP es un partido mundialista que vive de los votos y se pone el aura de “patriota” para conseguir más votos.
    Ya se tuvo un alcalde musulmán, y que ocurrió??, pues los puestos de trabajo para quien eran??, para ellos, a los españoles ni agua. Espero que ahora no ocurra lo mismo, aunque no me extrañaría nada.

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