lunes, 19 de diciembre de 2011

Rajoy o el discurso de los silencios


19 de Diciembre de 2011 - 14:15:51 - Luis del Pino/Libertad Digital

Acaba Rajoy de concluir su discurso en el debate de investidura. Y, aunque esperada, la sensación no puede ser más desasosegante.

Para hacer balance del discurso, es preciso atender a las palabras, pero sobre todo a los silencios. No ha dicho el candidato a presidente ni una palabra sobre ETA/Bildu/Amaiur o la presencia de terroristas en las instituciones, ni sobre la derogación de la asignatura de Educación para la Ciudadanía, ni sobre el cumplimiento de las sentencias que deberían garantizar el derecho a estudiar en español en cualquier punto del territorio nacional.

Tampoco ha querido Rajoy pronunciar palabra sobre la Ley del Aborto y otras leyes ideológicas del anterior gobierno, ni sobre esa herida sin cerrar llamada 11-M, ni sobre el grave problema de corrupción que afecta a toda la clase política, ni sobre cómo piensa garantizar la independencia de la Justicia. No ha realizado, en suma, ni el más mínimo guiño ideológico a su propio electorado.

Se ha limitado a desgranar el futuro presidente una serie de medidas económicas enormemente positivas - desde la compensación de deudas entre empresas y administraciones, a la necesaria reforma laboral -, medidas que seguro devolverán a los mercados algo de confianza en nuestra Economía. Pero ahí se ha quedado. Eso ha sido todo. Lo demás - todo lo que no es Economía - no ha existido en su alocución, más allá de unas cuantas vaguedades que a nada comprometen.

Ha utilizado palabras grandilocuentes, como unidad y diálogo, pero dado el sesgo económico de su discurso, está claro que esas apelaciones a la unidad y al diálogo no estaban dirigidas a la sociedad civil, sino a los autodenominados "agentes sociales" y partidos. "Gobernaré para todos", ha dicho Rajoy, pero esa frase tan políticamente correcta, en el contexto de su discurso, parece no significar otra cosa que "no gobernaré pensando en aquellos que me han votado". Olvídense ustedes, a la luz de este discurso, de que Rajoy se meta en berenjenales como, por ejemplo, obligar a los sindicatos a financiarse con las cuotas de sus afiliados. "Habrá más transparencia en todas las subvenciones", ha dicho, pero las subvenciones continuarán existiendo.

Está claro que hemos elegido a alguien que va a ser un buen gestor, pero Rajoy no va a entrar en las grandes reformas políticas que este país necesita. No va a levantar alfombras, ni a poner en cuestión los pilares fundamentales del actual statu quo. Lo ha dejado claro de una manera bien explícita: "No pediré a nadie responsabilidades que ya han sido sustanciadas por las urnas". Sólo le ha faltado añadir: "¡Silencio! ¡Se pacta!".

En resumen: Rajoy ha realizado un discurso brillante en lo económico, en el que ha pedido un esfuerzo colectivo a los españoles. Pero no ha acompañado esa petición con su propio compromiso de defender desde el gobierno, y como sus electores esperaban, los derechos constitucionales de esos españoles cuya ayuda solicita. Esfuérzate, españolito - parece decir el discurso -pero no pensamos mover un dedo si tus derechos son pisoteados por los de siempre, porque queremos unidad y diálogo... no contigo, sino con esos que te niegan tus derechos.

Rajoy presidirá, pues, un gabinete tecnocrático, orientado en exclusiva a la gestión. Un gabinete que cifrará su éxito en las grandes magnitudes macroeconómicas. Y que probablemente pudiera salir airoso en el empeño, si nuestro actual estado de ruina tuviera unas causas meramente económicas. Pero no es así. Las causas de nuestra ruina son mucho más profundas, y tienen una raíz política evidente.

Ignorando eso, Rajoy centrará su acción de gobierno en la Economía, renunciando a hacer Política. Con lo que corre el inmenso riesgo de que sea la Política el arrecife en el que termine naufragando el bajel de su legislatura.

1 comentario:

  1. Como buen gallego, no a dicho nada de lo que debía haber dicho. Por ello, es un fiasco y se a rajao el rajoy.

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