Mariano Rajoy se compromete a no salirse de "la ley y el estado de derecho" contra ETA. No moverá ficha hasta un abandono "definitivo e incondicional".
Hasta que la banda terrorista ETA no emita un comunicado anunciando que abandona de manera "definitiva e incondicional" su actividad criminal, Mariano Rajoy no moverá ficha. Es su más solemne compromiso, que mantendrá, afirma, una vez tome las riendas del país refrendado por el voto de los españoles el veinte de noviembre.
El líder del PP incluye un pilar más en su proceder contra los terroristas: su combate será siempre de acuerdo "a la ley y al Estado de Derecho". No habrá atajos; ni conversaciones al paraguas de la clandestinidad ni políticas que favorezcan el fin de ETA. Todo lo demás "sobra" y viene a fortalecer la "ceremonia de la confusión" promovida por el mundo de Batasuna y sus afines.
Los contactos de Rajoy
Partiendo de esta Biblia contra ETA que, aseguran, siempre se mantendrá vigente -"Rajoy dice poco pero lo que dice lo cumple siempre"-, el candidato con más opciones a ser presidente tiene abiertos todos los cauces de comunicación: con el Gobierno, con el resto de partidos y, cómo no, con los diferentes sectores del propio PP. Sólo las formaciones que no respetan las libertades (véase Bildu) quedan excluidas.
Federico Trillo, responsable de Justicia, es el interlocutor directo con el titular de Interior, si bien los contactos están siendo "más esporádicos" con Antonio Camacho que con Alfredo Pérez Rubalcaba. Ninguna llamada se produjo, por ejemplo, a consecuencia de la mal denominada conferencia de paz. Además, el propio Rajoy despacha muy habitualmente con José Luis Rodríguez Zapatero y de sus comunicaciones "no excluye, por supuesto, ningún tema de actualidad".
Los líderes de los partidos nacionalistas también conversan con Rajoy, siendo Iñigo Urkullu (PNV) el más constante en materia antiterrorista. "A partir del 20-N puede haber otro discurso del PP. Todo puede cambiar una vez que ETA anuncie el cese definitivo", dijo dirigente nacionalista, este mismo lunes. La línea roja, le asegura el líder del PP en sus charlas, son los principios anteriormente citados.
Ahora bien, la mayor información en la materia le llega a Rajoy por sus contactos; tejidos cual tela de araña tanto por él como por su equipo en los diferentes cuerpos de seguridad y red del funcionariado.
En el PP, dos son las personas clave a las que presta atención. La primera, Antonio Basagoiti. Conversan habitualmente hasta el compadreo. En la anterior campaña, cuando Bildu todavía era política ficción, el presidente de los populares vascos le llegó a reclamar que introdujera a ETA en su discurso a modo preventivo. Ahora, le explica lo que sabe oficialmente y lo que le cuentan, que suele ser mucho más grave.
El otro sujeto de referencia se sienta junto a él en el Comité de Dirección de los lunes: Jaime Mayor Oreja. "Tiene un conocimiento muy profundo, ha sido un extraordinario ministro" y por ello "hay que escucharle", destaca siempre Rajoy. El eurodiputado nunca le ha ocultado su diagnóstico y se lo transmite habitualmente: del segundo tiempo de la negociación a la "destrucción" de España.
La estrategia de la campaña electoral
Escucha a todos, pero no permite que nadie le marque la agenda. Escrupuloso hasta el límite con los tiempos, Rajoy tiene claro cuál quiere que sea el rumbo: si hay comunicado de ETA anunciando el fin total, sí se pronunciará. En caso contrario, economía, economía y más economía. De los pactos, ni tan siquiera mención: seguirán vigentes el Antiterrorista, muerto eso sí de facto, y el de la alianza con Patxi López, habida cuenta de que "peor sería con el PNV".
Y, aunque en el PP se extiende la percepción de que la ETA de las pistolas -que no la política- está en las últimas, no creen que ese inminente comunicado del que se habla vaya a traer la gran noticia. Y, aún trayéndola, el proceso sería muy largo ya que la verificación "en ningún caso vendría a través de mediadores, sino por la Policía y la Guardia Civil", en voz de un asesor autorizado.
Así pues, la estrategia diseñada y que, salvo cataclismo, piensa cumplir el candidato es la de, primero, desbrozar el escenario económico real para, a renglón seguido, plantear las soluciones. Todo a través de un "esfuerzo común", y de ahí que Rajoy siempre apele a un proyecto común de todos los españoles, sean o no del PP.
Una vez llegue a La Moncloa
Cuando acceda al despacho presidencial las cosas ya serán diferentes. El candidato trabaja en ese escenario, pero los suyos vuelven a mentar esa Biblia contra ETA para destacar que será lo que les guíe. Clara la base, la letra pequeña hace incluir más que un asterisco.
El primero, que se da por descontada la presencia de la "marca de ETA" en el Congreso de los Diputados, incluso con grupo propio. "Será más presión y más publicidad para ellos". Éste es uno de los motivos por lo que Mayor Oreja dice que la banda está ganando la partida. "Cuando gobierne Rajoy en España, el objetivo será también el de echar a ETA de las instituciones", asegura María Dolores de Cospedal.
A ese pastel, el PP incluye otro: el comprobar qué ha estado haciendo realmente Zapatero durante estos años. Y es que, aunque en público sólo lo digan unos pocos -José María Aznar, Esperanza Aguirre...-, son muchos los que piensan que existe la negociación, y que todo está más que calculado.
Evidentemente, cabría la revisión del Pacto Antiterrorista así como la inclusión de otras formaciones en la lucha contra ETA, siempre y cuando se ciñeran a los términos clave.
"Nada ha cambiado en nuestra postura contra ETA y nada cambiará", aseguran en Génova, en unos textuales que perfectamente podrían atribuirse a Rajoy. El pero es que hoy, según el CIS, el desempleo es la mayor preocupación para el 84% de los españoles. Y de ahí que ésa sea la gran prioridad. Sobre la lucha contra ETA, el PP pide a sus bases que esperen a su llegada al Gobierno y, a las víctimas promete que "jamás habrá cesiones".
Haber si es verdad lo que dice, y lo hace, y no tenemos que tirar de hemeroteca para decirle lo que dice ahora. Porque una vez dentro, se les suben los humos y se olvidan de todo por intereses partidistas.
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