sábado, 9 de julio de 2011

Muralla de mentiras


9 de Julio de 2011 - 11:57:56 - Luis del Pino/Libertad Digital

Editorial del programa Sin Complejos del sábado 9 de julio de 2011

Seguro que han oído ustedes eso de que la Gran Muralla china es la única obra del Hombre que se ve desde la Luna. Bueno, pues no se lo crean: es una leyenda urbana. La Gran Muralla no se ve tampoco desde la Luna. De hecho, ni siquiera puede verse desde las naves espaciales en baja órbita terrestre, como tuvo ocasión de comprobar Yang Liwei, el primer astronauta que China mandó al espacio.

Pero, se vea o no desde la Luna, lo que es indudable es que la Gran Muralla es una impresionante obra de ingeniería. Aunque, más que de Muralla, deberíamos hablar de murallas. En primer lugar, porque la Gran Muralla actual está formada por numerosos tramos distintos, que abarcan una longitud de unos 8000 kilómetros. Y en segundo lugar, porque lo que ahora podemos ver en los catálogos turísticos son secciones de murallas construidas en el siglo XV por la dinastía Ming, pero antes de eso las murallas del norte de China fueron construidas y reconstruidas, con diferentes trazados, en numerosas ocasiones, desde el siglo V antes de Cristo.

Los sucesivos emperadores chinos dedicaron una ingente cantidad de recursos - y de vidas humanas - a construir, a lo largo de los siglos, esas murallas que pretendían defender las civilizadas y fértiles planicies de China de los ataques de las diversas tribus nómadas que habitaban las tierras esteparias situadas más al norte, como los uigures y los mongoles.

Y, sin embargo, todo aquel esfuerzo de ingeniería fue completamente inútil para evitar tanto los continuos pillajes cometidos por aquellos nómadas guerreros, como la posterior conquista de China por el mongol Genghis Khan.

Porque, por muy fuerte que sea una muralla, nunca puede resistir una sucesión eterna de ataques, que van minando la fortaleza de la defensa hasta que los atacantes se abren paso por uno u otro lado. La única forma de que la muralla resista los asaltos continuos es seguir dedicando recursos ingentes a la conservación y refuerzo de la muralla. Y todos los imperios se ven abocados, antes o después, a atravesar por épocas en las que se agotan los recursos o la propia voluntad de defensa.

Ayer tuvo lugar, en el juzgado dirigido por Coro Cillán, una declaración que puede tener una enorme trascendencia de cara a la investigación del 11-M. La Unión de Oficiales de la Guardia Civil había solicitado que se interrogara como testigos a dos tedax y ambos ratificaron lo que hasta ahora ya sabíamos: que las muestras recogidas en los trenes del 11-M se llevaron a la Unidad Central de Tedax, donde ya no se volvió a saber nada más de ellas.

Pero, además, uno de esos Tedax efectuó una serie de afirmaciones realmente explosivas, tal como cuenta Angela Martialay en Libertad Digital.

En primer lugar, dijo que realizó diversos informes periciales en los que hizo constar que no existía ninguna similitud entre los clavos encontrados en la mochila de Vallecas, los clavos recogidos por los funcionarios judiciales en Mina Conchita y los clavos encontrados en un foco de explosión de los trenes. ¿Qué importancia tiene eso? Pues es otro indicio más de que el artefacto encontrado en la comisaría de Puente de Vallecas dieciocho horas después de la masacre del 11-M no tiene nada que ver ni con las bombas de los trenes, ni con esas minas asturianas de donde nos dicen que salió el explosivo para la masacre.

Siempre según la declaración de ese tedax, al ex-jefe de los artificieros, Sánchez Manzano, no le gustó lo categórico de uno de sus informes periciales, por lo que quiso que se modificara, a lo que el perito se negó. Como consecuencia, Sánchez Manzano lo apartó, para poner a alguien de su confianza.

En segundo lugar, el testigo también contó que participó en los análisis periciales iniciales del teléfono Trium encontrado en el artefacto explosivo de Vallecas. Y dejó caer una serie de datos que no constan en el sumario instruido por el juez Del Olmo y que desvelaron nuevas contradicciones en la versión oficial del atentado.

De ser cierto lo que ese Tedax declaró ante la juez Coro Cillán, casi todos detalles que nos contaron desde el principio acerca de ese artefacto que apareció misteriosamente en una comisaría de Puente de Vallecas serían falsos. Es decir, se corrobora una vez más que esa prueba fundamental del caso del 11-M, esa prueba que sirvió para empezar a detener a una serie de musulmanes en plena jornada de reflexión de las elecciones de 2004, no sería otra cosa que una prueba falsa. Una prueba colocada para orientar las investigaciones en un determinado sentido.

Son muchos los datos que estamos conociendo gracias a la querella interpuesta contra Sánchez Manzano y su jefa de laboratorio por la Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11-M. Son tantos los indicios de falsedad en todo lo relativo a la famosa mochila de Vallecas, que parece casi imposible que no lleguemos a conocer quién ordenó fabricar esa prueba "plantada". Y a partir de ahí, estaremos en condiciones de tirar del hilo de los falsificadores de pruebas.

Como sucedió con la Gran Muralla China, ha habido quien ha dedicado cantidades ingentes de recursos a construir una versión oficial mentirosa con la que frenar cualquier intento de averiguar lo que sucedió aquel fatídico 11 de marzo en que fueron asesinadas casi 200 personas, tres días antes de unas elecciones.

Pero todo ese esfuerzo sobrehumano ha sido completamente inútil. Porque la versión oficial se está demostrando incapaz de resistir el goteo incesante de datos, de contradicciones, de testimonios, que estamos viviendo desde hace siete años.

No hay muro de mentiras que resista el embate permanente de la lógica, de la insistencia en ceñirse a las pruebas y del deseo de saber la verdad.

Y por mucho obstáculo que se intente levantar, antes o después los jinetes de la verdad terminarán conquistando y saqueando el corazón de la versión oficial, tal como Gengis Khan hiciera con Pekín en 1215, demostrando así que de nada había servido todo el esfuerzo invertido en erigir aquella orgullosa, e inútil, Gran Muralla.

1 comentario:

  1. Y por mucho obstáculo que se intente levantar, antes o después los jinetes de la verdad terminarán conquistando y saqueando el corazón de la versión oficial, tal como Gengis Khan hiciera con Pekín en 1215.Ese párrafo está muy bien, haber si es verdad, y los jinetes tedax llegan diciendo la verdad, sobre todo, los que supuestamente según todo esto, pudieron participar, colaborar etc., a fin de que se limpie el buen nombre de los tedax, y sobre todo su honor.

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