lunes, 18 de abril de 2011

Apoyo a los islamistas y fomento del antisemitismo, la ‘hoja de ruta’ de los gobiernos occidentales


Alerta Digital

Diego Martínez.- El nuevo orden internacional tiene mucho de viejo. Las potencias parecen hoy como en la Primera Guerra Mundial y hasta las terroríficas armas de Kadafi nos evocan los horrores e intrigas de 1914. Poderes, estrategias y maquinaciones se enredan en las actuales revueltas con un estilo similar al de entonces, aunque los intereses son distintos y operan con otros protagonistas. Porque los levantamientos se están librando en sus primeros meses en el viejo estilo de las batallas de “inteligencia” de principios del pasado siglo, con personajes dispares: traficantes de armas, agentes dobles, espías de cama y asesinatos cruzados. Incluso, el desconcierto de las fuerzas aliadas es un caos de intereses. Lo que nos lleva a pensar que los primeros muertos de estas revueltas han sido ejecutados fuera del escenario central.

La clave de estos conflictos está precisamente en esos diseños ocultos en los que se está creando el real “nuevo orden” del futuro. La voluntad occidental, quizá de buscar otros equilibrios, tal vez más pacíficos y democráticos, tal vez más justos, aunque nada pueda asegurarlo, tiene por ello enemigos más sutiles en el campo de países que siempre han aparecido como aliados. Pero la diplomacia, la estrategia y la política son, después de todo, un juego tan frío y tan sucio como haber armado a los sátrapas que, a su vez, arman a las organizaciones terroristas. Y es que el comercio de armas y equipos destinados a los ejércitos de estos tiranos obedecen a una lógica muy especial, que nada tiene que ver con los criterios de la sociedad occidental. Los mercaderes de armas (los gobiernos) tienen, eso sí, su propio código de conducta. En su mundillo, los “golpes bajos” se administran desde arriba.

Cabe recordar que España vendió al Gobierno libio material de defensa (aeronaves y equipos de formación de imagen por valor de 6,9 millones de euros en el primer semestre de 2010), incumpliendo el Artículo 8 de la Ley 53/2007 de Comercio de Armas al exportar material de defensa y doble uso (civil y militar) a países como Libia, Túnez, Marruecos, Egipto, Arabia Saudí o Bahrein. Eso no importa. La España de hoy, inmersa en una profunda crisis económica, social e ideológica, no es la España de antaño, tratando de olvidar los problemas más cotidianos, se “somete” a ciertos “sultanatos” y sus jefes reciben y viajan a paraísos tiránicos. Es la triste realidad. Decididamente, la España que abrazó en su momento (igual que los demás países occidentales) a los tiranos -protectores de organizaciones terroristas- nada tiene que ver con la otra España, que organizó manifestaciones contra un Estado de derecho por defender a su pueblo. Es cierto, la clase política que ahora manda niega la existencia de ambas cosas, pero los hechos están ahí.

Lo cierto es que los vientos del islamismo radical no sólo han pasado sino que vuelven a un terreno cada vez más abonado para que traten de quedarse. Esperemos que Occidente no trate sólo de poner un parche para cubrir sus propios intereses: los energéticos y los geoestratégicos.
Sin lugar a dudas, estos movimientos de revueltas sacudirán a Oriente Medio. Y en este escenario, Israel es una isla rodeada de tierra hostil. Si hay un Estado con poca fe en los resultados de estos conflictos es el israelí. Una desconfianza lógica ante la posibilidad de que terminen “tomando el poder” organizaciones similares al Partido Islámico de Irán, como ha ocurrido con las elecciones que llevaron a Hamás al poder. En el Líbano o Turquía, por su parte, la democracia ha permitido, o cuando menos no ha impedido, la progresiva islamización nacional. Lo mismo que organizaciones, con actividades políticas y sociales muy activas, como la Hermandad Musulmana, un peligro para Israel si toca o se acerca al poder. Y todo esto es conocido en Occidente. Curiosamente, coincidiendo con estas revueltas que se “asomaron” en un momento de una profunda crisis económica internacional; cuando la opinión pública comenzó, además, a ver en el petróleo el más peligroso factor para acabar de convertir la delicada situación económica mundial en una crisis sin precedentes.

Pero todo tiene su historia. Desde la matanza de los gladiadores en el Coliseo de la Roma que fue cuna de la civilización occidental, hasta los actuales espectáculos clandestinos de los “snuff movies”, pasando por las multitudes congregadas ante la guillotina en el París en el que se fundó la moderna democracia europea, la muerte ha mostrado su gran capacidad de convocatoria espectacular: no es algo que deba sorprendernos, porque entre el abarrotado Coliseo de Roma y los snuff movies hemos asistido en Europa a ejecuciones masivas: el Holocausto. La persecución y el asesinato sistemático, burocráticamente organizado y auspiciado por el Estado, de aproximadamente seis millones de judíos por parte del régimen nazi y sus colaboradores (ante cierta pasividad de un Occidente que, en principio, no quiso creer en esta atrocidad). Un Occidente, con mínimas excepciones, que cuestiona la política del Estado israelí.

Para algunos, todas las medidas tomadas por Israel son comparadas con las acciones de las organizaciones del terrorismo islamista. Tal es el escandaloso caso del informe redactado por el juez Richard Goldstone para la ONU (conocido como el “Informe Goldstone”).
El documento fue una equiparación de los “crímenes de guerra contra la Humanidad” cometidos por Hamás e Israel en Gaza. Ahora, el autor del informe rectifica su versión sobre Israel, y dice que “no mató a civiles, Hamás sí”. Lo lógico de esta rectificación sería tomar dos iniciativas: primero, la retirada del informe; segundo, pedir perdón al Estado israelí por alimentar el antisemitismo con pruebas falsas.

Volviendo a la telaraña islamista en Oriente Medio y el Magreb, escenarios principales en la actualidad, se consolidan como hervideros desde hace décadas del terrorismo internacional.

Y es que el desprecio a la vida, sobre todo la ajena, es un factor común de numerosos grupos extremistas islámicos que, básicamente en Oriente Medio, convierten el terror en instrumento de lucha contra Israel y los regímenes árabes y musulmanes que, según ellos, se apartan del Corán para acercarse a Occidente. Y no es sólo Al Qaida (la Base); es una exhaustiva lista que se ha sumado a la “Guerra Santa”.

Pongamos el ejemplo de seis de estas organizaciones terroristas. Yamá al Islamiya (Grupo Islámico). Su actividad se ha reducido durante unos años desde la gran ofensiva que lanzó entre 1992 y 1997 para implantar un régimen islámico en Egipto (autores del criminal asesinato de 158 turistas procedentes del extranjero).

No está “dormida”, como se creen algunos. Yihad (Guerra Santa). También egipcio, aunque no tan conocido ni activo como Yamá al Islamiya. GIA (Grupo Islámico Armado). La guerra a muerte contra el régimen argelino (sin prácticas democráticas), que anuló las elecciones ganadas por el Frente Islámico de Salvación (FIS), se ha cobrado miles de víctimas. Cuenta con numerosas redes en Europa.

Hamás (Movimiento de Resistencia Islámica) es una de las “bestias negras” del Estado israelí (la otra es Yihad Islámica). Su objetivo es acabar con el Estado de Israel (expulsarle de Gaza y liberar Jerusalén) y crear un Estado palestino. Yihad Islámica (Guerra Santa Islámica). Como en el caso de Hamás, el objetivo único de las acciones terroristas de este grupo es Israel. Cuenta con el apoyo de Siria.

Hizbollah (el Partido de Dios). Ha sido la pesadilla de Israel durante su larga ocupación en el sur de Líbano. Este grupo chíita fue creado por el Irán jomeinista tras la intervención israelí en el Líbano en 1982. Protagonizó atentados espectaculares (lo mismo que las otras organizaciones radicales islamistas); cuenta con la protección de Siria. Un país, por cierto, junto con Irán, que sigue armando y apoyando todas las organizaciones terroristas.

Todos estos antecedentes deberían llevar a examinar con mejor atención actitudes que favorecen reacciones violentas por parte de los fundamentalistas. El conflicto que mantienen con Israel es un verdadero vivero de terroristas, y las revueltas en los países de la zona pueden fomentar aún más, si cabe, esta situación. Y es que sátrapas o terroristas es el mismo caldo de cultivo.

Claro que la cooperación del Gobierno español mira sólo para un lado: “regala” a Marruecos 374.000 euros en material policial, ¿para defender la libertad? Es más, desde 2005 hasta octubre de 2010, el Ministerio del Interior ha dirigido a estos fines casi 37 millones de euros (36.805.459). Además de Marruecos (un país “muy democrático y nada represivo”), el Gobierno de Zapatero mantiene relaciones de “cooperación policial internacional” con otros países con importantes aportaciones.

Queda un largo camino para asentar la democracia en estos países. Pero también queda otro más vergonzoso: el haber alimentado a los sátrapas y terroristas del islamismo radical por intereses propios y fomentar el antisemitismo en Occidente por los propios gobiernos occidentales. Esta es la historia.

*Periodista.

2 comentarios:

  1. Estamos apañaos con estos gobiernos de media perra, se alían con el diablo antes de dejar el sillón. Hay que hacer una revolución cívica, y poner las cosas en su sitio.

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  2. ¿Y quien le pone el cascabel al gato?, la cosa está difícil, primero debemos levantar la cabeza y llamar a las cosas por su nombre, dejándonos de aguantar esa democracia-orgánica a la que nos tienen subyugados.

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