jueves, 31 de marzo de 2011

Olor a caca


DAVID GISTAU / El Mundo

Zapatero habla como caminan los zombis, pero sin asustar. Ayer intentó convertir el vestigio plomizo de su verbo en un dardo narcótico para dormir faisanes. Y para demorar la sesión de control, a la que temí que no llegáramos todos por el recuerdo de aquella escena de Aterriza como puedas en la que un pasajero se rociaba gasolina y estaba dispuesto a quemarse con tal de no seguir soportando la tabarra de la ancianita sentada a su lado. Tan lastimosa fue la visión de un presidente convertido en un murmullo al que nadie atendía, que de su propia bancada brotó una voz agónica y sincera: «¡Qué pesado es este tío!». No haberle votado. Lo único entretenido ocurría en el pasillo, donde José Bono, camino del confesionario donde se hace besar el anillo, incorporó a Barreda al photocall de la sucesión. Sólo le falta posar con Chacón para tener en el bolsillo todos los boletos de la tómbola sucesoria, que él ya ha ganado pase lo que pase.

Por fin, la sesión de control arrancó, ya superada la hora del vermú. Y hasta Zapatero despertó para replicar con un timbre de rabia una apasionada intervención de Rosa Díez sobre recortes sociales, penurias de las clases medias y gozos de los ricos con tirantes rojos. Díez percutió en la mala conciencia de quien antaño acudía a las portadas de las revistas femeninas para decirse rojo como quien tensa bíceps morales, y por eso reaccionó como un Dorian Gray que acabara de descubrir la fealdad delatora de su retrato espiritual. Menos dificultades tuvo con Rajoy, quien todavía se resiste a entrar en el Faisán, aun cuando este escándalo se ha convertido en un asunto político principal. En el tercio de la muleta y la espada, el supuesto matador sigue delegando en la cuadrilla. Se diría que el PP concentra el fuego sólo sobre Rubalcaba para cobrarse su cabellera, y así deja limpio e intacto a quien, conviene recordarlo, era jefe de Gobierno y último responsable cuando el chivatazo. El Míster X de esta reminiscencia tardofelipista a la que sólo le faltan un Amedo choteándose y unos cuantos abrazos a la puerta de una cárcel. Por estos síntomas se nota que al presidente lo da Rajoy por amortizado, y que no va a desviar un solo esfuerzo en él.

Vamos con Rubalcaba. Estuvo nefasto ante Sáenz de Santamaría, que lo desarboló con un minucioso balance negativo de su vicepresidencia y con una imagen poderosa: «Exponente de final de ciclo». Otra cosa es que Rubalcaba sea un personaje proteico que ya ha sobrevivido a algún otro final de ciclo e incluso a la extinción de alguna especie. Pero, extraviado esta vez en la senda del humor, no supo responder sino con una referencia escatológica a sus propias descomposiciones intestinales: y creíamos que lo que olía era el chivatazo, pero se ve que no. Ante Gil Lázaro, híbrido de Catón y el cobrador del frac, que clavó una estaca al Gobierno que iba a ser el que merecía España, el vice sólo pudo intentar ligar a su destino el de cuatro cuerpos policiales diferentes y motejar de bazofia las pruebas de cargo políticas que pesan a su porvenir como una plomada al buzo. En eso estamos de acuerdo: lo que hemos ido sabiendo es una bazofia; de hecho, es la reducción del Estado a bazofia. Luego bla, bla, bla, que si la extrema derecha: contramedidas calcadas de cuando el GAL.

1 comentario:

  1. Son unos impresentables, y vomitan en vez de hablar. El hedor es insoportable.
    Espero que paguen, si es que aún queda justicia en España.

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