12:10 (09-01-2011) | La Gaceta
LA GACETA ha desvelado los manejos de la mano derecha del ‘triministro’ con la Prensa. El PP también le señala como filtrador del ‘caso Gürtel’. Jugó un papel decisivo en el turbio arresto de Roldán. ÉPOCA reveló su montería junto a Garzón y Bermejo
Alberto Lardiés. Madrid
Le gusta salir de caza. Ama a su perro más que a muchas personas. Sus disparos son certeros. Además de que goza de buena puntería, sus cartuchos llevan grabado el nombre del todopoderoso Alfredo Pérez Rubalcaba, liebre sobre la que nunca hará fuego Juan Antonio González, comisario general de Policía Judicial. Los hechos apuntan a que prefiere tirar a la gaviota.
Nacido en Cartagena, González –apellido de socialista de pata negra– arrastra una carrera de tal calibre y su poder es tanto que todos le llaman supercomisario. Ahora, ha vuelto a las portadas, donde odia aparecer, gracias a las revelaciones de LA GACETA acerca de su más que presunta participación a la hora de filtrar parte del sumario –secreto, por supuesto– de la operación Malaya, famosa trama corrupta destapada hace años, cuyos dirigentes supuestamente blanquearon cientos de millones de euros a base de esquilmar a los contribuyentes de Marbella.
Las conversaciones telefónicas desveladas en estas páginas dejan pocas dudas sobre los manejos de este agente del orden con ciertos medios de comunicación. El Partido Popular ya ha exigido, una vez más, que este avezado cazador anuncie su renuncia. Y el triministro ya le ha defendido públicamente para que no lo haga. Nihil novum sub sole.
No obstante, habrá que presumir su inocencia, más que nada porque acostumbra a sugerir que va a querellarse contra la Prensa. En cualquier caso, no extraña ver el nombre de este comisario asociado a asuntos turbios, sea porque le acusan de estar mezclado o sea, todo hay que decirlo, porque los ha resuelto.
“El error del PP fue mantenerle en un buen puesto cuando llegó al poder, ahora lo pagan”. Así se expresan en fuentes policiales respecto a González, que en octubre estuvo otra vez al borde del abismo también por su presunta relación con el caso Malaya, en ese momento porque se le acusó de aparecer, bajo las siglas JAG, en las agendas de Juan Antonio Roca, supuesto cerebro de la caterva de mangantes.Casado y con dos hijos, González es conocido por su afinidad política con el PSOE y su absoluta sintonía con Rubalcaba. Algunos en la Policía que se escoden en el anonimato le tachan de “comisario político” al servicio del Gobierno. Y desde el PP le han acusado en repetidas ocasiones de estar detrás de las filtraciones del caso Gürtel.
A finales del verano, también estuvo enlodado en la discordia. El 20 de septiembre se conoció que había firmado una circular con la que recordaba a todos los jefes policiales su poder y, lo que era más llamativo, exigía a sus subordinados que le trasladasen los asuntos de corrupción en los que estuviesen implicados “personas relevantes” y “altos cargos públicos”. Es decir, reclamaba para sí el control minucioso de cualquier caso de corrupción susceptible de llenar los periódicos.
Medios afines
La circular era noticiosa, cuando no escandalosa, pero llovía sobre mojado. El PP le achaca directamente la filtración del caso Gürtel. Que le responsabilicen de ello trae causa de una exclusiva que dio en 2009 la revista ÉPOCA. La publicación reveló que Juan Antonio González acudió a la famosa montería que celebraron en Jaén el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón, la fiscal del mismo tribunal Dolores Delgado, y el entonces ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo, quien, como se recordará, tuvo que dimitir de su cargo precisamente como consecuencia de haber participado en ese aquelarre donde no está claro si se disparaba a los muflones o a los políticos de la oposición.
Y es que no era llamativo que los participantes en la montería disfrutasen en amor y compañía. Lo que no olía demasiado bien era que se fuesen juntos a una finca, para cazar y cenar amigablemente (y lo que se terciase, como en toda celebración que se precie), cuando se estaba desarrollando la operación policial contra la trama putrefacta liderada por Correa.
Más recientemente, el supercomisario fue acusado de una querella por cinco delitos, también desvelada por este rotativo. Un grupo de supuestos narcotraficantes que fueron investigados en 2005 le acusaban de denuncia falsa, detención ilegal, falsedad documental, infidelidad en la custodia de documentos, contra la inviolabilidad domiciliaria y “demás garantías de la intimidad”. El asunto fue archivado.
En los años noventa, este comisario, con aspecto de arisco pero que al parecer tiene vis cómica, ya se manejó en asuntos sombríos en los que Rubalcaba y sus mariachis se mueven como peces en el agua (pútrida). Corría el año 1992 y, entre la amalgama de escándalos que sacudía el Gobierno de Felipe González, destacaba uno por encima de todos: la fuga del ex director de la Guardia Civil, Luis Roldán, amigo de lo ajeno y enemigo de la vergüenza.
El biministro Juan Alberto Belloch tenía que lidiar un toro demasiado bravo. Y tiró de sus agentes de más confianza, entre los que ocupaba lugar privilegiado González. Había que encontrar a Roldán como fuera, sin escatimar en medios.
González y el famoso espía Francisco Paesa consiguieron la entrega de Roldán en Bangkok (Tailandia). El comisario pactó con el espía que el ex director de la Benemérita se inmolase. A cambio, Paesa quedó libre de antecedentes y continuó con su huida hacia delante. González apareció triunfante en el aeropuerto con Roldán esposado y cabizbajo. Y todos tan contentos. Pero sin demasiadas explicaciones al respecto. El hoy comisario de Policía Judicial pasó 20 días en Bangkok. Tiempo después, un destacamento sin identificar viajó a la capital tailandesa para hacer que se esfumasen todas las pruebas del caso.
Del enjambre de asuntos polémicos y lejanos en los que González tiene algo que ver, también destaca que fue procesado (no condenado), junto a otros agentes, por la muerte en 1982 de un etarra.
Hoy, el cazador González teme ser cazado.
Si todo esto es verdad, presuntamente estamos en estado de corruptela, y en vez de dirigirnos profesionales, supuestamente, nos dirigen miembros de la kgb, aunque en honor a la verdad, no todos son Jag.
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