lunes, 1 de noviembre de 2010

Un sector de ETA se opone al plan de Batasuna y el Gobierno



Zapatero embustero

Teme que la euforia de la izquierda 'abertzale' le deje sin bazas y pierda el control de la negociación / La Policía detecta que los radicales preparan agrupaciones de electores en ayuntamientos si no consiguen su legalización

Un sector de ETA trata de poner freno a las prisas de la izquierda abertzale por estar en las próximas elecciones y por sacar adelante un proceso de negociación con el Gobierno. La razón es que desconfía de las consecuencias de una euforia que podría hacerles perder el control de la negociación y perjudicar su aspiración de obtener réditos políticos.

Zapatero embustero

Según fuentes políticas y policiales consultadas por este periódico, la irrupción de este sector ha generado preocupación en los ex dirigentes de Batasuna. Esas mismas fuentes indican que en este momento un sector de la banda ha intensificado su oposición a la evolución del proceso que pretende protagonizar la izquierda abertzale y que en ello han influido especialmente las declaraciones excesivamente optimistas de una buena parte del Gobierno, iniciadas por el propio José Luis Rodríguez Zapatero.Sigue en página 4

Lo cierto es que las situaciones de crisis protagonizadas por ETA y su entorno, sobre todo si son previas a un proceso electoral, suelen caracterizarse por su irregularidad, por aparentes avances rápidos y por retrocesos fruto de sus contradicciones internas.

Hace unos 20 días, los dirigentes de la organización terrorista tuvieron una puesta en común de pareceres, según han afirmado en privado algunos relevantes miembros del entorno de ETA, y decidieron asumir al menos una parte sustancial de los principios de la Declaración de Guernika, firmada recientemente por Eusko Alkartasuna, Aralar y la izquierda abertzale.

En dicha declaración, los comparecientes solicitaron a la banda un alto el fuego permanente, unilateral y verificable internacionalmente, e introdujeron por iniciativa de Aralar que este alto el fuego se anunciase «como expresión de voluntad para un definitivo abandono de la actividad armada». Esa frase que fue presentada por los interesados como un avance que implicaba un compromiso extraordinario por parte del mundo radical.

Ninguno de esos planteamientos es irreversible y el hecho de que la banda realizase un comunicado comprometiéndose con ellos no significaría que fuese a cumplirlos, porque su interpretación de las frases, como siempre ha demostrado, es muy flexible.

Los representantes de las tres formaciones -dos legales y la otra ilegalizada- solicitaron al Gobierno que derogase la ley de partidos, acabase con las detenciones y modificase la política penitenciaria para cambiarla por otra que culminase con una amnistía. ETA podría aferrarse a esta última parte como las condiciones que el Ejecutivo tendría que satisfacer para que ella se sintiese comprometida, pero un comunicado aceptando los planteamientos de dicha declaración siempre sería bien recibido -y utilizado- por determinados partidos y por una parte de la sociedad vasca, y ayudaría a la izquierda abertzale en sus planes de regresar a las instituciones.

Esta predisposición inicial de la banda fue conocida por el lehendakari Patxi López y llegó al conocimiento del Gobierno central, de modo que pudo influir en el ánimo del Rodríguez Zapatero cuando dijo que los movimientos de la izquierda abertzale «no caerán en balde».

El presidente del Gobierno introdujo ese cambio de actitud porque, ante la campaña de imagen emprendida con éxito por el foro soberanista organizado por la izquierda abertzale, pretendía conjurar una imagen de inmovilismo que en nada favorece a los socialistas vascos. Pero también pudo intentar estimular el movimiento de ETA y adelantarse a futuros pasos.

Sin embargo, el aluvión de declaraciones de miembros del Gobierno asegurando que el fin de la banda está próximo y alimentando las expectativas sobre la existencia de un proceso ha resultado contraproducente. Parece haber provocado cierto vértigo y algunas suspicacias en una parte de la banda que considera que los intereses de la izquierda abertzale de regresar cuanto antes a las instituciones pueden abaratar los objetivos políticos a los que aspiran tanto la dirección de ETA como la propia izquierda abertzale.

En realidad, durante los últimos meses -desde que el brazo político de la organización le disputase a ésta el liderazgo interno por terror a desaparecer- han sido continuos los tira y afloja entre la dirección de ETA y los dirigentes de Batasuna. La banda ha aprovechado todas las oportunidades para demostrar que, a pesar de estar arrinconada, la que manda es ella. Como cuando se esperaba que asumiese los principios de los mediadores internacionales del Documento de Bruselas -dirigidos por el abogado elegido por Batasuna Brian Currin- y optó primero por tardar casi medio año en dar respuesta y después por limitarse a anunciar un parón en los atentados.

Y los dirigentes de la izquierda abertzale siempre han optado por aceptarlo todo. En esta ocasión, la hoja de ruta sigue marcada, pero los líderes de Batasuna se andan con cuidado y están preocupados porque, dado que no van a exigir la disolución de la banda, siguen dependiendo de los pasos que ésta vaya a dar.

Según los documentos de la banda, ETA necesita a los sustitutos de Batasuna en el Parlamento para llevar a cabo los fines que persigue -que sus representantes tengan la suficiente fuerza y respaldos como para imponer los acuerdos a los que haya llegado un foro multipartito de forma previa-. El modo en que éstos lleguen a los municipios le importa, pero le importa menos si eso supone que comprometan sus principales objetivos.

Los dirigentes de la izquierda abertzale son conscientes de que si los comunicados que se esperan de ETA en los próximos meses no son lo suficientemente funcionales pueden tener más dificultades que las esperadas para estar en las instituciones. Pero esto no significa que cejen en su empeño. Lo siguen intentando todo. De hecho, siguen organizando actos que les afiancen como referente de las bases abertzales, que les coloquen en el liderazgo de la franja soberanista y que les permitan persistir en sus objetivos.

Actos como los realizados en los últimos días en Navarra o en el primer aniversario de Alternatiba -partido que está en su órbita de formaciones asociadas-; como los que preparan para las próximas semanas con los mediadores internacionales de Currin o en el Bilbao Exhibition Center, con Aralar y EA.

Y continúan buscando fórmulas para burlar la ley de partidos, como siempre han hecho. El presidente del PSE, Jesús Eguiguren, que suele estar en contacto con ellos, ha asegurado públicamente que hasta que no sepan que se dan las condiciones para ser legalizados no tienen la intención de presentar los estatutos de un nuevo partido.

Pero tienen los estatutos hechos y siguen con su campaña de propaganda. E intentarán colar algunas listas si no pueden conseguir la legalización de una formación al completo. Del mismo modo que preparan las siglas de otros partidos para despistar -como hicieron en 2007 con Abertzale Sozialisten Batasuna-, intentan conseguir los mínimos para presentar agrupaciones de electores y se aferran a Eusko Alkartasuna por si algo sale mal.

1 comentario:

  1. Pues nada, ya tenemos la escisión en la toma de decisiones, que si si, que si no..., haber que dice zp de esto ahora, tanto cantar victoria antes de tiempo.

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