ESTEBAN URREIZTIETA
EDUARDO COLOM / Palma/El Mundo
Daba igual que carecieran de cualificación alguna o que existiera un bolsín de interinos de por medio. Fueron puestos a sueldo en masa en la institución insular sin prestar servicio alguno para la misma, mientras todos los filtros técnicos hacían la vista gorda.
En la plantilla del organismo que acapara las principales competencias urbanísticas de la isla, camuflados como informáticos, se escondían jardineros que jamás han pisado la institución insular, adolescentes sin estudios y líderes inmigrantes prácticamente analfabetos. Un batallón de cazadores de sufragios pagados con cientos de miles de euros del erario público. Todos ellos recibieron una consigna: «Conseguir votos para UM y ser discretos, no digáis a nadie de dónde cobráis ni qué hacéis». A cambio, percibían nóminas mensuales de entre 1.000 y 2.800 euros públicos al mes. Dependiendo de su pericia, desde dos años antes de los comicios autonómicos y municipales de 2007, recibían pagos que adoptaban la forma de días libres si, como hicieron los trabajadores de la televisión de la institución insular, se limitaron a rellenar papeletas electorales.
«¿Trabajó usted en el Consorcio de Informática Local de Mallorca dependiente del Consell de Mallorca?», le preguntó esta semana el juez que instruye la operación Maquillaje a uno de los cazavotos de UM. «Mire usted», contestó agarrándose la barriga Antonio Baró, un orondo operario que trabajaba de 8.00 a 15.00 horas de jardinero antes de contactar con el partido, «yo soy más de sobrasada que de informática».
El magistrado Juan Ignacio Lope Sola, que ha sentado ya en el banquillo a la ex presidenta del Parlamento balear Munar por desviar dinero público con facturas falsas y la mantiene en libertad bajo fianza de 350.000 euros, se llevó las manos a la cabeza y dejó la mirada perdida. «No me hace falta escuchar nada más», se limitó a añadir, después de haber interrogado día tras día a una decena de activistas que cobraba de las arcas públicas por los más diversos conceptos, a cambio de intentar que UM volviera a ser la bisagra que decidiera el Gobierno del archipiélago. Un escándalo destapado por EL MUNDO a principios de este año y que revienta ahora en los juzgados.
«A mí me dijo Miquel Ángel Flaquer [ex presidente de UM también en libertad bajo fianza] que tenía que trabajar más activamente para el partido. Le dije que trabajaba por las mañanas arreglando jardines y me dio un trabajo de dos años y medio en el Consell, donde sólo estuve 15 días porque allí no pintaba nada, no me interesa nada la informática». «La verdad es que yo siempre me consideré un liberado de UM», acabó de rematar Baró.
Por las mañanas, una parte de esta legión de empleados fantasma entraba en el Consell de Mallorca sin que en la entrada les requirieran nada y se instalaban en la cuarta planta, que UM convirtió en su oficina electoral. Desde los ordenadores y faxes se organizaban los actos de campaña, se hacían resúmenes de prensa, se organizaban visitas a domicilio para vender las maravillas del partido, se encartaban las papeletas y se llamaba a los principales contratistas con una consigna: colocar a más y más activistas en sus sociedades sin ir a trabajar si querían seguir beneficiándose de adjudicaciones de la institución insular.
Tras recibir esta indicación, empresas de informática, de marketing o de publicidad y grandes constructoras que realizaban los principales encargos del Consell de Mallorca enchufaron a todo aquel que UM les ordenaba sin obligarles a pisar sus oficinas. La empresa matriz de este montaje fue la productora Video-U, que Munar y su delfín en el partido, Miquel Nadal, habían adquirido previamente a través de testaferros y habían regado con más de cinco millones de euros en contratos públicos por programas de televisión inexistentes. Como simple fórmula para proveer de fondos la maquinaria con la que financiar la grandilocuente campaña electoral.
Unos, como el hermano del ex conseller de Deportes de Antich Mateu Cañellas, fue colocado en Video-U. «Tuve un problema familiar, les dije que no iría a trabajar y me contestaron que no me preocupase por nada, que seguiría cobrando. No sé ni lo que es Video-U ni a qué se dedica», confesó. Otra activista, Debora Lorente, ha explicado que le pagaron desde esta misma empresa «por hacer la revista de UM» y que tampoco sabe lo que es.
Por su parte, el líder argentino de Baleares, Jorge Mandado, ha admitido que le pagaron 2.700 euros públicos un día antes de la jornada electoral como premio por su labor en concepto de la organización de unos coloquios inexistentes, confeccionándole para ello una factura falsa de un director general del Consell de Mallorca, Josep Lliteres, junto a su secretaria, una prima del marido de Munar.
En esta maraña de colocaciones masivas, los implicados han involucrado ya a la cúpula del partido al completo. De tal manera que, con la imputación esta semana del ex conseller Cañellas y de la ex teniente de alcalde de Palma Cristina Cerdó, sólo queda un cargo electo del partido sin estar procesado: su actual presidente Josep Meliá. Pero las esperpénticas declaraciones de los empleados fantasma han dejado entrever un escándalo todavía mayor.
Algunos de ellos, como Gregoria Morata, han reconocido que los líderes de UM les entregaban dinero en efectivo. El mismo con el que, por importe de 50 euros, el partido compró votos durante los días previos a la jornada del 27-M. El PSOE, a la vista del escándalo gracias al que consiguió la Presidencia de la comunidad autónoma, lejos de negarlo dice que «los votos se compraron cuando UM gobernaba con el PP». Olvidándose de que, si no llega a ser por ellos, en estos momentos ocuparían los bancos de la oposición.
Encima lo niegan, es que son la repera estos sociatas. ¡Viva la corrupción!
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