jueves, 25 de noviembre de 2010

«Marruecos ha vuelto a los años de plomo de Hasan II»


CON AMINATU HAIDAR EN EL AAIÚN

ANA ROMERO
El Aaiún

El Mundo

Aminatu Haidar ha vuelto a entrar en El Aaiún por la puerta grande. En realidad, se trata de un pequeño detalle, pero para la conocida defensora de derechos humanos significa mucho. Cuando llegó al aeropuerto de la capital administrativa del Sáhara Occidental, el martes por la tarde, Haidar se negó a bajar junto a los viajeros marroquíes y se quedó sentada dentro del avión con los españoles.Sigue en página 30

Enviada especial

«Le dije al comandante que yo no soy marroquí, aunque tengo el pasaporte», explica la activista saharaui en su casa del antiguo barrio español de Casas Piedras (Zemla para los saharauis y Haj el Waada para los marroquíes).

Tras unos minutos de tensión, Haidar se salió con la suya y entró en El Aaiún como saharaui. «Soy una mujer de principios», dice con una voz tan suave como decidida. En España lo sabemos bien: hace ahora justo un año que protagonizó una huelga de hambre en Lanzarote de 35 días hasta que consiguió que Marruecos la aceptara de nuevo.

«Moratinos no sabía quién era Aminatu Haidar», agrega en referencia al ex ministro de Asuntos Exteriores, quien llegó a ofrecerle la nacionalidad española para que abandonara la huelga. No lo aceptó. No se quebró Haidar tampoco en 1987 cuando estuvo encarcelada durante casi cuatro años en el antiguo cuartel español de la Artillería, al lado del desaparecido cine Las Dunas. «Lo peor fue descubrir que estaba a escasos metros de donde yo crecí con mi familia, donde yo jugaba de niña», recuerda mientras acaricia a su sobrina Haia, de dos años y medio, que corretea entre nosotras, los vasitos de té y los teléfonos móviles. Tampoco se rompió Haidar en 2005 cuando ingresó en la Cárcel Negra durante siete meses hasta que fue liberada gracias a la presión de EEUU.

Y como tampoco parece dispuesta a hacerlo ahora: «Marruecos ha cometido una masacre y hay que averiguar la verdad», afirma refiriéndose a los sucesos del 8-N, cuando Rabat desmanteló el campamento de Gdeim Izik y los saharauis se rebelaron en El Aaiún. «¿Dónde están los desaparecidos? ¿Cuántos han sido torturados? Lo sabremos. Quizá tardemos meses en averiguarlo, pero lo haremos».

¿Cómo puede hablar de masacre cuando Marruecos y Human Rights Watch sólo contabilizan cuatro muertos saharauis? «En un campamento donde había más de 20.000 personas -niños, enfermos, ancianos, embarazadas- es imposible que murieran 11 policías marroquíes y sólo cuatro saharauis. Tenemos la experiencia de 35 años con Marruecos, y sabemos que nunca dice la verdad». No puede entrar en detalle, dice, para proteger la identidad de algunas personas, pero está segura de que 37 cadáveres fueron vistos en un hospital de El Aaiún. Le digo que he visitado y fotografiado las morgues de esos hospitales y que en ninguna de los tres hay más de ocho cámaras mortuorias. Ella insiste: «Marruecos quiere tapar algo y vamos a descubrir qué es. Yo no voy a parar hasta averiguar de qué se trata».

De aspecto etéreo (no frágil), Haidar va vestida con una melfa blanca y lisa: «La ropa de la paz». Algunos la llaman la Gandhi del Sáhara. A mí me hace pensar, por la transparencia de su piel y lo bien que huele, a la birmana Aung Sang Suu Kyi. Sea cual sea el personaje adecuado, Haidar tiene una rapidísima mente política que le hace tomar las decisiones acertadas. También demuestra un enorme olfato periodístico.

Tan pronto cita al autor francés Jean-Pierre Tuquoi para explicar las profundas relaciones que tienen Francia y Marruecos, como analiza la complejidad del vínculo con España. «Yo estoy indignada con la falta de reacción del Gobierno español al 8-N», afirma tras la negativa del Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero a condenar la violación de derechos humanos. «No tiene sentido que actúe así con el 90% de la población en contra».

Porque Haidar tiene claro qué es lo que demuestran los sucesos ocurridos el 8-N: «Marruecos ha vuelto a los años de plomo de Hasan II». En ese regreso, insiste, no siente temor a cometer violaciones de derechos humanos «porque está protegido por la comunidad internacional».

Empezó a trabajar en la recogida de información nada más llegar hace apenas un día. Ya ha hablado con víctimas, entre ellas su ex marido, El Kasimi Mohamed Ali, cuya casa fue saqueada por los colonos marroquíes el 8-N. Está decidida a documentar incluso los instrumentos utilizados para torturar a los saharauis que fueron detenidos y luego puestos en libertad sin cargos. En medio de tanto dolor, una buena noticia: «Marruecos tortura ahora de manera diferente porque no quiere dejar huellas». El principal escollo: «El miedo de las víctimas a hablar».

1 comentario:

  1. Ánimo Aminatu, la lucha tendrá sus satisfaciones tarde o temprano.
    ¡Sáhara libre ya!

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