30 de Mayo de 2010 - 16:11:29 - Luis del Pino
Entradilla al programa Sin Complejos del 30/5/2010
La época comprendida entre el siglo V y el III a.C. se conoce, en la Historia china, como el período de los reinos combatientes, por las continuas contiendas entre los siete reinos en que China estaba dividida antes de la creación del Imperio.
La unificación de ese imperio correría a cargo del príncipe Zheng de Qin en el 221 a.C. En sólo diez años de campaña militar, logró conquistar los otros seis reinos chinos e implantar el estado centralizado. En la actualidad, a ese monarca se le conoce con el nombre de Qin Shihuang, que significa textualmente "El primer emperador". Para que se hagan una idea, Qin Shihuang es el equivalente chino al emperador romano Augusto, creador del Imperio Romano.
Qin Shihuang unificó las monedas, las medidas de capacidad y longitud y la escritura; construyó la red de carreteras imperiales y otra red de canales de irrigación y amplió considerablemente los límites del mundo chino.
Casi todos ustedes conocen, aunque no sean conscientes de ello, a Qin Shihuang, porque fue quien levantó la muralla china. Pero también lo conocerán por otra cosa: la tumba de Qin Shihuang tardó 36 años en ser construida, llegando a trabajar en ella 700.000 obreros y artesanos; y entre las maravillas que se construyeron para la última morada del emperador se encuentra ese famoso ejército de más de 8.000 guerreros de terracota, que seguro que muchos de ustedes han visto en directo o en algún reportaje televisivo: los famosos Guerreros de Xian.
Ayer, Libertad Digital informaba de dos noticias relativas a nuestro maltrecho ejército: la desmoralización que reina entre los miembros de nuestras Fuerzas Armadas y las declaraciones a "La voz de Barcelona" del teniente coronel Antoni Vila Aliana, que se ha manifestado partidario de la independencia de Cataluña.
Con respecto a esta segunda noticia, hay que recordar que el 6 de enero de 2006, el teniente general del Ejército de Tierra y general en jefe de la Fuerza Terrestre, José Mena Aguado, afirmó en Sevilla, durante el discurso de la Pascua militar, que si algún Estatuto de autonomía - en referencia al catalán - sobrepasara los límites de la Constitución, el Ejército tendría que intervenir, puesto que está obligado a ello por el artículo octavo de nuestra Carta Magna, que dice textualmente que "las fuerzas armadas tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad, y el ordenamiento constitucional".
Aquellas declaraciones del teniente general Mena fueron inmediatamente descalificadas por los representantes políticos de IU, ERC, CIU y el PNV. Uno de los portavoces de CIU, Joan Puig, llegó a decir que si los militares querían dedicarse a la política, deberían dejar las Fuerzas Armadas.
El entonces ministro de defensa José Bono, por su parte, destituyó al teniente general Mena, le sometió a arresto domiciliario y le pasó a la reserva.
Si a Mena se le pasó a la reserva por recordar que el Ejército tiene el deber de garantizar la unidad de España y el ordenamiento constitucional, ¿qué habría que hacer con un teniente coronel que se manifiesta partidario de la independencia de Cataluña? ¿A qué espera la ministra Carmen Chacón para expulsar de las Fuerzas Armadas a alguien que manifiesta estar en contra de esa unidad de España que nuestro ejército está constitucionalmente obligado a defender?
Con respecto a la primera noticia que comentábamos (la desmoralización existente en nuestras Fuerzas Armadas), una de las principales causas, según la revista Sanidad Militar es la sensación de “estar entregando la vida a unos ideales que se ven sistemáticamente ridiculizados por ciertos sectores de la población, de defender una bandera que algunos de sus propios conciudadanos se empeñan en sustituir y de ofrecer la vida por una patria de la que nadie parece querer hablar y que, en cambio, algunos aspiran a modificar".
¿Cómo sentirse útil cuando el propio presidente del Gobierno al que sirves es capaz de declarar que la Nación, esa nación por la que te juegas la vida, es un concepto discutido y discutible? ¿Cómo pensar que tu trabajo sirve para algo cuando el propio ministro de defensa te muestra a las claras que lo de servir a España hasta morir ya está periclitado? ¿Cómo no tener la sensación de estar perdiendo el tiempo cuando a ese ministro de defensa se le sustituye por otra ministra, Carme Chacón, que no tuvo reparo en manifestarse por las calles de Barcelona en solidaridad con Pepe Rubianes, aquel actor ya fallecido que nos recomendó a todos que "nos metiéramos a España ya por el puto culo a ver si nos explotaba dentro y nos quedaban los huevos colgando"?
Zapatero, como Qin Shihuang, también ha sabido crearse su ejército de piedra: guerreros congelados en una perpetua quietud ante las amenazas exteriores e interiores que afectan a nuestro país.
Pero, a diferencia de Qin Shihuang, que mandó construir esa réplica de su ejército victorioso para que le protegiera por toda la eternidad, Zapatero ha tomado un ejército vivo y lo ha reducido a la inmovilidad a base de humillarlo y ofenderlo, hasta convertir a cada soldado y a cada oficial en un muñeco roto.
Zapatero no cree en España. Su partido tampoco. Por eso es imposible que triunfe ningún proyecto colectivo para salir de la crisis, sin pasar antes por unas nuevas elecciones que lleven a La Moncloa a alguien dispuesto a devolver a España la ilusión de ser España.
Alguien que, entre otras cosas, restituya al Ejército la sensación de que sirve para algo. Alguien que rompa el maleficio y devuelva el movimiento a esos guerreros congelados, condenados, hoy por hoy, a guardar eternamente la tumba de su nación ya muerta.
Efectivamente, tienes toda la razón, tienen al ejército amilanao, desperdigado por esos mundos de Dios, engañados como bobos, eso si, cobrando dietas internacionales y olvidándose de españa, que en definitiva, eso es lo que quiere la ministra independentista y su jefe zp.
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