EL DÍA SOLEADO que hizo ayer en Madrid no motivó a las bases sindicales a salir a la calle para celebrar la festividad del 1 de Mayo, que registró el nivel de participación más bajo que se recuerda desde la Transición. Menos de 6.000 sindicalistas asistieron a los discursos de Cándido Méndez e Ignacio Fernández Toxo en la Puerta del Sol, momento culminante del acto. Esa fue la tónica dominante en toda España.
No deja de ser una paradoja el desinterés hacia un acto de enorme tradición en el mundo del trabajo cuando coincide con una profunda crisis que ha elevado el número de parados a 4,6 millones. Ante ese dato, de poco sirve que el Gobierno filtre, como hizo ayer, que el paro registrado bajó en abril en 24.000 personas. Da la impresión de que los sindicatos están perdiendo capacidad de influencia y de que aumentan los trabajadores que no se sienten identificados con sus mensajes. Y no digamos nada los parados.
Lo que quedó en evidencia ayer en sus discursos es que Méndez y Toxo siguen defendiendo unas recetas ancladas en el pasado, que no ofrecen solución a los graves problemas del presente y que contradicen todo lo que están diciendo los expertos y los organismos internacionales.
Así, los dos líderes sindicales rechazaron de plano flexibilizar el mercado de trabajo, alargar la edad de jubilación, recortar el gasto público y cualquier reforma que suponga una merma de los llamados derechos adquiridos de los trabajadores. «Habrá un conflicto laboral de alcance», advirtió el secretario de UGT, si el Gobierno se empeña en cumplir el calendario de reducción del déficit que le exige la UE.
Méndez y Toxo arremetieron contra el capitalismo internacional, la banca y Angela Merkel por sus vacilaciones en rescatar a Grecia. «Siempre gana Alemania como en el fútbol», afirmó Méndez, citando a Gary Lineker como pensador de cabecera. No faltaron tampoco alusiones al PP, que, según el secretario de UGT, es «un partido poco patriota y poco responsable» que «no pone barreras para derribar al Gobierno».
La única propuesta constructiva partió de Méndez, que apostó por un gran acuerdo social de tres años para salir de la crisis, aunque eludió concretar más. El líder de UGT se mostró partidario de poner «toda la carne en el asador» para llegar a un acuerdo en las negociaciones con el Gobierno y la patronal, una frase que suena retórica si los sindicatos persisten en su idea de no aceptar la reforma del mercado laboral.
No parece éste el momento para posiciones maximalistas. La crisis es lo suficientemente grave para asumir la necesidad de que todos debemos hacer sacrificios. Por actuar como le piden los sindicatos, Zapatero ha visto rebajado el nivel de solvencia de España por Standard & Poor's. Según un informe de nuestro suplemento Mercados, sólo lo que nos va a costar el alza adicional de los tipos de interés para financiar la deuda pública por este motivo asciende a 2.500 millones de euros, un 30% más de lo que supondrá el aumento de la recaudación por subida del IVA en el segundo semestre.
Los sindicatos están empujando hacia el abismo a Zapatero. El presidente debería tener la lucidez de darse cuenta de que el camino que marcan lleva al suicidio colectivo.
Estos, como siempre, tarde mal y nunca.
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