martes, 2 de febrero de 2010

Otro español muerto en Afganistán en un ataque a su blindado obsoleto


MISIONES EN EL EXTERIOR / Atentado contra las tropas
Otro español muerto en Afganistán en un ataque a su blindado obsoleto

Los soldados del convoy respondieron a la agresión ayudados por helicópteros italianos y mataron al menos a tres talibán

ROBERTO BENITO

Madrid

En 2010 no hay tregua invernal que valga en Afganistán. La comunidad internacional decidió enviar decenas de miles de efectivos al país para derrotar a la insurgencia a sus feudos, España se sumó con entusiasmo a la escalada militar y nuestras Fuerzas Armadas sufrieron ayer de nuevo el golpe de la guerra, cuando un explosivo talibán se llevó por delante la vida de un soldado del Ejército español, John Felipe Romero, de origen colombiano, que viajaba en un BMR con 30 años de antigüedad. Y ya son 92 los fallecidos desde el inicio de la misión, hace más de ocho años.

Ayudadas por helicópteros italianos, las tropas españolas respondieron al ataque con disparos y acabaron con la vida de al menos tres talibán, que tras la explosión de la mina antipersona permanecían emboscados en la zona para atacar de nuevo a los soldados. Las tropas se incautaron de armamento y munición de los insurgentes.

Estaba avisado que éste iba a ser el año más duro de la guerra hasta ahora, de que los talibán iban a reaccionar con violencia a la llegada de más soldados de la OTAN, y ayer, pasado el mediodía, el funesto vaticinio se confirmó en forma de bomba al paso de un convoy español.

El atentado se produjo en la provincia de Badghis, la única de Afganistán bajo responsabilidad española. Una caravana de 11 vehículos, todos BMR, y varios coches de la Policía afgana recorrían en misión de reconocimiento la llamada Ruta Lithium, que une las dos principales localidades de la provincia: la capital, Qala-e-Now, bastión de la OTAN en la región y sede de la base española, y Bala Murghab, centro de la actividad de la insurgencia en la zona. En realidad, hablar de ruta es casi quimérico, porque no aparece en los mapas. Es la OTAN la que la está intentando abrir: expulsando a los talibán de la zona, montando puestos de guardia y atravesándola con convoyes. Allí, en una de las zonas más inhóspitas del país, a pocos kilómetros de la frontera con Turkmenistán y a muchos de la civilización.

Una tarea que afrontan desde hace meses los efectivos españoles, que en Afganistán son más de 1.000. Hasta ahora habían sufrido varios ataques a lo largo de la ruta, pero en forma de hostigamiento y de tiroteos, de lucha directa, escenario en el que las tropas se sienten seguras. Sólo en diciembre hubo dos ataques importantes en la zona más complicada del recorrido, el desfiladero de Sang Atesh, pero fueron repelidos con facilidad por las tropas, que no sufrieron ni siquiera daños materiales. Ayer, sin embargo, ese mismo desfiladero se convirtió en la tumba del soldado John Felipe Romero Meneses, de 21 años, soltero y de nacionalidad colombiana, porque el ataque se realizó con lo que más temen los militares en Afganistán: las bombas escondidas en los caminos.

Un explosivo de gran potencia estalló al paso del BMR en el que viajaban el soldado Romero y los otros seis militares que resultaron heridos, dos de ellos de gravedad. Exactamente la misma dinámica seguida por la insurgencia en el anterior atentado que acabó con la vida de un militar español, el cabo Ancor Cabello, el del 7 de octubre en Herat: un explosivo en la ruta seguida por las tropas españolas y un vehículo blindado con más de 30 años de antigüedad que salta por los aires.

Los BMR fueron introducidos en los 70 y, a pesar de las mejoras y de la insistencia del Gobierno en que son seguros, su uso en misiones como la de Afganistán es discutido.

El propio Ministerio de Defensa es consciente de ello y está en pleno desarrollo de un plan de sustitución de los BMR por otros tipos de vehículos. A corto plazo, el relevo de los actuales blindados se está realizando con los RG-31, mucho mejor preparados y similares a los utilizados por EEUU y otros países aliados, que comenzaron a enviarse el pasado otoño, pero que hasta marzo no se usarán de forma generalizada.

Dando idea de lo organizado del ataque de ayer, después de la explosión, un grupo de talibán abrió fuego contra los militares españoles y se entabló un combate. Tras solicitar y recibir apoyo aéreo, las tropas lograron al fin controlar la situación, matando a tres insurgentes, haciendo huir a los demás e incautándose de armamento y munición. Los helicópteros italianos que acudieron en su ayuda mataron también a un número indeterminado de atacantes. A continuación abandonaron el lugar. No dio tiempo ni siquiera a analizar el explosivo utilizado en el atentado. De ello se encargará el equipo del Centro Internacional de Desminado que viajó anoche hasta Afganistán junto a Carme Chacón, que se desplazó al país para repatriar el cuerpo del soldado John Felipe Romero.

Así, con bombas, enfrentamientos armados y muertos, está hoy Afganistán. La comunidad internacional ha comenzado a barajar la posibilidad de dialogar con los talibán para aislar a los elementos más radicales. Pero de momento, lo que toca es más soldados y más conflicto. Por parte de España, 511 nuevos efectivos, que llegarán antes del verano a Afganistán. Allí, donde la realidad es hoy más que nunca la de la bomba escondida en los caminos esperando el paso de las tropas internacionales.

1 comentario:

  1. Menos mal, que estamos en plan ong según el gobierno, que si no...
    Que en paz descanse el compatriota.

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